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Diálogos con la historia (XI parte)

Fecha: 

17/03/2011

Fuente: 

Periódico El Sol de México
MOSCÚ ACOGE CORDIALMENTE A FIDEL CASTRO

El lenguaje de la amistad es internacional. Lo comprende todo el que lucha por un objetivo único: la libertad y la dicha de los hombres del trabajo. Nuestra amistad -la amistad de dos revoluciones- se percibe con particular fuerza hoy, segundo día que pasa en nuestro país Fidel Castro Ruz, líder de Cuba, su héroe, glorioso hijo del pueblo cubano.

El cielo de Moscú aparece singularmente limpio en espera del avión que viene de la zona polar. Escoltado por siete cazas reactivos, el «IL -18» plateado pasa alrededor de las 17 horas sobre la Plaza Roja, que ya está llena de participantes del mitin. Millares de moscovitas aplauden con calor. Luego aparece el avión sobre el aeródromo de Vnúkovo.

Después de describir un círculo sobre el campo del aeródromo, el poderoso aparato enfila la pista de aterrizaje. ¡La tierra de Moscú! El Primer Ministro de Cuba es esperado por Nikita Jruschov, Jefe del Gobierno Soviético; por Leonid Brézhnev, Presidente del Presidium del Soviet Supremo de la URSS, y por Carlos Olivares Sánchez, Embajador de Cuba en la URSS.

17.00. El avión se desliza por la pista de aterrizaje. Va apagándose el zumbido de las hélices. Se aproxima la escala. La puerta se abre lentamente y desciende del avión Fidel Castro, héroe nacional de la isla legendaria, que conocemos por centenares de fotografías y numerosos documentales.

Castro abraza a Nikita Jruschov, estrecha la mano de Leonid Brézhnev. Abrazos llenos de afectuoso calor, abrazos de amigos...Los hermanos estelares Yuri Gagarin y Andrián Nikoláev saludan a Fidel, que les sonríe. En el mismo grupo se encuentran Anastás Mikoyán y demás personalidades soviéticas que fueron a recibir a Fidel Castro a Múrmansk.

Fidel Castro, Nikita Jruschov, Leonid Brézhnev, Anastás Mikoyán, así como Emilio Aragonés Navarro, Secretario de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista; Sergio del Valle Jiménez, Viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba, llegados con el Primer Ministro cubano y demás personalidades entran en el nuevo pabellón del aeropuerto de Vnúkovo.

El pabellón de mármol blanco y vidrio parece un enorme bloque de cristal de roca. En la fachada hay retratos de Fidel Castro y Nikita Jruschov y sobre una franja de tela roja, las palabras «¡Bienvenidos, queridos amigos cubanos!» escritas en español y en ruso.

Ondean al viento las banderas de los dos países, de dos revoluciones: una roja, la del país de los Soviets, y otra roja, azul y blanca, la de la heroica Cuba. Por los ventanales del pabellón se ven los setos verdeantes de Vnúkovo y una neblina sobre Moscú.

Los huéspedes atraviesan las salas del nuevo pabellón. Fidel Castro, Nikita Jruschov y Leonid Brézhnev suben a un coche descubierto adornado con dos banderines de la URSS y la República de Cuba.

La solemne columna de automóviles, escoltada por motoristas, avanza por la carretera de Kiev. De pie, Fidel Castro y Nikita Jruschov contestan a los saludos de millares de moscovitas que han acudido a recibir a los queridos visitantes.

Las primeras casas de la Avenida de Lenin. Ventanas abiertas de par en par, gente a lo largo de las aceras, gente en los balcones... El Moscú trabajador. Moscú, antorcha del mundo, recibe a Fidel.

«¡Viva Cuba!», «¡Viva Fidel!», «¡Estamos con vosotros, hermanos cubanos!», dicen las enormes pancartas y los pequeños carteles escritos a mano.

Un numerosos grupo de obreros de la fábrica Káuchuk grita: «¡Hurra por Fidel!» «¡Vamos a celebrar el Primero de Mayo con Fidel!»

Los automóviles siguen avanzando por un vivo corredor polícromo y agitado. Este es el recibimiento que se hace a un amigo, a un hermano. Todos los corazones están abiertos para el héroe nacional de Cuba. Así se recibe a un hombre al que se ama, al que se respeta, cuyo heroísmo se admira.

Un grupo de constructores, con «mono» de trabajo, ha venido directamente de las obras a aplaudir a los visitantes cubanos. Los obreros rodean a un joven cubano, estudiante del Instituto de Medicina. Apenas tiene tiempo de contestar a las preguntas. A los soviéticos les interesa todo: la vida de Cuba, su heroico pueblo.

Los edificios de los Institutos de la Academia de Ciencias de la URSS han perdido su aire grave y distante: han sido literalmente asaltados por los chiquillos.

Aparece la hilera de automóviles. «¡Hurra!», «¡Viva Fidel!» La gente grita acompasadamente «¡Fi-del!», «¡Fi-del!»

La anchurosa Plaza de Octubre aparece como dispuesta para un abrazo. En las altas casas, grandes y llamativos carteles: Paz, Trabajo, Libertad, Igualdad, Fraternidad, Dicha.

Ondean las banderas soviéticas y cubanas. La gente intercambia impresiones como si se conociera de siempre.

Cuanto más cerca está el corazón de Moscú, la Plaza Roja, mayor es la cantidad de gente, de sonrisas, de flores, de banderas, de vítores:

-¡Viva Cuba!

-¡Viva Fidel!

Surgen las murallas almenadas del Kremlin. La puerta Borovítskie. Millares de personas se han congregado aquí. Una nueva oleada de vítores. Los automóviles penetran en el Kremlin. Fidel Castro lo conoce muy bien por las fotografías, por los relatos de los amigos soviéticos y de los cubanos que han estado en nuestro país. Aquí vivió y trabajó Lenin. La hilera de automóviles se detiene. Fidel Castro, Nikita Jruschov y Leonid Brézhnev se apean del coche. Antes de ir a la Plaza Roja, el líder de la Revolución Cubana quiere rendir tributo del amor y el respeto del pueblo cubano al inmortal Lenin, al jefe del proletariado mundial.

Fidel Castro y Nikita Jruschov descienden a la sala del Mausoleo donde Vladimir Lenin descansa en su sarcófago. Los centinelas están inmóviles. El magnífico hijo del pueblo cubano permanece unos minutos de pie junto al sarcófago, contemplando los rasgos de Lenin, tan familiares, próximos y entrañables. El inflexible Fidel Castro vive unos minutos inolvidables. Con el nombre de Lenin en los labios y encabezado por el Partido Unido de la Revolución Socialista, construye el pueblo de Cuba una vida nueva, socialista.

...La Plaza Roja es un hervidero. Con su atuendo de fiesta, está extraordinariamente bella. En el edificio del GUM hay retratos de Marx, Engels, Lenin. Debajo, las palabras que son ya divisa de los soviéticos: «¡Adelante, hacia el triunfo del comunismo!» A ambos lados de los retratos, en español y ruso, un llamamiento que parte del corazón:

«¡Vivan la amistad eterna e inquebrantable y la colaboración entre los pueblos soviético y cubano!»

Los rostros de las decenas de miles de personas reunidas aquí expresan una alegre impaciencia. Todo el mundo aguarda la aparición del querido visitante. Sobre la multitud descuellan los retratos de Fidel Castro y Nikita Jruschov, los ramos de flores primaverales.

Una ligera brisa agita las banderas y los carteles. Adondequiera que vuelva uno la mirada, encuentra magníficas palabras dirigidas a los amigos cubanos:

- ¡Viva la Cuba revolucionaria!

- ¡Estamos con vosotros, queridos cubanos!

-¡Un ardiente saludo al camarada Fidel Castro, valeroso luchador por la libertad y la dicha del pueblo cubano!

En Moscú es magnífica esta víspera de la fiesta de Mayo, que este año será la más luminosa y alegre todavía: el pueblo soviético celebra la fiesta internacional de los trabajadores con Fidel Castro, huésped del país del socialismo.

...Del Mausoleo salen a la Plaza Roja los visitantes cubanos y los líderes soviéticos. Un estallido, mejor dicho, una tempestad de aplausos, pasa sobre la plaza. En todas partes gritan:

-¡Viva Cuba!

-¡Fidel, Jruschov! ¡Estamos con los dos!

-¡Gloria a la fraternidad de los pueblos de Cuba y la URSS!

Nikita Jruschov presenta a Fidel Castro a los dirigentes del Partido y del Gobierno, a relevantes figuras del Partido, estatales y sociales de nuestro país, a militares famosos.

A los sones de una marcha se aproxima a Fidel el Jefe de la Guardia de Honor y le informa en breves palabras de que está formada la guardia.

En este momento se escucha una salva de artillería. Luego otra y otra... Hasta veintiuna. Es el saludo de las naciones. Resuenan, imponentes, los himnos de la República de Cuba y de la Unión Soviética. Solemnes minutos... Fidel Castro, el emisario del glorioso pueblo cubano, es el primer hombre de Estado extranjero a quien se rinden tales honores en la Plaza Roja.

Fidel Castro y Nikita Jruschov pasan revista a la guardia de honor. El alto visitante se detiene junto a la formación de los soldados y saluda a los combatientes soviéticos y en su persona a todas las Fuerzas Armadas de la URSS.

Sobre la plaza estalla la briosa y alegre melodía de la «Marcha del 26 de Julio».

Acompañados por los aplausos y los vítores, suben a la tribuna central del Mausoleo Fidel Castro y Nikita Jruschov; Emilio Aragonés Navarro, Secretario de Organización de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista; Sergio del Valle Jiménez, de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista, Viceministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba; Guillermo García Frías, de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista, Comandante del Ejército Revolucionario Occidental de Cuba; Raúl Curbelo Morales, de la Dirección Nacional del Partido Unido de la Revolución Socialista, Comandante de la Fuerza Aérea Revolucionaria de Cuba; Regino Boti León, Ministro de Economía; Raúl León Torras, Primer Viceministro de Comercio Exterior de Cuba; José Abrahantes Fernández, Viceministro del Interior de Cuba; el Comandante Dermidio Escalona Alonso, el Comandante René Vallejos Ortiz y los dirigentes soviéticos L. Brézhnev, G. Vóronov, A. Kirilenko, A. Kosiguin, O. Kúsinen, A. Mikoyán, D. Polianski, M. Súslov, N. Shvérnik, L. Efrémov, Y. Andropov, PO. Démichev, L. Ilichov, V. Poliakov, B. Ponomariov, A. Rudakov, V. Titov y A. Shelepin.

Fidel Castro y Nikita Jruschov contestan agitando las manos a los calurosos saludos que parten de todos los lugares de la plaza. Pioneros moscovitas llegan corriendo hasta los amigos cubanos y los dirigentes soviéticos. Fidel Castro acaricia la cabeza del chiquillo que el entrega el primer ramo de flores y da las gracias a la niña que le prende en el pecho la insignia de pionero. No ha pasado un minuto cuando ya tiene Fidel toda una brazada de brillantes flores primaverales. No cesa la ovación.

Nikita Jruschov se dirige al micrófono y pronuncia un discurso para Fidel Castro, para los amigos cubanos, para todos los presentes.