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¿Por qué fue Fidel a Canadá?

Datum: 

03/10/2000

Quelle: 

Granma

Autor: 

¿Por qué fue Fidel a Canadá?  En Boyeros, sobre las dos de la tarde, está cayendo un copioso aguacero, cuando el auto que conduce al compañero Fidel se estaciona ante el IL62-M que lo llevará a la ciudad de Montreal "para rendir homenaje a la memoria imperecedera de Pierre Trudeau, estadista de altura mundial a quien, además, me unieron lazos de amistad personal forjados en un sentimiento de sincera admiración hacia su persona", como dice la Declaración que redacta en el propio avión.  

La decisión de asistir a los funerales de Estado de Trudeau se comenzó a instrumentar apenas concluida la visita del Presidente iraní el pasado domingo.  Durante las casi tres horas y  cincuenta minutos  que dura el vuelo, el Comandante en Jefe redacta, revisa numerosos papeles y habla  con entusiasmo del feliz comienzo de la Universidad para Todos que hoy inició sus clases con el curso de técnicas narrativas, aunque debemos perfeccionarlo más para que la gente no se aburra, comentó.  

Lo acompañan el Canciller, Felipe Pérez Roque, y Carlitos Valenciaga, mientras Chomy no deja de tomar fotos. Después refiere los gratos recuerdos que guarda sobre el ex Primer Ministro canadiense.  El compañero Fidel hojea unos álbumes de fotos que tienen impresas imágenes de los afectivos encuentros entre ambos políticos. "Tuve el privilegio de haber sostenido con él muchos y muy extensos intercambios de ideas y opiniones, si bien no siempre del todo coincidentes, invariablemente respetuosos", recuerda el Comandante, una expresión que retoma en la Declaración, distribuida inmediatamente después de su llegada a Montreal.  La eticidad de Pierre Trudeau como "un peso pesado de la política mundial" ha dejado una profunda huella. En primer lugar, en el propio Canadá donde es considerado "el político de mayor influencia y carisma de su era contemporánea", como destaca casi toda la prensa, al subrayar también que este hombre promovió "la visión de una nación unida por un gobierno central fuerte, pero con respeto al carácter bilingüe".  

En Cuba, la afabilidad de Trudeau se "echó en un bolsillo" al carácter cubano durante la visita que efectuó a la Isla en enero de 1976.   Había llegado a La Habana, procedente de México, donde en declaraciones a la prensa azteca demandó que "se ponga alto a la hegemonía de Estados Unidos en América Latina" y propuso "una alianza con los países latinoamericanos y el Caribe como una alternativa a la dominación norteamericana en el continente".  

A La Habana llegó con su mujer y su hijo Michael de apenas 4 meses. La sensibilidad paternal del entonces Primer Ministro de Canadá, fuera de todos los convencionalismos diplomáticos, conmovió a la nación cubana, tanto que el 28 de enero de aquel 1976, en un multitudinario acto de masas celebrado en Cienfuegos, Trudeau le dice a Fidel: "Agradezco la hospitalidad con que su gobierno nos ha acogido a mí, a mi esposa y a los miembros de mi comitiva en esta Isla maravillosa (del público le dicen: ¡¿y el niño?!) Y el niño también, claro (Aplausos). No debería olvidarlo porque él duerme poco de noche. ¡Es su falta!" (Risas).  Felipe Pérez Roque nos muestra unas fotos donde aparece ese mismo niño cargado por Fidel y otras imágenes donde años después volvería Pierre Trudeau a La Habana en visita privada y lleva al encuentro con Fidel a ese mismo niño, transformado ahora en un jovial adolescente. (Michael murió en 1998, a los 23 años, en una avalancha de nieve mientras practicaba alpinismo.).  

Las simpatías de Pierre Trudeau por Fidel fueron elocuentes. En Cienfuegos, aquel 1976, diría en su discurso: "Usted tuvo la gran sabiduría, señor Primer Ministro (Fidel ostentaba en aquel entonces esa responsabilidad gubernamental), de comprender desde un principio que el desarrollo de los recursos humanos de su país merecería toda prioridad. Vuestros logros en los campos de le educación, vivienda, servicios sanitarios y la producción alimenticia son envidiados por numerosos países.

Y, sin embargo, tanto usted como su pueblo saben demasiado bien que esos logros no se consiguieron sin sacrificios. La experiencia cubana ha despertado interés en todas partes. Por su dedicación innegable a mejorar el género de la vida de los cubanos, vuestro historial, logros y deficiencias que usted, señor Primer Ministro, ha tenido la valentía de  señalar en público, constituirá durante mucho tiempo un campo de estudios para todos los estudiantes interesados en la dinámica social y del desarrollo".  
Algunos conceptos medulares de la situación del mundo y del orden internacional, forjaron la simpatía mutua entre el estadista del gran país norteño y el estadista de la Isla caribeña. También en la Perla del Sur, el entonces Primer Ministro de Canadá lo reconocería: "Debemos comprender que el mundo no posee suficientes recursos humanos o naturales como para permitir que se destinen constantemente a fines destructivos, si hemos de aliviar en algo el peso de la miseria humana en sus aspectos fundamentales. El analfabetismo, la pobreza, el hambre, la enfermedad: he aquí los enemigos comunes de la humanidad. Estos no pueden ser vencidos por acciones bélicas, mucho menos nucleares. Si nuestra meta es la dignidad del hombre, como estoy convencido, las armas nucleares constituyen una barrera, no un puente, para alcanzarla".  Trudeau había comprendido que las relaciones justas entre los grandes y los pequeños no se podrían edificar "mirando por encima del hombro".  

"Hemos tocado muchos temas desde mi llegada, señor Primer Ministro -dijo dirigiéndose a Fidel-, y abordaremos muchos más antes de mi partida. En estas discusiones hemos visto que no es posible concordar en todo, pero hemos llegado a una conclusión mucho más importante aún: poder discrepar honorablemente y con respeto.  
La historia de las relaciones entre nuestros países durante los últimos 15 años ha demostrado que nuestros dos pueblos, con ser tan diferentes, saben respetarse y encontrar vías de cooperación para beneficio mutuo".  No eran meras palabras.

En el Comunicado Conjunto Cubano-Canadiense, suscrito por ambos jefes de gobierno, quedaría plasmada la voluntad política del gobierno de Pierre Trudeau de avanzar mucho más en las relaciones bilaterales y expresar coincidencias en asuntos clave como la urgente necesidad de adoptar medidas encaminadas a establecer un nuevo orden económico internacional basado en la igualdad y la justicia, el respaldo a la posición de Cuba respecto a la OEA, la importancia de la ayuda para el desarrollo, la negociación de un convenio bilateral de pesca, entre otros muchos aspectos.  

El IL62-M aterrizó en Montreal a las 5 y 55 de la tarde y la comitiva emprendería el recorrido de más de 50 kilómetros, desde el aeropuerto hasta el céntrico hotel Marriot. La prensa canadiense estuvo apostada a lo largo de varios puntos del trayecto y a la llegada al hotel lo esperaban numerosos periodistas.  Pocos minutos después de su llegada al hotel, Fidel comenzaría su programa y se trasladaría hasta el Ayuntamiento de Montreal donde se encontraban expuestos los restos de Pierre Trudeau.  
A la entrada de la Alcaldía, numeroso público que hacía cola, comenzó a corear de inmediato el nombre del Comandante en Jefe.  Luego, al entrar en el recinto y dirigirse hasta el féretro, se hizo un tremendo silencio, mientras al Jefe de la Revolución cubana se le veía, conmovido y emocionado, bajar su semblante en respetuoso gesto de tributo a este amigo.  

Al regreso al hotel el Comandante sostuvo un encuentro con los dos hijos mayores de Pierre Trudeau:  Justin, de 29 años y Alexander, de 27.  En las últimas horas numerosos ciudadanos canadienses se han dirigido a la Embajada en Ottawa y al Consulado aquí en Montreal para agradecer el gesto del Comandante en Jefe de haber venido a Canadá a rendir homenaje al entrañable amigo Pierre Trudeau.  

Esa expresión de amistad se siente en esta populosa ciudad. A la llegada del Comandante al hotel o ante la Alcaldía se han escuchado los gritos de Viva Fidel.  
Y esa simpatía no es de extrañar, porque tiene que ver mucho con las raíces que sembró este político canadiense, quien con total admiración terminó aquel discurso en Cienfuegos de la misma forma que sus coterráneos, cuando dijo:  "A esta amistad y a la salud del Primer Ministro Fidel Castro, vayan mis mejores votos.  ¡Viva el Primer Ministro Comandante Fidel Castro!".