Fidel Castro no es un Robin Hood moderno, ni la revolución que propugna es una revuelta a la usanza de América Latina: es una revolución integral de contenido social en que se aspira a consagrar la libertad y la dignidad plena del hombre por intermedio de su consolidación económica.

Fidel es un revolucionario, no un caudillo político. Lejos de vencerle, habrán de fortalecerle. Y si le conocieran bien, si se admitiera la justicia de su causa, comprenderían que por la fuerza nada lograrán, salvo su reacción apasionada.