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El MR-26-7 urbano después de Mompié

Fecha: 

2018

Fuente: 

Revista Cinco Palmas No.5

Autor: 

Los sucesos del 9 de abril de 1958 y la reunión de la dirección nacional del MR-26-7 en el Alto de Mompié los días 3 y 4 de mayo, en la historiografía cubana, parecieran el fi n del desempeño de los insurrectos clandestinos en las zonas urbanas.1 Su actuar se ha diluido entre las victorias del Ejército Rebelde en la resistencia y el rechazo a la ofensiva final de la tiranía; las operaciones de los nuevos frentes y la creación de otros; las proezas de las columnas invasoras, la toma de los poblados, las acciones combativas en Yaguajay y Santa Clara; y el exitoso desarrollo de la Operación Santiago.

La carta enviada por Faustino Pérez desde la Sierra a Armando Hart, el 3 de octubre de 1958, ponía fi n a la teoría de la victoria desde las ciudades.

Expresaba:

En verdad, jamás creí en la posibilidad de lo que he visto, y ése es uno de nuestros principales errores de apreciación al considerar la sierra como un gran foco de rebeldía con extraordinaria importancia simbólica, pero sin calcular sus posibilidades militares. Aún recuerdo que le dije a Fidel cuando vine con Matthews que lo importante era que ellos no pudieran ser destruidos, que se metieran en el fondo de una cueva, pues bastaba que se supiera que él permanecía para nosotros poder hacer el resto en el llano. Hoy me alegro de que no me hiciera caso... 2

Enrique Oltuski en su libro Gente del Llano, resume su criterio en una frase: «Sí, el fracaso de la huelga, es el fracaso del llano».3

La lucha en las zonas urbanas después de abril de 1958 debe ser más estudiada. Por lo general, las valiosas obras que se encuentran están basadas en testimonios, resuelven lagunas históricas de protagonistas individuales o se limitan a una provincia. No existe aún una proyección historiográfica que describa y declare el accionar integral del Movimiento Revolucionario 26 de Julio (MR 26-7) en las zonas urbanas después de los acuerdos de la reunión en el Alto de Mompié.

Intentar formular y responder preguntas puede contribuir a entender qué pasó con el movimiento después de mayo de 1958. ¿Se debilitó su desempeño en las zonas urbanas por las decisiones tomadas en Mompié? ¿La creación del ejecutivo nacional que radicaba en la Sierra Maestra desvaneció el papel de las direcciones provinciales? ¿La tarea de priorizar los recursos para apoyar al Ejército Revolucionario4 durante la resistencia a la ofensiva de la tiranía, la restructuración, reducción y subordinación de las milicias a los jefes rebeldes en cada territorio, significaron el fi n de la sección de Acción? ¿La implantación por la comandancia general de una política de impuestos que daba garantías a los productores y propietarios, a los dueños de centrales, arroceras, de cabezas de ganado, además de limitar las acciones de sabotajes, disminuyó las tareas de recaudación de la sección de Finanzas? ¿Ya no se imprimieron y distribuyeron más bonos? ¿La estabilidad del funcionamiento de Radio Rebelde sustituyó las funciones de la sección de Propaganda? ¿Disminuyeron las publicaciones y la distribución de Revolución, Sierra Maestra y Vanguardia Obrera?

El denominado fracaso de la huelga general revolucionaria del 9 de abril de 1958 fue uno de los temas principales de debate en la reunión de Mompié. A pesar de haber sido un evento de recia crítica, la complejidad y alcance de las estructuras, los nombramientos y tareas acordadas demostraron que el MR-26-7 había avanzado a una etapa superior en la insurrección.

Hasta esa fecha, el diseño de dirección del Movimiento había superado varios cambios, aunque sus miembros estaban dispersos en el territorio nacional, en la Sierra, Santiago y La Habana. De sus reuniones, las más conocidas fueron en la Sierra Maestra, pero en octubre de 1957 y en enero de 1958 hubo que desarrollar dos reuniones en Santiago de Cuba, a las que no pudo asistir su máximo líder Fidel Castro.

En la de octubre se aprobaron nuevos formatos de organización, se designaron responsabilidades de alcance nacional y se aprobó el Reglamento de las Milicias Urbanas en formación. Después, el 15 de noviembre, el responsable nacional de Organización del MR-26-7 Armando Hart, Darío, emitía una circular en la que valoraba la importancia de la inmediatez de la propaganda e indica cómo se debía proceder con la información generada por el 26 para que llegara a todas las instancias. En la propia circular se consignaba «No habrá zafra con Batista».5

La reunión de enero de 1958 hizo nuevos nombramientos para cargos nacionales.6 En la práctica, después de concluidas las reuniones, siempre se designó a un miembro de la dirección para que subiera a la Sierra Maestra para informarle a Fidel sobre los acuerdos tomados y recibir su aprobación.

Ya en la reunión del Alto de Mompié se creó un esquema superior de dirección del movimiento revolucionario: el ejecutivo de la dirección nacional, que radicaría en la Sierra Maestra con cinco miembros: el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz como máxima fi gura, los dos ascendidos ese día a comandantes del Ejército Rebelde, Faustino Pérez Hernández y René Ramos Latour, David Salvador Manso y Carlos Franqui Mesa, quien se encontraba en el exterior.

La Circular de Organización (C. O.) no. 4,7 en una de sus partes decía:

En la actualidad, las condiciones de accesibilidad de la Sierra han mejorado en extremo, a la vez que el dominio sobre el territorio se ha ido ampliando y es cada día mayor.

Por todo ello, se ha decidido que en lo adelante la sede del Ejecutivo de la Dirección Nacional esté en la Comandancia de la Columna N. 1, en la Sierra Maestra. Para mantener la comunicación con las provincias se constituye una Delegación de la Dirección Nacional en Santiago de Cuba, permaneciendo las Direcciones Provinciales y Municipales como hasta ahora.

 

Faustino y Latour estuvieron entre los más criticados en la reunión; sin embargo, después se les otorgó el grado de comandante, el más alto rango militar dentro del movimiento. Hasta ese momento solo lo ostentaban Fidel Castro Ruz (desde el 2 de diciembre de 1956), Ernesto Guevara de la Serna (desde el 21 de julio de 1957),8 Raúl Castro Ruz y Juan Almeida Bosque (27 de febrero de 1958), Crescencio Pérez Montano (15 de marzo de 1958) y Camilo Cienfuegos Gorriarán y Delio Gómez Ochoa (desde 16 de abril de 1958).

El día 4 de mayo hubo otros ascensos y nuevas responsabilidades; Enzo Alfonso Infante Uribazo, quien hasta ese momento era el responsable nacional de la sección de Propaganda, fue ascendido como coordinador del MR-26-7 en la capital; a Haydee Santamaría y Luis María Buch Rodríguez se les asignaron mayores tareas en el exterior. Perfeccionaron así las estructuras en todos los escenarios de la lucha.

Marcelo Ricardo Fernández Font continuó como coordinador nacional, pero la dirección nacional en las zonas urbanas pasó a ser una delegación subordinada al ejecutivo de la única dirección nacional. En mayo y agosto de 1958, en medio de la insurrección, Marcelo realizó recorridos por toda la isla9 para valorar la situación del Movimiento en cada provincia; en mayo lo acompañó el comandante Delio Gómez Ochoa, Barton, quien asumía el cargo de delegado nacional de acción, y debía radicar en La Habana. Recorrido independiente realizó el delegado nacional de propaganda, Ángel Fernández Vila, quien al igual que Marcelo, visitó el territorio del Segundo Frente Oriental. La C.O. no. 4 del 9 de mayo de 1958, en una de sus partes expresaba:

(…) Rechazar esta ofensiva es de vital importancia para el movimiento revolucionario, y todos debemos realizar el mayor esfuerzo para hacer llegar armas, equipos, medicinas y ropas a los combatientes. Los equipos bélicos que tengamos en provincia y no sean imprescindibles hay que hacerlos llegar a los frentes de combate, por los canales de la organización. Las gestiones que puedan realizarse con factores ajenos al Movimiento que ofrezcan armas y equipos deben hacerse de inmediato, tratando de obtenerlos. Las medicinas y ropas (botas, uniformes, nylon, frazadas) que puedan lograrse deben remitirse, por los canales de la organización, a los Coordinadores de Oriente y Camagüey que tienen vías para hacerlas llegar a su destino. La consigna es: ¡Todos a rechazar la ofensiva militar de la tiranía!10

En 1958 se crearon las secciones de Alojamiento y Suministro,11 así como las células de base revolucionarias. Con las nuevas unidades se cumplieron tareas de mayor complejidad como: el apoyo al diseminado y creciente Ejército Rebelde apremiado a rechazar la ofensiva de la tiranía; se prepararon las milicias para su incorporación a las columnas invasoras; se sustentó la apertura de nuevos frentes en otras provincias como el frente Habana-Matanzas, con la Columna Ángel Ameijeiras, y el frente Pinar del Río —aunque el triunfo los sorprendió sin haber logrado la maduración de territorios dominados— ; además, se perfeccionó la organización de la propaganda.

Las células revolucionarias de base se crearon en La Habana y Santiago de Cuba, subordinadas a las direcciones provinciales. Entre sus funciones,12 se encargaban de visitar y ayudar a los familiares de los insurrectos presos. Su objetivo era aglutinar, con un grupo de militantes, a todo el que simpatizara y estuviera dispuesto a prestar su casa, comprar bonos y repartir propaganda. Podría parecer que en su desempeño doblaban funciones de estructuras que ya existían; en realidad era una vía alternativa para incrementar el apoyo e incorporación de combatientes al MR-26-7. Con la creación de la sección de Suministros13 se incrementó el apoyo de los insurrectos urbanos a la lucha en las montañas.

La delegación nacional, que hasta entonces radicaba en Santiago de Cuba, tuvo mayor rigor de subordinación, centrada en la dirección de las zonas urbanas. Sus tareas de aseguramiento se multiplicaron y, aunque hubo deficiencias, como la necesidad de adecuación de las milicias en grupos reducidos y subordinadas a las misiones del Ejército Rebelde, constituyó una muestra del grado de madurez y disciplina alcanzado dentro de las filas del Movimiento.

En la C. O. no. 8, del 27 de diciembre de 1958, aparecieron las decisiones tomadas en reunión del ejecutivo: incorporar a Marcelo Fernández Font a la dirección nacional del Movimiento; 14 disolver la delegación de la dirección nacional cuando las condiciones la convirtieran en inoperante y fortalecer las estructuras provinciales con los cuadros de responsabilidad.15 Al final de la guerra, el ejecutivo había decidido asumir directamente a las direcciones provinciales como subordinadas.

La sección de Acción del MR- 26-7 después de los acuerdos del Alto de Mompié

De mayo a diciembre de 1958, ocuparon el cargo de delegado nacional de Acción los comandantes Delio Gómez Ochoa y Víctor Manuel Diego Paneque, comandante Diego.

A partir de esa etapa ya los planes nacionales no estaban insertados en las circulares de organización ni los elaboraba el delegado nacional de Acción, quien no tenía poder de influencia en toda la isla. Las misiones urbanas estaban subordinadas a la necesidad del rechazo a la ofensiva, las milicias estaban en proceso de depuración y reorganización, los responsables provinciales se subordinaban a los comandantes que mandaban fuerzas en sus territorios. En la página tres de la C. O. no. 4, el coordinador de la delegación nacional escribió:

Hasta el presente el 26 de Julio ha estado peleando con las armas en la mano, en dos tipos de frente: las ciudades, donde han actuado las Milicias, y los campos y monte[s], donde han actuado las Fuerzas Rebeldes.

En lo adelante la dirección bélica de ambas fuerzas quedará unificada bajo el mando de un «Estado Mayor del Ejército Revolucionario» que tendrá como Comandante en Jefe a Fidel Castro y radicará en la Sierra Maestra.

El Estado Mayor trazará los planes de acción a desarrollar en los campos y las ciudades, realizando así un trabajo más homogéneo y eficaz. Para dirigir específicamente la acción de Milicias, el Estado Mayor delegará en un Comandante del Ejército Revolucionario que ostentará el cargo de «Delegado

Nacional de Acción», y que radicará en La Habana.16

Desde los acuerdos de la reunión en el Alto de Mompié, las milicias quedaron subordinadas al Comandante en Jefe del estado mayor del Ejército Revolucionario. Las de la región occidental se subordinaron al comandante Delio Gómez Ochoa, radicado en La Habana; en los territorios donde actuaban fuerzas rebeldes, se subordinaron a los jefes de columnas o frentes.

Durante la ofensiva final de la tiranía contra los insurrectos en la Sierra Maestra, el éxito del Movimiento dependió de la resistencia y el rechazo a la operación, allí donde el régimen concentró sus esfuerzos principales; por tanto las acciones urbanas quedaron subordinadas a las nuevas circunstancias.

La labor de Gómez Ochoa en la capital, en junio de 1958, consistió, sobre todo, en reorganizar las fuerzas. El Comandante en Jefe le aconsejó no apresurarse y estudiar el terreno:

Nosotros no los apuramos a ustedes, por el contrario nos preocupa que ustedes se vayan a apurar demasiado. Sigue al pie de la letra nuestras instrucciones de prepararlo todo cuidadosamente e invertir el tiempo necesario en estudiar el ambiente, el personal, el terreno y las circunstancias.17

A mediados de 1958, el aparato de Acción estaba afectado. En Oriente se reorganizaron y activaron las milicias que se habían debilitado luego de la formación de la columna, que bajo las órdenes de Belarmino Castilla Mas, se incorporaron al Segundo Frente. En su informe del 31 de mayo al ejecutivo de la dirección nacional del MR-26-7, Fernández Font escribió:

Las milicias continúan operando en las ciudades, especialmente en Santiago de Cuba. En este último mes el trabajo ha sido magnífico: 28 esbirros ajusticiados, 4 ómnibus quemados, 49 bombas, 3 servicentros y una nave de la compañía cubana de electricidad incendiados, apagones, etcétera.18

En Camagüey se había perdido el cincuenta por ciento de las armas, desde inicios de abril, y se redujeron los miembros de las milicias. En Las Villas, muchos insurrectos que actuaban en las zonas urbanas se alzaron, y con ello disminuyeron las milicias. En Matanzas con la muerte de Enrique Hart Dávalos, Carlos García Gil y Juan Alberto González Bayona, el 21 de abril, se perdía al jefe de Acción provincial y un arsenal de material bélico. Desde antes, los cuerpos represivos habían debilitado el aparato de dirección de la provincia. El hombre que asumió el cargo de Enrique Hart fue nombrado cuatro meses después de la muerte de este, a finales de agosto; predominaban guerrillas armadas con escopetas y revólveres, que actuaban en el campo, a las que también se les denominó patrullas rebeldes alzadas.19

En La Habana, desde marzo de 1958, las estructuras de mando y funcionamiento de la sección fueron sensiblemente golpeados en una ofensiva de los cuerpos represivos. Capturaron y asesinaron a varios capitanes de milicias; Taras Domitro Terlebauca, cuartel maestre nacional de milicias, fue encarcelado; se ocuparon más de doscientas sesenta armas de infantería, unas veintisiete mil municiones de diferente calibre y tres autos; además, la vía de entrada fue descubierta.

En Estados Unidos se habían perdido más de doscientas cincuenta armas, mil granadas, otros materiales bélicos y dinero, que debían llegar a la capital. En Pinar del Río gran parte de los más de setenta rifles, treinta y una pistolas y cien mil municiones traídas en la expedición El Corojo fueron ocupados. Los dos grupos alzados que habían sido creados se desintegraron. En el informe del 31 de mayo de 1958, Fernández Font dice:

(…) Durante el mes de abril, los dos frentes que se habían abierto en Pinar del Río, uno en la sierra del Rosario al mando de Juan Palacio, y otro en la sierra de los Órganos al mando de Suárez, fueron desmantelados, las armas enterradas, y abandonado el campo de operaciones.20

Luego de la huelga del 9 de abril de 1958 ese era el cuadro de las fuerzas del MR-26-7 en cada provincia; pero las milicias lograron recuperarse y reorganizarse. Ya en agosto en Pinar del Río se mantenía un grupo realizando sabotajes y ajusticiamientos. La Habana quedó organizada en cuatro zonas, cada una con un escuadrón y ochocientos milicianos en las mismas actividades de enfrentamiento. En Matanzas, el 4 de septiembre, los milicianos, en coordinación con los guerrilleros, asaltaron un museo en Cárdenas para tomar las armas, y continuaron con sabotajes al tendido eléctrico. En Las Villas se contaba con cerca de setecientos milicianos en seis escuadrones municipales que tuvieron la misión de apoyar las fuerzas de las columnas invasoras e incorporarse a ellas. El comandante Che Guevara decidió formar grupos de milicianos conocedores de las zonas, que fueran desgastando a las fuerzas del enemigo antes de tomar los poblados.

En Camagüey actuaban los cuarenta milicianos de la ciudad, mientras que en Oriente se destacaban las milicias de Santiago de Cuba y Guantánamo. Los sabotajes a lugares de interés del Gobierno y los ajusticiamientos a esbirros y torturadores a escala nacional se concentraron, fundamentalmente, en fechas cercanas a las elecciones de noviembre de 1958.

La comandancia general ordenó invadir las provincias y fundir las milicias con las fuerzas guerrilleras. En la C. O. del 22 de agosto de 1958, se impartieron misiones de acción:

a) Seleccionar grupos de milicianos que tengan armas y entrenamiento para incorporarse a las Fuerzas Rebeldes, y operar en las ciudades desde las áreas rurales cercanas. Esto facilitará enormemente el trabajo de los heroicos milicianos, pues los coloca fuera de la acción represiva que controla las ciudades. Las Milicias (excepto en las grandes ciudades como La Habana y Stgo de Cuba) irán siendo incorporadas de esta forma a las Fuerzas Rebeldes Regulares.21

El comandante Dermidio Escalona Alonso, con el apoyo de la dirección provincial del MR 26-7 de Pinar del Río, pudo organizar cien insurrectos bien armados en la sierra de Los Órganos y desarrollar las acciones del 11 de agosto, en San Andrés, y el día 20 del mismo mes, en San Cristóbal.

La renovación de la dirección provincial en Matanzas,22 a fines de agosto, llegó con la priorizada misión de crear las bases para garantizar el paso de la columna invasora del comandante Camilo Cienfuegos y las tareas de garantizar suministros de ropa, calzado y alimentos, y proyectar los focos guerrilleros de la provincia en función de la columna invasora.

En octubre, el jefe de Acción en Las Villas, comandante Víctor Manuel Diego Paneque, pasó a ocupar la responsabilidad nacional23 con la aprobación del Comandante en Jefe, quien dio indicaciones para que Fernández Font lo apoyara en la misión de abrir un nuevo frente en la provincia de La Habana y coordinara los envíos de armas desde el exterior.

La Columna Ángel Ameijeiras fue una idea de la comandancia general con el objetivo apresurado de preparar las condiciones para el paso de la tropa invasora antes de las elecciones del 3 de noviembre de 1958. Su creación constituyó una de las misiones más importantes de la sección de Acción en esa etapa.

El 19 de septiembre de 1958 Fidel le escribe al comandante Guevara con indicaciones para el comandante Camilo:

d) Camilo debe tratar de llegar a su objetivo antes de noviembre. Debes discutir con él la posibilidad de que después de alcanzado el mismo envíe una pequeña fuerza bien armada a operar en las montañas del norte de La Habana, antes del 3 de noviembre para abrir allí un frente. La fuerza que abra ese frente dominará La Habana al final.

Si por cualquier causa el avance de Camilo se retrasa, hay que hacer un esfuerzo para lograr por lo menos situar una fuerza en las montañas señaladas de La Habana, antes de las elecciones. Ya he dado instrucciones de situar por allá algunas armas, si fuera posible.24

En una carta que Delio Gómez Ochoa le escribió a Víctor Manuel Diego Paneque, desde la Sierra Maestra, un mes después, lo impuso de la misión:

(…) estima la Comandancia General que, a la mayor brevedad posible, organices la forma y manera de abrir un nuevo frente en la provincia de La Habana, extremo este que tiene una importancia vital, dada las características e importancia de dicha provincia. Para ello debes entrevistarte con el compañero

Zoilo, quien deberá prestarte la mayor colaboración sobre ese particular y coordinar contigo cualquier trabajo a realizar. Al mismo tiempo deberás entrevistarte con el compañero Ameijeiras, Delegado de Acción en Provincia de La Habana, quien deberá también prestarte la mayor cooperación en la misión a ti encomendada.25

Antes del mes estaba establecida la Columna Ángel Ameijeiras. El 15 de diciembre eran veintinueve hombres organizados en dos pelotones bajo las órdenes del capitán José Garcerán de Valls Vera,26 quien murió en la primera acción combativa. En su lugar fue nombrado el capitán de milicias de La Habana Víctor Sorí Llanes.27

Garcerán en su diario de campaña, el 11 de diciembre escribió: «La lucha es dura, pero la misión a realizar, el trabajar ante las propias garras del tirano beneficia sobremanera el movimiento. Este nuevo frente tomará gran auge y de aquí cada hecho valdrá por diez».28

La columna estaba compuesta en su mayoría por combatientes que provenían de los grupos clandestinos, incluidos sus dos jefes. Entre sus acciones destacan el haber tomado varios poblados y la captura de armas. Fue la primera columna en entrar a la capital.

Felipe Oscar Quintana Ramos, quien era el jefe de Acción de la provincia de Matanzas, recibió la orientación de reunirse con el comandante Camilo, que ya estaba en la zona de Yaguajay. La reunión se efectuó en el campamento del Monte El Alicante; participaron Francisco Chevarri Alduris, Bertica Pino Machado, Víctor Paneque y Sergio del Valle. Allí Felipe les informó acerca de los grupos y las armas con que contaban.29

En noviembre de 1958 el capitán Juan Ramón López Fleites organizó los insurrectos de montaña en Matanzas. El 20 de noviembre, Felipe Oscar y Juan Ramón acordaron que debían iniciar sus labores, primero, como guerrilleros, un mes dentro de cada uno de los tres grupos formados. El 23 de noviembre se constituiría el destacamento Enrique Hart en la zona de Guacamaro.30 A partir de ese momento se subordinaban a un oficial del órgano insurreccional de montaña, con la misión de apoyar el paso de la columna de Camilo. Esa subordinación del jefe y de la tropa a un oficial enviado desde la región oriental era muestra de la disciplina del Movimiento y de la integración de ambos órganos. Mientras se cumplían esas misiones, continuaron los sabotajes. El 3 de octubre de 1958, en el periódico clandestino Revolución podía leerse:

«Sabotaje de incendio en el aeropuerto José Martí por el MR 26-7. Se colocaron dos maletas con fósforo vivo y nombres falsos que al llevarlas para un almacén en espera de reclamación propagaron el fuego por pérdidas de tres millones».

Para este estudio se tomaron como muestras los meses de mayo y septiembre de 1958. En ese tiempo se declararon por los partes del Ejército de Cuba: 364 acciones en el país; fueron afectados: 14 trenes y otros 47 medios ferroviarios—superaron la cifra de $ 230 500.00 en pérdidas—; 51 medios de transporte terrestre con un costo superior a los $ 204 430.00; 15 centrales azucareros; 41 casas de tabaco quemadas con un costo superior a los $ 269 988.00; 7 305 cabezas de ganado sacrificadas equivalentes a un costo de $ 686 670.00; 25 medios afectados en los servicios eléctricos y telefónicos, así como 14 instalaciones de servicios sociales, entre las más notorias. Aunque no todos declaraban el costo de las afectaciones, fue posible determinar un aproximado, muy conservador, por encima de $ 1 397 108.00. Promediaron 114,5 acciones y $ 693 054.00 de pérdidas por mes. Debo aclarar que por el origen de las fuentes, no fue posible determinar qué acciones fueron responsabilidad del MR-26-7, pero la suma de todas y de los daños que causaron permite valorar el efecto considerable de la actuación de los insurrectos urbanos, independientemente de las organizaciones que las hayan ejecutado.

En la medida que las columnas rebeldes fueron invadiendo el centro del país y se organizaron nuevos frentes en otras provincias, las acciones del órgano urbano se fueron integrando y subordinando a esos objetivos. A finales de 1958 las tareas de los destacamentos urbanos se correspondían con el apoyo y subordinación a las fuerzas rebeldes que invadían los territorios. Progresivamente fueron disminuyendo los sabotajes que afectaban los medios y recursos de la economía gobernante, pues la cercanía de la victoria los hacía de todos los cubanos. A diferencia del llamado a la quema de caña que se hiciera a finales de 1956 y principio de 1957, en ese momento se prohibía. En la circular del 27 de diciembre de 1958 se leía:

La Dirección del Movimiento ha discutido ampliamente todo lo relacionado con la realización de la próxima zafra azucarera y ha tomado los siguientes acuerdos. 1º Se permitirá y auspiciará la zafra en las áreas liberadas, brindando las facilidades necesarias. 2º En las áreas aún por liberar podrán hacer zafra los centrales que paguen los impuestos de guerra. Las dificultades en poder realizar la zafra serán responsabilidad de la dictadura. La posición del Movimiento es favorecerla. Queda totalmente prohibida la quema de caña.31

La sección de Propaganda del MR- 26-7 después de los acuerdos del Alto de Mompié

Como delegado nacional de Propaganda desde las zonas urbanas se desempeñaron: Arnol Rodríguez Camps (del 4 de mayo al 30 de junio); Enzo Alfonso Infante Uribazo, (del 30 de junio al 11 de julio) y Ángel Fernández Vila, (de julio a diciembre de 1958).

La sección de Propaganda soportó varios golpes. Apenas contaba con recursos después de abril de 1958, cuando fueron capturados el delegado nacional Arnol Rodríguez, el 30 de junio de 1958, y, menos de un mes después, el 11 de julio, Enzo Alfonso Infante Uribazo, quien había asumido las funciones de Arnol, desde el cargo de coordinador de la capital.32 Se designó entonces como nuevo responsable a Ángel Fernández Vila.33 A eso se sumó que la imprenta principal fue descubierta por un incendio accidental, el 8 de septiembre de 1958.

A pesar de los reveses, los insurrectos urbanos que integraban el aparato de propaganda, por las medidas de seguridad que siempre tomaron, pudieron continuar prestando sus servicios.

El periódico quincenal Revolución no pudo salir de enero a junio de 1958 por falta de recursos. Se decidió unirlo en una sola publicación con el semanario Vanguardia Obrera. El resultado fue positivo. Mejoró la calidad de impresión; se logró una frecuencia semanal, por lo que se duplicó la tirada de Revolución y su efecto tuvo mayor alcance. Al mismo tiempo, la fusión favoreció la unidad en las ideas publicadas.

En un auto preparado con doble fondo se escondían los paquetes de diez mil ejemplares, que luego se repartían a Pinar del Río, La Habana, Matanzas y Camagüey. La unidad de las publicaciones fue posible pues ya existía una coincidencia de criterios y subordinación.

Por otra parte, con la llegada de David Salvador Manso a la capital, quien asumiría la dirección de la publicación Vanguardia Obrera, se adecuaron los objetivos en correspondencia con el sector obrero y se incrementó el número de impresiones y la distribución de ejemplares a cinco mil.

Se organizaron sistemas de correo entre La Habana y cada una de las provincias. Con Oriente se estableció un sistema de correo aéreo entre células del movimiento conectadas en los aeropuertos y mediante comunicación telegráfica, con el empleo de claves entre La Habana y el Segundo

Frente. Tales medidas facilitaron la recepción, inmediatez y veracidad de la información, y aumentaron el nivel de credibilidad y la demanda de las publicaciones.

La fundación de Radio Rebelde amplió considerablemente las posibilidades de comunicación del Movimiento. El alcance, costo y posibilidades de distribución de las publicaciones clandestinas impresas, que a riesgo extremo se realizaban en la capital, no se comparaban con la emisora serrana, cuya capacidad trascendía los límites nacionales, con menor gasto de recursos y sin peligro para la vida de insurrectos por ubicarse en territorio liberado por el Ejército Rebelde. El hecho de radicar próximo al ejecutivo de la dirección nacional del Movimiento, facilitó la divulgación inmediata de propaganda revolucionaria para el pueblo. Fue sin duda, un apoyo inestimable para el propio 26 de Julio pues se convirtió en su voz oficial.

Radio Rebelde fue fundamental para organizar el mando pues se empleó para trasmitir órdenes e instrucciones a los jefes de frentes y columnas, para orientar y movilizar a los militantes y a la población, además de permitir la información y comunicación con todo el territorio nacional y con el exterior. Pero Radio Rebelde no suplía la demanda informativa popular ni las funciones de propaganda de un movimiento de alcance nacional. A fines de la insurrección, la sección de Propaganda no desapareció, pero sus funciones quedaron limitadas al territorio occidental.

Fue así que el delegado nacional de propaganda fue limitando su influencia. En la C.O. no. 8 del 27 de diciembre de 1958 34 aparece la designación de Ángel Fernández Vila como segundo de Carlos Franqui Mesa en Radio Rebelde. Ya el territorio nacional se encontraba tomado por fuerzas rebeldes hasta Las Villas, por lo que la circulación de las publicaciones clandestinas solo podía llegar a las provincias occidentales de Matanzas, La Habana y Pinar del Río.

La sección de Finanzas del MR- 26-7 después de los acuerdos del Alto de Mompié

Los tres responsables con alcance nacional fueron Manuel Suzarte Paz, nombrado desde el 23 de marzo hasta su detención el 30 de junio; Gladys García Pérez, Marel, quien cumplió esas funciones hasta que fue nombrado Humberto Álvarez Gómez, Plácido.

El Comandante en Jefe en una carta a Alonso Hidalgo Barrios, Bebo,35 con fecha 3 de junio, exponía una valoración de lo que había pasado con las recaudaciones y contribuciones:

(…) Las ventajas económicas en el precio a nuestro entender no compensan las desventajas técnicas. Fíjate, además, que nuestras dificultades mayores no fueron en el orden económico, sino en el transporte. Hoy estamos también apretados en cuanto a dinero, pero es una dificultad pasajera.

(…)

Respecto a lo económico hemos acordado, que la totalidad de las recaudaciones de la organización se dedique a los gastos del Movimiento fuera de los frentes de combate y a la adquisición de equipos para las milicias. Las tropas en operaciones se autoabastecerán de recursos económicos.

(…)

No te impacientes por la momentánea escasez de fondos en tu caja. Aparte de lo que pueda recaudarse en las ciudades, que será muy poco por ahora, naturalmente, yo estaré muy preocupado en asignarte de la otra caja tan pronto pueda (…).36

En mayo de 1958, al mes siguiente de la huelga, los fondos del movimiento eran muy bajos, de unos dos mil setecientos pesos; ya en agosto la suma recaudada superaba los setenta mil pesos. Solo en Pinar del Río se habían logrado veinticinco mil pesos para una nueva expedición, después de la de El Corojo, en abril.37 En La Habana tres mil pesos por la sección de finanzas y veinticuatro mil por Resistencia Cívica. En Matanzas la responsable de finanzas permanecía en prisión, aunque existían mil pesos en caja. En Las Villas se recaudaron quince mil pesos mensuales que se emplearon fundamentalmente en las guerrillas; y en Camagüey se colectaron unos diez mil mensuales.

A partir de agosto de 1958, con la designación por Fidel de Pastorita Núñez González para el cobro de impuestos (19 de agosto), el monto de las recaudaciones creció a tal extremo que el dueño de un central podía aportar más que lo recaudado para el 9 de abril. Fue así como se hizo imprescindible un aparato y un responsable que comenzó a actuar dentro del territorio libre como «auditor para el control de la entrada de los impuestos y la salida en los gastos».

Desde el 26 de octubre de 1958, el coordinador de Oriente fue designado «delegado del Comandante Jefe del Ejército Rebelde para la coordinación de los gastos entre organizaciones civiles y militares».38

Desde mediados de 1958, por orientación del delegado nacional de coordinación, quien tuvo en cuenta la creación de nuevas columnas y frentes en otras provincias, las recaudaciones en cada territorio se destinaron a las fuerzas rebeldes. Ello demandó un apoyo directo de las estructuras urbanas; también creció el número de simpatizantes que aportaron sus recursos.

Los ingresos no eran ya para mantener al Primer Frente José Martí en la Sierra Maestra. Fue preciso multiplicarlos y organizarlos por el delegado de coordinación nacional en los territorios que debían tributar a las fuerzas en Oriente. En su informe al ejecutivo de la dirección nacional, del 31 de mayo de 1958, Fernández Font39 precisaba:

La necesidad de atender los suministros de los distintos frentes, tanto en vituallas como en dinero, así como la eficacia de concretar la acción armada en los campos en determinados lugares, ha hecho que en muchos municipios de la provincia se hayan tomado estas medidas: (…)

2) La sección de Finanzas queda autorizada para enviar todo lo recaudado al frente que corresponda, o para invertirlo en mercancías, medicinas, etcétera, para dicho frente.

Desde octubre de 1958 se comenzó a elaborar una propuesta para establecer impuestos moderados a industrias y comercios urbanos partiendo de la ciudad de Santiago de Cuba.40 No significó un debilitamiento de las estructuras de finanzas de las zonas urbanas, sino una etapa superior de aumento de las recaudaciones. En noviembre de 1958, Aleida March de la Torre subió a la sierra del Escambray para entregar cincuenta mil pesos al Che, y Enrique Oltuski informó sobre la entrega de setenta mil pesos a esa comandancia ubicada en el centro del país. José Garcerán de Valls Vera recibió dinero desde La Habana; Francisco González que había salido con trece mil pesos a fines de marzo, contaba con los veinticinco mil recaudados, solo en la provincia de Pinar del Río, para llevar una expedición de armas hacia el frente, ya a finales de año.

En diciembre de 1958 se realizó la tercera y última impresión de bonos en La Habana, de uno, dos y cinco pesos, con la campaña «Mes del Soldado Rebelde».

Mientras la comandancia general iba extendiendo su autoridad, y las posibilidades de dirección y mando se fortalecieron, las fuerzas rebeldes fueron asumiendo la responsabilidad de los territorios ocupados. De esa manera fue desapareciendo la necesidad de una sección nacional de Finanzas en las zonas urbanas; su delegado nacional fue designado a desempeñar la misma responsabilidad en el occidente, el resto de la estructura de la delegación nacional también desapareció el 27 de diciembre de 1958. Los jefes de frentes y columnas se convirtieron en los máximos responsables de la administración de los recursos y cobro de impuestos en los territorios bajo su mando; las direcciones provinciales y municipales debían tributarle. Las secciones provinciales de Finanzas no desaparecieron; su actividad fundamental recayó en las direcciones provinciales del Movimiento al sustentar las fuerzas de sus territorios y el incremento de los incorporados en las zonas urbanas. La multiplicación de las tropas insurrectas y el carácter ofensivo de las acciones, demandaron mayor cantidad de recursos.

Durante el último semestre de la guerra, en la misma medida que aumentaron las fuerzas rebeldes y se expandieron por varias provincias, creció el número de insurrectos urbanos, así como el incremento de las tareas revolucionarias.

La sección de Acción fue perfeccionando su funcionamiento. Las actividades desarrolladas en las zonas urbanas de todo el país afectaron el potencial económico del régimen y demostraron el creciente estado insurreccional. Cuando el Movimiento implantó la política de impuesto se fueron anulando los sabotajes por responder a una única estrategia de lucha. Esa sección fue el canal que permitió la incorporación de miles de insurrectos organizados en las milicias.

Antes de la reunión del Alto de Mompié, la ampliación de la zona de operaciones y apertura de nuevos frentes guerrilleros dependía de la invasión de columnas que salían desde la Sierra Maestra con jefes, hombres y armas del Ejército Revolucionario. Después de la reunión, el crecimiento del órgano insurreccional de montaña se generalizó en la isla. De la comandancia general salieron oficiales experimentados a las provincias occidentales, pero el grueso de los efectivos fueron los insurrectos urbanos.

La sección de Propaganda perfeccionó las publicaciones, incluidos manifiestos, llamamientos, cartas, circulares internas y bonos que permitieron cumplir el seguro ético de las recaudaciones. La distribución de esos documentos, cuyo alcance nacional se fortaleció, afectó el poderío del régimen.

Por los implicados y el nivel de producción y distribución que tuvieron, llegaron a influir en una gran parte de la población. La labor demandó la incorporación de un gran número de insurrectos en las tareas como compra clandestina de los recursos necesarios, compilación de información desde todas las provincias y los frentes, procesamiento y redacción de las noticias y orientaciones, impresión y distribución de las publicaciones, circulación y recaudación por ventas, y la estabilidad y continuidad de los cargos de la sección.

Al igual que las demás secciones del Movimiento Revolucionario 26 de Julio, las milicias se perfeccionaron y fundieron con el Ejército Rebelde en cada provincia; el aparato de propaganda logró fundir sus publicaciones Revolución y Vanguardia Obrera como una prueba más de la maduración de una estrategia única.

La sección de Finanzas demostró el aumento gradual del apoyo al movimiento durante la guerra. El hecho de que nunca pudo satisfacer su demanda no fue un parámetro de incapacidad, sino que el número de insurrectos y la cantidad y complejidad de las actividades que debilitaban al régimen, tuvieron un incremento progresivo. No obstante, hasta después de establecidos los impuestos por la comandancia general, con los cuales crecieron considerablemente los ingresos, la sección continuó su desempeño con el apoyo a la apertura y mantenimiento de nuevos frentes.

El aumento de insurrectos presos, la organización alcanzada dentro de las prisiones, los estudios de superación, la preparación ideológica, los juicios como actos políticos desde el traslado hasta el regreso, las tareas de información al Movimiento, las huelgas de hambre, las fugas, los motines, así como la reincorporación a la lucha de los liberados, son indicadores que avalan la conclusión de que las cárceles fueron escenario efectivo para el fortalecimiento de la oposición al régimen.

 

1 Para referirse a los hombres y mujeres que lucharon en la última insurrección cubana— década del cincuenta del siglo XX—, fundamentalmente en las ciudades, se han utilizado las denominaciones clandestinas o gente del llano. En la investigación, con la cual el autor alcanzó el grado científico de doctor en Ciencias Históricas, se presenta la definición: insurrecto urbano del Movimiento

Revolucionario 26 de Julio, para referirse al miembro del Movimiento que actuó subordinado a una estructura del órgano insurreccional urbano. El término insurrecto lo enmarca de antemano como partidario y actuante de la insurrección, independientemente del escenario donde realizó sus actividades; define una connotación política en contra del régimen existente.

2 Fondo Faustino Pérez Hernández, Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado (OAHCE).

3 Enrique Oltuski Ozacki: Gente del Llano, p. 163. Ed. Imagen Contemporánea, Ciudad de La Habana, 2001.

4 Nombre con el que también se llama al Ejército Rebelde.

5 Fondo Armando Hart Dávalos, OAHCE.

6 Ver: Mociones 1, 2, 3, 4, 5 y 6 del 26 de enero de 1958, fondo Marcelo Ricardo Fernández Font, OAHCE.

7 Fondo Marcelo R. Fernández Font, Circular de Organización (C.O.) no. 4 del 9 de mayo de 1958, p. 2.

8 Ver: carta de Fidel a Frank País, del 21 de julio de 1957, fondo Fidel Castro Ruz, OAHCE.

9 Ver: Informes al ejecutivo sobre el estado del MR-26-7, del 31 de mayo y el 14 de septiembre de 1958, fondo Marcelo R. Fernández Font.

10 Fondo Marcelo R. Fernández Font.

11 C.O. no. 4 del 9 de mayo de 1958, p. 3, fondo Marcelo R. Fernández Font.

12 Ver: C.O. no. 6 del 22 de agosto de 1958, fondo Marcelo R. Fernández Font.

13 Ver: C.O. no. 6 del 22 de agosto de 1958, fondo Marcelo R. Fernández Font.

14 Fondo Marcelo R. Fernández Font.

15 Ibídem

16 Ibídem

17 Carta de Fidel a Barton, del 1 de junio de 1958, fondo Fidel Castro Ruz.

18 Fondo Marcelo R. Fernández Font.

19 Así denominaban a los insurrectos de la provincia de Matanzas, que permanecían en zonas rurales. Ver Informe del 31 de mayo de 1958 y C.O. no. 5, del 23 de junio de 1958, fondo Marcelo R. Fernández Font.

20 Ibídem.

21 C.O. no. 6, fondo Marcelo R. Fernández Font.

22 Entrevista del autor a Felipe Oscar Quintana Ramos. Llegaron juntos a ocupar la dirección: Francisco Chavarri Alduri, como coordinador; Felipe, como jefe de Acción y Manuel E. Yepe Menéndez, como responsable de Propaganda.

23 Carta de Fidel a Diego, del 22 de octubre de 1958, fondo Fidel Castro Ruz.

24 Fondo Fidel Castro, carta al Che.

25 Carta a Diego, del 22 de octubre de 1958, fondo Fidel Castro Ruz.

26 José Garcerán de Valls Vera, René, junto a Haydée Santamaría y Sergio González López organizó los sabotajes a los hoteles cercanos a Palacio cuando se desarrolló el denominado segundo asalto a Palacio. La acción consistió en hospedarse en diecisiete hoteles con nombres falsos y el apellido Castro, y que además tuvieran como fecha de nacimiento el 26 de julio; prender fuego a las habitaciones, quemar los colchones después de introducirle municiones que explotarían con el fuego para impedir que se acercaran a apagarlos. Fue responsable de Finanzas del MR-26-7 en La Habana hasta abril de 1957 que partió al exilio. En coordinación con Haydee preparó una expedición donde trajo los pertrechos de su futura columna. Murió el 17 de diciembre de 1958 al intentar explorar un puente en Matanzas, que estaba tomado por la tiranía.

27 Víctor Sorí Llanes, Iván. Insurrecto urbano, preso en El Príncipe desde febrero de 1957. Participó en la huelga de hambre del 16 al 31 de julio, fue uno de los once fugados el 22 de octubre de 1957. Se reincorporó a la insurrección como subordinado del capitán de Milicias Ifraín Alfonso Liriano, Cheché, en un grupo de Acción. Participó en el ajusticiamiento de Boris Kalmanovich, uno de los más connotados delatores a sueldo, conocido como el Polaco.

28 Archivos personales de Víctor Sorí Llanes, copia del diario de campaña de José Garcerán ocupado por la tiranía el 17 de diciembre de 1958 y recuperado por la Columna Ángel Ameijeiras el 1o. de enero de 1959, en el cuartel de la Guardia Rural de Güines.

29 Entrevista del autor a Felipe Oscar Quintana Ramos.

30 Ibídem.

31 C.O. no. 8 del 27 de diciembre de 1958, fondo Marcelo R. Fernández Font.

32 Ver: carta a Bruno del 1 de julio de 1958, fondo Marcelo Ricardo Fernández.

33 Ver: carta a Gonzalo del 7 de julio de 1958, fondo Marcelo Ricardo Fernández.

34 Ver: fondos Fidel Castro Ruz y Marcelo R. Fernández Font.

35 Miembro de la dirección nacional del MR-26-7. Apoyó en el acopio de armas y recursos desde el exterior.

36 Carta a Bebo del 3 de junio de 1958, fondo Fidel Castro Ruz.

37 Ver: Informe del 14 de septiembre de 1958 al ejecutivo, fondo Marcelo R. Fernández Font.

38 Carta a Carlos Chaín, del 26 de octubre de 1958, fondo Fidel Castro Ruz. El grado militar de Fidel en la Sierra Maestra era Comandante Jefe, así consta en los documentos de la época.

39 Fondo Marcelo R. Fernández Font.

40 Ver: carta a Gustavo (Carlos Chaín Soler) del 26 de octubre de 1958, fondo Fidel Castro.