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Fidel

Fecha: 

29/12/2015

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Si la vida del pueblo mozambiqueño no hubiese estado lo suficientemente ligada a Cuba, si sus héroes y los nuestros no hubiesen compartido ideales y causas, si los líderes de aquí y de allá no se hubiesen profesado amistad sincera, si la solidaridad caribeña no hubiese hecho escala perpetua en esa tierra africana, quizá sorprendería que en sus entrañas florezca una comunidad llamada Fidel.
 
Pero no hay sorpresas. Demasiada historia en común y un montón de razones para querer honrar a ese hombre visionario con alma de humanidad que, según dicen los pobladores, “tanto ha apoyado a Mozambique”.
 
Uno se adentra entonces camino arriba en­tre pequeñas casas —de madera fundamentalmente— polvorientas, con techos bajitos, otros no tanto, como si la uniformidad no fuese un patrón a seguir. En verdad no lo es. Y existen mil ejemplos para confirmarlo.
 
El más simple: llegas en medio de una ceremonia religiosa y encuentras hombres perfectamente vestidos de traje y corbata y, a su lado, un ruedo de mujeres descalzas, envueltas en sus capulanas que, en dependencia de la ocasión, lo mismo son sayas, cargadores de bebé o simples mantas para sentarse.
 
Allí supimos que la intención y el homenaje no surgieron por estos días cuando es significativo el número de profesionales mozambiqueños formados en Cuba, y ya suman 286 los colaboradores de la Brigada Médica diseminados por el país. No brotó ahora la idea cuando la cooperación se afianza en el área de la Edu­cación y esboza proyectos en otros campos como la Agricultura. Fue en 1977, a dos años apenas de proclamada la independencia de Mozambique, cuando nace la comunidad Fi­del Castro, en un impulso por reverenciar al mayor artífice de tanta ayuda desinteresada desde este lado del mundo.
 
Dicen que la nombraron así por voluntad de los aldeanos, y aún perdura en sus más de 20 600 habitantes aquel propósito inicial de “reconocer el valor del Comandante en la lu­cha de emancipación de Cuba, así como el apoyo ofrecido a otros pueblos, en particular a los africanos”.
Los médicos cubanos comparten con los locales sus actividades. Foto: de la autora
 
El simbolismo, sin embargo, no se agota en la humildad de la gente, en el entorno pobre, pobrísimo, que magnifica cualquier agradecimiento. También Gaza, la provincia donde es­tá enclavada la comunidad, fue cuna de la guerra liberadora de Mozambique, y allí nacieron varios de sus principales líderes: Eduardo Mondlane, el entrañable Samora Machel, Joa­quim Chissano…Vaya suelo fértil, revolucionariamente hablando.
 
Y en ese contexto puedes tropezar con personas como Nora Joel Chunguane, una secretaria de iglesias que siempre ha vivido ahí y asegura “que los ideales humanistas de Fidel le han hecho bien a comunidades como la suya, y que por esos principios lo admiran y lo siguen, sobre todo los jóvenes”.
 
La pastora Isabel Juliam Sambo dice que fue en ese mismo barrio donde conoció al líder cubano, y por si acaso faltara tiempo, se apresura para mandarle un mensaje de agradecimiento porque a su juicio, “buena parte de las transformaciones producidas en la comunidad estuvieron vinculadas con aquella visita”.
 
También puedes toparte con niños de todas las edades, que se muestran tímidos y te miran con caritas asombradas sin percibir que el ma­yor asombro nos pertenece. Las niñas, no im­porta cuán pequeñas sean, si ya saben caminar y aguantan el peso, les toca cargar a sus hermanitos. Lecciones tempranas para ir asimilando la carga que la vida les reserva allí a las mujeres.
 

Médicos cubanos cumpliendo misión
Médicos cubanos cumpliendo misión


Para reafirmarlo pasa por tu lado, con una estabilidad increíble, una señora que lleva en la cabeza un montón de leña cuyas dimensiones son casi proporcionales a su estatura. Mientras los hombres, mucho más jóvenes, tal vez hasta de la familia, se pasean orondos. Entonces te encoges solo de imaginarte ha­ciendo lo mismo y piensas en África y en todas sus deudas, a las que se suma esta casi eterna sobre igualdad de género.
 
Y por el camino que a ratos se ensancha o estrecha (recuerden lo que ya dijimos de la uniformidad), llegas a una casita convertida en la oficina de Armando Chiluvane, jefe de la aldea. Entre tantos documentos que cuelgan de las paredes, te reciben varias fotos del Co­mandante y sientes que hay mucho de Cuba y su historia en tan reducido espacio.
 
En brevísimas palabras hablamos sobre la fuerte conexión de Fidel con su país, de sus buenos deseos para el líder de la Revolución Cu­bana y de su esperanza de poder agradecerle personalmente, en especial por la presencia de los médicos allí. Porque ese es, para los aldeanos, el reflejo palpable de aquellos preceptos abstractos de solidaridad y humanismo.
 
La oftalmóloga Rosa María Vega ya nos había contado que en el Hospital Provincial de Xai-Xai han atendido a muchos pacientes de esta comunidad, pero venir hasta aquí, hacerles terreno en sus casas (como se dice en Cu­ba) vuelve más completa la atención.
 
Por eso la pediatra Niuvis Chávez pone énfasis no solo en la labor asistencial, sino en la medicina preventiva, teniendo en cuenta la alta incidencia en el área de la desnutrición y las enfermedades infecciosas como el VIH/­sida, la tuberculosis y el paludismo. Orien­tarlos es, quizá, una de las tareas fundamentales.
 
En total sintonía Marisela Ledesma, jefa de la Brigada Médica, dialoga sobre la importancia de “fortalecer la intervención comunitaria, porque esa es la razón del trabajo allí: llegar al más pobre y necesitado donde quiera que esté”.
 
La charla de salud, sin embargo, no es más intensa que ese vínculo otro entre cu­banos y mozambiqueños, sin apellidos o profesiones. Porque cantamos y bailamos sus ritmos, y en escasos minutos todo lo africano que nos corre en la sangre afloró.