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El amor de Cuba abrazó a Chernóbil

Fidel Castro recibe a niños soviéticos de Chernóbil el 29 de marzo de 1990. Foto: Liborio Noval
Fidel Castro recibe a niños soviéticos de Chernóbil el 29 de marzo de 1990. Foto: Liborio Noval

Date: 

21/06/2019

Source: 

Periódico Granma

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A casi 30 años de la llegada a la Isla del primer grupo de infantes dañados por ese siniestro se anunció el regreso de dicho programa solidario: 50 niñas y niños de Ucrania viajarán a la Mayor de las Antillas este año.

Una increíble historia de solidaridad, dignidad y humanismo ofreció Cuba al mundo, cuando el 29 de marzo de 1990, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz recibía en el aeropuerto internacional José Martí, de La Habana, al primer grupo de 139 niños portadores de diferentes enfermedades Onco-hematológicas, afectados por la mayor catástrofe nuclear de la historia de la humanidad hasta el presente, ocurrida cuatro años antes  en el reactor cuatro de la central electronuclear de Chernóbil, en la entonces República Socialista Soviética de Ucrania.
 
Ese primer grupo fue atendido en el  Instituto de Hematología de la capital y en el Servicio de oncología del Hospital Pediátrico Docente Juan Manuel Márquez.

Los infantes de la nación euroasiática damnificados por la catástrofe nuclear disfrutan de la playa de Tarará como parte de su rehabilitación. Foto: Pedro Beruvides
Los infantes de la nación euroasiática damnificados por la catástrofe nuclear disfrutan de la playa de Tarará como parte de su rehabilitación. Foto: Pedro Beruvides

Se iniciaba así el inédito Programa cubano de atención médica integral a los niños afectados por ese desastre atómico, a pesar de que la Mayor de las Antillas entraba en plena crisis económica a inicios de la década de los años 90 del pasado siglo como resultado de la caída del otrora campo socialista del este europeo, influjo del que no se pudo sustraer ni la propia Unión Soviética, que se desintegró meses después, y del recrudecimiento oportunistamente del criminal bloqueo económico, comercial y financiero del gobierno de Estados Unidos contra el pueblo cubano.
 
Sin embargo, junto a la escalerilla del avión IL-62, se anunció la disposición del Gobierno Revolucionario de recibir a no menos de 10 000 infantes para brindarles un tratamiento altamente especializado. (1)
 
Y es que la respuesta de Cuba no se hizo esperar ante la solicitud de ayuda internacional del gobierno de la entonces Unión Soviética. A principios de 1990 especialistas cubanos visitaron Ucrania, con el objetivo de evaluar la envergadura del problema y el tipo de ayuda que se podría brindar.

El Programa cubano de atención médica integral a los niños dañados por ese grave accidente atómico recibió entre 1990 y 2016 a 26 mil 114 afectados, de ellos unos 23 mil niños. Foto: Fernando Lezcano
El Programa cubano de atención médica integral a los niños dañados por ese grave accidente atómico recibió entre 1990 y 2016 a 26 mil 114 afectados, de ellos unos 23 mil niños. Foto: Fernando Lezcano


 
Por las autoridades médicas y políticas que acompañaban a los expertos visitantes, se conoció la necesidad de brindar atención a más pacientes y entonces se decide ampliar esta colaboración.
 
La sede del programa se estableció en el Hospital Pediátrico de Tarará, ubicado en el reparto de Tarará, al este de La Habana, a 27 kilómetros del centro de la capital.
 
Ese reparto tiene una extensión de 11 kilómetros cuadrados, en los cuales se encuentran enclavadas 520 viviendas, instalaciones hospitalarias y de aseguramiento administrativo. Dispone, además, de 850 metros de playa de arenas blanquísimas, donde está, según el destacado escritor norteamericano Ernest Hemingway, «el mejor embarcadero de La Habana» para desarrollar la afición por la pesca.
 
En esa ciudad radicaba desde el año 1976 el Campamento Internacional de Pioneros José Martí, por donde pasaron más de tres millones de niños cubanos.
 
De forma voluntaria y con mucho entusiasmo el pueblo de la capital participó en la reparación de todas esas casas. En junio de 1990 ya se comenzó a recibir niños provenientes de Rusia, Bielorrusia y Ucrania.
 
El 28 de noviembre de 1997, en un discurso pronunciado por Fidel durante la clausura del VI Seminario Internacional de Atención Primaria, dijo:
 
«Cuba sola ha atendido más niños de Chernóbil que todo el resto de los países del mundo.  Los medios de divulgación masiva del Norte no hablan de eso.  ¡Casi quince mil niños!  También hemos adquirido alguna experiencia en eso».
 
Se puso en auxilio de los enfermos lo más avanzado de la ciencia médica cubana: doctores, sicólogos, enfermeras, asistentes, maestros, instructores deportivos y otro personal, quienes se entregaron por entero al cuidado de estos niños.
 
Cientos de vidas se salvaron, miles de personas encontraron en suelo cubano alivio a su dolor, a su pesar. «El renacimiento de un hijo es algo extraordinario, eso ha sucedido gracias a Cuba», conversaba con Granma Internacional una madre ucraniana, Svieta Saulasky, 20 años después del accidente. «Ningún país nos ha ayudado como Cuba», afirmaba en igual fecha, la doctora ucraniana Elena Topka en el campamento de Tarará.
 
LOS SERVICIOS MÉDICOS DEL PROGRAMA INTEGRAL SE ESTRUCTURARON EN TRES NIVELES DE ATENCIÓN MÉDICA:
 
— El nivel primario, atención médica integral ofrecida en las propias viviendas de los pacientes por médicos y enfermeras de la familia, tratamientos organizados en diferentes áreas clínicas, donde participaron además sicólogos, traductores y otros especialistas médicos.
 
— El nivel secundario de atención en las instalaciones del Hospital Pediátrico de Tarará, con sus áreas de hospitalización y de tratamientos.
 
— El nivel terciario con los servicios que recibieron en diferentes hospitales pediátricos de la capital, institutos y centros especializados y de tecnología de punta, como son: el Instituto de Hematología e Inmunología, el Cardiocentro del Hospital Pediátrico William Soler, el Centro Internacional de Restauración Neurológica (CIREN) y el Centro de Histoterapia Placentaria, entre otros.
 
El carácter intersectorial con la participación de diferentes organismos e instituciones del Estado cubano permitió desarrollar con éxito esta actividad.

La paciente Anna Krishanovskaya en una de las sesiones de tratamiento en el Centro de Histoterapia Placentaria. Foto: Fernando Lezcano
La paciente Anna Krishanovskaya en una de las sesiones de tratamiento en el Centro de Histoterapia Placentaria. Foto: Fernando Lezcano


 
UNA OBRA DE AMOR
 
Cuba fue el único país que organizó un programa integral de salud, masivo y gratuito para la atención a niños afectados por el accidente de Chernóbil, que  desarrolló por más de dos décadas, el cual entre 1990 y 2016 atendió a 26 mil 114 afectados, de ellos unos 23 mil niños para curarse de las terribles secuelas dejadas por ese desastre nuclear. (2)
 
El programa permitió diagnosticar  a pacientes con presencia de afecciones del sistema endocrino, entre los que predominaba la hiperplasia tiroidea. En orden de frecuencia siguen las afecciones del aparato digestivo, las adenopatías banales, las afecciones del sistema otorrinolaringológico, y en menor medida, las afecciones de la piel: entre las que se destaca el vitiligo, la alopecia y la soriasis.
 
Entre las enfermedades oftalmológicas prevalecieron los trastornos de la refracción, y pacientes con alteraciones cardiovasculares, fundamentalmente con soplos funcionales, y en menor cuantía, con las cardiopatías funcionales.
 
Este titánico esfuerzo de la medicina cubana, que algunos poderosos de este planeta intentan siempre desconocer o silenciar, permitió la curación y rehabilitación de miles de niños, muchos de los cuales habían visto cegadas sus esperanzas o se les habían negado posibilidades de tratamientos en otras partes del mundo. La mayor parte de los menores con enfermedades Onco-hematológicas tratados en Cuba aún se encuentran en perfecto estado de salud.
 
El Programa cubano de atención médica integral a los niños relacionados con el accidente de Chernóbil es un ejemplo de lo que puede hacer un país, aún pequeño y subdesarrollado, cuando independientemente de sus recursos económicos, dispone de un capital humano capaz de enfrentar las situaciones más diversas y complejas en el campo de la salud en la Isla y en otras naciones.
 
Por eso, durante una intervención especial del 16 de abril del 2001, a propósito del aniversario 40 de la proclamación del carácter socialista de la Revolución, decía Fidel: «Sin el socialismo no habrían sido atendidos en Cuba 19 mil niños y adultos de las tres Repúblicas afectadas en el accidente nuclear de Chernóbil, ocurrido en 1986, la mayoría de ellos atendidos en pleno periodo especial (…)».
 
Recordar que Cuba, acosada política y económicamente por una superpotencia como EE.UU., ha sido capaz de enviar en estos años de Revolución a 407 mil 419 de sus colaboradores de la salud para sanar el cuerpo y el alma de millones de personas humildes en 164 países a los que ha prestado ayuda médica. (3)
 
Además, la experiencia cubana en la atención médica a los niños de Chernóbil, ha permitido asesorar y brindar ayuda médica a otros pueblos necesitados. Entre ellos, 53 pacientes brasileños afectados por la manipulación de una fuente radioactiva de Cesio 137 en la ciudad de Goiania.
 
Hace unos días se anunció el regreso de dicho programa solidario: 50 niñas y niños de Ucrania viajarán a Cuba este año.
 
El primer grupo recibirá atención especializada para enfermedades de la piel y cáncer, mientras a final de año podría hacerlo un segundo grupo, que presenta dolencias como parálisis cerebral, entre otros padecimientos.
 
La Revolución Cubana con su desinteresada ayuda médica a los niños de Chernóbil es la expresión de una colosal voluntad política para salvar una vida, esté en donde esté, y de principios basados en la solidaridad y en el desarrollo de una conciencia humanista en el hombre, que se corresponde muy bien con ese proverbio latino de Publio Terencio Africano, quien allá por el lejano año 165 a.C expresó: «Homo sum, humani nihil a me alienum puto» («Soy un hombre, nada humano me es ajeno»).
 
EN CONTEXTO:
 
Chernóbil: Ciudad del norte de Ucrania, a 130 kilómetros del norte de Kiev, la capital, y a 20 kilómetros de la Central de energía nuclear, cuyo reactor causó el 26 de abril de 1986 la peor catástrofe nuclear conocida.
 
Un experimento, cuya supervisión fue incorrecta, provocó una reacción incontrolable, que causó una expulsión de vapor. La capa protectora del reactor se destruyó y aproximadamente 100 millones de curios de nucleidos radiactivos se liberaron a la atmósfera. Parte de la radiación se extendió por Europa septentrional y llegó hasta Gran Bretaña. Los datos ofrecidos por las autoridades en aquel momento indicaron que 31 personas murieron como resultado del accidente.
 
Más de 100 000 ciudadanos ucranianos fueron evacuados de las áreas aledañas al emplazamiento del reactor; y Chernóbil y otras regiones cercanas, permanecieron deshabitadas durante un año después del accidente. (4)
 
La catástrofe contaminó un área de cerca de 140.000 kilómetros cuadrados donde vivían alrededor de siete millones de ciudadanos soviéticos, provocando una oleada de enfermedades relacionadas con la radiación en el territorio, que incluía partes de tres repúblicas de la URSS: Ucrania, Rusia y Bielorrusia. (5)
 
 (1)http://www.fidelcastro.cu
 (2)http://www.cuba.cu
 (3) http://www.granma.cu
 (4) http://www.fidelcastro.cu
 (5) https://actualidad.rt.com