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El millón de pesos que no existió

Fecha: 

12/04/2013

Fuente: 

Periódico Granma

 

 

 

 

 

Una de las revelaciones más sorprendentes para los dirigentes de los partidos políticos tradicionales que fueron involucrados en la Causa 37 del Tribunal de Urgencia en Santiago de Cuba, los cuales tuvieron que comparecer en el juicio iniciado el 21 de septiembre de 1953, —fue la declaración del principal acusado, y acusador a la vez, doctor Fidel Castro Ruz, cuando expresó que no habían recabado dinero de ninguna organización, ni persona alguna para comprar las armas, ni para costear nada respecto al entrenamiento, organización y transportación de los combatientes del 26 de julio de 1953, del occidente al oriente de la Isla.

Las declaraciones respondían a la aseveración vertida el mismo 26 de julio por el coronel Alberto del Río Chaviano, en su conferencia de prensa en el Moncada. El jefe del regimiento, ciñéndose a un texto elaborado por sus superiores, enfatizaba que Fidel había recibido "un millón de pesos" enviado por el doctor Carlos Prío Socarras —el expresidente derrocado por el golpe militar el 10 de marzo— para financiar el asalto al Moncada y al cuartel Carlos Manuel de Céspedes en Santiago y Bayamo M.N.

Al igual que Martí, en la preparación de la guerra necesaria, fueron los revolucionarios que luchaban ahora por la definitiva independencia y soberanía absoluta de Cuba quienes hicieron los modestos aportes para la adquisición de armas y los más mínimos gastos que requería el Movimiento revolucionario, incluyendo el transporte de los futuros combatientes, fuera por carretera o en el ferrocarril.

Fidel hizo constar ante el asombro de todos que, por ejemplo, el joven Fernando Chenard Piña, vendió su cámara fotográfica con la cual se ganaba la vida, para contribuir al Movimiento. Chenard, asesinado en las mazmorras del Moncada había tomado las fotos (unos meses antes) de la destrucción del Estudio del escultor Fidalgo quien, en homenaje al centenario del Apóstol esculpió estatuillas de Martí, con la leyenda Para Cuba que Sufre. Las fotos de Chenard ilustraban un reportaje gráfico calzado con un texto del doctor Fidel Castro, el cual fue publicado en la revista Bohemia.

Durante el interrogatorio del juicio iniciado el 21 de septiembre de 1953 en la Audiencia de Santiago de Cuba, el abogado Fidel Castro, en respuesta al Fiscal y magistrados que lo interrogaban, pormenorizó las contribuciones principales de los propios combatientes:

De esa forma desmentía con datos irrebatibles el supuesto "millón de pesos".

Jesús Montané, quien estaba presente en la Sala de justicia, como combatiente, había aportado cuatro mil pesos que cobró de gratificación por su trabajo, en la compañía General Motors donde trabajaba y constituían sus ahorros; Oscar Alcalde, también presente, hipotecó su laboratorio "Tión" en tres mil seiscientos pesos y liquidó una oficina de contabilidad; Renato Guitart, muerto en el Moncada, aportó mil pesos; Ernesto Tizol puso a disposición del Movimiento una granja de pollos que poseía; Pedro Marrero contribuyó con una cantidad de dinero solicitada a un prestamista, vendió los juegos de comedor y de sala de su casa y empeñó su sueldo en la cervecería donde trabajaba. El aporte de Chenard, incluyendo la venta de su cámara y demás equipos fotográficos de su estudio, ascendió a mil pesos; Elpidio Sosa vendió la plaza de tesorero que desempeñaba en una importante compañía y entregó el dinero a la causa; José Luis Tassende hizo otro sacrificio por el estilo; Abel Santamaría empeñó su automóvil. De esa manera apenas pudieron reunir 16 mil 489 pesos, sumadas otras contribuciones menores.

Pero, peso a peso, peseta a peseta, reunieron el dinero indispensable para la acción incluyendo la compra de las armas de cacería deportiva en una armería de La Habana Vieja. De manera que con menos de 20 mil pesos fueron armados y movilizados 175 hombres y por cada uno que vino —reiteró Fidel— se quedaron otros en una proporción de 20 hombres, perfectamente entrenados.

Ciertamente los partidos de la oposición habían firmado el pacto de Montreal —tomando el nombre de la ciudad canadiense— donde se habían reunido espléndidamente, con mucho dinero robado al pueblo que se gastaban en buen vivir y propaganda los jefes principales y sus adláteres, conciliados con el derrocado presidente constitucional doctor Carlos Prío Socarrás, cuyo gobierno —no era secreto para nadie— contaba con un grueso expediente de corrupción administrativa.

En Montreal sí se había gastado una apreciable suma de dinero y se destinó cierta cantidad para efectuar una supuesta acción armada que nunca habría de ocurrir. Es claro que ninguno de ellos estaba dispuesto a arriesgar la vida en una contienda contra las fuerzas bien dotadas de armamento que ostentaba el Ejército.

En el propio juicio en la Sala del Pleno de la Audiencia, el Tribunal le preguntó a uno de los participantes en el Pacto de Montreal —abogado también— Ramiro Arango Alsina, involucrado en el Sumario como supuesto autor intelectual del Moncada y portador del famoso ¡millón de pesos! —su grado de culpabilidad, y el acusado, en el curso del interrogatorio le preguntó a su vez, directamente al líder de la acción doctor Fidel Castro, si eso de lo cual lo acusaban era cierto:

Nadie debe preocuparse de que lo acusen de ser autor intelectual de la Revolución, porque el único autor intelectual del asalto al Moncada es José Martí, el Apóstol de nuestra independencia —le contestó enfático, Fidel Castro.

Inmediatamente se le retiraron los cargos al acusado Ramiro Arango Alsina, y en el curso de la sesión a los demás políticos involucrados en la Causa 37.

Estaba probado que ninguno había entregado, ni le fue solicitado nunca, ni un centavo para la causa revolucionaria. Tampoco la colaboración.

No sería necesario subrayar que el método utilizado por esta vanguardia del siglo XX fue el mismo de Martí con respecto a la contribución para la lucha revolucionaria, e idéntico al de los próceres que precedieron a José Martí. El Moncada era, sin duda alguna, la continuación de un proceso histórico cuyo comienzo se remite a La Demajagua, en 1868.