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El científico de la CIA que envenenó a miles y tuvo a Fidel Castro en la mira

Gottlieb terminó su carrera frustrado por no haber logrado controlar la mente humana y mucho menos matar a Fidel Castro. Foto: Archivo.

Datum: 

03/01/2020

Quelle: 

Cubadebate

Durante la Guerra Fría los servicios de inteligencia de Estados Unidos desarrollaron un escalofriante programa secreto para intentar bloquear la conciencia de un individuo y reemplazarla por una personalidad completamente nueva.
 
El programa se llamó MK-ULTRA y fue dirigido desde comienzos de 1950 hasta los primeros años de 1960 por el químico y psiquiatra neoyorquino nacido con el nombre de Joseph Scheider, pero que todos conocieron como Sidney Gottlieb.
 
El trabajo de Gottlieb para la Agencia Central de Inteligencia (CIA) fue atormentar y torturar a miles de personas que terminaron perturbadas luego de suministrarles sustancias para controlar sus emociones.
 
La obsesión de la época era desarrollar un fármaco para controlar la mente de miles de individuos y así asegurar el dominio del planeta.
 
Una de las sustancias más usadas en los experimentos humanos de Gottlieb fue el LSD. Al suministrar la droga a personas clasificadas como “desechables”, que podían ser agentes problemáticos o prisioneros, el científico deseaba averiguar cuál era la dosis máxima que LSD que un organismo podía soportar.
 
También quería comprobar si en ese umbral existía un punto en que fuera posible borrar los recuerdos de un individuo y restituirlos por nuevas experiencias que sirvieran a los intereses estadounidenses.
Nazis en la CIA
 
El proyecto MK-ULTRA no fue otra cosa que la continuación del trabajo que iniciaron los nazis en los campos de concentración durante la Segunda Guerra Mundial.
 
Uno de los ejemplos fue la continuación de los experimentos de suministro de mezcalina a los judíos en el campo de concentración de Dachau, aunque el propio Gottlieb nació en una familia judía ortodoxa proveniente de Hungría.
 
Otra área de investigación apoyada por los nazis fue los efectos del uso del gas sarín en los conflictos bélicos. Médicos nazis viajaron al Fuerte Detrick, en Maryland, para explicar a los agentes de la CIA el proceso de muerte de las personas atacadas con gas sarín.
 
Como el programa era ultra secreto, no existe manera de conocer cuál fue el costo humano real de los experimentos. Los estudios se realizaron en cárceles dentro del territorio de Estados Unidos y en centros de detención estadounidense en Japón, Alemania y Filipinas.
La droga académica
 
Otra huella nefasta de Gottlieb fue la introducción del LSD a la sociedad estadounidense al ordenar un desembolso de 240.000 dólares para comprar la producción mundial de la droga a comienzos de la década de 1950.
 
Luego repartió el alucinógeno en hospitales, clínicas y prisiones para que realizaran investigaciones, patrocinadas mediante una fundación ficticia, para conocer las reacciones de los pacientes al LSD.
 
Lo que no se esperaba es que algunos de los voluntarios que participaron en los estudios encontraron que la experiencia era agradable e invitaban a sus amigos a probar la droga.
 
Uno esos participantes fue el escritor Ken Kesey, célebre por su libro Alguien voló sobre el nido del cuco, que fue inspirado en sus experiencias durante las pruebas clínicas en el hospital de veteranos de Menlo Park, y que fueron financiadas por la CIA. Dieciocho años después de la muerte de Kesey por problemas hepáticos se conoció que la orden vino de Gottlieb.
La obsesión por Fidel Castro
 
El objetivo final de la CIA era debilitar el poderío de la Unión Soviética. Y para lograrlo una de las metas era lograr el derrocamiento del presidente cubano Fidel Castro mediante un plan creado por Gottlieb en 1960 durante el gobierno de Dwight Eisenhower.
 
Las estrategias iniciales no se concentraron en la eliminación física del líder revolucionario, sino en realizar acciones que fueran golpeando la confianza del pueblo cubano.
 
Al químico se le ocurrió que podían rociar con LSD un estudio de televisión donde hablaría a la comunidad cubana para dejar en ridículo a Fidel o contaminar sus zapatos con talio, que es un insecticida potente, para que quedara sin barba y completamente calvo.
 
Cuando decidieron que la mejor opción era la eliminación física del gobernante cubano, Gottlieb propuso impregnar de veneno uno de los famosos tabacos, meterle un pañuelo envenenado en el traje o introducir un explosivo en una caracola o concha marina que estallaría justo cuando Fidel se lanzara a nadar en el mar.
 
Gottlieb terminó su carrera frustrado por no haber logrado controlar la mente humana y mucho menos matar a Castro.
 
Se retiró de la CIA en 1972. Nadie sabe lo que lo impulsó a pasar 18 meses trabajando en una colonia de leprosos en la India. Algunos dicen que se le nubló el juicio después pasar tanto tiempo expuesto a sustancias tóxicas. Otros creen que intentaba redimir sus malas acciones del pasado.
 
Gottlieb murió en 1999 sin rendir cuentas de sus acciones como uno de los mayores torturadores de la CIA del siglo XX.