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Crisis de Octubre. Alarma de Combate

Fecha: 

10/2022

Fuente: 

Revista Verde Olivo

Autor: 

El proyecto de invasión de Estados Unidos a Cuba estaba en marcha cuando la inteligencia de aquel país detectó la presencia de armamento nuclear soviético en la Isla. Entonces los acontecimientos tomaron un giro brusco.

Fidel ha explicado que la dirección cubana apreció el alcance estratégico de la operación, pues la ubicación de los cohetes de alcance medio aquí significaba, en primer lugar, una mejoría de la correlación de fuerzas de nuestros amigos del campo socialista. En segundo término, también contribuía a fortalecer la capacidad defensiva de Cuba. Esto explica la indignación que sentimos al conocer por radio el acuerdo soviético-norteamericano de retirar los misiles, sin que fuéramos consultados por el gobierno de la Unión Soviética.

«Si nosotros hubiéramos sabido que esa era la correlación de fuerzas (...) hubiéramos aconsejado prudencia (...)», dijo Fidel en la Conferencia Tripartita. 2

Por otra parte, Cuba consideró que el secreto y el engaño fueron fórmulas que nos hicieron daño.

El acuerdo militar soviético-cubano pudo y debió haber sido público. El secreto nos puso en desventaja, no solo el secreto, sino las informaciones que dio Jruschov a Kennedy. Cuba siempre defendió su derecho a adquirir los medios más convenientes para su defensa; nunca negó ni afirmó el carácter de sus armas. En cambio los soviéticos entraron ese juego, Kennedy lo descubrió y se presentó ante la opinión pública de su país y del mundo como un hombre engañado, lo que le dio fuerza moral y ventaja. Por eso tomó la iniciativa, endureció sus posiciones y apretó a Jruschov al ser verificada el 14 de octubre por la CIA la presencia de los misiles estratégicos de la Unión Soviética en Cuba.

Jruschov estuvo al principio muy combativo; pero el lenguaje del presidente de Estados Unidos se endureció según los barcos se alejaban de regreso a la Unión Soviética. Se le veía renuente a formalizar sus compromisos, en tanto que el premier soviético luchaba para lograrlo. Las posiciones de este último eran más débiles el 20 de octubre ante las exigencias. Se veía en esta fase de la crisis un Jruschov noble y un Kennedy duro que lo apretaba.

El 28 de octubre la dirección de la Revolución Cubana se enteró a través de la radio de que se había llegado a un arreglo entre la Unión Soviética y Estados Unidos sin contar con Cuba. Ello fue confirmado dos horas más tarde a través de la embajada soviética en La Habana.

Los días 18, 19, 20 y 21 fueron días muy peligrosos, porque los norteamericanos estuvieron manejando la idea de un ataque sorpresivo sobre las instalaciones militares. Y en aquellas condiciones un ataque sorpresivo habría podido ser muy costoso (...) habría podido provocar una guerra (...) Sí, una guerra nuclear. 3

«Veíamos la inspección como una humillación al país», afirmó Fidel en la Conferencia Tripartita de 1992. 4

Al hablar el 27 de diciembre de 1991 ante la Asamblea Nacional sobre la Crisis de Octubre, Fidel señaló:

Aquí no vaciló nadie, no recuerdo haber visto un solo compañero vacilando o desmoralizado. Podíamos desaparecer del mapa, porque no sabíamos en qué momento estallaba cualquier cosa —ni se sabe lo que podía estallar—, si bombardeaban aquellas bases, si alguien disparaba un cohete. Eso es un peligro real de guerra nuclear (...) y bien indignados que nos quedamos cuando hicieron la «gracia» nuestros aliados de negociar sin hablar una sola palabra con nosotros y comprometerse a retirar los proyectiles (...) pero no nos desmoralizamos (...). 5

Los yanquis se afilaron los dientes y dijeron: «Ahora que aquellos se van, se llevan su ejército y se llevan sus cohetes, estos no resisten el golpe moral ese. Pero nadie se desmoralizó; inmediatamente sacamos nuestros cinco puntos, nuestra demandas, nos pusimos duros». 6

El programa de los cinco puntos planteaba la solución de la cuestión fundamental de la crisis y del diferendo cubano-estadounidense. En esos momentos, el Gobierno Revolucionario tuvo que hacer acopio de moderación y prudencia tanto frente a las amenazas de agresión de Estados Unidos y las «inconsecuencias soviéticas» como para que el pueblo cubano asimilara el arreglo. Si bien Estados se comprometió con la Unión Soviética a no atacarnos directamente, esto no alcanzaba para proteger a la Revolución contra otros tipos de agresión ni para la preservación de nuestra seguridad nacional, que se hubiera conseguido en una negociación trilateral y un posible diálogo Estados Unidos-Cuba, el cual hubiera contribuido a aliviar la tensión. Cuba no hubiera estorbado un acuerdo sobre bases dignas.

Aquella crisis se hubiera podido resolver con un poco más de serenidad y firmeza en la cuestión del armamento nuclear, por lo menos haber tenidoen cuenta nuestros criterios y haber exigido a los norteamericanos que había que discutir con los cubanos, y entonces quizás se hubieran mejorado las condiciones. No es que Cuba estuviera en contra de una solución y, en definitiva, lo que importa históricamente es que se evitó un conflicto nuclear. Pero por principio debió haberse consultado con nuestro país. Se evitó el conflicto nuclear, pero se mantuvieron la base de Guantánamo y los vuelos de espionaje sobre nuestro territorio. A más de treinta años de la crisis se mantiene el bloqueo económico y la amenaza de invasión directa de Estados Unidos, aunque se comprometieron a no atacar militarmente la Isla.

En cuanto a la movilización, a pesar de haber sido la mayor de toda la historia militar cubana, no se paralizó el país, ni se afectó la producción:

En todas las fábricas del país, los obreros que han sido movilizados son sustituidos por otros cubanos en los centros de trabajo, con
el fin de mantener la producción (...) madres, esposas y hermanas de los trabajadores de la construcción solicitan que se les incorpore a
los puestos que dejan sus familiares para que no se detenga la producción. 7

Al frente de nuestras heroicas fuerzas armadas, al frente de ese digno pueblo, en esos «días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe» como los calificara Ernesto Che Guevara, como siempre, estuvo Fidel.

«Pocas veces brilló más alto un estadista», 8 rubricó en su carta de despedida el Guerrillero Heroico.

Notas:

 1 Conclusiones del libro Crisis de Octubre. Alarma de combate, Casa Editora Abril, La Habana, 2007.
 2 Actas de la conferencia efectuada en 1992.
 3 María Shriver: Misiles en el Caribe. Entrevista a Fidel Castro, Editora Política, La Habana 1993, pp. 24-26.
 4 Actas de la citada conferencia.
 5 Fidel Castro Ruz: Discurso en la clausura del X Período Ordinario de la III Legislatura de la Asamblea Nacional, Editora Política, La Habana, 1992.
6 Ibíd.
7 Hoy, La Habana, 26 de octubre de 1962, p.3. Carta de despedida del Che a Fidel.