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Aquella mañana con Fidel

Encuentro de Fidel con los trabajadores administrativos de la INPUD

Fecha: 

27/09/2016

Fuente: 

Periódico Vanguardia

Autor: 

 

Protagonistas del encuentro con Fidel en la mañana del 30 de septiembre de 1996 en la Inpud 1º de Mayo, rememoran la histórica visita.
 
«Alfonso Madruga Álvarez —director ya fallecido de la INPUD— no podía creer lo que le decían del otro lado del auricular, cuando bien entrada la noche del 29 de septiembre, le avisaron sobre la visita de Fidel», confieza Yolanda Enríquez Pérez,  especialista del Departamento de Cuadros.
 
«De inmediato comenzó a dar órdenes y preparar a los especialistas para responder a cualquier interrogante como acostumbraba a hacer el Comandante en Jefe.
 
«A mí me temblaban las manos de la emoción. Madruga pensó en brindarle café. Inquieto, no se ponía de acuerdo sobre el lugar más adecuado en que lo haría, pero ante tanta confusión el asunto se olvidó. Ya Fidel en la industria el luminotécnico de Telecubanacán enfocó su rostro que se contrajo ante la potente luz. Entonces, me pidió en voz baja que cambiaran la posición del equipo».
 

Fidel y la planta de ventiladores
 
 «A un año de su puesta en marcha, la planta de ventiladores Trópico, fruto de los convenios de colaboración firmados entre Cuba y la República Popular China, centró la atención de Fidel»,  relata Juan Leonardo González Fuentes, actual director de la unidad empresarial de base (UEB) Bancalux.
 
 «Yo era el ingeniero especializado en la parte de la electrónica, y me informan de su interés por conocer los pormenores de la planta. Por aquel entonces se fabricaba aquí prácticamente todo el ventilador, y solo importábamos algunos componentes.
 
«Antes de su arribo, me advirtieron que ante cualquier pregunta yo era el encargado de responder. Finalmente tuve la encomienda de custodiar una puerta. Al pasar por mi lado me saludó.
 

Como cuando Fidel recorrió la planta de ventiladores, Odalis Abreu de la Oz, Yipsy Águila Rodríguez y Odalis Velazco González, siguen el ensamblaje de ventiladores. (Foto: Manuel de Feria)


«En el taller de montaje indagó por la cantidad de trabajadores y  del por qué tantos jóvenes. Respondimos que el trabajo requería  de precisión y destreza, cualidades propias de esa etapa de la vida. Además de convertirse en una nueva fuente de empleo».
 
En el taller de confecciones del estator de motor de los ventiladores se encontraba Odalis Abreu de la Oz, una muchacha de estreno en el oficio.
 
«Investigó sobre las características del taller, y se asombró cuando vio que la mayoría de las trabajadoras eran mujeres».
 
Allí estaba también Yipsy Águila Rodríguez, la jovencita enrolladora de 19 abriles, ahora con 39 años de edad, y Odalis Velazco González.
 
«Ha sido la única vez que lo he tenido tan cerca. Agradezco a Fidel que me diera esa oportunidad. Siempre tuvo ese espíritu de pueblo, de preocuparse por los trabajadores, por sus condiciones laborales, y en especial por las mujeres».
 

El reencuentro con la paloma
 
Si el 8 de enero de 1959 una paloma se posó en su hombro y lo acompañó en el discurso que pronunciara en el campamento de Columbia, hoy Ciudad Libertad, luego de su entrada triunfal a La  Habana, en esta visita se reencontró con una de ellas.
 
Se trataba del local, conocido como La Paloma, cuyo diseño estructural semeja el ave, en el cual se exhiben las producciones de la fábrica y parte de su historia documental.
 
El refrigerador antillano —en aquel entonces en proceso de ensayo para fabricar un nuevo modelo de dos puertas— incentivó su interés, así como las bicicletas cubanas y otros equipos incorporados a la cartera de negocios, que dieron un respiro a la fábrica, asediada por las carencias del período especial.
 

El Comandante en Jefe mostró interés por la fabricación del nuevo tipo de refrigerador de dos puertas. A la izquierda, Alfonso Madruga Álvarez, otro director de la INPUD ya fallecido.


Su encuentro con una olla de presión Pronto —como reseña Yolanda Enríquez Pérez—, causó risa entre los presentes, cuando al intentar abrirla, no pudo. «Esta olla parece un tanque de guerra», expresó.
 
«Se refería a la durabilidad y resistencia de una de los artículos insignias de la Inpud, presente en la mayoría de los hogares cubanos», explicó Yolanda.
 
El 30 de septiembre de 1996, sus impresiones quedaron registradas para la historia en el libro de visitantes, donde escribió:
 
«Me marcho con una magnífica impresión de los trabajadores, tenaces, disciplinados, capaces, y de la planta, lo que hace posible una producción de alta calidad y competitividad. Siento orgullo por este colectivo, casi todos jóvenes y muy jóvenes. ¡Así debemos marchar!».                    
 

Diálogo inesperado
 
 «Llegué temprano como de costumbre, pero el ambiente estaba raro. Miré hacia los lados y vi gente desconocida. Al entrar al Departamento de Finanzas lo supe todo. Nos advirtieron que no podíamos ir a su encuentro, pues era una visita rápida. Así que ocupamos las ventanas de cristal para presenciar su llegada», rememora Mayra Bernal Narbona.
 
«Lo vimos bajar del jeep con su andar rápido y resuelto. No pensé que tras 20 años, aquel suceso se convertiría en un acontecimiento tan importante. Es una alegría tenerlo con esa lucidez y las ideas brillantes que siempre lo acompañan».
 
Otra muchachita que por disciplina permanecía en la oficina resultó Susana Rivera García.
 
«Era difícil tenerlo tan cerca y evitar estar a su lado, así que aunque después nos regañaran, al salir del local de La Paloma, irrumpimos nosotras, a pesar del cordón de seguridad que lo protegía».
 

En el mismo sitio donde Mayra Bernal Narbona, Magda Monteagudo Pérez, Susana Rivera García,
y Blasa Águila Leiva, dialogaron con Fidel, pende la foto del líder como recuerdo del encuentro.
(Foto: Manuel de Feria)


Blasa Águila Leiva, expresó emocionada el momento en que sintió su mano fuerte y fina sobre la de ella, aquella mano que guió a los rebeldes en la Sierra y condujo programas de beneficio social.
 
Insiste Magda Monteagudo Pérez que ese día nadie trabajó.
 
«Nos fuimos temprano. Teníamos  el compromiso de estar con él en en la Plaza santaclareña a las 5:00 de la tarde. ¿La lluvia de aquel día? Qué importaba, después de compartir con ese hombre único que se llama Fidel».