Reden und Ansprachen

DISCURSO PRONUNCIADO POR EL COMANDANTE EN JEFE FIDEL CASTRO RUZ EN LA CONCENTRACION POPULAR CON MOTIVO DE LA VISITA A CUBA DE MENGISTU HAILE MARIAM, PRESIDENTE DEL CONSEJO ADMINISTRATIVO MILITAR PROVISIONAL Y DEL CONSEJO DE MINISTROS DE ETIOPIA, EFECTUADA EN LA PLAZA DE LA REVOLUCION, EL 26 DE ABRIL DE 1978

Datum: 

26/04/1978

Compañero Mengistu Haile Mariam;

Compañeros de la Delegación etíope;

Compatriotas:

Nos encontramos hoy frente a un acontecimiento histórico: el encuentro de nuestro pueblo con el gran dirigente revolucionario etíope Mengistu Haile Mariam y la Delegación que preside (APLAUSOS).

Etiopía ha sido, durante miles de años, un Estado independiente. Cuando en el siglo pasado todos los países de Africa, sin excepción, fueron ocupados por las potencias coloniales de Europa, el pueblo etíope, por su fuerza, sus tradiciones de lucha y su heroísmo, se mantuvo independiente.

El ejército italiano fue severamente derrotado por los etíopes en 1896. Decenas de años más tarde, en 1935, las tropas fascistas italianas de Benito Mussolini, partiendo de Somalia y de la región que ocupaban al norte del país conocida por Eritrea, invadieron Etiopía con empleo de las armas más modernas, apoderándose de todo su territorio después de dura y fiera resistencia, que no cesó un instante durante la ocupación que se prolongó solo durante cinco años.

Pero, a la inversa, cuando después de la Segunda Guerra Mundial los países africanos, uno a uno, se liberaban del colonialismo y muchos de ellos iniciaban un camino progresista, Etiopía se mantenía como un Estado absolutamente feudal, donde existía incluso, oficialmente, la esclavitud.

La Revolución Etíope no fue organizada ni dirigida por un partido o movimiento político. Era tanta la injusticia, la opresión, la pobreza y el hambre, que el país un día estalló. En ese sentido, los hechos y las circunstancias nos recuerdan mucho la Revolución Francesa de 1789.

La monarquía fue abolida, la esclavitud suprimida radicalmente, y el feudalismo y sus relaciones de producción literalmente barridos del escenario del país. Siendo un país absolutamente subdesarrollado, la clase obrera era muy poco numerosa, el grueso de su población, un 90%, estaba constituida por campesinos.

La Revolución, como es lógico, estalló también en el seno del ejército. Oficiales jóvenes, de baja graduación, sargentos y soldados, barrieron con la alta oficialidad de espíritu feudal, y tomaron los mandos. La ausencia de una organización política de carácter nacional determinó su rol decisivo en la conducción del proceso.

Etiopía, por otro lado, es un país integrado por numerosas etnias que hablan diferentes idiomas, y regiones con diversos matices nacionales. Los problemas heredados del régimen feudal no eran pocos. La pobreza y el hambre habían llegado a situaciones extremas. La opresión del gobierno feudal había originado descontento amplio y movimientos secesionistas.

A los problemas heredados se sumaron otros nuevos. Los elementos feudales desalojados del poder y los altos oficiales del antiguo régimen, se levantaron en armas por todas partes. A esto había que añadir un hecho fundamental: Etiopía feudal era el aliado más incondicional del imperialismo en el continente africano. Como era de esperarse, este comenzó inmediatamente a maniobrar contra la Revolución Etíope en alianza con los países reaccionarios de la región, estimulando el secesionismo y las ambiciones territoriales de Somalia.

El Estado somalo estaba considerado entre los países de línea progresista, incluso postulaba el socialismo como objetivo. En realidad, como lo han demostrado los hechos, la ideología prevaleciente en sus dirigentes era el chovinismo. La idea loca de la "Gran Somalia" los arrastró al campo imperialista, considerando que había llegado la gran oportunidad de realizarla aplastando la Revolución Etíope, y a ese precio apoderarse de una tercera parte de su territorio, con el visto bueno y el aplauso de Estados Unidos, la OTAN y los países reaccionarios del Medio Oriente. El propio Siad Barre ha declarado que comunicó oportunamente al Gobierno de Estados Unidos sus intenciones de invadir a Etiopía.

La agresión somala, con numerosas fuerzas bien armadas, se convirtió en un extraordinario peligro para la integridad, la revolución y la propia existencia de Etiopía. Sin el más decidido apoyo internacionalista, la revolución habría podido ser aplastada.

Cuando combatientes cubanos partieron hacia Etiopía para apoyar a su pueblo en la justa lucha contra la agresión exterior (APLAUSOS), los gobiernos de Estados Unidos y de los países de la OTAN, que no habían pronunciado una sola palabra durante los largos meses en que se desarrolló la invasión somala, reaccionaron enfurecidos contra la acción noble y solidaria de Cuba en ayuda de un pueblo que se cuenta entre los más sufridos y pobres del mundo.

Conversando con algunos visitantes norteamericanos, les he dicho: ¿Cuál sería la actitud de su gobierno si México los invade reclamándole por la fuerza la devolución de Texas, Nuevo México, Arizona, California, y otros territorios que ustedes le arrebataron por medio de las armas en el siglo pasado, donde viven 10 millones de mexicanos? (APLAUSOS) Pues bien, tiene mucho más derecho México a eso que Siad Barre para reclamar el territorio de Ogaden, que forma parte de Etiopía hace cientos de años, y no perteneció nunca a Somalia (APLAUSOS).

Del mismo modo el imperialismo yanki pretende cuestionar el derecho de Etiopía a defender su integridad territorial y su unidad frente a los secesionistas de Eritrea.

Los propios Estados Unidos tienen su amarga experiencia histórica sobre secesionismo, cuando los estados esclavistas del sur pretendieron separarse de la unión de la segunda mitad del pasado siglo. Un hombre tan pacifico, de la talla y la nobleza de Lincoln se vio obligado a acudir a las armas para impedirlo (APLAUSOS). Ahora pretenden negar a Etiopía el derecho a defender la integridad del país.

Cuba es decididamente partidaria de que exista la paz entre Etiopía y todos los estados vecinos, sobre la base del respeto a la integridad de cada uno y la no interferencia en los asuntos internos de los demás (APLAUSOS). Etiopía no reclama territorio de ningún otro Estado.

Etiopía necesita también paz interna. Cuba es, por ello, igualmente partidaria de soluciones políticas justas, partiendo de los principios leninistas al problema de las nacionalidades, dentro de un estado revolucionario etíope que preserve como derecho irrenunciable su unidad, su absoluta integridad y soberanía (APLAUSOS).

Después de la derrota de los agresores en Ogaden, el imperialismo y sus aliados reaccionarios exigen rabiosamente la retirada inmediata de los combatientes cubanos en Etiopía. Cualquiera comprende que esto significaría también el inicio inmediato de nuevas agresiones.

Nosotros, por una cuestión de principio, nos negamos terminantemente a discutir con Estados Unidos este punto (APLAUSOS) o cualquier otro relacionado con la solidaridad de Cuba a las justas luchas de los pueblos de Africa.

¿Acaso Estados Unidos discute con nosotros la presencia de unidades militares suyas en decenas de países del mundo?

El personal militar cubano estará en Etiopía el tiempo que acuerden los gobiernos de Etiopía y Cuba para apoyar al pueblo etíope contra cualquier agresión exterior (APLAUSOS PROLONGADOS). Por ello debe quedar bien claro que nuestros combatientes no se cruzarán de brazos, si se produce cualquier nueva invasión a Etiopía (APLAUSOS PROLONGADOS).

Con Etiopía colaboraremos también ampliamente en el terreno civil. Ya hay allí un numeroso contingente de médicos y personal de salud cubanos, y así lo haremos en otros campos (EXCLAMACIONES Y APLAUSOS).

¿Qué dejaron el imperialismo y su aliado, el régimen feudal, en Etiopía? Ciento cincuenta mil leprosos, 400 000 tuberculosos, 6 millones de palúdicos, 14 millones de personas con diversos grados de infección en la vista, cientos de miles de seres humanos que murieron de hambre durante las sequías, 95% de analfabetos, y solo 125 médicos, para citar únicamente algunos ejemplos.

Estas cifras aterradoras hablan por sí solas, lo que significa el imperialismo para los pueblos del llamado Tercer Mundo.

No quiero ser muy extenso, ya que debemos escuchar el discurso de Mengistu en amárico y español (APLAUSOS).

Deseo señalar que nosotros tenemos una gran confianza en el compañero Mengistu, por su claridad revolucionaria, su carácter, su audacia y su valentía (APLAUSOS). Mengistu es, por encima de todo, un hombre honesto y revolucionario (APLAUSOS). Mengistu es un firme abanderado del marxismo leninismo (APLAUSOS).

Martí dijo que los hombres no hacen los pueblos; pero que en determinadas circunstancias se expresan en un hombre. Mengistu es el eslabón fundamental que vincula la Revolución Cubana a la Revolución Etíope (APLAUSOS).

En la etapa actual del proceso revolucionario es necesaria toda su autoridad, su valentía, inteligencia y capacidad de dirección, para conducir la Revolución Etíope en el duro y difícil camino que tiene delante.

Nuestro pueblo y nuestro Partido le expresan, con este multitudinario y gigantesco acto de hoy, su confianza ilimitada, y su más profunda solidaridad (APLAUSOS PROLONGADOS).

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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