Artículos

Cuando se trata de grandeza

ALFREDO Acosta, presidente de la CPA Héroes de Yaguajay. OTOS: HUMBERTO LISTER
ALFREDO Acosta, presidente de la CPA Héroes de Yaguajay. OTOS: HUMBERTO LISTER

Fecha: 

27/01/2017

Fuente: 

Sitio Web El Artemiseño

Autor: 

Hay seres humanos que llegan a la vida para marcar. Unos son íconos, símbolos, ejemplos a seguir. Pero, cuando se trata de grandeza, hay hombres que marcan la historia: ese es Fidel Castro. Y es muy difícil hablar de él. Hay un sinfín de cualidades que le pertenecen; fue de todo cuando tuvo que serlo: guerrillero, campesino, obrero, Martí en una época diferente; fue entrega y abnegación, Patria, líder, PUEBLO. Decir que hay palabras suficientes para él es absurdo.
 
De niña siempre quise tenerlo algún día cerca. Ahora ya mayor entiendo que siempre ha estado ahí, en todas mis aulas desde mi primaria Camilo Cienfuegos hasta mi UH, y más presente allí, imposible, en cada esquina, en todos los centros de trabajo, en los hospitales, hasta en el mismo aire.
 
En Alquízar también dejó su huella; la cooperativa Héroes de Yaguajay sintió su fuerza. “Fidel es inolvidable; es tanto que estremece. Aquí venía mucho, interesado por la moringa y por la cría de búfalos, pero lo revisaba todo: la producción de cultivos varios, el rendimiento de la caña que tuvimos un tiempo… Así era el Comandante”, rememora Alfredo Acosta, presidente de esa CPA.    
 
Alfredo visitaba su casa y compartió con su familia, la mejor del mundo, asegura. “Nunca pensé que a este guajiro lo fueran a recibir con ese amor. Imaginé que iba a ser diferente, pero hasta junto a él en su carro fui, y la conversación durante el camino fue igual de placentera que en el resto del día.
 
“Hasta las 8:00 de la noche compartimos. Dimos un recorrido por la casa y después fuimos a su finca, donde hay sembrado casi de todo; le gustaba mucho cultivar. Me dijo en una ocasión: ‘la tierra es la más agradecida; la labor de quien la cultiva es una de las más nobles, siempre entrega, hay que brindarle amor y dedicación’.
 
Y hasta hoy llevo conmigo esa lección como un tesoro”, dijo sin mirarme a la cara, con los ojos más que entristecidos, llenos de pérdida, sin saber cómo me iba a mirar.
 
La muerte de Fidel le hizo estragos, al punto de sentirle en la voz un timbre hueco, vacío, de dejadez y pena. “Una cosa que valoro mucho de mi líder es que siempre fue del pueblo, no de la política. Les daba importancia a todos. Se identificaba con su gente, su socialismo, el que siempre defendió, y lo llevaba a todas partes, dando más la vida que hasta el mismo ejemplo.”
 
Dice Alfredo que Fidel comenzó a visitar la Héroes de Yaguajay detrás de una mata de moringa de más de 60 años, en casa de sus suegros. “Ese día vino con Chávez, pero se le hizo muy tarde y planificamos otro encuentro; fue cuando lo invitó a ir a su casa. Me quería morir.
 
“El Comandante es una de esas personas a quienes nosotros los guajiros les llamamos ‘fuera de grupo’, porque está a un nivel muy por encima de los demás, siempre resaltando.
 
“Me mandaba a hacer estudios del rendimiento de determinados cultivos, y no entendía por qué, hasta que un buen día me dijo: ‘Tranquilo, Alfredo, ¿sabes por qué lo hago? Es para cuando mis científicos vengan a darme datos tener con qué comparar, y en ti confío; no me gustan los gatos por liebre’. Esas son las cosas de él.”
 
Su pérdida ha llegado a ser como la de un hermano más o la de un padre, sin conocerlo personalmente se le quería así. “Ya me puedo morir. He tenido la satisfacción profunda de conocerlo de cerca, cenamos en ocho ocasiones y los recorridos por la cooperativa fueron aun de más frecuencia. Mi vida ya está llena; su grandeza me completó.”
 
El artemiseño