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La Habana y Santiago de Cuba

Datum: 

00/00/2013

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Revista Habana Hoy
“(…) el pueblo que compra manda. El pueblo que vende sirve. Hay que equilibrar el camino para asegurar la libertad. El pueblo que quiere morir presiente el cuadro fatal de su propia patria, vende a un solo pueblo, y el que quiere salvarse vende a más de uno. El influjo excesivo de un país en el comercio de otro reconvierte en influjo  político (...) el pueblo que quiere ser libre sea libre en negocios”.

En este momento en que celebramos el Foro Juvenil, por el aniversario 160 del nacimiento de José Martí, autor del pensamiento que encabeza esta página, se está cumpliendo, en sentido positivo —en el ámbito de lo que él mismo llamó Nuestra América—, su lúcida advertencia, expresada en una reunión de La Liga, organización que inauguró en Nueva York allá por el año 1891 y en la cual participaban patriotas cubanos y de otros países de nuestro continente que contribuían activamente en los preparativos de la guerra por la independencia de Cuba, última colonia de la entonces metrópoli española en América. Habla Martí de equilibrar, de equilibrio. Hoy la búsqueda de ese equilibrio tiene un diapasón más amplio. En esta hora la Conferencia a la cual asistimos aboga por el equilibrio del mundo la premonición para Nuestra América la cual empezamos a palpar, no deja de ser un asunto que rebasa esta frontera geográfica, como necesidad.

Tómese esta introducción martiana a modo de anuncio de un tema referido al pensamiento de su autor, José Martí, que ocurre con la Revolución Cubana y en particular al porqué de la respuesta que el joven abogado Fidel Castro dio al Tribunal que lo juzgaba en 1953 —Año del Centenario de Martí— por haber dirigido un asalto armado a la segunda fortaleza militar del gobierno impuesto por un Golpe de Estado Militar aquí en Cuba. En aquel momento aseveró el líder del movimiento revolucionario de la Generación del Centenario, que el Autor Intelectual del asalto al Moncada, el 26 de julio del referido año, había sido José Martí.

La vanguardia de aquella generación estaba imbuida de la doctrina, o el pensamiento, o el ideario de José Martí. Y su programa político tenía como base, en una revolución triunfante, las premisas básicas del Apóstol de la independencia de Cuba.

Dijo el joven Fidel en aquel juicio histórico:

"Parecía que el Apóstol iba a morir en el año de su Centenario, que su memoria se extinguiría para siempre ¡tanta era la afrenta! Pero vive no ha muerto, su pueblo es rebelde, su pueblo es digno, su pueblo es fiel a su recuerdo; hay cubanos que han caído defendiendo sus doctrinas, hay jóvenes que en un magnífico desagravio vinieron a morir junto a su tumba, a darle su sangre y su vida para que siga viviendo en el alma de la patria. ¡Cuba, qué sería de ti si hubieras dejado morir a tu Apóstol!".

NUBE DE IDEAS

"No hay proa que taje una nube de ideas", escribió José Martí en un ensayo publicado en 1891. Y esa nube de ideas fue la que el joven abogado Fidel Castro y sus compañeros harían valer aunque no lograron la victoria en el asalto al Moncada. Estas tenían —todas— como cimiento principal, las propias ideas de José Martí.

Podemos repasar algunos otros conceptos del Autor Intelectual de la primera acción de la lucha revolucionaria iniciada hace ahora 60 años, casi todos pronunciados enérgicamente por Fidel que en un momento dice: "A los que me llamen por esto soñador, les digo como Martí: «El verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber» y ese es el único hombre práctico cuyos sueños de hoy será la ley de mañana, porque el que haya puesto los ojos en las entrañas universales y visto hervir los pueblos llameantes y ensangrentados en la artesa de los siglos, sabe que el porvenir, sin una sola excepción, está del lado del deber".

"Un principio justo, desde el fondo de una cueva puede más que un ejército".

Aquellos jóvenes a que me refería cumplieron su deber a cabalidad acorde con el pensamiento de Martí. Se dan en la historia coincidencias extraordinarias, el núcleo principal de esos jóvenes; los fundadores de lo que luego se conocería como la Juventud del Centenario eran habaneros o vivían por razones de estudio o trabajo en La Habana, justamente en la ciudad donde en el siglo anterior el habanero José Martí se hizo revolucionario y desde la adolescencia sufrió prisión. En una ocasión realicé un trabajo periodístico que titulé "La otra cuna", refiriendo a todos los lugares —históricos después del asalto al Moncada— donde el joven abogado Fidel Castro núcleo a los futuros combatientes del 26 de Julio de 1953; comenzando la ubicación de los sitios referidos en la dirección de 25 y O, apartamento que ocupaban Abel Santamaría y su hermana Haydée que se convirtió en centro de la Dirección del Movimiento Revolucionario que no dejaría morir a Martí en el año de su centenario. También en La Habana, después se publicó clandestinamente, en una pequeña imprenta de la calle Benjumeda, cerca de Ayestarán, La Historia me Absolverá, la autodefensa de Fidel que este pronunciara en un pequeño cuarto del Hospital de Santiago de Cuba y luego reconstruyó en la prisión de Isla de Pinos. Son estas algunas de las coincidencias, pero no solo esas. José Martí caería en Dos Ríos, localidad rural de Santiago de Cuba.

Tanto el modesto barrio de Cayo Hueso, como el Vedado, El Cerro, los municipios de Marianao y Santiago de las Vegas, donde hoy está el Parque Lenin, fueron algunos de los sitios para el callado entrenamiento clandestino de los futuros combatientes, así como Guanajay o Artemisa. Si a Santiago de Cuba se le otorga con justeza el apelativo de Cuna de la Revolución, La Habana, sin duda fue la otra cuna, donde silenciosamente se preparó el combate. La universidad de La Habana, la Fragua Martiana y el Parque Central fueron escenarios de las actividades de la Organización. En cualesquiera de esos lugares y otros de La Habana el pensamiento avanzado de Martí tuvo su vanguardia, hace 60 años.

AL MONCADA FUIMOS SIENDO MARTIANOS

Veamos lo que dijo un día en la Universidad de La Habana —cuando ya había triunfado la Revolución Cubana— una de las participantes ejemplares de la gesta del 26 de Julio. Me refiero a Haydée Santamaría quien ya entonces era fundadora y directora de la Casa de las Américas, institución conocida y querida en América Latina. Justo es decir que ella y Melba Hernández fueron las dos heroicas mujeres que participaron en la organización y acción del 26 de Julio y que desde los inicios de su organización formaron parte de ella, en La Habana.

Dijo Haydée a los estudiantes durante un amplio diálogo:

"Al Moncada fuimos siendo martianos, allí fuimos con las ideas de Martí, con las ideas de Bolívar, con la revolución de Bolívar, con la dirección de Martí, con la doctrina de Martí y de Bolívar".

Un antecedente:

Los actos conmemorativos del Centenario del Apóstol comenzaron con una gran fanfarria para el repudiado régimen, pero sería el pueblo el encargado de pagar los gastos hipertrofiados o ficticios, para rebosar las cuentas particulares de los personeros del régimen. Uno de los primeros decretos (1952) fue el cobro de los "impuestos martianos" para sufragar las celebraciones del Centenario: Se había impuesto un gravamen de un día de haber en los salarios de los empleados públicos; de dos pesos de pago de impuesto a cada profesional; y un centavo de aporte por cada niño escolar matriculado en escuelas públicas o privadas. Centavo a cobrar a cada niño en su propia aula. Mas, directa o indirectamente no fueron los únicos gravámenes.

Es justo decir que ese año visitaron a Cuba martianos fervientes. Incluso estuvo en La Habana Carmen Mantilla Miyares, la que fuera niña amada como a una hija, cuando Martí vivía en Nueva York y cuya foto lo acompañaba en 1895. Que hubo programas patrióticos, alejados de la mencionada fanfarria y que se hizo sentir, desafiando amenazas, que la poetisa Gabriela Mistral estuvo en Cuba como homenaje al Apóstol y que el Frente Cívico de Mujeres Martianas le rindió merecido homenaje realizando acciones valientes.
Por su parte, lo mejor de la juventud ya había empezado a proceder consecuentemente:

El Comité 10 de Enero, fundado entre los estudiantes de la Universidad de La Habana, el cual tomó el nombre de la fecha en que cayera baleado en México Julio Antonio Mella, se propuso extender la autonomía universitaria hasta el área exterior de la Colina, incluyendo la plazoleta donde está emplazado el busto del fundador del primer Partido marxista leninista de Cuba, junto a Carlos Baliño, compañero de José Martí, así como de la Federación Estudiantil Universitaria. Entre otros jóvenes, formaban parte de este Comité los estudiantes Raúl Castro, Pedro Miret y Lester Rodríguez, así como el trabajador del Mercado Único, Antonio (Ñico) López, luego combatientes en Santiago de Cuba y Bayamo el 26 de Julio de ese año.

En el propio enero de 1953, Fidel Castro participaba en una reunión del Congreso Martiano por los Derechos de la Juventud, en el local de la FEU donde se acordó coordinar un gran desfile por la Flor y la Bandera a celebrarse el día el 28 de Enero por la tarde, en Homenaje al Centenario del Apóstol. La víspera sería efectuada una peregrinación que la historia ha recogido como La manifestación de las antorchas, que partió de la escalinata de la Universidad hasta la Fragua Martiana, donde una multitud estudiantil y de pueblo en general esperó el advenimiento de la fecha del natalicio de José Martí, justo en el sitio donde el Apóstol, en su adolescencia, sufrió los rigores de un prisionero, realizando trabajo forzoso —encadenado— en las canteras que allí había (asumiendo la discreción debida, acorde con la máxima martiana de que "en silencio ha tenido que ser", no se supo, hasta que Fidel lo expresara en el juicio del Moncada, que entre las masivas manifestaciones, tanto la marcha de las antorchas como la de la tarde del 28 con destino a la estatua de Martí en el Parque Central, estuvo una inmensa representación de los 1 200 jóvenes que integraban las células revolucionarias clandestinas que se entrenaban bajo su liderazgo para el futuro asalto al Moncada).

Ya había ocurrido un acontecimiento fatal, al aparecer mancillado el 10 de enero de 1953, el busto de Julio Antonio Mella, que había sido asesinado por sicarios de una oprobiosa tiranía que imperaba en Cuba. Ocurrió el hecho trágico el 10 de enero del año 1929, encontrándose Mella junto a su compañera la gran fotógrafa y revolucionaria Tina Modotti, en la ciudad de México

Durante una valerosa acción de protesta y vindicación por el ultraje al busto de Julio Antonio Mella fue mortalmente herido por la policía del régimen castrense producto del Golpe de Estado de 1952, el estudiante Rubén Batista quien tras días de agonía, debatiéndose entre la vida y la muerte, falleció en la sala de los estudiantes del hospital Calixto García. Rubén Batista sería el primer mártir en el año del Centenario de Martí.

La oposición política tradicional se pronunciaba contra "el régimen de facto" —que devino sangrienta tiranía— instaurado por el general Fulgencio Batista que había expulsado al presidente constitucional, Carlos Prío Socarrás, y abolido la Constitución de la República; pero esos políticos querían canalizar un proceso acorde con sus intereses de poder y no contra la corrupción administrativa que minaba el país, ni a favor de las mejores causas sociales. Obviamente tampoco tenían en su agenda los postulados martianos. Para ellos Martí era solo un objeto de propaganda.

Algunos líderes honestos —por su parte—, pensaban que las condiciones aún no estaban dadas para ir más lejos, o sea emprender la acción armada contra el régimen castrense imperante.

LA CÉLULA MADRE DE UNA REPÚBLICA JUSTA

Más, el joven abogado Fidel Castro que hasta entonces había integrado el ala más radical del Partido del Pueblo Cubano, Ortodoxo, de gran arraigo popular, y otros muchos jóvenes —como expresamos al comienzo de estas notas— sí asumieron, en la práctica, el pensamiento martiano, y fueron consecuentes con ese ideario que otros alababan —pero solo de palabra— mientras para ellos, los seguidores de Fidel, ese pensamiento martiano era la célula madre de una república justa.

"Debe hacerse en cada momento, lo que en cada momento es necesario". Ese apotegma del Apóstol fue decisivo. Y subraya: "(...) aplazar no es nunca decidir. (...) para ir delante de los demás, se necesita ver más que ellos. (...) la libertad cuesta cara y es necesario, o resignarse a vivir sin ella, o decidirse a comprarla por su precio".

A tenor de esa directiva martiana para la lucha patriótica, Fidel y sus compañeros actuaron en el Moncada y la hicieron muy pronto realidad, aun fallido el planeado asalto por sorpresa a los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo.

La acción no triunfó, pero se convertiría en una victoria estratégica, aun cuando numerosos jóvenes asaltantes fueron apresados, torturados y asesinados por la soldadesca. Su heroísmo los hizo bandera de una lucha inclaudicable.

Desde la cárcel de Isla de Pinos, en su presidio político, Fidel escribiría un folleto que circuló clandestinamente, titulado Para Cuba que sufre y él mismo pidió que se ilustrara con una foto de José Martí y Otro pensamiento del Apóstol, que dice:

"Antes de cejar en el empeño de hacer libre y próspera a la patria, se unirá el mar del Sur al mar del Norte".

Aquel pequeño folleto, que precedió a la impresión de La Historia me Absolverá, ratificaba el pensamiento martiano y en él se denunciaban los crímenes cometidos el 26 de Julio de 1953 y en días sucesivos en la provincia de Oriente.

Mas, José Martí tenía una respuesta para esos crímenes y fue tomada por Fidel como acicate:

"Hay un límite al llanto sobre la sepultura de los muertos, y es el amor infinito a la patria y a la gloria que se jura sobre sus cuerpos, y que no teme ni se abata ni se debilita jamás; porque los cuerpos de los mártires son el altar más hermoso de la honra".

COMPROMISO CON LA PATRIA

Los sobrevivientes del asalto armado por la verdadera soberanía de Cuba que reivindicaba a Martí en su Centenario continuaron fieles a las ideas del Apóstol y sumaron más huestes en pos del sagrado compromiso con la Patria.

En su mencionado alegato de defensa, como abogado y líder del Movimiento Revolucionario, Fidel hizo divulgar en forma clandestina, tan masivamente como le sería posible el programa del Moncada y en su discurso una y otra vez está vigente el pensamiento y palabras del Maestro:

"Un hombre que se conforma con obedecer leyes injustas, y permite que le pisen el país en que nació los hombres que se lo maltratan, no es un hombre honrado (...). En el mundo ha de haber cierta cantidad de decoro como ha de haber cierta cantidad de luz. Cuando hay muchos hombres sin decoro, hay siempre otros que tienen en sí el decoro de muchos hombres. Esos son los que se rebelan con fuerza temible contra los que le roban a los pueblos su libertad, que es robarles a los hombres su decoro. En esos hombres van miles de hombres; va un pueblo entero, va la dignidad humana".

Ya Fidel había dicho antes: "Traigo en el corazón la: doctrinas del Maestro y en el pensamiento las nobles idea: de todos los hombres que han defendido la libertad de los pueblos":

Bastarían esas palabras de Martí, asumidas por Fidel  sus compañeros del Moncada para atemorizar al bien armado régimen castrense. De ahí que este prohibiera que el líder de la Revolución recibiera en la cárcel libros de José Martí.

No es reiterativo abundar en cuán profundo y sincera fue la aseveración de Fidel sobre la autoría que tuvo José Martí con su pensamiento adelantado, entre Ios patriotas cubanos. Por ejemplo, cuando el Apóstol tenía tan solo 28 años de edad había escrito: "(...) jamás fue Cuba para los Estados Unido: más que posesión apetecida" —se refiere a ese país como un vecino hábil— y habla de "sus manos hostiles, sus mano: egoístas e irrespetuosas" y por primera vez en esa época llama "imperialismo" a los Estados Unidos.

Su testamento político es inmenso, en cuanto a grandeza de conceptos, pero en relación a la estrategia, al futuro vale tener en cuenta, muy especialmente, en este momento lo que dice en su carta (18 de mayo de 1895) al amigo mexicano Manuel Mercado, justo en vísperas de caer en combate:

"Ya estoy todos los días en peligro de dar mi vida por mi país y por mi deber —puesto que lo entiendo y tengo ánimo con que realizarlo— de impedir a tiempo, con la independencia de Cuba, que se extiendan por las Antillas los Estado: Unidos y caigan con esa fuerza más sobre nuestras tierras de América. Cuanto hice hasta hoy y haré, es para eso. En silencio ha tenido que ser, porque hay cosas que para lograrlas han de andar ocultas".

Esa fue la misma discreción, ya referida, asumida por los jóvenes que, como vanguardia, hicieron suyas las ideas de José Martí en el Centenario de su nacimiento. Hasta en eso, hecho premonitorio, hicieron valer su doctrina, imbuida siempre con la voluntad de unidad no solo entre los cubanos sino para toda Nuestra América porque José Martí había expresado:

"Es la hora del recuento y de la marcha unida y hemos di andar en cuadro apretado, como la plata en las raíces de los Andes".    
Vislumbró que llegaba para Nuestra América "la hora de Ia segunda independencia".

La señal más concreta de esa premonición en la constitución de la CELAC: Comunidad de Estados Latinoamericanos del Caribe celebrada en Santiago de Chile y cuya presidencia pro témpore la obtuvo Cuba, precisamente este año, en el aniversario 160 del nacimiento de José Martí, que vio venir Ia unidad de Nuestra América y luchó por ella, como dejó escrito en su carta a su amigo Manuel Mercado.

Afortunadamente esa unión de Nuestra América tuvo desde su primer planteamiento a Hugo Rafael Chávez, cuya prematura muerte nos consterna pero que supo hacer realidad sentando bases muy sólidas, la continuidad del pensamiento y acción de Simón Bolívar y José Martí, el autor intelectual de Moncada.