Artículos

Arquitectos del futuro

Fecha: 

01/07/1999

Fuente: 

Juventud Rebelde

Autor: 

Como las obras de arte, las ideas se perpetúan en la roca, el lienzo o la literatura, y adquieren vida propia, siempre que existan artistas capaces de concebirlas.

Eso fue certeza este martes en Niteroi, municipio ultramarino de Río de Janeiro, donde se encontraron dos grandes de nuestra América: el Comandante en Jefe Fidel Castro y el padre de construcciones monumentales, Oscar Niemeyer.

Confluyeron así dos arquitectos del presente y el futuro, cuyas obras, diversas y complementarias, están guiadas por una común idea: perpetuar, del hombre, lo superior.

Hacia un medio día nublado, moderadamente frío y batido por el viento de la  bahía de Guanabara, Fidel arribó al Museo de Arte Contemporáneo, una obra de arquitectura-ficción, en forma de platillo o de flor, realizada por Niemeyer. En su interior, decenas de concurrentes trocaron el clima del local en que Fidel recibió, de manos del alcalde.  Jorge Roberto Silveira, la condecoración nombrada Arariboia,  en memoria de un cacique indígena de la región, opuesto en su época a ocupantes extranjeros. Todo un símbolo.

El líder cubano será el último en recibirla, pues, a partir de ahora, no se le conferirá a nadie más. Esto me dijo Nei Sroulevich, gran amigo de Cuba y funcionario de la municipalidad, cuando, poco antes, Fidel inauguraba el consultorio médico número 16, nombrado Comandante Jesús Montané. Cada uno de estos consultorios, me confirmó Nei, podrá brindar atención primaria a una comunidad de cuatro mil 800 habitantes y, entre todos los dispensarios, al 13 por ciento de la población niteroiense.

Este es una obra arraigada desde 1992, cuando una epidemia de dengue fue batida en común entre cubanos y  fluminenses. Por eso y por otras razones inscriptas en la historia, la solidaridad es común.

En el acto Fidel dijo acerca del médico de la familia que sola idea está aquí sembrada, y las ideas justas y humanas prosperan. Emocionado agradeció a los cientos de pobladores congregados allí la felicidad experimentada en esa mañana.

De este acto partió, para asombrarse, como dijo, hacia el Museo que acoge la exposición Cien Imágenes de la Revolución Cubana, integrada a una estructura futurista que calificó como maravilla concebida por un genio que se llama Niemeyer, de quien dijo lo veía más joven a pesar de sus 90 años- que cuando se encontraron la vez anterior en Copacabana.

Vamos a tener, sintetizó, un Niemeyer eterno, como todos los grandes artistas de la historia, en sus obras y en sus ideas.

Insistió en que cambiaremos el mundo por otro sin inferiores ni superiores, pues, con las ideas correctas, un segundo basta para descubrir la verdad.

En sus memorias, Niemeyer ha revelado que la concepción de su obra se encuentra en las curvas de las montañas que rodean la ciudad de Río, las de las olas de sus playas y las curvas de sus mujeres. Por eso es fácil confirmar que quienes tienen esta visión de las obras y del futuro, y la capacidad de concretarlas, poseen la virtud de transformar al hombre, desde la raíz.