Artículos

Estampa en Contramaestre: Fidel y la ganadera Maria Antonia

Fecha: 

03/12/2016

Fuente: 

Cubadebate

Autor: 

Era de noche y el viaje por carretera, por Contramaestre cerca de Santiago. Llovía y el chofer del jeep de Fidel  no sabía cuál era la entrada más expedita para llegar a la casa de la ganadera, a quien todos conocen por esa zona, simplemente como María Antonia. Colaboradora amiga de Fidel.
 
Los vehículos patinaban porque la lluvía había sido persistente. Tanto patinaban en el lodo, que el propio Fidel tomó el volante del jeep en el cual viajaba. Pronto se orientó y así llegamos, en plena noche, a “El Alcázar” la finca de María Antonia Pujol, la ganadera privada, amiga suya, y del padre. La experiencia de ella como críadora de buenas razas bovinas y cruces, era notable. Tenía magníficos ejemplares bovinos. Todos en la casa se sorprendieron al ver  al Jefe de la Revolución en la puerta de la vivienda, una casa de estilo español, con azulejos y piedras de cantería.
 
La primera asombrada fue la propia María Antonia  y se lo dijo. “Chico, Fidel, cómo es posible, si ayer te vi por televisión y estabas lejos de por aquí”. Era una pregunta coloquial y algo ingenua pero muy espontánea y emotiva.
 
Enseguida se estableció el diálogo. Fidel le preguntó cómo estaba su rebaño de raza. Cuántos toros tenía, si contaba con ganado hembra suficiente. Si producía leche y qué cantidad por vaca, así como –entre otras cosas—cuál era el promedio de nacimientos.
 
Ella le respondió que había tenido un promedio de 96 a 97 por ciento. Él se asombra. Le pidió los libros. Todo a media luz, con faroles y linternas. También quiso ver el tarjetero donde ella llevaba las anotaciones sobre el record de los animales. El lo revisaba y sacaba cálculos. En ese tiempo estaba muy interesado en los mejores cruces de razas. Con una mano sostenía una linterna cuya luz dirigía al libro que mantenía sobre las piernas. Un compañero lo auxilió con otra linterna y pudo leerlos mejor, mientras ella le explicaba y respondía sus preguntas.
 
–¡Es asombroso!– comentó Fidel y la criadora de ganado sonrió orgullosa. Lo había aprendido de su padre de adopción.
 
–Tienes que escribir un libro con tus experiencias. Decir en el libro cómo has logrado esto– manifestó Fidel.
 
–Ella trató de explicarle su método, pero dijo poco. Estaba nerviosa y él insistió en que debía escribir un libro sobre todas sus experiencias.
 
–Fidel yo te escribí una carta a La Habana porque necesitábamos una serie de cosas y…
 
–Mira María Antonia –la interrumpió– ese tiempo que dedicas a escribir cartas larguísimas… utilízalo en escribir un libro. Cada carta de esas tuyas, María Antonia equivale a un capítulo de un libro que servirá a todos.
 
La solución la dejó perpleja.  Era tan lógica.
 
Hace dos meses conversé por teléfono con María Antonia, aún enclavada en aquella su casa y finca. Entonces me contó que Fidel solía llamarla con cierta frecuencia para conversar con ella sobre ganadería y sobre su estado de Salud, y Raúl igualmente lo hacía interesado en en determinados cruces de ganado e incluso solicitándole animales determinados para mejorar la ganadería.
 
La amistad de María Antonia con ambos tenía raíces, desde que los padres de ambos vivían.
 
No lo se, pero seguramente en el paso la caravana con la urna que llevaba las cenizas del Comandante en Jefe hacia Santiago, la María Antonia de Contramaestre, estaría rememorando entre muchos recuerdos sus aportes y amistad con Fidel, aquella noche en que ni la lluvia ni la oscuridad fueron óbice para que Fidel la visitara y se interesara por los más mínimos detalles sobre los cruces de ganado, de la experta criadoras de ganado de Contramaestre.