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La historia me absolverá 30 años después

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Revista Revolución y Cultura

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LA HISTORIA ME absolverá constituye el primer documento programático de la Revolución Cubana, cuyo triunfo daría respuesta a las exigencias de liberación económica, política y social después de cincuenta y siete años de dependencia neocolonial, y reivindicaría el objetivo de las Guerras de Independencia, frustradas por la intervención norteamericana y por la complicidad de las oligarquías nacionales. En este histórico alegato se recogen los anhelos e ideales de más de medio siglo de lucha de la clase obrera, del campesinado pobre y medio, del estudiantado y la intelectualidad revolucionaria y de la pequeña burguesía urbana.
 
En su histórica defensa, Fidel Castro analiza, con objetividad y rigor, la situación social de Cuba en la década del cincuenta y la valora críticamente desde la perspectiva e intereses del pueblo revolucionario. Al hacer mención de las razones de orden social en que se basaba la posibilidad del éxito de la acción insurreccional del 26 de julio de 1953, Fidel se refiere a la "seguridad de contar con el pueblo",(1) destacando con ello las raíces clasistas del movimiento liderado por él. Se trataba de un movimiento de pueblo e inspirado en el pueblo, en "esa gran masa irredenta"(2) y no "en los sectores acomodados y conservadores de la nación".(3) El movimiento revolucionario de tendencia democrático popular y antiimperialista, que inspirara el asalto al Cuartel Moncada, estaba destinado a rescatar del dominio imperialista la soberanía nacional y la democracia política, y a destruir las estructuras dependientes de una sociedad subdesarrollada mediante la reforma agraria, la liquidación de la desigualdad y la injusticia social, el desempleo, el analfabetismo y la discriminación racial.
 
La caracterización objetiva de las contradicciones sociales existentes se logra, precisamente, en virtud de la perspectiva socio-clasista que anima el análisis llevado a cabo por Fidel en el documento. Expuesto en un lenguaje vibrante y accesible para las amplias masas populares, sin palabras altisonantes, sin formulas abstractas, pero sobre la base de una minuciosa descripción de la realidad social avalada por datos y cifras irrefutables, representa una valerosa y ardiente denuncia de los males e injusticias sociales, de la corrupción, vicios e ilegalidades del régimen reinante en Cuba después del golpe traidor del 10 de marzo de 1952. Así, La historia me absolverá representa un instrumento de agitación y movilización social que contiene un programa popular y avanzado en el que se trazan los objetivos y los medios de la lucha revolucionaria.
 
Sin embargo, como es sabido, éste no es un programa socialista. Ahora bien, en la Plataforma programática del PCC se insiste en más de una ocasión en su carácter marxista y se valora el programa del Moncada como "la máxima aspiración que en ese momento, y dentro de las condiciones objetivas y subjetivas existentes, podía plantearse". (4)¿Cómo entender la afirmación del carácter marxista y no socialista del programa del Moncada? Entre sus objetivos establece la instauración de la democracia y de la Constitución de 1940 y no la implantación de la dictadura del proletariado ni la transformación socialista de la sociedad. En ello estriba, de hecho, uno de los factores que determinan el carácter marxista del programa del Moncada, ya que los objetivos democráticos populares, agrarios y antiimperialistas responden a un análisis concreto de las contradicciones propias de la sociedad cubana en esa fase histórico-concreta de su desarrollo. Se trata de un importante problema del método marxista-léninista al abordar los aspectos de la táctica de la lucha revolucionaria. La lucha por los derechos democráticos en una etapa determinada del proceso revolucionario, como indicara Lenin, lejos de desviar a los obreros y a las masas populares de su objetivo mediato y central (la transformación socialista de la sociedad), representa su premisa indispensable.
 
El análisis de la situación concreta de la sociedad cubana de esa época se lleva a cabo en La historia me absolverá a partir de tres planos: el político, el económico y el social. En el plano político se insiste en el proceso progresivo de dependencia y sometimiento de la soberanía nacional a los intereses yanquis y se describe la forma en que desaparecen las pocas libertades democráticas existentes antes del golpe del 10 de marzo. En correspondencia con ello el programa del Moncada se plantea, como objetivo político esencial, la conquista de la libertad pública, de la democracia política y de las garantías constitucionales.
 
En el plano económico representa una denuncia de la deformación económica que sufre el país bajo la penetración del capital extranjero y la consecuente dominación de la oligarquía latifundista y burguesa. Se hace un balance de las características de una economía subdesarrollada y deformada estructuralmente por la monoproducción agrícola y la precaria industrialización, donde la explotación de los obreros, campesinos, empleados y profesionales se agrava cada día más, y en la que el desempleo crónico constituye una amenaza permanente. De este análisis se concluye que el descenso del nivel de vida de las masas trabajadoras contrasta con el enriquecimiento creciente de los grandes propietarios industriales y latifundistas.
 
Al referirse al plano social el documento hace mención, en primer término, a las condiciones infrahumanas de vida del trabajador del campo, al analfabetismo, a la situación deplorable de la salud pública, a la discriminación racial y de la mujer, a la corrupción generalizada y al saqueo del tesoro público.
 
De este modo, el contenido marxista del programa del Moncada se expresa, en primer lugar, en el análisis concreto de la situación económica, política y social que atraviesa la sociedad cubana en la década del cincuenta, la cual se sintetiza en seis puntos. "El problema de la tierra, el problema de la industrialización, el problema de la vivienda, el problema del desempleo, el problema de la educación y el problema de la salud del pueblo; he ahí concentrados los seis puntos a cuya solución se hubieran encaminado resueltamente nuestros esfuerzos junto con la conquista de las libertades públicas y la democracia política"(5) afirma en su trascendental alegato el máximo líder de la Revolución Cubana.
 
A partir de este análisis, que sirve para fundamentar las causas de la acción del Moncada, se ofrece la solución a estos males, concretada en los objetivos y medios de la lucha revolucionaria. Ahora bien, "el porvenir de la nación y la solución de sus problemas no pueden seguir dependiendo del interés egoísta de una docena de financieros, de los fríos cálculos sobre ganancias que tracen en sus despachos de aire acondicionado diez o doce magnates". (6) Quiere decir, que la gravedad de estos males exige de una revolución y de procedimientos revolucionarios que vayan a la raíz de los problemas y los .erradique de manera definitiva. Por eso se establece que en "el mundo actual ningún problema social se resuelve por generación espontánea". (7) Problemas sociales de esa magnitud exigen cambios esencialmente revolucionarios. En La historia me absolverá se delimita con claridad la diferencia entre el concepto de revolución y el de simple cambio de gobierno o de golpe de estado. "Admito y creo que la revolución sea fuente de derechos —subraya Fidel Castro—; pero no podrá llamarse jamás revolución al asalto nocturno a mano armada del 10 de marzo."(8) La revolución no se reduce a pequeños desórdenes, a simples cambios de unos hombres por otros, la revolución exige de "cambios profundos en el organismo social" (9) Estos "cambios profundos en el organismo social" se plasman en las cinco leyes revolucionarias descritas por Fidel en su autodefensa. Así, por ejemplo, si la primera de estas leyes consistía en devolver al pueblo la soberanía nacional y proclamar la Constitución de 1940, la segunda se refiere a los problemas de la propiedad de la tierra.
 
De esta forma, el programa del Moncada anunciaba una revolución encabezada por un gobierno realmente revolucionario, la que al realizarse y llevarse a la práctica encontraría en La historia me absolverá el programa de su primera etapa democrático popular, agraria y antiimperialista. Por esta razón, Fidel Castro, el 15 de octubre de 1960, casi dos años después de la toma del poder político por las masas populares dirigidas por el Ejército Rebelde, proclamaba que ya el programa del Moncada se había cumplido y ello determinaba que, sólo entonces, se planteara el objetivo de la transformación socialista de la sociedad.
 
La orientación marxista del programa del Moncada se manifiesta, también, en esta certera visión de los objetivos inmediatos del proceso revolucionario, objetivos que conformarían el carácter nacional liberador y social mente avanzado de esta etapa de la Revolución Cubana, y que es condición indispensable para que sea posible su curso ininterrumpido ulterior hasta transformarse en revolución socialista.
 
El análisis marxista-leninista llevado a cabo por Fidel se expresa, en segundo lugar, en la valoración justa del método revolucionario y del sujeto social de la acción revolucionaria. De esta forma, se establece que el método idóneo y fundamental de la lucha, dada las condiciones sociales de Cuba en los años cincuenta, es y debe ser la lucha armada.
 
Por otra parte, queda claramente definido el sujeto o la fuerza social determinante del movimiento revolucionario, que no podía ser otra que el pueblo y dentro de éste la clase obrera y los campesinos pobres y medios, como núcleo aglutinador y elemento definitorio del proceso revolucionario. Esto explica que al triunfo de la Revolución, y siguiendo el espíritu del Moncada, el poder político pasara a manos de las masas populares. Esta certera visión sobre el método a emplear en la lucha y acerca del sujeto social del proceso revolucionario explica una característica específica del tránsito de la etapa democrático-revolucionaria a la etapa socialista en Cuba, que se efectuó bajo una misma dirección socio-clasista y en un período relativamente breve.
 
Pero todos estos aciertos, así como la valoración de la situación revolucionaria creada y la conducción eficaz del movimiento es el resultado de la fusión e integración del análisis objetivo y del enfoque valorativo clasista, presente a lo largo de todo el documento programático. El carácter científico y auténticamente revolucionario del programa del Moncada responde no a otra cosa que al contenido marxista del mismo. Examen objetivo y valoración crítico revolucionaria se condicionan recíprocamente hasta el punto en que puede afirmarse que la comprensión objetiva de la situación social de Cuba en esta fase, es posible en virtud de la perspectiva valorativa, ideológico-clasista a la que responde; y es la que garantiza el análisis objetivo de la situación social histórico-concreta.
 
El programa del Moncada representa un arma teórica indispensable e insustituible para la comprensión del proceso revolucionario cubano. Fue concebido, además, como instrumento de movilización y de acción revolucionaria. Su destino no podría ser otro que el de su materialización práctico revolucionaria. Y ello es una evidencia más de su profunda esencia marxista. Por eso, en la Plataforma programática del PCC se señala que La historia me absolverá constituye "un factor determinante que convirtió en victoria estratégica el revés táctico del 26 de julio". (10)
La valoración objetiva y científica del proceso revolucionario cubano sólo es posible partiendo de un enfoque marxista-leninista, que en su esencia estriba en un análisis socio-clasista de las contradicciones y de los factores —objetivos y subjetivos—, que permiten desentrañar sus causas, fines, medios, tendencias y fuerzas motrices, así como sus etapas fundamentales. Semejante análisis se encuentra ya presente en La historia me absolverá, como se ha visto. Todo intento de interpretación que se aparte u oponga a estos principios marxistas, está ineludiblemente condenado al subjetivismo y a la tergiversación de la realidad, y responde, en última instancia, a intereses opuestos y enemigos de la Revolución Cubana.
 
Tal es el caso de muchos ensayos y monografías de ideólogos burgueses y elementos contrarrevolucionarios de origen cubano que, partiendo en apariencia de una investigación objetiva y sustentada por datos y referencias estadísticas, intentan "demostrar" la tesis de la ausencia de condicionantes objetivos en el proceso revolucionario cubano y atribuyen sus causas fundamentales a los rasgos carismáticos de la personalidad de Fidel Castro, a la lucha generacional o a factores de orden racial.
 
Todos estos intentos de interpretación se enfrentan directa o indirectamente a la valoración marxista-leninista de la realidad. Y aunque en sus hipótesis de valoración parten de criterios diferentes, todos ellos coinciden en un punto: el desconocimiento de la presencia de factores y causales objetivos del proceso revolucionario cubano y, por ende, todos se oponen al análisis marxista de carácter clasista. Esto no es, por supuesto, casual, ya que la rigurosa objetividad científica de la teoría marxista-leninista de la sociedad y de la historia responde, en esencia, al enfoque clasista de los procesos sociales.
 
Por eso no es sorprendente que en el libro contrarrevolucionario Cuba bajo Castro: los límites del carisma se señale que el factor subjetivo y los móviles subjetivistas y voluntaristas son los determinantes en la creación de la situación revolucionaria en los años cincuenta y sesenta del presente siglo en Cuba. Según una de las hipótesis contenidas en la obra citada, en Cuba no se presentaban en la década del cincuenta, las condiciones de dependencia y subdesarrollo que van asociadas a otras revoluciones, ya que Cuba, en el período de referencia, había dejado de ser "una sociedad agraria" para transformarse en una "sociedad urbana", abierta, donde el contraste entre la ciudad y el campo no era tan marcado como en otros lugares del hemisferio. (11)
 
Sólo la deformación de los datos estadísticos y la tergiversación intencionada de la realidad puede explicar, por ejemplo, que se llegue a la falsa conclusión de que el análisis socio económico de la Cuba pre revolucionaria solamente puede ofrecer una base parcial, si no contradictoria, para fundamentar el proceso revolucionario.  
 
Resulta, entonces, que las "verdaderas causas de la Revolución Cubana hay que buscarlas en el fenómeno generacional"; fenómeno político que se entiende como recurrente a lo largo de toda la historia de Cuba. De este modo, semejante interpretación contrarrevolucionaria acude a la fórmula de que "la Guerra de los Diez Años es fruto de la generación del 68, la Guerra de Independencia es resultado de la generación del 95, la revolución del 33 es llevada a cabo por la generación del 30 y, por último, la revolución del 1ro. de enero de 1959 es fruto de la generación del Moncada, de la generación de los jóvenes fidelistas o 'barbudos'". (12) De acuerdo a esta "lógica", toda revolución constituye un movimiento generacional.
 
Así, para este teórico anticubano, el asalto al Cuartel Moncada tuvo un carácter elitista y reveló ya las características del estilo carismático de dirección. Por eso la concepción idealista y burguesa de semejante ideólogo lo lleva a afirmar que aunque el Moncada fracasó sirvió de materia prima para el inicio del "mito revolucionario".(13)
 
La lógica endeble de la interpretación especulativa y anticientífica aquí presente, no es única ni original. De forma parecida, otros ideólogos reaccionarios burgueses intentan inútilmente explicar el fenómeno del radicalismo de la Revolución Cubana partiendo de la falsa premisa del relativamente alto nivel socioeconómico de la Cuba pre revolucionaria y, por ende, de la ausencia de condiciones objetivas. Pero los intentos de encubrir la realidad del proceso revolucionario cubano no resisten la crítica tan pronto se profundiza en ellos y se contrastan con la práctica objetiva, ya que se trata de deformaciones conscientes que chocan de forma abierta con la evidencia de los hechos y datos reales. Esto explica, además, que la lógica empleada por los ideólogos al servicio de la reacción para argumentar sus posiciones respecto a la Revolución Cubana, sea profundamente contradictoria, al ser incapaces de ocultar los aportes y avances que emanan de sus transformaciones socioeconómicas, políticas y culturales.
 
La causa de la inconsistencia de los argumentos esgrimidos por los ideólogos burgueses a la hora de valorar el proceso revolucionario cubano, desde el Moncada hasta nuestros días, estriba, sustancialmente, en la imposibilidad de comprender que la riqueza mayor de esta última etapa de la lucha emancipadora cubana reside en que en ella la liberación nacional se unió a la revolución social. Sin embargo, ya desde el Moncada el grupo revolucionario que encabezó Fidel Castro no concebía otra forma de verdadera revolución que no fuera la socialista. Raúl Castro, segundo secretario del Comité Central del PCC, insiste precisamente en esta idea cuando dice: "La justa y necesaria fusión de las ideas revolucionarías nacional-liberadoras que forman parte esencial de la tradición patriótica cubana, con los anhelos de transformación social más avanzados con base en el marxismo-leninismo, animaba a los organizadores de la acción del Moncada y constituye uno de los más importantes aportes históricos de la acción del 26 de julio de 1953." (14)
 
Detrás de todos los intentos de tergiversar nuestra realidad se expresa una misma idea, un mismo interés y una misma lógica: los de la reacción. El punto de partida de estas teorías es claro y evidente: la valoración subjetivista y falseada del proceso social en Cuba; el desconocimiento de las raíces clasistas y del sentimiento profundamente popular de los cambios sociales introducidos. Pero frente a la lógica subjetivista de la reacción se erige la lógica objetiva de la realidad y de la teoría marxista-leninista, de una lógica avalada por la propia práctica revolucionaria. Se trata de una lógica irrefutable porque es justa y objetiva, la cual no es otra que "la lógica sencilla del pueblo", (15) expuesta magistralmente por Fidel en el programa marxista del Moncada.
 
De todo lo anterior se desprende que una de las tareas principales de los especialistas cubanos en las distintas ramas de las ciencias sociales consiste en desarrollar una crítica de las interpretaciones tergiversadas y falsificadoras. Esta crítica debe, de forma necesaria, responder a las exigencias de la crítica marxista-leninista, que se caracteriza, justamente, por argumentar de manera científica las causas de estos errores y deformaciones mediante el examen de sus raíces gnoseológicas y clasistas; y, a su vez, ella debe oponer a estas especulaciones, un riguroso análisis objetivo y una consecuente valoración revolucionaria de la realidad social cubana. Y si la teoría marxista-leninista sirvió de base científica y de fuente de inspiración teórica al proceso revolucionario cubano que se inició hace "treinta y un años con el asalto al Cuartel Moncada, preciso es que sea desde los mismos principios teóricos que se lleve a cabo la interpretación científica de ese proceso revolucionario, así como la consecuente refutación a las concepciones que lo deforman.
 
 
NOTAS
1-Castro, Fidel. La historia me absolverá. Editorial de Ciencias Sociales, Ciudad de La Habana, 1981, p. 35.
2-Ob. cit., p. 36.
3-Ob. cit., p. 35.
4-Plataforma programática del PCC. Editado por el Departamento de Orientación Revolucionaria del Comité Central del PCC, Ciudad de La Habana, 1976, p. 1920.
4-Castro, Fidel. La historia me absolverá. ed. cit, p. 41.
5-Ob. cit., p. 46.
6-Ibidem.
7-Ob. cit., p. 79.
8-Ibidem.
9-Plataforma programática del PCC. ed. cit., p. 19.
10-González, E. Cuba under Castro: the limits of charisma. University of California, Houghton Mifflin Company, Los Angeles, 1974, p. 107 y ss.
11-Ibidem.
12-Ibidem.
13-Castro,' Raúl. "Consideraciones sobre el significado histórico del 26 de julio de 1953, en Granma, Ciudad de La Habana, 25 de julio de 1983, p. 2.