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Cinco Palmas en nuestra resistencia

Foto tomada por Rafael Martínez Arias en ceremonia por aniversario 30 del reencuentro en Cinco Palmas. Fotos: Cortesía del entrevistado y Armando Yero Foto: Cortesía del entrevistado y Armando
Foto tomada por Rafael Martínez Arias en ceremonia por aniversario 30 del reencuentro en Cinco Palmas. Fotos: Cortesía del entrevistado y Armando Yero Foto: Cortesía del entrevistado y Armando

Fecha: 

18/12/2019

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

«¡Ahora sí ganamos la guerra!». La frase no fue dicha porque de manera ingenua, o superficialmente optimista, Fidel pensara que con tan reducido número de armas y hombres era suficiente para tan complejo anhelo, sino porque sabía que aquel no era el deseo de unos pocos, era el deseo de un pueblo, porque su preclaro pensamiento le permitía comprender que cada uno de aquellos que lo acompañaban, y él mismo, se multiplicarían en millones, porque el llamado al combate estaba hecho, y una vez esparcida la semilla, proveniente de las gestas independentistas, nada podría impedir que germinara.
 
Siete fusiles, un fuerte abrazo de hermandad y la férrea convicción de que el triunfo era posible. No hace falta otro detalle para que aflore a la memoria aquel lugar devenido símbolo de voluntad, de esperanza, de compromiso sagrado, eterno y definitivo con la causa libertaria.
Tras la furia del mar embravecido, tras el bautismo de fuego, tras el caminar a riesgo constante y sin descanso, fue Cinco Palmas el rayo de luz que rompió las oscuras adversidades. Y menudo haz de luz aquel que irrumpió allí. De tal calibre fue su refulgencia que se esparce hoy con la misma intensidad de aquella noche, atravesando el tiempo y la historia.
 
Eterno es como el gigante que aquel día, con solo una frase, demostró que los sueños engendran utopías, las utopías hacen metas y las metas, si son justas y valiosas, dotan a los seres humanos de una energía inagotable y fértil que se comparte, que aúna corazones a su paso.
Dos años bastaron, solo dos, para que irrevocablemente la razón le asistiera, y aquella afirmación del 18 de diciembre de 1956 se transformara en vítores de júbilo y gloria popular, en el primer día del calendario de 1959, y en unidad inquebrantable desde entonces, para librar y ganar todas las batallas por venir que, bien lo sabemos los cubanos, no han sido ni fáciles, ni pocas.
 
Cinco Palmas nos enseña que los obstáculos y las dificultades existen, no para flaquear ante ellos, sino para crecernos e impedir que nuestra voluntad sea anulada.
 
Así hemos hecho Revolución, así seguimos haciéndola y, mientras mayores son las adversidades, más noble y profundo es nuestro empeño de solidificar los cimientos que sostienen esta obra. Somos conscientes de los peligros que nos acechan, entendemos las complejidades de nuestro tiempo, sabemos lo que implica la irreverencia ante el más poderoso de los imperios, y es por eso que en cada frente: el económico, el político, el social…, siempre volvemos simbólicamente a Cinco Palmas y, desde allí, traemos la plena seguridad del triunfo.