Cuando faltan apenas 48 horas para la llegada de nuestro Comandante en Jefe a China, medios diplomáticos y de prensa intensifican sus contactos con las fuentes de uno y otro lado con el objetivo de penetrar la tradicional reserva del protocolo chino. Convencidos de que esta primera visita de Fidel a China es un acontecimiento histórico por lo transcendental que tienen en el mundo actual las posiciones chino-cubanas en temas tan vitales como el mantenimiento de la opción socialista en ambos países y en asuntos de carácter internacional, crecen las expectativas en torno a la llegada del líder cubano. Los periodistas cubanos que cubrimos las incidencias de tal encuentro no escapamos a la curiosidad por conocer detalles del programa y en tal sentido conocimos de fuentes oficiosas que éste será muy amplio y pondrá énfasis en mostrar al distinguido huésped la manera china de adaptarse a las nuevas realidades del mundo de hoy sin abandonar ninguno de los principios básicos del socialismo en esta nación.

El fortalecimiento de la amistad entre Cuba y China es algo que realmente debe preocupar al enemigo común que no debe ver con agrado como, a contrapelo de la historia más reciente de desmoronamiento del socialismo en Europa del Este, Cuba y China se esfuerzan por perfeccionar su sistema sin hacer concesiones que puedan lacerar en lo político y en lo ideológico la esencia del socialismo que en uno y otro país se construye teniendo en cuenta sus particularidades, idiosincrasias e historia. Sin duda, el encuentro de Fidel con los máximos dirigentes chinos trascenderá los marcos de las relaciones bilaterales en la medida que la experiencia de ambas naciones, constituyen una alternativa vital y viable ante el modelo capitalista que algunos pretenden presentar hoy como la única opción posible.