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Dando la sangre ayer, dando el sudor hoy

Fuente: 

Periódico Granma

Cuentan que eran las 11 de la mañana cuando una canción de moda comenzó a radiarse al unísono en varias emisoras del país. Mas fue por poco tiempo que aquella música con acento italiano se escuchó, pues un breve silencio dio paso a los primeros acordes del Himno Invasor y al llamado que sacudió a la nación: «¡Atención, cubanos! ¡Atención! Es el 26 de Julio llamando a la Huelga General Revolucionaria. Adelante cubanos. Desde este momento comienza en toda Cuba la lucha final que solo terminará con el derrocamiento de la dictadura...». Era el 9 de abril de 1958.
 
Muchos hombres y mujeres estaban atentos a ese mensaje, esperaban esa señal para iniciar acciones en todo el país que incluyeron la toma de emisoras de radio, paros, sabotajes, el ataque a cuarteles de la tiranía y a la cárcel de Boniato, la interrupción del tránsito en diversos sitios y el asalto a la armería de La Habana Vieja, entre otras misiones que demostraron la decisión del pueblo de luchar por su libertad.
 
Los frentes guerrilleros también arreciaron el combate en apoyo a la huelga, aunque eran pocos, no llegaban siquiera a 200 hombres, los rebeldes hicieron el máximo esfuerzo con sus reducidas fuerzas para respaldar al movimiento revolucionario. Hasta los llanos del Cauto ­llegó el fragor de la batalla bajo la guía de Camilo Cienfuegos.
 
«Aquel día se luchó en todo el país, aquel día decenas de jóvenes valerosos, escasamente armados, cayeron combatiendo a la tiranía, y decenas de ellos fueron asesinados en actos de feroz y vandálica represión», diría Fidel diez años después, al recordar el hecho en Sagua la Grande, esa ciudad que «escribió una página imborrable de heroísmo»; porque fue «extraordinario cómo un número tan reducido de hombres, apoyados por el pueblo, habían podido mantener bajo control durante 24 horas una ciudad del tamaño y de la importancia de Sagua la Grande».
 
Dolió entonces y duele ahora, 61 años después, toda la sangre valerosa que cristalizó el camino de la Patria. Duele y enorgullece, porque si «en aquella ocasión el movimiento revolucionario recibió un revés (…)», fue también el «ejemplo de cómo un pueblo revolucionario es capaz de recuperarse».
 
En solo unos meses el sol de enero alumbró para todos y el 9 de abril quedó inscrito en la historia del país, que «se escribe así: dando la sangre ayer, dando el sudor hoy», diría Fidel. De eso se trata, de continuar por la senda gloriosa de quienes dieron «la sangre para defender el fruto del sudor, ¡dar la sangre y dar siempre la sangre y dar siempre el sudor!».