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Diálogos con la historia (XXIII parte)

Fecha: 

29/03/2011

Fuente: 

Periódico El Sol de México
EL DISCURSO DE FIDEL CASTRO
 
¡Queridos y admirados amigos de la Ciudad Heroica de Volgogrado! (Aplausos)
 
Han sido ustedes extraordinariamente amables con nosotros al organizar y asistir a este gran acto de masa, lleno de calor y de cariño hacia nuestro país. Pero, ¿Qué podemos decirles nosotros a ustedes? Vuestros representantes hablaban aquí de las simpatías del pueblo soviético hacia Cuba y de su admiración hacia nuestro pueblo, pero ¿Es que acaso, nuestros pequeños méritos merecen tantos honores? ¿No debe ser precisamente al revés, que seamos nosotros quienes vengamos aquí a expresar la admiración que todos los pueblos del mundo sienten hacia esta heroica ciudad?
 
Cuando en la mañana de hoy nuestra delegación depositaba una ofrenda floral en la Plaza de los Caídos en la inmortal batalla que aquí se libró, nosotros pensábamos que no sabemos cuánto tiene que agradecerle la humanidad a estos hombres que aquí murieron, cuánto bien le han hecho al género humano. Y en aquel minuto solemne, pensábamos en todos los luchadores, que en cualquier parte del mundo, han dado su vida por la causa del progreso y la causa del proletariado.
 
Los gloriosos caídos de Volgogrado nos recordaban a nuestros propios caídos en la lucha por nuestra Patria, en la lucha contra la reacción y el imperialismo; nos recordaban a nuestros compañeros muertos en los combates de Playa Girón, nos recordaba a los trabajadores de vanguardia revolucionaria de la América Latina, que son víctimas de la persecución, de la represión; nos recordaba a Julián Grimau, el valiente dirigente del Partido Comunista Español asesinado por la dictadura franquista. Cuántos hombres han dado sus vidas, cuántos hombres se han sacrificado por el progreso de la humanidad y entre esos hombres ocuparán siempre un lugar de honor los heroicos defensores de Volgogrado. (Aplausos). No sólo porque contuvieron el avance fascista, no sólo porque marcaron un viraje en la Gran Guerra Patria, no sólo porque dieron una contribución decisiva para la victoria de los pueblos contra los agresores fascistas, sino porque legaron a la humanidad un inmortal ejemplo. (Aplausos). Porque a partir de la batalla de Volgogrado la historia por siempre y los libros que la enseñan, tendrán que consignar, en adelante y para siempre, como ejemplo de valor, como ejemplo de heroísmo, como ejemplo de partidismo, como ejemplo de tesón, de fuerza y de voluntad la victoria de Volgogrado. Tendrán que señalar este hecho y este nombre (aplausos) y su ejemplo siempre será un estímulo para los patriotas en cualquier sitio del mundo y así, nosotros, los cubanos, cuando nos hemos visto en peligro, cuando hemos visto cerca de nosotros la agresión, cuando hemos pensado que un enemigo superior nos puede atacar, siempre hemos dicho: debemos defender cada ciudad, cada calle, cada manzana, cada edificio, cada casa, como lo defendieron los heroicos soldados de Volgogrado. (Aplausos).
 
Y, así, en los momentos de peligro para nuestra Patria, vuestro ejemplo nos ha dado fuerzas, nos ha dado aliento, nos ha dado estímulo, (aplausos) y por eso, dondequiera que se libre una lucha por la libertad, una lucha por la patria, una lucha por el socialismo, allí, espiritualmente, estaréis combatiendo los defensores de Volgogrado y por eso, en todos los sentidos, podría decirse que sois inmortales. Más si grande es nuestra admiración por lo que ustedes hicieron en defensa de la Patria Socialista, grande es también nuestra admiración por lo que han hecho en la paz, grande es nuestra admiración al ver cómo han reconstruido las ciudades desde las ruinas más completas, ver como en algunos años reconstruyeron no sólo las viviendas, las calles, las fábricas, las escuelas, los centros de investigación científica, las universidades; no sólo como lo reconstruyeron, sino cómo lo multiplicaron, de tal manera que hoy la producción industrial de esta ciudad es dos veces mayor de lo que fue cuando la atacaron los nazis. Es decir, que los trabajadores soviéticos, dirigidos por su glorioso Partido Comunista, no sólo hallaron energías, no sólo hallaron sangre y sudor para derrotar a los agresores, sino para reconstruir lo que habían creado y multiplicarlo varias veces.
 
Y esta es una prueba extraordinaria de lo que significa el socialismo, de la fuerza de las ideas de Marx-Engels-Lenin, (clamorosos aplausos).
 
Los reaccionarios de todo el mundo, los imperialistas mienten diariamente y al cabo de 45 años de revolución acuden todavía al arma ficticia de la mentira y la calumnia contra el poder soviético, tratan de ocultar sus triunfos y sus éxitos, tratan de ocultar a los ojos de los demás pueblos todo lo que ustedes han hecho y lo que podrán hacer.
 
Y, sin embargo, qué maravilloso sería que los trabajadores de los propios países imperialistas pudieran observar lo que hemos observado nosotros, pudieran palpar lo que hemos palpado nosotros: la vida, la pujanza, la fuerza, el espíritu de este pueblo, (aplausos) el porvenir de los trabajadores soviéticos y las proezas que han realizado, porque en los países capitalistas no tienen idea de lo que ocurrió en la URSS cuando la guerra. Ningún país perdió lo que perdió la URSS, no hizo los sacrificios que realizó la URSS, ni sufrieron las destrucciones que sufrió la URSS y entre otras cosas, porque esos países, dirigidos por burguesías corrompidas y reaccionarias, no le prestaron ninguna resistencia al ataque fascista. La Unión Soviética, que tuvo que desarrollar su economía completamente sola, partiendo de un pobre desarrollo; arruinada por la guerra imperialista, atacada desde todas direcciones, aislada y separada durante décadas del mundo y que de nuevo en la última guerra perdió cerca de 20 millones de vidas y enormes riquezas, volvió a emprender el camino y ese camino lo ha estado recorriendo exitosamente, que lo que ustedes hacen, lo que hemos visto construido aquí, eso no lo puede hacer ninguna sociedad capitalista. El porvenir que ya se ve asegurado para los trabajadores soviéticos, eso no se podrá ver jamás en ninguna sociedad capitalista. Una ciudad que crece como ésta, que se extiende 75 kilómetros, llena de avenidas y de parques, eso no puede ocurrir en ninguna sociedad capitalista, porque allí los explotadores especulan con la tierra y se enriquecen.
 
En cualquier país capitalista, construir una planta hidroeléctrica como ésta, automatizada, crearía infinidad de conflictos. Cuando visitamos la fábrica de tractores, nos explicaba su director que las cadenas antes se ponían a mano, hasta que un obrero ideó un procedimiento para ponerlas a máquina. Entonces un hombre podía hacer el trabajo de 100. Y explicaba el director de la hidroeléctrica que para producir dos millones y medio de kilovatios, en otras centrales eléctricas se necesitarían 22 mil obreros y sin embargo, esta empresa funciona con el trabajo de 14 obreros por cada turno.
 
¿Qué significa eso en una sociedad capitalista? - desempleo, sacrificio para los trabajadores, hambre, inseguridad. Y por eso vemos tantas huelgas, tantos conflictos, tantas contradicciones. Y, sin embargo, esto ¿qué significa en un país socialista? Significa el desarrollo económico, el aumento de la productividad del trabajo, aceleración del estándard de vida, significa disminución del tiempo de trabajo, significa un lujo y el bienestar para cada uno de los ciudadanos. Con estas máquinas no se enriquecen los explotadores, como ocurre en una sociedad capitalista.
 
Estas cosas, naturalmente, se pueden leer en los libros y en las revistas, pero no es lo mismo que verlas, contemplar una sociedad, sin explotadores y explotados, contemplar un pueblo todo trabajador, dedicado con entusiasmo al trabajo y creando las bases de una sociedad verdaderamente justa.