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Crisis de Octubre (II, final)

Fidel ante las cámaras de la televisión explica le al pueblo y al mundo la posición de Cuba.

Fecha: 

27/11/2015

Fuente: 

Periódico Trabajadores

Autor: 

Después de la publicación por el diario Granma de una serie de trabajos con motivo del aniversario 50 de la Crisis de Octubre, en 2012, Jorge Risquet Valdés le entregó al periodista Lázaro Barredo un material que él había elaborado en el año 2000 para el prólogo de un libro sobre aquellos días. Con la publicación, en dos partes, de una versión de aquel texto, BOHEMIA le rinde homenaje al destacado dirigente del Partido, que nunca abandonó el periodismo.
 
A las 10 de la mañana del día 24 se implantó el cerco naval a Cuba por las fuerzas yanquis. A esa misma hora, en el Puesto de Mando principal de las FAR, los jefes de Dirección del Estado Mayor General y los jefes de grandes unidades de la región occidental del país, informaban al Comandante en Jefe del cumplimiento de las órdenes recibidas y de la elevada moral de los combatientes.

 
Fidel impartió las instrucciones para aumentar aún más la disposición combativa e insistió especialmente en la protección del personal frente a un ataque aéreo sorpresivo, manteniendo el máximo de vigilancia. En horas de la tarde, el Comandante en Jefe, durante su recorrido por los dispositivos de las tropas cubanas, que devendrían cotidianos durante todo ese período, visitó un grupo coheteril soviético en el noroeste de la capital. Allí se percató de que estos armamentos capaces de derribar con sus cohetes aviones a grandes alturas, resultaban indefensos ante un ataque en vuelo rasante. Frente a esta vulnerabilidad el Jefe de la Revolución decidió desplegar 50 baterías antiaéreas, de las reservas cubanas, para proteger estos medios y los grupos coheteriles R-12 portadores de ojivas nucleares.
 
En el seno del ExCom se manejaba como una posible solución a la crisis el desmantelamiento mutuo de los cohetes instalados en Cuba y Turquía, país fronterizo con la Unión Soviética. El Departamento de Estado notificó ese día a sus embajadores en Turquía y demás países de la OTAN esa posibilidad e instruyó que evaluaran las consecuencias políticas de ese hecho. Para los Estados Unidos los cohetes Júpiter eran obsoletos y en Turquía eran, además, muy vulnerables. Luego un tal canje era para el imperio ganancia militar neta. Para Cuba, sería un repugnante cambalache.
 
La Junta de Jefes de Estados Mayores ordenó al Comando Aéreo Estratégico (SAC), incrementar su nivel de alerta a la condición de defensa (Defecom) No. 2, máxima disposición de combate previa a la guerra, por primera vez en su historia.
El secretario general interino de las Naciones Unidas, el birmano U Thant, a nombre de 40 países No Alineados solicitó a la URSS y a los Estados Unidos la suspensión voluntaria, por dos o tres semanas, tanto de los envíos de armas a Cuba como de la “cuarentena” naval, y apeló a ambos países a que “se abstengan de realizar cualquier acción que pueda agravar la situación y acercar el riesgo de la guerra”.
 
El Comandante en Jefe, como en otras oportunidades posteriores, visitó la Universidad de La Habana y sostuvo un animado diálogo con los estudiantes en la Plaza Cadenas, sobre la marcha de los acontecimientos y la alta moral del pueblo para defender la Revolución.
 
El 25 de octubre Kennedy cursó un mensaje de respuesta a Jrushov recordándole que había recibido “garantías solemnes de que no se instalarían bases coheteriles en Cuba. Cuando esas garantías demostraron ser falsas, ello requirió las respuestas que he adoptado…Espero que su gobierno dé los pasos necesarios que permitan restituir la situación anterior…”.
 
La CIA informaba que no observaba cambio en el ritmo de la construcción de la base de los cohetes, y que algunos cohetes estaban operativos. Kennedy autorizó el montaje de armas nucleares de etapas múltiples en los aviones del Comando Supremo de las Fuerzas Aliadas en Europa.
 
Tres golpeas aéreos masivos por día
 
En la reunión del ExCom del 26 de octubre la CIA reiteró que la construcción de las bases coheteriles en Cuba continuaba ininterrumpidamente. Kennedy expresó que la “cuarentena” por sí misma no iba a obligar a la URSS a la retirada de los cohetes. Solo una invasión o un intercambio (de desmantelamiento de cohetes) podrían tener éxito. Se examinó también la acción del golpe aéreo. Kennedy decidió incrementar la presión mediante una mayor frecuencia de vuelos rasantes: de dos vuelos al día, a uno cada dos horas.
 
Como resultado de estos vuelos rasantes, se identificaron por el enemigo nuevos blancos y en consecuencia se perfeccionó el plan de los golpes aéreos a Cuba: Tres golpes aéreos masivos por cada día, hasta que las capacidades aéreas cubanas quedasen destruidas. Para el primer día se planificaron mil 190 misiones de bombardeo.
 
McNamara informó que los militares consideraban que una invasión les causaría grandes bajas. Más tarde, presentó el estimado de 18 484 bajas yanquis durante los primeros diez días de combate. (En el Simposium de Moscú, cuando el secretario de Defensa conoció del número de combatientes cubanos y soviéticos, más de 300 mil, me confesó que tal cifra de bajas era totalmente errónea).
 
A las 21:00 horas Kennedy recibió un largo mensaje de Jrushov. El Premier soviético le propuso: “Nosotros declaramos que nuestros barcos en camino a Cuba no llevan armamento. Ustedes declaran que no invadirán a Cuba con sus tropas ni apoyaran a ninguna otra para hacerlo. Entonces lanecesidad de la presencia de nuestros especialistas militares en Cuba desaparecerá”.
 
A las 22:00 horas se reunió el ExCom para analizar el mensaje. También en horas de la noche (sin que fuera del conocimiento de ninguno de los miembros del ExCom) Robert Kennedy se reunió con Anatoly Dobrinin en la embajada soviética en Washington. Al defender Dobrinin el despliegue de cohetes en Cuba con el argumento de que los Júpiter estaban en Turquía, Robert salió de la habitación, telefoneó, regresó y dijo a Dobrinin: “el Presidente me dijo que estamos dispuestos a considerar favorablemente la cuestión de Turquía”.
 
En horas de la tarde y la noche Fidel se reunió con los jefes de la Agrupación de Tropas Soviéticas, quienes informaron del estado de disposición de sus fuerzas. Fidel les comunicó la decisión cubana de, a partir de la mañana siguiente, hacer fuego con nuestras armas antiaéreas contra los vuelos rasantes yanquis.
 

Restos del avión espía U2 derribado al norte de Oriente.

Durante toda la madrugada del día 27, Fidel dictó a Alexeiev, en la embajada soviética, su primer mensaje a Jrushov. Una síntesis de este mensaje solo fue dado por teléfono a un asistente de Nikita por Gromiko a las 01:10 horas de la madrugada de Moscú del 28 de octubre. Como se puede colegir, entonces las comunicaciones codificadas eran lentas y teníamos en contra nuestra las ocho horas de diferencia entre La Habana y Moscú.
 
Esta carta de Fidel a Jrushov y el polémico intercambio epistolar entre ellos en el período del 28 al 31 de dicho mes, que incluye otros cuatro mensajes más, son de conocimiento de los lectores cubanos, pues fueron desclasificados y publicados en Granma, en diciembre de 1990.
 
En la mañana de ese día 27, hora de Cuba, Radio Moscú comenzó a difundir un mensaje de Jrushov. En este la URSS planteó retirar los cohetes de Cuba con verificación a cambio de las garantías norteamericanas de no invadir ni permitir a sus aliados invadir a Cuba, al igual que la proposición de su mensaje anterior, pero agregando como nueva condición el desmantelamiento de los Júpiter de Turquía. Es evidente que entre este y el anterior mensaje, Nikita recibió la información de la conversación de Dobrinin con Robert Kennedy y utilizó la radio para difundir su mensaje, medió mucho más rápido que la comunicación cifrada.
 
A las 10:17 horas del mismo 27 de octubre, un avión espía U2 piloteado por el mayor Anderson fue derribado por un cohete tierra-aire SA-75 en la zona de Banes, lanzado por una unidad soviética. En la mañana y la tarde de ese día, las baterías antiaéreas cubanas abrieron fuego sobre cuatro aviones cuando sobrevolaban las instalaciones, en San Cristóbal y en Sagua la Grande. Uno de los aviones fue alcanzado por un proyectil antiaéreo de 37 milímetros pero logró regresar a su base.
 
En la noche tuvo lugar otra entrevista Robert Kennedy-Dobrinin. El Fiscal General presionó a una respuesta soviética para el siguiente día: “Si ustedes no retiran las bases, nosotros las eliminaremos”. Agregó que Estados Unidos estaba ansioso por retirar losJúpiter de Turquía y de Italia y poco después que la crisis concluyera dichos cohetes habrían de desaparecer pero no podrían incluirse ahora como parte del acuerdo.
 
En el ExCom se debatió la respuesta a Jrushov, poseyendo dos mensajes de Jrushov: uno con la condición de la retirada de los Júpiter de Turquía y otro sin esta exigencia. Se ignoró el primero y se dio una respuesta positiva al segundo. Esta respuesta se trasmitió a Moscú a las 20:05 horas de Washigtondel 27.
 
En respuesta al pedido de U Thant de que Cuba detuviera las construcciones de los emplazamientos coheteriles, el Comandante en Jefe Fidel Castro respondió al secretario general interino de la ONU que estaba en disposición de hacerlo si Estados Unidos suspendía el bloqueo naval. Fidel invitó a U.Thant visitar Cuba.
 
Temprano en la mañana del 28 de octubre, Fidel y los demás compañeros de la dirección cubana se enteran por la transmisión de Radio Moscú, de un nuevo mensaje de Nikita a Kennedy: “[…] El Gobierno soviético ha dado la orden para descontinuar los trabajos en los emplazamientos y ahora una nueva orden para desmantelar las armas que Usted describe como ofensivas y enviarlas de regreso a la URSS”.
 
El líder soviético estaba dispuesto a llegar a un acuerdo sobre la verificación por la ONU del desmantelamiento. No hizo referencia a los Júpiter de Turquía. Pidió que Estados Unidos se abstuviera de sobrevolar Cuba con los U2. En horas de la tarde se recibió en La Habana un breve mensaje de Jrushov a Fidel comunicando lo anterior.
 
Los Cinco Puntos exigidos por Cuba
 
Ante ese acuerdo adoptado por las dos superpotencias sin consultar ni tener en cuenta la opinión de Cuba, en la misma tarde del 28 de octubre, el Comandante en Jefe planteó las exigencias de nuestro país.
 
No existirían las garantías de que hablaba Kennedy, si, además de la eliminación del bloqueo naval que prometía, no se adoptaban las medidas siguientes:
 
Primero: Cese del bloqueo económico y de todas las medidas de presión comercial y económica que ejercen los Estados Unidos en todas las partes del mundo contra Cuba.
 
Segundo: Cese de todas las actividades subversivas, lanzamiento y desembarco de armas y explosivos por aire y mar, organización de invasiones mercenarias infiltración de espías y sabotajes, acciones todas que se llevan a cabo desde el territorio de Estados Unidos y de algunos países cómplices.
 
Tercero: Cese de los ataques piratas que se llevan a cabo desde bases existentes en Estados Unidos y en Puerto Rico.
 
Cuarto: Cese de todas las violaciones del espacio aéreo y naval por aviones y navíos de guerra norteamericanos.
 
Quinto: Retirada de la Base Naval de Guantánamo y devolución del territorio cubano ocupado por Estados Unidos.
 
La concesión hecha por Jrushov a Kennedy de retirar los cohetes de Cuba no satisfizo plenamente a Estados Unidos. Comiendo le entra hambre a la fiera. A medida en que se desmantelaba y retiraban los cohetes, los gobernantes yanquis plantearon exigencias nuevas que amenazaban con complicar nuevamente el conflicto. Pasaron varias semanas para que cesara el bloqueo naval a Cuba y la amenaza de la agresión militar directa.
 
En la noche del 28 de octubre, tercer aniversario de la desaparición de Camilo, en un acto en Santiago de Cuba ante una multitud enardecida, Raúl dio lectura a los Cinco Puntos y expresó: “[…] Nosotros estamos por la paz, pero no podemos discutir la soberanía de nuestro pueblo, que tiene derecho a escoger el camino que más desee[…] Nuestros derechos y nuestra soberanía; dice nuestro pueblo y dice Fidel, no se discuten. ¡Se pelean!”
 
Raúl advirtió que ahora había que estar más alerta que nunca, recordando que Kennedy se había comprometido a no invadir a Cuba antes de Girón y sin embargo permitió la agresión de la brigada mercenaria, que fue organizada, armada y dirigida por Estados Unidos.
 
Sobre el compromiso norteamericano hizo este emplazamiento: “El Presidente Kennedy tiene la oportunidad de demostrar que son sinceras sus palabras de respetar la dignidad y soberanía de nuestro pueblo, accediendo a los Cinco Puntos propuestos por Fidel”.
 
Al amanecer del lunes 29 el país era un hervidero. En fábricas, granjas, escuelas, en las trincheras ocupadas por los combatientes, las masas se pronunciaban a favor de los Cinco Puntos como la digna plataforma para una verdadera solución de la Crisis y las causas que le dieron origen.
 
Se confundía en el estado de ánimo de la gente su indignación contra los imperialistas y su decepción por las medidas inconsultas del Gobierno soviético, retirando los cohetes a cambio de una mera promesa condicionada. También no pocos militares soviéticos, que estaban dispuestos a combatir y caer junto a sus hermanos cubanos enfrentando una agresión norteamericana, expresaban su amargura por la decisión de Moscú.
 
En la reunión del ExCom de ese día donde reinaba un aire de victoria, Kennedy ordenó que los buques de la “cuarentena” se mantuvieran en sus puestos. Accedió a la petición de Jrushov de suspender, por el momento, los vuelos del U-2, pero decidió reanudar los vuelos rasantes.
 
El 30 de octubre llegó a La Habana, respondiendo a nuestra invitación, el secretario general interino U Thant, acompañado de algunos funcionarios de la ONU. La primera entrevista se realizó ese mismo día, con la participación de Fidel, Osvaldo Dorticós y Raúl Roa.
 
El Comandante en Jefe le explicó la posición cubana contenida en los Cinco Puntos y el rechazo categórico a la inspección del territorio nacional. Ante esta posición, U Thant: afirmó: “Toda acción de las Naciones Unidas en el territorio cubano sólo podrá emprenderse con el consentimiento del pueblo y del Gobierno de Cuba”.
 
Fidel subrayó que “[…] Estados Unidos no tiene ningún derecho a invadir a Cuba y no se puede negociar con una promesa de no cometer un delito, con la simple promesa de no cometer un delito. Frente a la amenaza de ese peligro, nosotros confiamos más en nuestra decisión de defendernos que en las palabras del gobierno de los Estados Unidos”.
 
Los pronunciamientos de U Thant reflejaban su sincera preocupación por la paz y, al mismo tiempo, su celo por el respeto a la soberanía de los pueblos y al derecho internacional.
 
“Mis colegas y yo opinamos -dijo el diplomático birmano- que el bloqueo era ilegal, que ningún estado puede admitir un bloqueo no ya solo militar, ni siquiera económico. Eso es usar la imposición de la fuerza de una gran potencia contra un país pequeño. También les dije (al gobierno estadounidense. N. R)que era ilegal e inadmisible el reconocimiento aéreo que se estaba haciendo sobre Cuba. Estas tres cosas, bloqueo económico, bloqueo militar y reconocimiento aéreo, son ilegales”.
 
Al día siguiente se produjo una segunda conversación con U Thant. A petición del alto dignatario de la ONU, Cuba accedió, por razones humanitarias, a devolver a sus familiares el cadáver del mayor Anderson, piloto del U-2 derribado en Banes.
 
Fidel advirtió al secretario general interino que la continuación de los vuelos rasantes norteamericanos era una fuente potencial de conflicto, pues el pueblo cubano no podía tolerarlo y estaba en condiciones de derribarlos.
 
El primero de noviembre, Fidel compareció ante la televisión para informar de las negociaciones con U Thant y de la situación existente. Expuso las discrepancias surgidas entre la URSS y Cuba en relación a la decisión inconsulta de la retirada de los cohetes, las cuales serían discutidas de Partido a Partido ya que teníamos confianza en la dirección del PCUS. Fidel se refirió a la generosa ayuda que la Unión Soviética brindaba a Cuba frente a cada zarpazo yanqui.
 
Kennedy, que había suspendido los vuelos rasantes durante la visita de U Thant a Cuba, al regreso de este, al conocer el rechazo de Cuba a la inspección de su territorio, ordenó reanudarlos.
 
El pretexto inicial de Washington para los vuelos a baja altura era vigilar el desmantelamiento de las bases de cohetes nucleares, tarea que se cumplió para el primero de noviembre. Luego esgrimió la justificación de mantener una estrecha vigilancia de los aviones IL-28, basificados en San Julián y Holguín. Sin embargo, los aviones yanquis sobrevolaban numerosos puntos del país.
 
El verdadero propósito era ultrajar a nuestro pueblo y desmoralizar a las tropas. El 15 de noviembre, en carta pública a U Thant, Fidel advirtió que Cuba abriría fuego contra los aviones de reconocimiento: “Cualquier avión que sobrevuele el espacio aéreo cubano lo hará a riesgo de ser destruido”. Reiteró a U Thant en ese mensaje nuestra oposición a cualquier inspección unilateral, fuera ésta de un organismo nacional o internacional.
 
Mientras el día 16 el Comandante en Jefe, en la Base Aérea de San Antonio, punto diariamente visitado por los aviones yanquis, esperaba junto a los artilleros antiaéreos la llegada de las naves norteamericanas para abatirlas, en la Casa Blanca Kennedy decidió suspender los vuelos a baja altura ese día y pospuso la consideración de cuando reanudarlos. No obstante, hizo declaraciones públicas tratando de justificar los vuelos y afirmando que continuarían.
 
Desde el 2 de noviembre había llegado a Cuba, AnastasMikoyan, viceprimer ministro del Gobierno soviético, y anunció de inmediato el apoyo a los Cinco Puntos. Anteriormente, en breve estancia en Estados Unidos, se entrevistó, entre otros, con Stevenson, delegado norteamericano en la ONU y con el secretario general interino. En el aeropuerto neoyorquino, momentos antes de partir para Cuba, Mikoyan rechazó recibir un documento oficial de Washington que planteaba nuevas exigencias del retiro de otras armas, consideradas “ofensivas” por la Casa Blanca.
 
En la primera conversación de Mikoyan con la dirección cubana, Fidel advirtió a éste que tras las concesiones hechas, los yanquis plantearían nuevas exigencias, como la retirada de los bombarderos IL-28, señalamiento al que el vicepremier respondió que en ese caso serían rechazadas por la URSS.
 
En el curso de las conversaciones, que fueron varias y espaciadas, se manifestó un franco desacuerdo entre las partes soviética y cubana, sobre los asuntos pendientes, pues nos oponíamos a la retirada total de las tropas motomecanizadas, de los IL-28 y otros tipos de armas como las coheteras Komar y a cualquier inspección unilateral sobre Cuba. La permanencia de Mikoyan en nuestro país se extendió hasta el 25 de noviembre.
 
Del 5 al 9 de noviembre se retiraron los cohetes soviéticos y fueron inspeccionados en alta mar por la flota yanqui.
Mientras tanto, se desarrollaba una fluida correspondencia entre Kennedy y Jrushov.
 
En el análisis de esas cartas, desclasificadas a principios de 1992, se puede apreciar a “un Jrushov muy noble y muy franco, muy sincero y se ve a un Kennedy más duro, que lo aprieta…”.Como expresó Fidel en la Conferencia Tripartita de La Habana.
 
Kennedy ejerció particular presión sobre el retiro de los IL-28 que en realidad eran aviones obsoletos subsónicos que no significaban peligro alguno para Estados Unidos, como reconoció McNamara en la Conferencia Tripartita de Antigua.
 

La primera entrevista con el
secretario general interino de la ONU,
U Thant, se realizó el 30 de octubre,
con la participación de Fidel,
Osvaldo Dorticós y Raúl Roa.

Con el pretexto de estos bombarderos, Estados Unidos planificó desde el 8 de noviembre un eventual ataque aéreo sobre sus bases y mantuvo el bloqueo yanqui a Cuba. La movilización de sus fuerzas armadas (de cien mil efectivos del ejército, 40 mil infantes de marina, 14 mil 500 paracaidistas, 550 aviones de combate y 180 buques) estaba lista para una acción militar contra Cuba, según informó el General Maxwelll Taylor al Presidente el 16 de noviembre.
 
Kennedy siguió presionando a Jrushov para la retirada de los bombarderos, mientras preparaba una agresión a Cuba con tal motivo.
 
El 19 de noviembre, el mandatario norteamericano preparó cartas a los jefes de Estado y Gobierno de sus principales aliados (Gran Bretaña, Francia y Alemania) advirtiéndoles que la crisis podría plantearse de nuevo en breve y que estaba en consideración la conveniencia del bloqueo y de un ataque aéreo masivo contra Cuba.
 
Estas cartas no fueron enviadas, pues coincidiendo con ellas, Jrushov prometió a Kennedy retirar los bombarderos en un plazo de 30 días. Correspondió a Mikoyan darle a Fidel con antelación la noticia de la decisión soviética. Cuba se vio obligada, ante tales circunstancias, a comunicarle a U Thant que dichos aviones eran propiedad del Gobierno soviético y no seríamos un obstáculo si la URSS consideraba conveniente su retirada para la buena marcha de las negociaciones sobre la Crisis. Todo ello ocurrió entre el 19 y el 20 de noviembre.
 
El 20, a las 18:00 horas, en conferencia de prensa, Kennedy anunció el retiro de los IL-28 y el cese de la “cuarentena”. Sus palabras fueron amenazantes para Cuba y manifestaron la hostilidad de Estados Unidos hacía el régimen imperante en nuestro país.
 
Se cancelaron los vuelos a baja altura y se programaron vuelos del U-2 para verificar el desmantelamiento y retirada de los bombarderos.
 
El 22 de noviembre, se produjo la desmovilización de las tropas cubanas. No obstante, a lo largo de todos estos años muchas veces nuestras fuerzas armadas han debido movilizarse, total o parcialmente, ante peligros de agresión. Frente a la agresión de la potencia militar, económica y tecnológica más poderosa que haya existido jamás, nuestro pueblo resiste y se levanta, más estrechamente unido que nunca antes, en movilización permanente, como en los días de la Crisis. Desarrolla, al mismo tiempo, un esfuerzo cada vez más eficiente en el terreno económico y una lucha pacífica de ideas.
 
Al mismo tiempo, se extiende y profundiza en el pueblo estadounidense la oposición al bloqueo y la hostilidad contra la gallarda Isla vecina que esgrime como bandera la verdad y la firmeza inquebrantable de Baraguá. Cuba recibe y agradece la sincera admiración y la creciente solidaridad de los pueblos del mundo.
 
Parecen dichas para hoy, las palabras del Che en el Cacahual, el 7 de diciembre de 1962: “Durante la Crisis del Caribe, el pueblo fue un gran Maceo”. Y esta otra frase de su histórica carta de despedida a Fidel: “He vivido días magníficos y sentí a tu lado el orgullo de pertenecer a nuestro pueblo en los días luminosos y tristes de la Crisis del Caribe. Pocas veces brilló más alto un estadista que en estos días”