Ni muerto pueden dejar de mentir contra Fidel, pero los dientes no hincan en la luz
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Frustrada en su más reciente campaña, que pretendió colocar en el 15 de noviembre el punto final de la Revolución, la industria de la propaganda anticubana tiene que inventarse nuevos temas que le permitan continuar recibiendo los financiamientos que la nutren.
Fracasado el intento de impedir la reapertura de fronteras y la reactivación del turismo, intentan ahora dañar la imagen de las cadenas hoteleras que, desafiando el bloqueo estadounidense, se mantienen en Cuba, y también cortar cualquier otro flujo financiero hacia el país.
Asociar a esos flujos el nombre de Fidel, aplaudido y admirado en gran parte del mundo, pero odiado por quienes les pagan, es la fórmula que ha encontrado una parte de esa industria propagandística para mantener su negocio después de un descalabro como el que sufrieron el pasado noviembre. Y no se les ha ocurrido nada mejor para ello que el Centro Fidel Castro, recientemente inaugurado en La Habana.
Decir que dos cadenas hoteleras y un fondo saudita financiaron un «lujoso» Centro Fidel Castro, contiene varias mentiras en una sola frase. Para más, se dice sin firma, solo se acude a una fuente que, a su vez, solo cita
fuentes «bajo condición de anonimato». No se aporta una sola verdad, pero se hace con exceso de adjetivos, como si lo segundo pudiera disimular lo primero. Estamos ante un clásico, no del periodismo, sino de la propaganda negra, tan practicada por el fascismo alemán.
Las evidentes costuras anteriores serían menos notables si estuviéramos ante un artículo bien escrito. Pero no, la elegancia en el uso del lenguaje tampoco es su fuerte: Entre adjetivos, y sustantivos en función adjetivante, solo la primera oración suma siete: «régimen tardocastrista», «dictador que mantuvo la dictadura», «incapaces», «obra despampanante»... Así empieza el texto que el nada neutral Diario de las Américas, asentado en Miami, titula: Empresas extranjeras financian lujoso centro Fidel Castro.
Tampoco es que sea original o se haya tomado la tarea de inventar las mentiras que publica, las refrita de Cubanet, un sitio web con una larga trayectoria en la propaganda negra, y que solo entre 2014 y 2018 recibió más de cinco millones de dólares de la National Endownment for Democracy (NED), una organización bipartidista estadounidense creada por Ronald Reagan, y que hasta The New York Times ha identificado como pantalla de la CIA.
En una cadena de mentiras que se desmienten a sí mismas, Cubanet tituló, el 2 de diciembre, que el «régimen cubano no escatimó un centavo» en la nueva institución; el 7 de diciembre, con que fue Arabia Saudita la que lo financió, y hace cinco días, que eran «Iberostar y Meliá» las que estarían detrás de su construcción…, sin aportar nunca un dato creíble, sino especulaciones.
Interrogado por la agencia de prensa estadounidense AP, sobre el costo de la nueva instalación cultural, el jefe de la Oficina de Preservación de Patrimonio del Palacio de la Revolución, Alberto Alvariño, declaró que «es muy inferior el cálculo a lo que muchos expresan en relación con este centro».
Sin embargo, es obvio que, al utilizar el adjetivo «lujoso», en su titular busca inflar ante su audiencia los costos de una institución que es, en primer lugar, educativa, de servicio gratuito, como todas las de su tipo en Cuba, y que viene a sumarse a la larga lista de museos, centros que preservan el patrimonio, escuelas y universidades existentes en en el país, muchas de las cuales –impulsadas por el propio Comandante– superan en tamaño y personal al Centro Fidel Castro, cuya mayor superficie, de poco más de una manzana, lo ocupan áreas verdes, junto a una restaurada edificación preexistente.
Cualquiera de las residencias de los no pocos ricachones asentados en Miami, después de robar en sus países de origen o dedicarse al narcotráfico, multiplica cientos de veces en lujo, costos y magnitudes la nueva institución cultural, dedicada a uno de los mayores promotores de la educación y la cultura que ha tenido la humanidad. Una verdad como un templo que jamás publicarán los medios de comunicación instalados allí, mucho menos los dedicados al lucrativo negocio de la guerra comunicacional contra Cuba.
Otro de los objetivos de publicaciones como las de Cubanet y Diario de las Américas es provocar rechazo hacia el nuevo Centro. Pero la tienen difícil, la admiración de los cubanos y cubanas por Fidel, y los deseos de visitar la instalación ubicada en el Vedado habanero, les deparan otro fracaso. Los dientes enfermos de la contrarrevolución mediática no hincan en la luz. Según indagué con sus directivos, las reservaciones para acceder a la instalación ya están cubiertas hasta abril de 2022.
En Cuba se acaba de aprobar un Programa para el estudio, la investigación, la vida y obra de Fidel, el mismo que llamó en su concepto de Revolución a «no mentir jamás ni violar principios éticos». Ojalá sus enemigos pudieran aprender de él, pero tal cosa es imposible para quienes han hecho de la mentira un modo de vida.