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Un Girón en secreto

Datum: 

05/01/2011

Quelle: 

Revista Bohemia

En julio de 1961, en la administración Kennedy se estructuró un Grupo de Contrainteligencia adscrito al Consejo de Seguridad Nacional (CSN), para enfrentar, mediante operaciones subversivas, al movimiento revolucionario en los países del llamado Tercer Mundo. Este aparato de subversión y terrorismo estuvo integrado por Mc George Bundy, asesor de Seguridad Nacional; Robert Kennedy, Fiscal General; Allen Dulles, director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA); el general Lyman Lemnitzer, jefe del Estado Mayor Conjunto; Roswell Gilpatrick, subsecretario de Defensa; Edward Murrow, director de la Agencia de Información de los Estados Unidos (USIA); y Alexis Jonson, segundo subsecretario de Estado para Asuntos Políticos.

Solo después de las investigaciones relacionadas con las operaciones encubiertas de la CIA y los asesinatos del presidente Kennedy, su hermano Robert  y el reverendo Martin Luther King, se conocería de la existencia de la Operación Mangosta

La primera dirección de trabajo de este grupo especial sería Cuba.

Para ello se formó una estructura ultrasecreta, el Grupo Especial Aumentado (SGA, por sus siglas en inglés), encargado de supervisar las operaciones encubiertas contra la Isla, controlado por Robert Kennedy. El primero de noviembre de 1961, Richard Goodwin, asesor presidencial para América Latina y el Caribe, elaboró un documento, dirigido al presidente John F. Kennedy, en el que fundamentó los lineamientos principales en los cuales se debía sustentar la renovada política subversiva contra la Revolución Cubana.

Dos aspectos estratégicos se expresan en estas propuestas: la organización de una operación comando integral apuntada a derrocar el poder revolucionario o, al menos, reforzar considerablemente los grupos contrarrevolucionarios en el interior de Cuba; y simultáneamente, potenciar las acciones de guerra mediática e incrementar las acciones de inteligencia, cuantitativa y cualitativamente.

La dirección de esta operación debía corresponder a una estructura novedosa, integrada por representantes de las principales agencias federales del Gobierno relacionadas con la política contra Cuba, con un jefe militar como mando superior. A finales de noviembre de ese año, el CSN emitió un memorando para el Departamento de Estado, el Departamento de Defensa y el Fiscal General de los Estados Unidos, en el que comunican las decisiones del Presidente de los Estados Unidos en cuanto a la Operación Cuba que, con posterioridad, asumiría el código de Operación Mangosta o Programa Mangosta.

La Operación Cuba (Mangosta) se clasificó como secreto máximo y solo podían tener acceso a esta los secretarios de Estado y Defensa; el jefe de Operaciones designado, general Edward Lanzadle; el fiscal general Robert Kennedy y los miembros del Grupo 5412 del CSN, creado en el año 1955, con la responsabilidad de aprobar, de forma definitiva, las operaciones encubiertas de la CIA. Algunos de los planes de esta operación llegarían a formar parte de las llamadas “joyas de la agencia”, consideradas como las operaciones más compartimentadas, más secretas, más profundas, y que violaban de hecho, los límites que se establecían para las operaciones encubiertas de esa tenebrosa institución. Entre estas “gemas” se encuentran planes de atentados a jefes de estados, así como experimentos médicos con seres humanos.

Todavía hoy en las bóvedas del cuartel general de la CIA en Langley, Virginia, importantes “joyas” de las operaciones de la agencia en el período, permanecen clasificadas como secreto máximo.

Mediante memorando presidencial del 30 de noviembre de 1961, la Operación Mangosta entró en escena. En un documento presentado por el general Edward Lansdale, jefe principal de esta operación, al presidente J. F. Kennedy, con fecha 18 de enero de 1962, titulado Proyecto Cuba, se define todo el conjunto de operaciones y acciones de Mangosta que se habrían de generar contra Cuba. El objetivo fundamental consistía en ayudar, con todos los recursos posibles, a la contrarrevolución en el exterior y dentro del territorio nacional, para fomentar y desencadenar un levantamiento armado, a escala nacional, que una vez en pleno despliegue, crearía las condiciones idóneas para una intervención militar de las fuerzas armadas norteamericanas, con o sin cobertura de la Organización de Estados Americanos (OEA).

A diferencia del Programa de Operaciones Encubiertas de marzo de 1960, cuyo clímax fue el fracaso y derrota del desembarco de la Brigada de Asalto 2506 en la bahía de Cochinos el 17 de abril de 1961, el presidente Kennedy exigía que para autorizar una agresión militar era imprescindible que en Cuba las fuerzas contrarrevolucionarias en las ciudades y montañas, combatieran con éxito a la Revolución, y estuvieran en condiciones de mantener una lucha sistemática, sostenida y permanente contra los dispositivos de defensa y seguridad del Estado cubano. De otra manera, el ejecutivo no autorizaría ninguna recomendación para justificar un ataque militar a la Isla.

Resulta importante subrayar dos factores de análisis a tener en cuenta en el examen de esta operación: en ningún momento el Congreso tuvo acceso a la información sobre la existencia de este operativo. Solo después, en la segunda mitad de la década de los años 70, con las investigaciones de la Cámara de Representantes y el Senado, relacionadas con las operaciones encubiertas de la CIA, los asesinatos del presidente Kennedy, el fiscal general Robert Kennedy, el dirigente afronorteamericano por los derechos civiles Dr. Martin Luther King, se conocería de la existencia, esencia y proyecciones de la Operación Mangosta.

Los hijos de Mangosta


De Mangosta salieron las unidades de terroristas de origen cubano que apoyaron las operaciones especiales de la CIA en América Latina y el CaribeLos presupuestos teóricos y políticos de esta operación constituyen premisas a estudiar para conocer las operaciones secretas que desencadenaron los Estados Unidos a partir de los años 60 del siglo XX hasta el presente. De Mangosta salieron las unidades de terroristas de origen cubano que apoyaron las operaciones especiales de la CIA en Vietnam (Operación Fénix, 1965); en América Latina y el Caribe (programa de contrainsurgencia a partir de los años 60, Operación Cóndor en los años 70); en África, en apoyo a las fuerzas mercenarias europeas auspiciadas por la OTAN en estrecha alianza con los Estados Unidos, que atacaban a los movimientos de liberación nacional y gobiernos anticolonialistas que habían accedido a su independencia. Angola sería su ejemplo más fehaciente.

Importante papel desempeñó la contrarrevolución de origen cubano, entrenada en las unidades secretas de la CIA, durante la Operación Mangosta, en el escándalo Watergate, revelado durante el segundo mandato de Richard Nixon (1974) que provocó su renuncia y reveló una honda crisis de credibilidad del sistema político estadounidense nacional e internacionalmente.

En la creación de la Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA) en 1981 y la emisora subversiva mal llamada Radio Martí en 1985, estarían presentes los agentes de la CIA de origen cubano reclutados al calor de Mangosta.

Y, por último, y no por ello menos importante, está la presencia de estos agentes en los planes de atentados contra los principales dirigentes de la Revolución Cubana, en especial el Comandante en Jefe. Un documento desclasificado por el Gobierno de los Estados Unidos en los años 90 del pasado siglo, El Informe del Inspector general de la CIA, Jack Earman, elaborado en 1967 descubre la participación activa de estos agentes de Mangosta en estos planes, denominados con el término impreciso de “acciones ejecutivas”.

La guerra no declarada contra Cuba

Las direcciones, propósitos y objetivos de la operación comprendían 32 tareas que corresponden a áreas de inteligencia (4), políticas (6), económicas (13), psicológicas (4) y acciones militares (5). Posteriormente se agregaría una tarea de guerra química.

Las acciones de inteligencia se proponían elevar la cantidad y calidad de la información biográfica, militar, política y económica, así como preparar una sólida base de agentura, en tanto las políticas priorizaban el desarme institucional e ideológico del Estado cubano. Las acciones de guerra económica ocupaban un lugar relevante en la estrategia de subversión del Gobierno de los Estados Unidos. A través del reforzamiento de las medidas de bloqueo, lo que se haría por resolución presidencial en febrero de 1962, el Gobierno norteamericano apuntaba a asfixiar y estrangular el desarrollo de la economía socialista cubana.

Por otra parte, las tareas sicológicas se orientaban a crear un sistema integral de acciones de guerra mediática y cultural para despolitizar y desideologizar al pueblo cubano que en el año 1961 había convertido al país en un territorio libre de analfabetismo. La Operación Peter Pan, macabro engendro de estas acciones, no excluyó a los niños cubanos de sus efectos. Víctimas de estas, más de 14 mil niños, serían enviados solos, por sus padres, a los Estados Unidos, a partir de una falsa Ley de patria potestad, elaborada por contrarrevolucionarios cubanos al servicio de la CIA.

Las tareas para planificar acciones militares abarcaban la elaboración de un plan de contingencia que fundamentaba la intervención armada en Cuba en apoyo a la contrarrevolución interna; planes para la ejecución de sabotajes e incorporación de emigrados cubanos al ejército de los Estados Unidos para participar en operaciones especiales. Nada refleja mejor el clima político de la época que las palabras pronunciadas por Robert Kennedy, en reunión sostenida en 1962, con representantes de la comunidad de inteligencia: “(…) la solución del problema cubano tiene máxima prioridad en el Gobierno de Estados Unidos, todo lo demás es secundario, no debe escatimarse ni tiempo, ni dinero, ni esfuerzos, ni fuerzas humanas (…)”.

No puede omitirse, en la evaluación de las agresiones desencadenadas contra Cuba en 1962, en el contexto de la operación Mangosta, el papel desempeñado por la estación CIA en la Florida, conocida por el criptónimo de JM-Wave. A partir de la derrota de Playa Girón y con el advenimiento de la Operación Mangosta en noviembre de 1961, la estación JM-Wave, se convertiría en el principal instrumento de subversión, terrorismo e inteligencia de la CIA contra la nación cubana. Coincidentemente, la unidad del Centro Principal que atendía Cuba, se elevó al rango de sub-división, y desde allí se dirigían todas las actividades contra la Isla, que desarrollaban los diferentes centros legales de la agencia en el mundo, para coordinar a nivel planetario, las operaciones del dispositivo anticubano.

Por su elevada prioridad, presupuesto millonario, recursos técnicos, humanos y financieros asignados, así como por el personal a su disposición (oficiales de caso entre 400 y 500, colaboradores contratados entre tres mil y cuatro mil, al menos), JM-Wave es conocida y calificada como “el imperio clandestino de la agencia” en los años 60 del siglo pasado. La biografía escrita por el investigador norteamericano David Corn, sobre el jefe de JM-Wave, Theodore Shackley, pone al descubierto el complejo mundo de esta estación como centro promotor de la subversión y el terrorismo.

La Operación Mangosta fue una guerra no declarada a Cuba. A grandes rasgos se pueden registrar las siguientes actividades enemigas: 45 infiltraciones armadas de significación en la que intervienen 117 agentes de la CIA; 30 acciones paramilitares de relevancia, por vía aérea o marítima, contra objetivos económicos en las ciudades y costas con fines de sabotaje y terrorismo; 55 redes de espionaje de importancia, creadas por los servicios de inteligencia de los Estados Unidos,  y que operaron en el período,
En el año 1962 la actividad de los grupos de alzados contrarrevolucionarios se extendió a todas las provincias, para un total aproximado de mil 60, de los cuales 500 operaban en el Escambray y 300 en Matanzas, organizados en 181 bandas. Como consecuencias de las acciones terroristas de las bandas fueron asesinadas 77 personas y 27 resultaron heridas. La eliminación física del Comandante en Jefe y los principales dirigentes revolucionarios constituyó una dirección de trabajo priorizada de la unidad de acciones ejecutivas de la CIA, que pudo estar operando de manera independiente, sin aprobación del ejecutivo.

Aproximadamente 600 objetivos económicos importantes fueron objeto de sabotajes, provocando daños humanos y económicos considerables, lo que Cuba ha denunciado en foros nacionales e internacionales.

A modo de conclusiones

Los planes de atentados contra los principales dirigentes de la Revolución Cubana, en especial el Comandante en Jefe, eran denominados con el término impreciso de “acciones ejecutivas”Después de la Crisis de Octubre (1962), la administración Kennedy revisó su estrategia de subversión contra Cuba y determinó a fines de ese año, la suspensión oficial de la Operación Mangosta.

La crisis había introducido nuevos elementos en el escenario de las relaciones URSS-Estados Unidos, URSS-Cuba y en el diferendo histórico Cuba-Estados Unidos.

En verdad, ya antes del surgimiento de la Crisis de Octubre, Mangosta era un proyecto derrotado. Las principales acciones de inteligencia, subversión y terrorismo fueron vencidas por un pueblo en revolución. Las organizaciones contrarrevolucionarias agonizaban después de los contundentes golpes recibidos entre enero-septiembre de 1962.  El plan de alzamiento del Frente  Anticomunista de Liberación (FAL), bloque de organizaciones contrarrevolucionarias fomentadas por la CIA, señalado para fines de agosto, después de una minuciosa preparación y con el empleo de inmensos recursos logísticos, fue penetrado por los Órganos de la Seguridad cubana y sus principales cabecillas detenidos. El programa de sabotajes del Grupo de Misiones Especiales de la CIA había sido neutralizado; el bandidismo no constituía, a fines de año, ningún desafío para la estabilidad del poder revolucionario.

Asimismo, los planes de atentados contra el Comandante en Jefe fueron oportunamente descubiertos y aniquilados.

Solo quedaba la alternativa de invasión militar directa, y en los planes de Mangosta esta solo podía desencadenarse, si previamente hubiera un levantamiento interno en Cuba. Kennedy supo reconocer el costo político, militar, diplomático y económico que significaba para la seguridad nacional de los Estados Unidos, autorizar y legitimar la invasión directa a Cuba. Por esto no cedió a las presiones y demandas de los “halcones” del pentágono, que en febrero-marzo de 1962, elaboraron el proyecto de la Operación Northwoods, que proponía más de 15 acciones que podrían servir de pretexto, debidamente falsificadas y enmascaradas, para justificar una agresión militar e intervención en Cuba.

Mangosta se transformó en un Girón en secreto para la comunidad de inteligencia y el Consejo de Seguridad Nacional de los Estados Unidos. Significó el Apocalipsis de la contrarrevolución, y el ocaso de los dioses escogidos por la CIA para vengar la derrota de la Brigada de Asalto 2506 en las arenas de Playa Girón. La Isla indómita había corroborado, con valor, audacia, fidelidad, honor y lealtad a los principios, que una revolución vale tanto como sea capaz de defenderse.

* Doctor en Ciencias Jurídicas. Especialista del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado. (CIHSE)

Bibliografía

Los libros Retrato de un guerrero frío, de Joseph Burkholder Smith (Editorial Capitán San Luis, La Habana, 1993; Honorable Men. My life in the CIA, de William Colby y Peter Forbath (Simon & Shuster, New York, 1978); Bandidismo. Derrota de la CIA en Cuba, de Pedro Etcheverry Vázquez y Santiago Gutiérrez Oseguera (Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2008); Estados Unidos. Hegemonía, seguridad nacional y cultura política, de Jorge Hernández Martínez (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010); Operación Peter Pan. Un caso de guerra psicológica, de Ramón Torreira Crespo y José Buajasán Marrawi (Editora Política, La Habana, 2000); y Operación Mangosta. Preludio de la invasión directa a Cuba, de Valdés-Dapena, Jacinto (Editorial Capitán San Luis, La Habana, 2002). Los documentos Counterrevolutionary Handbook, October 1962 (Material desclasificado), Conference Georgia, Estados Unidos, 1996; Draft 11.1.61 y The Proyect. 18 January 1962 (Material desclasificado), Conference Georgia, Estados Unidos, 1996. Expedientes de casos de espionaje de los años 1961, 1962 y 1963. Minint, 2002. Informe especial sobre planes del imperialismo contra la Revolución cubana, La Habana, junio 21 de 1962; Informe sobre la Operación Am-Lash; Relación de investigaciones sobre planes de atentados en los años 1961 y 1962, estos tres últimos consultados en los archivos del Centro de Investigaciones de la Seguridad del Estado (Cihse).