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En cada latido del país

Obra de Cosme Proenza.
Obra de Cosme Proenza.

Fecha: 

13/08/2021

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Siempre ha estado presente con su ejemplo, con sus ideas y acciones, en cada latido del país. En las adversidades y en los triunfos.
 
Ahora, cuando cumple 95 años, en un 2021 lleno de retos, pandemia y bloqueo criminal, el Comandante en Jefe vuelve «al pie del cañón», en esta gran batalla por la vida, lo mismo guiando a la generación de la continuidad, que corrigiendo los rumbos de la obra que construimos.
 
Desde la sagrada roca acompaña a sus hermanos de batalla, de la Sierra y del llano, y a sus continuadores más jóvenes, que aplican sus enseñanzas y, en primer lugar, su ejemplo de estar siempre junto al pueblo, oyéndolo, convocándolo, compartiendo toda la verdad, multiplicando la confianza en la victoria.
 
Comandante de ideas y de acciones es el Fidel que conocemos los cubanos, reconocido y respetado en todo el mundo.  
 
Ha querido el destino que sus 95 coincidan con la más terrible de las pandemias de los últimos siglos. En esta travesía difícil para Cuba, Fidel, como siempre, ha estado, cada día, cada hora, como una luz.
 
A estos tiempos Fidel se había adelantado, artífice de una infraestructura científica que hoy da respuesta urgente. Cuba, sin la más mínima retórica triunfalista, es el único país del llamado tercer mundo que ha sido capaz de concebir y desarrollar cinco candidatos vacunales –uno de ellos ya es vacuna– para inmunizar a todo el país este mismo año, y compartir con los pueblos necesitados.
 
Su presencia es fuerza viva en cada testimonio de cubano agradecido, lo mismo en el campesino de la Sierra Maestra, vacunado con Abdala muy cerca de su conuco, y que exclamó ante la televisión un ¡Gracias a Fidel!, como en las palabras similares de los padres de una niña camagüeyana, de las primeras en recibir la dosis del inmunógeno como parte del ensayo en edades pediátricas, un estudio todavía pendiente en casi todos los países que producen sus vacunas.
 
Fidel conoció, como pocos, el intríngulis de cómo un país pobre, bloqueado y con escaso desarrollo industrial, herencia de rezagos coloniales, sería capaz de emprender una de sus más colosales batallas: hacer a Cuba un país de ciencias.
 
No solo interiorizó e hizo comprender que era prioridad formar a los hombres y mujeres que, quizá analfabetos en 1959, podían ser la semilla, irrigada con la Campaña de Alfabetización, para que sus hijos y nietos, con nuevas escuelas y fabulosos maestros, aprendieran que solo con educación la nación cubana llegaría a ser la concebida en el Programa del Moncada.
 
Cuando aseguró que «lo primero que tenemos que salvar es la cultura», sintetizaba en esa expresión cuánto de cultura tienen la educación, la ciencia, el humanismo, la solida­ridad.
 
Una vez formados los primeros científicos, el Comandante fue por más: construir polos para desarrollar las ciencias, con instalaciones modernas y tecnología de punta, en cuyos laboratorios y eslabones productivos se concibieran fármacos, vacunas y hasta equipos solo fabricados en el llamado primer mundo, negados para Cuba por orden del imperialismo.
 
Continuadores de esta obra, los cientos y miles de egresados de nuestras universidades, cuando aún la pandemia no era tal en el archipiélago, fueron los que concibieron planes y protocolos para enfrentarla, sin abandonar las demás batallas propias de una nación que se empeña –por mandato del propio Fidel– en «cambiar todo lo que tenga que ser cambiado», a fin de ser mejores.
 
Varios testimonios de esa gratitud se escucharon también, recientemente, desde el otro lado del mundo, cuando en la lejana Tokio los campeones de la Patria dedicaron sus medallas a la memoria del Comandante, reconociendo en él al artífice del desarrollo deportivo actual. Se le recordó, eufórico y orgulloso, cuando, tras cada victoria olímpica, el Primer Secretario del Partido y Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, incluso de madrugada, llamó personalmente a los vencedores, y los felicitó, en nombre de su pueblo, tal cual hacía el líder de la Revolución.
 
Con ese Fidel de siempre no habrá otro compromiso que defender y perfeccionar la obra grande que nos legó.
 
Por muy difícil que sea, este 2021 seguirá siendo un año con Fidel, un año de resistencia y victoria. Su ejemplo, hoy y siempre, permanece y convoca.