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Diálogos con la historia (V parte)

Fecha: 

11/03/2011

Fuente: 

Periódico El Sol de México
Durante la entrevista con el Comandante Fidel CastroEn esta quinta entrega de la serie de artículos que Organización Editorial Mexicana ofrece a sus lectores, continuamos dando seguimiento al proceso revolucionario cubano. Un acontecimiento que condujo a una rápida radicalización ideológica y política fue la invasión de Bahía de Cochinos o Playa Girón como lo conocen los cubanos. Es cierto que el gobierno cubano había decretado leyes y medidas revolucionarias como la Ley de Reforma Agraria, la nacionalización de las Empresas Eléctrica y Telefónica y la expropiación de varios centrales azucareros y los principales latifundios, medidas que tocaron muy fuerte a los intereses de E.U. en la Isla. Había enfrentamientos diplomáticos y políticos, pero con la invasión alcanzó su grado extremo el histórico diferendo entre los dos países, el que al año siguiente, con el apoyo de la entonces Unión Soviética, desencadenaría, en octubre de 1962, la muy conocida Crisis de los Misiles.

Cuba fue un país que estuvo muy estrechamente ligado a los intereses norteamericanos desde su separación de España en 1898 y años antes. La Revolución Cubana, en un principio, no se definía como comunista, pero tenía una muy clara orientación nacionalista; por ello comenzó a adoptar profundas y radicales medidas de carácter social y económico que lesionaron sensiblemente los intereses estadunidenses. La reacción de Washington fue inmediata: ruptura de relaciones diplomáticas en 1961, imposición del bloqueo económico que aún perdura, exclusión de Cuba de la OEA (Organización de Estados Americanos) y organización, mediante operaciones secretas de la CIA, de la fallida invasión de emigrados anticastristas en Bahía de Cochinos o Playa Girón, con el total apoyo logístico de E.U. y la autorización del Presidente Kennedy, en abril de 1961.

A fines de 1962, aviones espías norteamericanos U2 detectaron la construcción de rampas de misiles y la presencia de tropas soviéticas en Cuba. El 22 de octubre de ese año, con el respaldo de sus aliados occidentales, Kennedy tomó una medida de gran dureza: establecer una "cuarentena defensiva" a la Isla, es decir, un bloqueo, desplegando unidades navales y aviones de combate en torno a la Isla. Si los navíos soviéticos hubiesen decidido forzar el bloqueo, el conflicto armado entre las dos superpotencias resultaba inevitable.

Fue el momento de la Guerra Fría donde más cerca estuvo el enfrentamiento directo entre la URSS y E.U., lo que sin dudas hubiese provocado una hecatombe nuclear de imprevisibles consecuencias para la humanidad. Finalmente, tras negociaciones secretas, Jruschov lanza una propuesta aceptada por Kennedy mediante la cual la URSS retiraría sus misiles de Cuba a cambio del compromiso norteamericano de no invadir la Isla y de la retirada de los misiles Júpiter que E.U. tenía desplegados en Turquía. El mes siguiente la URSS desmontaba y repatriaba su material bélico ofensivo y E.U. levantaba la cuarentena defensiva. La forma en que los rusos actuaron en estas circunstancias no fue del agrado de los cubanos.

La rápida solución de la crisis demostró, y hoy tiene total validez, la eficacia de la estrategia de la disuasión y la importancia del diálogo entre las grandes potencias. A partir de aquel momento se establece una comunicación directa entre la Casa Blanca y el Kremlin para desactivar cualquier crisis o malentendido: el muy comentado "teléfono rojo".

El episodio de la crisis de octubre tensó fuertemente las incipientes relaciones entre Cuba y la URSS, y constituyó una fuente de especulaciones y comentarios sobre el desarrollo de dichos acontecimientos. Interrogado por mí, en octubre de 1990, en relación con una de las informaciones publicadas en la prensa sobre el tema, Fidel aclaró, con su precisión característica, la grave acusación que se había dado a conocer.

-Señor Presidente Fidel Castro, hace unos días me encontraba en Corea y pude leer un artículo en el "International Herald Tribune" sobre las memorias de Jruschov, en las cuales se decía que usted, en 1963, durante la crisis de octubre, era partidario de un ataque nuclear en contra de Estados Unidos.

-¿Qué me puede comentar sobre esta acusación tan grave?

Serio, con la mano derecha se toca la barba y con tono muy firme, me dice:

"Mario, yo también leí cables internacionales donde se informaba que en Estados Unidos estaban publicando fragmentos de una supuesta autobiografía o notas de Jruschov relativas a aquella fecha, en que se me atribuye haber aconsejado a Jruschov un ataque preventivo con cohetes nucleares contra Estados Unidos. Tal vez, incluso Jruschov interpretó eso o puede haber interpretado alguno de mis mensajes de esa forma; pero realmente no fue así. No lo voy a explicar tampoco ahora, pero conservo, afortunadamente, los mensajes que intercambié con Jruschov en las horas más difíciles de la crisis y en los días posteriores. Los conservo. Pensé que tal vez algún día servirían para una historia; pero como últimamente se han cometido tantas indiscreciones y se han publicado tantos papeles; tal vez me vea ante la necesidad de publicarlos y de esa manera que se conozcan bien esos mensajes y cuáles eran mis puntos de vista sobre esta cuestión a raíz de la crisis de octubre, sin esperar demasiado tiempo para que las generaciones contemporáneas conozcan bien realmente las posiciones de Cuba en aquel momento.

"Tal vez esto lo agitan, con los siempre buscados fines de crear animadversión y odio contra Cuba en el seno de la opinión pública norteamericana y la cosa, repito, no es así como se dice. Las posiciones que sostuve entonces las sostengo ahora y lo que dije entonces lo diría ahora exactamente igual; no me arrepiento ni un ápice de lo que hice y lo que dije. Pero es bueno que en medio de tanta chismografía y de tanta gente que habla, nosotros divulguemos algunos de esos documentos".

-Amigo Presidente, cuando tome la decisión de publicar estos materiales le ruego se acuerde de la Organización Editorial Mexicana.

"¡Claro que sí, Mario! Que se vea cómo todavía da vueltas la crisis de octubre, período que vivió nuestro pueblo. Período sumamente difícil que afrontó con extraordinaria sangre fría y ecuanimidad". (Diálogos con la Historia, Tomos 1 y 2, páginas 77 y 78).

Organización Editorial Mexicana continuará con una serie de trabajos periodísticos que se publicarán en las próximas semanas y que forman parte de esta historia relacionada con la visita del Presidente Castro a la Unión Soviética. Podrán apreciar el ambiente solidario y de amistad que caracteriza la visita; ello ocurre, prácticamente, al año siguiente de la Crisis de los Misiles. La gran cantidad de fotos de ese encuentro ruso-cubano al más alto nivel, muestran a un Fidel Castro seguro y victorioso al que los dirigentes soviéticos colman de exquisitas atenciones y una deferencia singular. Seguramente Jruschov y Fidel durante aquellos días tuvieron la oportunidad de discutir, personalmente, algunas de las discrepancias que tuvo y ha expresado públicamente el líder cubano sobre la retirada de los misiles de Cuba en 1962.

Las relaciones con la URSS tuvieron también ciertos momentos de crispación y distanciamiento. La Crisis de los Misiles fue uno de ellos; pero también en la década de los 80 hubo fricciones muy fuertes entre ambos gobiernos. El propio General Raúl Castro en entrevista realizada por OEM en el año 1992, 12 años después de ocurridos los hechos, explicó los detalles de aquel singular desencuentro.

-General Raúl Castro, me decía usted que con motivo de haberse hecho de conocimiento público algunos archivos secretos de la ex Unión Soviética, usted nos comentaría algo de la relación de Cuba con ese país.¿De qué se trata?

"A principios de la década de los ochenta visité la URSS y sostuve una entrevista oficial con el presidente del Soviet Supremo y Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en el que participaron el Ministro de Defensa y el Secretario del Comité Central para las Relaciones Exteriores. Acudí en solitario, a solicitud de ellos. El traductor era soviético.

"Ante la agresividad de la administración Reagan hacia Cuba desde sus primeras semanas de gobierno, el objetivo de nuestra visita a Moscú era plantearle a la dirección soviética la opinión nuestra acerca de la urgencia de desarrollar acciones políticas y diplomáticas extraordinarias, que lograran el propósito de frenar las renovadas intenciones yanquis de golpear militarmente a Cuba.

"Ello, sugerimos nosotros, podía consistir en un planteamiento oficial soviético a Estados Unidos de que una agresión a Cuba no sería tolerada por la URSS y exigir a Washington el estricto cumplimiento del compromiso de no atacar a Cuba, adoptado cuando la Crisis de Octubre de 1962. Todo esto podría ser calzado con gestos que mostraran el mayor estrechamiento de los lazos políticos y militares entre Cuba y la URSS.

"Presta atención, Mario, la respuesta del máximo dirigente soviético fue tajante: en caso de agresión norteamericana a Cuba, nosotros no podemos combatir en Cuba afirmó textualmente, porque ustedes están a 11 mil kilómetros de nosotros y agregó: ¿Vamos a ir allá a que nos partan la cara?

"La parte soviética nos hizo saber que no estaba en disposición de plantearle a Estados Unidos ningún tipo de advertencia en relación con Cuba, ni siquiera recordar a Washington el compromiso de (John F.) Kennedy de octubre de 1962, el cual siempre era puesto en duda por cada nueva administración yanqui.

"Desde luego, la URSS ofrecía prestarnos siempre su apoyo político y moral y suministrarnos los armamentos, según el programa quinquenal vigente.

"Como comprenderás, era el momento más virulento del primer período de la administración Reagan y su prepotente Secretario de Estado, Haig, el ex General y ex Comandante Supremo de la OTAN, quien planteaba insistente y descaradamente, como recordarás, que había que sofocar las revoluciones en Centroamérica, liquidando su fuente, que según él era Cuba.

"Aunque desde mucho antes nosotros habíamos partido de la convicción de que la URSS no iría a una guerra por Cuba y sabíamos que sólo podríamos contar con nuestras propias fuerzas para defendernos fue, precisamente, en ese momento de mayor peligro que la dirección soviética nos hizo saber solemne, clara y oficialmente, que frente a una eventual agresión militar del Pentágono, Cuba se vería dramáticamente sola.

"No se te escapará el aliento a una agresión que para Estados Unidos significaría conocer esta posición soviética, saber que gozaría de total impunidad. Ello nos obligó a guardar celosamente el secreto para no estimular al enemigo y redoblar nuestra preparación para librar la guerra de todo el pueblo si el imperialismo nos la imponía.

"Fue así que a mi regreso de Moscú, en la reunión del Buró Político donde se informó en general sobre el viaje, el compañero Fidel planteó que había una cuestión, tan amarga y de tanta trascendencia en caso de divulgarse, que hasta el momento sólo conocíamos él y yo. Y propuso a la dirección que aprobara que el conocimiento y manejo del asunto quedara circunscrito al Primer y Segundo Secretarios, mientras lo consideramos necesario, lo cual fue aprobado por todos".

-Señor Ministro de las Fuerzas Armadas, Raúl Castro, este abandono confeso de la URSS a Cuba en caso de agresión extranjera, ¿no produjo un distanciamiento entre los dos países?

"Públicamente, las relaciones se mantuvieron como siempre, incluso se produjeron algunos gestos de mayor estrechamiento de éstas, lo cual contribuía a desinformar al enemigo acerca de la real posición soviética.

"Internamente, Fidel y yo y otros compañeros que por necesidades de trabajo conocieron después de esto que codificamos como Caso Pandora, sufrimos en silencio la amargura, asimilamos la experiencia y de todo ello sacamos mayores energías para prepararnos para asumir solos nuestra misión histórica. Solos, como siempre habíamos librado nuestras guerras por la independencia.

"El hecho de que la URSS nos comunicara su decisión de desentenderse militarmente en el caso de una agresión a Cuba, no aminoraba, ni un ápice, el peligro que corríamos a causa de las tensiones Este-Oeste. La intervención soviética en Afganistán que, aunque nunca estuvimos de acuerdo con ella, nos negamos a sumar nuestra voz al hipócrita coro imperialista que la condenaba, es un ejemplo de ello, pues incitaba a Estados Unidos a actuar de igual modo. Aunque con fines inconfesables, en su zona de influencia.

"Otro ejemplo: un nuevo Afganistán en Polonia por parte de la Unión Soviética, que felizmente no se produjo, también hubiera aumentado los peligros para Cuba.

"En pocas palabras, corríamos el peligro mortal derivado de la confrontación permanente y de cualquier eventual conflicto entre Estados Unidos y la URSS sin que a cambio ésta estuviera dispuesta a correrlos por Cuba."