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Aurora de dignidad en pueblo de valientes

Fecha: 

02/09/2012

Fuente: 

Periódico Trabajadores

Autor: 

Levantamiento popular armado de la ciudad de Cienfuegos

Andrés García Suárez, historiador y periodista, ha dedicado muchos años a investigar los hechos vinculados al levantamiento popular armado de la ciudad de Cienfuegos. De su autoría es un interesante libro titulado La luz que sube de tu nombre, en el que refleja hechos ocurridos el 5 de septiembre de 1957 en forma de cuentos.

Cuando le solicité dialogar sobre aquella gesta accedió gentilmente e hizo de inmediato una introducción necesaria.
“Han transcurrido 55 años y sin embargo ese hecho histórico permanece en la emoción de quienes entonces lo vivieron de alguna manera; en la memoria de quienes lo conocen por tradición oral o por lo poco que se ha escrito.

“El 5 de septiembre es siempre fecha que impresiona. Por eso cada año el pueblo cienfueguero se reúne con los dirigentes, familiares de los mártires y combatientes y acude en peregrinación multitudinaria al cementerio donde reposan los caídos. Es que fue, desde el inicio, una acción popular, enraizada en las masas, concebida y realizada por hijos humildes del pueblo. Es fecha entrañable; tiene la grandeza de lo ejecutado por infinito amor a la patria”.

El capitán de fragata Dionisio San Román tuvo un papel esencial en el levantamiento. ¿Qué puede referirme sobre él?

San Román estaba destacado en la Base Naval de Cayo Loco, o sea, en el Distrito Naval del Sur, cuando Fulgencio Batista dio el golpe de Estado del 10 de marzo de 1952. Entonces, en señal de protesta, se arrancó las charreteras de su uniforme y fue inmediatamente licenciado. En La Habana, donde residía su familia, contactó con conspiradores del Estado Mayor de la Marina de Guerra.

Después de la muerte de Frank País se organizó un plan que contemplaba acciones en varios lugares del país. Faustino Pérez, quien ocupó la responsabilidad dejada por Frank, dispuso que Julio Camacho Aguilera y Dionisio San Román fueran los jefes político y militar, respectivamente. Ambos viajaron a Cienfuegos en la tarde del 4 de septiembre. Antes de las seis de la mañana del día 5, los marinos de la célula del Movimiento 26 de Julio (M-26-7) tomaron las postas desde adentro, en silencio, dejaron pasar a los que dirigirían la acción y armaron a las milicias del 26, que estaban acuarteladas en varios puntos de la ciudad.

Sin apoyo ni avisos de otras guarniciones militares, San Román, de formación académica, no aceptó la indicación del jefe político del alzamiento —Camacho Aguilera, experimentado conspirador y luchador guerrillero—, de retomar el plan original concebido en Cienfuegos y que consideraba ir al Escambray a abrir un frente guerrillero. Adujo que no daba tiempo para eso.

Entonces abordó el guardacostas 101, al parecer para hacer contacto con otras unidades navales. Marineros sublevados que estaban en esa embarcación y se habían sumado a la acción, pero enseguida traicionaron, lo apresaron antes de salir de la bahía. Fue trasladado hasta la capital del país, donde lo torturaron terriblemente, pero no delató a ninguno de sus compañeros. Lo asesinaron y su cadáver fue lanzado a la bahía habanera desde una lancha de la Policía marítima. Es un mártir de la Revolución, como subrayó el Comandante en Jefe Fidel Castro en el acto por al XX aniversario de los hechos del 5 de Septiembre.

¿Por qué lo sucedido en aquella jornada alcanzó un carácter tan popular?

Patrullas mixtas de marinos y milicianos del M-26-7 salieron por toda la ciudad a cumplir las misiones asignadas, dando vivas a la Revolución y a Fidel. Los cienfuegueros revolucionarios acudieron en masa a las instalaciones de Cayo Loco en busca de armas. Se colocaron a las órdenes de su vanguardia política: el M-26- 7. Con esas armas tomaron la unidad de la Policía marítima, y tras un breve combate armado, la unidad de la Policía nacional, frente al Parque Martí. Con ellas también capturaron y desarmaron a soldados y policías en diferentes puntos de la ciudad. No fue posible tomar el cuartel del Ejército, pero los soldados quedaron custodiados por la población armada.

¿Puede considerarse una victoria política?

El hecho de que tan pronto la población conociera lo que estaba sucediendo, se presentara en Cayo Loco y luego en las jefaturas de la Policía nacional y la marítima en busca de armas para seguir a su vanguardia, para luchar contra la dictadura, ya indicaba una decisión política importante.

Esa fue la parte del pueblo que se armó, peleó y derrotó a la fuerza élite del Tercio Táctico de Santa Clara que entró primero en la ciudad. Luego, marineros y civiles se hicieron fuertes en los edificios principales y resistieron hasta la madrugada el asedio de aviones y tanques, obuses y ametralladoras del enemigo que tenía una drástica orden del tirano: “No quiero ni heridos ni prisioneros…” ¡Y la cumplieron los esbirros! La gran masa popular resistió el ametrallamiento de los aviones, a cuyos pilotos les ordenaron “castigar a la ciudad sublevada”; ametrallaron en siete barrios diferentes y asesinaron a Olimpia Medina Arruebarrena, de 13 años de edad, y a mujeres y hombres del pueblo. Cienfuegos peleó, resistió y soportó con dignidad y sin pánico. Las familias, en número considerable, abrieron las puertas de sus hogares para proteger a los combatientes heridos o que necesitaron esconderse. Los curaron, alimentaron y resguardaron. La solidaridad de los cienfuegueros salvó muchísimas vidas.

La población les arrebató esas víctimas seguras a la represión salvaje.

¿Qué trascendencia en la historia de Cuba ha tenido el levantamiento popular armado de Cienfuegos?

Muy grande. Quedó demostrado el resquebrajamiento de aquella pretendida “unidad monolítica de las Fuerzas Armadas”, de la que alardeaba el dictador Fulgencio Batista. Se abrió un enorme abismo entre esos cuerpos militares. El salvajismo de la represión, cometida por fuerzas militares procedentes de Villa Clara, Matanzas, La Habana y otros lugares, con armas pesadas, aviación y tanques; las horas de horror vividas por una población ametrallada, maltratada, agredida y humillada, agudizó el odio contra el tirano y su legión de asesinos. La evidencia de la barbarie elevó el espíritu de lucha popular. Esa población “saboreó” por algunas horas el triunfo, el poder del pueblo armado. El levantamiento popular, en el que, como afirmó Julio Camacho Aguilera, “el verdadero héroe fue el pueblo de Cienfuegos”, demostró que la población estaba harta de ese régimen opresor. Fue un escalón para ascender al Primero de Enero de 1959.

El Comandante en Jefe Fidel Castro, en el discurso por el XX aniversario de aquella gesta histórica, en Cienfuegos, expresó:

(…) El origen de la sublevación de Cienfuegos databa de muy atrás. Ya desde el año 1956, un grupo de marinos, es decir, soldados y cabos de la base de Cienfuegos, había entrado en contacto con el Movimiento 26 de Julio. Y el 30 de noviembre, cuando se aproximaba el desembarco del Granma y cuando tiene lugar el alzamiento de Santiago de Cuba, existía desde entonces la idea de producir el alzamiento de Cienfuegos. Pero no fue posible en aquella ocasión. Más adelante, cuando nosotros luchábamos en la Sierra Maestra, persistió la idea de producir un levantamiento en Cienfuegos, con el apoyo del grupo de marinos revolucionarios, para organizar después un frente en las montañas del Escambray. Es decir, tomar las armas de Cayo Loco y avanzar hacia el Escambray para constituir un segundo frente guerrillero.

Se pensó primero en el mes de abril; no fue posible. Se planificó después para el 28 de mayo de 1957, y estuvo muy próximo a ocurrir el levantamiento.

Nadie es capaz de imaginarse la extraordinaria ayuda que habría significado para los combatientes de la Sierra Maestra el alzamiento programado para el 28 de mayo y la apertura de un segundo frente guerrillero en las montañas del Escambray.

Y eso era perfectamente posible. Y en ese cayo había alrededor de 300 armas, más armas que las que nosotros poseíamos en ese momento en la Sierra Maestra. Digamos que realmente la idea era correcta y, más que correcta, brillante: que los cienfuegueros se hubiesen levantado junto a los marinos de Cayo Loco y hubiesen marchado hacia las montañas del Escambray.