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Octubre de 1962: la mayor crisis de la era nuclear (I)

Datum: 

07/04/2012

Quelle: 

Diario Granma

Autor: 

Surge una idea audaz e inesperada

En una ocasión, Anastas Mikoyan, primer vice Primer Ministro de la URSS, refiriéndose al apoyo de la dirigencia soviética a la Revolución Cubana, expresó que los comunistas de la vieja guardia llevaban muchos años esperando que otro país hiciera una revolución socialista por generación espontánea, entonces inesperadamente Cuba la realizó sin que interviniera "la mano de Moscú" para nada, por lo que todos estaban como niños con un juguete nuevo... Puede ser que no lo dijera con esas palabras textuales, pero este era el sentido.

Fidel y Nikita JruschovNikita Jruschov no fue indiferente ante la nueva Cuba y su joven líder revolucionario. El Primer Ministro de la URSS recibía por distintas vías una amplia información sobre la situación existente alrededor de Cuba y estaba convencido de que después de la derrota de Playa Girón los Estados Unidos organizarían de nuevo la invasión, apostando solamente a la victoria en esta ocasión.

ENTRE TEMORES E INTERROGANTES

No se han fijado con exactitud el momento, las circunstancias y ni siquiera el lugar en que el líder soviético tomó su célebre decisión, pero una serie de indicios y publicaciones apuntan a que esto sucedió en abril de 1962. En sus memorias, publicadas entre los años 1990 y 1995 por la revista Cuestiones de historia, Jruschov plantea que estaba seguro de que una nueva acción sería organizada con grandes fuerzas; incluso pensaba que si utilizaban de nuevo a los contrarrevolucionarios, con ellos irían las tropas estadounidenses, pero con el uniforme de los cubanos. Luego, mientras se aclaraba quiénes habían actuado en realidad, ya el asunto habría concluido. Podrían haber distintas variantes de agresión, incluyendo la invasión directa por los Estados Unidos o una autoagresión en la Base Naval de Guantánamo. Qué sentido tendría después tratar de aclarar quién tenía la razón, si ya no existiría Fidel y en La Habana se habría instalado un nuevo Batista para hablar en nombre del pueblo cubano; el asunto ya habría concluido. Solo quedaría hacer una condena de carácter moral, mas cuando algo se decide por la fuerza de las armas la moral es desechada.

Había que hacer algo extra por la seguridad de Cuba, ¿pero qué? ¿con alguna declaración o advertencia? Pero eso no hubiera causado un gran efecto en los agresores si no llegaran a sentir tras esa advertencia una fuerza real. Habría que emprender una acción de importancia. ¿Cómo salvar a Cuba teniendo en cuenta la ubicación geográfica de la URSS, su lejanía con respecto a Cuba y la cercanía de esta a los Estados Unidos? La situación era difícil.

Ahora bien, ¿eran fundados estos temores del líder soviético? Si creemos a Robert McNamara, secretario de Defensa en el gabinete de Kennedy, resulta que no. Él declaró que nunca hubo el propósito de invadir a Cuba y lo hizo en dos ocasiones, en las reuniones celebradas entre norteamericanos, soviéticos y cubanos en 1987 y 1992 para analizar los acontecimientos. Mas Pierre Salinger, uno de los colaboradores íntimos de Kennedy, escribió en el periódico International Herald Tribune: "Tengo gran respeto por el señor McNamara, pero su insistencia en que los Estados Unidos nunca intentaron invadir a Cuba hace caso omiso de los hechos"(1) ...

Indudablemente, los hechos pregonaban una agresión, y por aquellos días se desarrollaba a plena marcha la Operación Mangosta, cuyo objetivo final era la invasión de Cuba. Según el calendario aprobado, entre abril y julio se fortalecería la actividad clandestina en la Isla; en correspondencia con esto, se incrementó la infiltración de grupos de espías y especialistas para crear las condiciones que permitieran unificar las organizaciones contrarrevolucionarias que actuaban en el país, entrenar a los integrantes de las bandas, las que eran más de setenta en aquellos momentos en las regiones montañosas, y recibir los cientos de toneladas de armas, municiones y explosivos que ya se estaban introduciendo por las costas para preparar el levantamiento popular que se planeaba. Se incrementaban rápidamente las actividades terroristas y de sabotaje; para tener una idea de la intensidad que alcanzaron, baste señalar que en solo catorce meses, desde la aprobación de la Operación por el presidente Kennedy en noviembre de 1961 hasta enero de 1963, se realizaron 5 780 acciones contra Cuba, de las cuales 716 fueron sabotajes de envergadura contra grandes objetivos económicos (2) . Es decir, unas trece diarias, dos de ellas de primera importancia. En esa época los acontecimientos se desarrollaban intensamente, y cada noche los cubanos se iban a la cama con la incertidumbre de lo que podría pasar al día siguiente.

Se calcula que los primeros planes de contingencia contra Cuba, que el Presidente había solicitado a la Junta de Jefes de Estados Mayores, fueron presentados a su aprobación a principios de abril de 1962, pues el día 10 Kennedy ratificó al cabecilla contrarrevolucionario Miró Cardona la disposición de su Gobierno de resolver el problema cubano por medio de las armas. En correspondencia con esto, se comenzaron el adiestramiento de las posibles fuerzas participantes y la preparación de los estados mayores para dirigir grandes operaciones de desembarco aéreo y naval en teatros militares similares al cubano. Al mismo tiempo, la CIA redoblaba sus esfuerzos en la recolección de información de inteligencia sobre las capacidades defensivas de Cuba, especialmente en lo relacionado con la composición y posibilidades del armamento que se recibía de la URSS; también la Marina y la Fuerza Aérea norteamericanas intensificaban la exploración radioelectrónica y aérea del territorio cubano, mientras que los emigrados que llegaban a los Estados Unidos eran interrogados minuciosamente para encontrar informaciones útiles sobre la situación interna en la Isla.

El día 19 comenzó la maniobra "Quick Kick" ("Patada Rápida") del Ejército estadounidense, la que se desarrolló en la costa este del país con la participación de 300 aviones, 83 embarcaciones de guerra y 40 mil hombres. Kennedy viajó a bordo del portaaviones Enterprise, de propulsión nuclear, para inspeccionar directamente la marcha de las maniobras, en las que participaban además otros tres portaaviones. El supuesto táctico del ejercicio era el derrocamiento de un gobierno caribeño hostil a los Estados Unidos y el desembarco anfibio que lo culminó se realizó en la isla puertorriqueña de Vieques... ¡Más claro, el agua!

LA INSPIRACIÓN

Mientras tanto, a mediados de abril, según cuenta Fedor Burlatski, quien trabajaba en el Comité Central y en el equipo personal de Jruschov, el mariscal Rodion Malinovski, ministro de Defensa de la URSS, estaba descansando en Crimea, costa del Mar Negro, con el Primer Ministro y le habló de los cohetes nucleares "Júpiter" de los Estados Unidos, emplazados cerca de allí en el territorio de Turquía, los que podían alcanzar blancos en la URSS en solo diez minutos, mientras que los cohetes intercontinentales soviéticos, desde el territorio de la URSS, demorarían unos 25 minutos en alcanzar sus blancos en los Estados Unidos. Según esta exposición, Jruschov reflexionó durante unos segundos y dijo que ellos también podían crear una situación similar a los norteamericanos, ubicando cohetes nucleares en Cuba. "Después de todo —añadió— los norteamericanos no nos pidieron permiso para situar esos armamentos junto a la frontera de la URSS"(3).

¡Aquella podría ser la solución tan buscada!...

Jruschov continúa relatando en sus memorias que pensó en lo que sucedería si se ponían de acuerdo con los dirigentes cubanos e instalaban allí cohetes nucleares. Después de mucha meditación sobre el tema, llegó a la conclusión de que si lo hacían todo en secreto y los estadounidenses se enteraban cuando los cohetes ya estuvieran emplazados y listos para el combate, tendrían que pensarlo muy bien antes de decidirse a atacar, pues eso ya sería enfrentarse directamente con la Unión Soviética. Pensaba que esto podría contener a los norteamericanos. Además, no sería nada nuevo, en 1957 la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) había decidido emplazar cohetes estadounidenses en Europa en contra de los intereses de la URSS y sin escuchar sus protestas; después Eisenhower concertó un acuerdo con Turquía para instalar allí 15 cohetes nucleares del tipo "Júpiter" y Kennedy autorizó su emplazamiento en 1961; fueron operacionales en marzo o abril de 1962. También concertaron acuerdos similares para instalar 30 "Júpiter" en Italia y 60 "Thor" en Inglaterra.

Los cohetes "Júpiter" tenían un alcance aproximado de 1 500 kilómetros, por lo que ubicados en el territorio de los Estados Unidos no podían alcanzar el territorio de la URSS, pero al ser emplazados en Europa adquirían un carácter estratégico, pues podían batir blancos en una gran parte de la zona europea de la Unión Soviética.

Por aquellos días, Jruschov razonaba que no estaría mal pagarles a los norteamericanos con su propia moneda; así ellos podrían experimentar lo que significaba esa situación. Los soviéticos ya se habían acostumbrado a ella, mas los Estados Unidos desde hacía mucho tiempo no tenían guerras en su territorio. Participaban en muchas guerras, pero enriqueciéndose, ganando miles de millones con costos mínimos en vidas de sus ciudadanos y sin experimentar ninguna destrucción en su país... Andaba pensando en todo aquello y poco a poco esas ideas maduraban dentro de él. Se formaba su opinión personal, y llegó al convencimiento de que no era posible garantizar la defensa de Cuba con armamentos convencionales, solo los cohetes nucleares podían resultar un medio seguro para contener una posible agresión.

Es necesario señalar que de acuerdo con las Memorias de Jruschov, estos razonamientos fueron hechos por él en el mes de mayo, durante su visita a Bulgaria, mas todo indica que sucedió en abril.

Los testigos afirman que Anastas Mikoyan fue el primero a quien Jruschov confió sus ideas. Al respecto Serguei, hijo de Mikoyan que actuaba como su secretario particular, escribió que una tarde a fines de abril su padre objetó la idea de instalar los cohetes en Cuba, mientras paseaba con Jruschov por el jardín de su residencia en las colinas "Lenin", en las afueras de Moscú, pues creía que ese paso conduciría a una nueva escalada de la tensión entre la URSS y los Estados Unidos, que los cohetes serían descubiertos antes de estar listos y que los norteamericanos no permitirían bajo ninguna circunstancia que fueran emplazados junto a su territorio; además, pensaba que Fidel Castro no los aceptaría por los riesgos militares y políticos que implicaba tener armas nucleares en su país. También se afirma que, por el contrario, la idea de Jruschov contó con el apoyo de Malinovski.

EL PROCESO DE AUTOCONVENCIMIENTO

A pesar de los planteamientos en contra de Mikoyan, el Primer Ministro soviético decidió poner manos a la obra. Para tratar de esclarecer la posición de la dirección cubana, y en primer lugar la del comandante Fidel Castro, en los primeros días de mayo se decidió llamar a Moscú al consejero de la Embajada soviética en Cuba, Alexei Alexeiev, quien por recomendación de Mikoyan era analizado por aquel entonces para el cargo de Embajador en la Isla. Alexeiev había sido el primer funcionario soviético que se había entrevistado con los dirigentes cubanos en octubre de 1959, y gracias a sus elevadas cualidades personales, a su preparación profesional y al conocimiento del idioma español, logró establecer buenas relaciones personales con Fidel Castro, con su hermano Raúl, con Ernesto Che Guevara y con otros líderes de la Revolución Cubana.

En los momentos en que Alexeiev se preparaba para su viaje a la Patria, el día 3 de mayo, el Secretario General de la OTAN planteó que estaba en estudio la decisión de Estados Unidos de dotar de armamentos nucleares a la Organización, para convertirla en una nueva potencia atómica. Tres días más tarde, la OTAN anunció que los norteamericanos habían confirmado su determinación de proporcionar armas nucleares a la Organización, entregándoles submarinos con cohetes "Polaris"; manifestaron también que los estadounidenses habían accedido a que, paulatinamente, la RFA (República Federal de Alemania) recibiera armamento nuclear a través de la OTAN. Estos acontecimientos no podían hacer más que reafirmar a Jruschov en su decisión.

El 7 de mayo, Alexandr Alexeiev fue nombrado nuevo Embajador en Cuba, aunque el nombramiento no fue publicado de momento y Serguei Kudriatsev continuó desempeñando esas funciones temporalmente. Este día, además, el senador norteamericano George Smathers abogó porque el presidente Kennedy arreciara su política agresiva contra Cuba para demostrar que los Estados Unidos no admitirían que un país comunista fuera aceptado en el Hemisferio. Al día siguiente, los norteamericanos comenzaron en la región la operación de entrenamiento "Whip Lash", en la que participaron varias armas con decenas de miles de soldados, y concluyó la preparación de otro ejercicio militar en el Caribe, denominado "Júpiter Springs", que era un asalto de paracaidistas.

Poco después de su designación, Alexeiev llegó a Moscú y fue invitado de inmediato al Kremlin para una conversación con Jruschov. En distintos artículos y en sus memorias, Alexeiev ha contado la historia de ese encuentro. Al inicio de la conversación, el Primer Ministro le comunicó la decisión de nombrarlo Embajador en Cuba, después, durante más de una hora, Alexeiev le informó de la situación existente en la Isla y respondió múltiples preguntas sobre un amplio círculo de aspectos; su interlocutor hablaba con gran simpatía de la dirección revolucionaria cubana y estaba al corriente de lo que allí ocurría, no solo por los informes de la Embajada, sino por encuentros que tenía con muchos soviéticos que habían visitado Cuba, incluyendo a su hija Rada y a su yerno Adzhubei. Como conclusión de la entrevista, Jruschov le deseó éxitos en su nuevo cargo y dijo que harían todo lo posible por ayudar al pueblo cubano a defender sus conquistas. Durante ese encuentro no se habló sobre los cohetes, pero el líder soviético le dijo que le avisaría para encontrarse de nuevo junto con otros dirigentes.

A mediados de mes, un grupo de unidades militares norteamericanas llevaron a cabo, en el estado de Carolina del Norte, otro ejercicio de entrenamiento que fue denominado Demolex (Ejercicio de Demolición). Mientras tanto, el día 14 partió Nikita Jruschov hacia Bulgaria, al frente de una delegación en la que se encontraba el ministro de Relaciones Exteriores de la URSS, Andrei Gromiko. Continúa contando Jruschov en sus memorias que ya en Bulgaria, participando en múltiples actividades y viajando por el país, en su mente se mantenía clavado un pensamiento obsesivo: ¿qué sería de Cuba?, ¿llegarían a perderla? Eso hubiera sido un duro golpe que nos hubiera aislado de los países latinoamericanos y hubiera socavado nuestro prestigio. ¿Qué pensarían después de ellos? La Unión Soviética, una gran potencia que no había sido capaz de hacer nada por un aliado en peligro, aparte de vanas declaraciones, protestas y de la presentación del problema en la ONU, como sucede habitualmente cuando no sucede nada. En esos días, la necesidad de emplazar cohetes nucleares soviéticos en Cuba para garantizar su defensa se iba enraizando fuertemente en la mente de Jruschov, preocupado con la oleada de informes de inteligencia sobre los planes norteamericanos para una nueva invasión a la Isla. Cada vez se convencía más de que no era posible defenderla con armas convencionales; solo los cohetes nucleares serían capaces de proporcionar una disuasión eficaz.

Años más tarde, Gromiko relató que durante el viaje de regreso a Moscú, el Primer Ministro le expuso su idea de proponerle a Cuba la instalación de los cohetes atómicos; en su criterio, solo eso podría salvarla como estado independiente, pues Washington parecía decidido a realizar una invasión directa. Gromiko le planteó que los riesgos eran muchos y las posibilidades de éxito pocas.

EL PLANTEAMIENTO

El 21 de mayo de 1962 se efectuó en Moscú una reunión del Consejo de Defensa a la que fue invitado el Embajador en Cuba, Alexander Alexeiev. El Consejo era presidido por Nikita Jruschov en su calidad de Jefe Supremo de las Fuerzas Armadas de la URSS por ser el Jefe de Estado. Lo integraban, además, Frol Kozlov y Leonid Brezhnev, secretarios del CC del PCUS (Comité Central del Partido Comunista de la Unión Soviética); Nikolai Kosiguin y Anastas Mikoyan, miembros del Presidium del CC (años después el Presidium sería denominado Buró Político); el ministro de Defensa de la URSS, mariscal Rodion Malinovski, su primer sustituto, mariscal Andrei Grechko, y por el jefe de la Dirección Política Principal del Ejército Soviético y la Marina, general de ejército Epishev. El primer sustituto del jefe del EMG (Estado Mayor General) y jefe de la Dirección Principal de Operaciones, coronel general Semion Ivanov, era el secretario del Consejo.

En la reunión, Alexeiev recuerda que repitió los informes que le había suministrado a Jruschov anteriormente y este le hizo muchas preguntas, en especial sobre la capacidad defensiva de Cuba y sobre la decisión del pueblo y de los gobernantes de oponer resistencia a las presiones norteamericanas. Evaluando la situación político-militar existente, los participantes en la reunión constataron que el potencial militar de los norteamericanos superaba muchas veces las posibilidades combativas del Ejército cubano; también era incomparable la experiencia en la conducción de las acciones combativas en gran escala de estos ejércitos. Teniendo en cuenta esos factores, la conclusión solo podía ser una: el pueblo cubano no tiene posibilidades de defender su país con las fuerzas propias ante una agresión de los Estados Unidos. Jruschov planteó que no podíamos confiarnos en que Fidel Castro también vencería contra una segunda invasión, pues esta vez enviarían gran cantidad de efectivos de las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos en cualquier variante que emplearan y desembarcarían en varios puntos simultáneamente. También había que tener en cuenta que la Isla tenía más de mil kilómetros de largo, pero era muy estrecha, solo alrededor de cincuenta kilómetros en algunos puntos, por lo que era muy vulnerable a los desembarcos navales.

Entonces le preguntó a Alexeiev su opinión de cómo reaccionaría Fidel si le proponían instalar cohetes nucleares soviéticos en Cuba; este se quedó estupefacto y se desconcertó inicialmente ante la inesperada pregunta, pero advirtió que era poco probable que estuviera de acuerdo, pues la estrategia defensiva de la Revolución se basaba en la disposición combativa y en el espíritu de sacrificio del pueblo, así como en el apoyo de los países no alineados y de una amplia opinión pública mundial, sobre todo en América Latina, mientras que la instalación de los cohetes privaría a Cuba de ese apoyo y le ocasionaría una pérdida política en la arena mundial.

Al escuchar la respuesta, Jruschov dijo que la Unión Soviética apoyaría a Cuba en cualquier caso y con todos los medios posibles, pero que tenía información fidedigna acerca de la invasión que se estaba preparando, y que difícilmente se lograría detener a los norteamericanos con medios convencionales de lucha. Razonó acerca de que para impedir la intervención de los estadounidenses era necesario encontrar un medio de disuasión que hiciera desistir a los Estados Unidos de la realización de sus planes y que pusiera a Cuba en el foco de la política mundial. Expresó que las advertencias y las declaraciones en defensa de Cuba en la ONU no eran suficientes, que tenían que emplear un medio de disuasión que hiciera comprender a los norteamericanos que si atacaban a Cuba no solo tendrían que vérselas con un pueblo indomable, sino también con todo el poderío militar de la Unión Soviética, y resumió que semejante medio de disuasión solamente podía ser el arma nuclear. Subrayó que esa operación no perseguiría el objetivo de desencadenar una guerra, sino solo el de contener al agresor. Expresó que esa operación debía ser realizada en el más estricto secreto para que los cohetes no fueran detectados antes de estar listos para el combate, de modo que los estadounidenses no pudieran adelantarse y organizar antes el desembarco; él confiaba en que se podrían transportar e instalar los cohetes sin que se supiera nada al respecto, hasta que todo fuera un hecho consumado. Planteó su seguridad de que los norteamericanos, que eran una gente pragmática, no se lanzarían a un riesgo irracional, del mismo modo que los soviéticos entonces tampoco podían hacer nada contra los cohetes de los Estados Unidos que apuntaban a la URSS desde Turquía e Italia. (Nota del Autor: la vida se encargaría de demostrar que esta apreciación constituyó un serio error de cálculo). También expresó que todo debía hacerse público en noviembre, después de las elecciones parciales al Congreso de los Estados Unidos, cuando él visitara Cuba y participara en la Asamblea General de la ONU.

En sus memorias, Jruschov plantea que al terminar su exposición propuso que aquella cuestión no se decidiera en ese momento, pues los demás no estaban preparados para tomar una decisión sobre algo de tanta importancia. Se haría otra reunión en un plazo breve; mientras tanto debían sopesarlo todo muy bien, pues semejante acción traería muchos acontecimientos desconocidos e imprevistos. Querían garantizar la seguridad de Cuba, pero podían verse arrastrados a la guerra y eso también habría que tenerlo en cuenta. Si Cuba era derrotada sería un duro golpe, mas peor sería si la Unión Soviética era destruida y tenía que restablecerse de nuevo. Para el movimiento comunista internacional esto sería un daño mucho mayor que la pérdida de Cuba.

El Consejo de Defensa decidió que la proposición fuera elaborada para presentarla en una próxima reunión. Ese mismo día, Jruschov ordenó al secretario del Consejo, coronel general Ivanov, que preparara la proposición para instalar los cohetes en Cuba. En esencia este documento era, en forma concisa, el plan de la futura operación. El contenido de la nota a elaborar se reducía a lo siguiente: en primer lugar, la fundamentación de la necesidad de fortalecer la defensa militar de Cuba, señalando que con el objetivo de frustrar la invasión en ciernes la parte soviética enviaba, al territorio de un Estado soberano, determinado contingente de tropas; en segundo lugar, la nota debía contener en rasgos generales las tropas que serían enviadas a Cuba, su plan de preparación y envío, señalando los medios para hacerlo, los plazos de realización y los ejecutores, así como las medidas para garantizar el carácter secreto de las actividades a realizar.

Para elaborar la proposición fue designado el jefe de la dirección de operaciones, mayor general Anatoli Gribkov, y resultaron incluidos además en el grupo de trabajo el mayor general Eliseiev y el coronel Kotov. Comenzaron a trabajar de inmediato, bajo la dirección del coronel general Ivanov, y terminaron en la noche del día 23 la versión inicial de la proposición para crear una Agrupación de Tropas Soviéticas en la isla de Cuba, cuya misión era cooperar con las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) para impedir la agresión enemiga.(Continuará)

(*)Teniente Coronel (R) y fundador de las Tropas Coheteriles.

1 Salinger, Pierre: Kennedy and Cuba, the Pressure to Invade was Fierce. Periódico International Herald Tribune, 6 de febrero de 1989.

2 Demanda del pueblo de Cuba al... Ob. Cit., p. 22.

3 Garthoff, Raymond L.: Reflections on the Cuban Missile Crisis. Edición revisada. The Brookings Institution, Washington, DC, 1989, p. 12.