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Fidel Castro: El abogado de las causas justas (Parte II)

Fecha: 

26/09/2022

Fuente: 

Centro Fidel Castro Ruz

Autor: 

El año 1950 fue de crecimiento personal para el joven Fidel Castro Ruz. Se tituló como abogado y creó su propio bufete en Tejadillo 57, en una de las zonas más céntricas de La Habana. Para mayor fortuna, tenía un matrimonio formalizado con Myrta Díaz-Balart y Gutiérrez, bella, inteligente y de clase alta, con la cual tuvo un hijo, el 1ro. de septiembre de 1949, al que llamaron Fidel Castro Díaz-Balart. El ejercicio de una de las profesiones mejor pagadas y una familia consolidada, vislumbraban un futuro próspero.
 
En 1951, el contexto nacional estaba caracterizado por la corrupción de los gobiernos, la represión política, los frecuentes asesinatos a líderes opositores, la censura de prensa y el agravamiento de los males sociales, con la existencia de grupos gansteriles que controlaban el negocio de la droga, la prostitución y los juegos prohibidos. Era común el entreguismo de los gobiernos hacia la potencia del norte, regalando las riquezas de la nación a las empresas extranjeras, que expoliaban al pueblo trabajador. Para colmo, Cuba contaba con una de las constituciones más progresistas de la época, la cual fue bastante ignorada por los gobiernos encargados de su aplicación.
 
El compromiso de Fidel con las causas justas y su activismo político perturbaron la tranquilidad del hogar. Evidentemente, vivir de su carrera como abogado no era una prioridad, solo la usaba para defender a los más humildes ─a los cuales nunca les cobraba─ y denunciar los males de la República. Su título de abogado le confirió un arma poderosa, la de obrar con justicia en nombre de la ley; de no cumplirse solo había una conclusión: el sistema no funciona.
 
Litigio contra la Cuban Telephone Company
 
En el primer trimestre de 1951 el bufete de los abogados Azpiazo-Castro-Rasende, por iniciativa de Fidel, interpuso una demanda contra el monopolio norteamericano de las comunicaciones: Cuban Telephone Company, a través de la cual exigían rebajar las tarifas que cobraban a los usuarios.

Pero, ¿qué situación justificaba esta denuncia? Cuban Telephone Company se instaló en Cuba a inicios del siglo XX, logrando mediante el Decreto Presidencial No. 945 de 1909, una autorización a perpetuidad para establecer y abrir al servicio público líneas y sistemas telefónicos. Desde esa fecha dominó el mercado de la telefonía en Cuba.
 
Ya en 1930 el éxito económico de la compañía era notable, convirtiéndose en la sucursal más próspera de las instaladas por International Telephone and Telegraph Corporation (ITT). En plena crisis económica mundial, la compañía rebajó gradualmente los salarios, provocando el estallido de una huelga de los trabajadores telefónicos el 9 de noviembre de 1933 que duró alrededor de un año. Finalizada la Segunda Guerra Mundial comenzó un deterioro progresivo en los servicios, alegando que se necesitaba disponer de mayor capital para su restablecimiento, se propuso a los gobiernos de turno aumentar las tarifas a los usuarios, lo que se convirtió en el principal objetivo de la compañía.


En 1949 se puso a prueba una central telefónica tipo «Rotary» (I), con una tecnología deficiente que afectó durante muchos años el funcionamiento de un gran número de teléfonos de la capital, sin que el gobierno le exigiera ninguna rectificación o compensación. (II)
 
Al parecer, para inicios de 1951 la corporación intentaba influir en la opinión de sus usuarios y aparecieron anuncios sobre la complejidad de instalar nuevos equipos en Cuba en algunos medios de prensa, lo cual justificaría la nueva medida adoptada.
 
No era de esperar que un pequeño bufete de abogados obtuviese un pleito fácil contra el monopolio. A pesar de ello, el proceso se abrió y transcurrió de manera favorable para los demandantes. Por su parte, la compañía telefónica empleó como estrategia dilatar el proceso hasta donde pudo; una vez conocida la sentencia apeló ante la Sala de Leyes Especiales y Contencioso Administrativo del Tribunal Supremo de la República, logrando demorar la aplicación de la sentencia hasta que la máxima entidad legal no se pronunciase al respecto.
 
El proceso judicial se extendió hasta 1954 (III) en el que los demandantes obtuvieron un fallo favorable, por lo que la compañía se vio obligada por ley a rebajar las tarifas que beneficiarían a los cubanos que utilizaban este servicio. Pero como en Cuba las leyes eran letra muerta, la sentencia nunca se aplicó y la empresa logró pactar con el tirano Fulgencio Batista y Zaldívar.
 
¿Cómo se llegó a esto? La estrategia del monopolio de alargar el proceso dio resultados. Al año siguiente de iniciado el pleito, se produjo el golpe de estado de Batista, lo que cambió completamente la situación política y rompió con el orden legal del país. Mientras duró el juicio la compañía no se quedó con los brazos cruzados y siguió presionando al gobierno de Carlos Prío Socarrás y posteriormente al del dictador. Al no lograr un acuerdo canceló sus nuevas inversiones en el país y en 1953 decidió no instalar más teléfonos como medio de presión. (IV)
 
Así logró que el dictador anulara la decisión del tribunal y firmara el ansiado acuerdo el 13 de marzo de 1957, mediante el Decreto Presidencial No. 552. Como regalo, la empresa norteamericana le entregó al tirano un teléfono de oro macizo (V) de esta forma la doncella de la justicia fue violada.
 
Hay que resaltar que Fidel Castro Ruz no pudo darle continuidad al juicio desde mediados de 1953 por su participación en los sucesos del cuartel Moncada y su posterior reclusión en Isla de Pinos. Fue sustituido por el abogado y militante del Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxos) Pelayo Cuervo Navarro, quien llevó el proceso hasta su conclusión. Lamentablemente fue asesinado en la madrugada del 14 de marzo de 1957 –horas después del acuerdo entre la Compañía y el tirano– como parte de la ola represiva que invadió a La Habana después del fallido asalto al Palacio Presidencial, ejecutado por el Directorio Revolucionario.
 
¿Qué consecuencias trajo la firma del Decreto No. 552? En esencia todo lo contrario a lo que intentaban lograr Fidel Castro y sus compañeros del bufete:

  •     La Cuban Telephone Company obtendría ganancias netas superiores al 8 %. En los Estados Unidos (de donde provenía la empresa) el máximo aceptado era del 6,5 %.
  •     Se concedía a la empresa la facultad de recargar a los clientes cualquier aumento establecido por el Estado.
  •     Se establecía la exención de pago por contribuciones o impuestos a las provincias y municipios del archipiélago.
  •     Se suprimían las entregas al Estado cubano de al menos el 4 % de los ingresos brutos. (VI)

 
Por razones como estas había que hacer una Revolución profunda en Cuba. Después del triunfo revolucionario una de las primeras medidas del gobierno fue la aprobación de la Ley No. 122 en marzo de 1959 que dispuso la intervención de la Cuban Telephone Company y la rebaja en las tarifas telefónicas. En tanto, el 6 de julio de 1960 se aprobó la Ley No. 851, que dispuso la nacionalización mediante la expropiación forzosa. De esa forma se ponía fin a la extorsión de este monopolio contra el pueblo cubano.
 
Acta notarial No. 668
 

En 1951, el recién graduado Fidel, como todos los demás, tenía metas y sueños profesionales por realizar. Planificaba proyectos, los cuales se interrumpieron momentáneamente con el fallecimiento en Birán de su abuelo materno Francisco Ruz Vázquez, el 3 de febrero (VII). Entonces su padre, don Ángel Castro Argiz tenía una aspiración cumplida, un hijo que lo representó legalmente y no tardó en aprovecharlo.
 
Radicado en Cuba desde inicios del siglo, don Ángel Castro Argiz fue un emigrado español que labró su fortuna a base de sacrificios personales. Adquirió la primera finca –de 20 caballerías– en 1915 (VIII) por contrato de compra-venta y gradualmente fue extendiendo sus propiedades. Desde 1923 hipoteca parte de sus tierras a su amigo don Fidel Pino Santos por un valor de 45 000 pesos, los cuales tenían que ser pagados en un término de cinco años y prorrogables por otros más.
 
La crisis económica de 1929 a 1933 impactó sobre la frágil y dependiente economía cubana. Don Ángel vivió una situación complicada y no pudo cubrir la deuda con su amigo, que para 1933 se vencía y ascendía a 120 000 pesos. Hay que encontrar una solución asequible para ambos y deciden la «cesión en pago» de 65 caballerías de tierra a don Fidel Pino Santos, que se formalizó el 20 de julio de 1933 ante el notario público Eduardo Vinent y Juliá en Santiago de Cuba (IX). Si bien la familia Castro Ruz cedió la posesión de sus tierras, se mantuvo conviviendo en ellas.
 
Con un hijo abogado, una situación económica próspera y el resquebrajamiento de la salud de don Fidel, el año 1951 fue el momento para recuperar los bienes, los cuales pudieron haberse perdido en caso de un eventual fallecimiento de su propietario legal.
 
Una vez tratado el tema con don Fidel, este aceptó el traspaso de las fincas. Fidel Castro corrió con los trámites, actuando como representante legal de su padre. Desde el punto de vista jurídico no fue un proceso difícil, ya que no existió litigio entre las partes. No obstante, su complejidad radicó en los trámites burocráticos a realizar, ya que entre otras cosas requirió la voluntad no solo de Fidel Pino Santos sino también la de sus ocho hijos. Actuó en representación legal de su padre y de sus otros siete hermanos, Raúl Fabio Pino Martínez.
 
El proceso concluyó en Santiago de Cuba ante el notario público Mario Norma Hechavarría el 20 de julio de 1951 –el mismo día que 18 años atrás la familia Castro Ruz perdiera el control legal de las tierras– por un contrato de compra-venta. La generosidad de Fidel Pino Santos hacia su amigo quedó patentizada en el contrato al estipular que se vendían las tierras:
 
«(…) completamente libre de gravámenes con sus edificaciones, cercas, plantaciones y demás anexidades, por el precio de noventa y seis mil trescientos cincuenta y tres pesos y ocho centavos moneda nacional, a don Ángel Castro Argiz y Lina Ruz González, quienes aceptan a su favor la escritura y sus efectos por ajustarse a lo convenido». (X)
 
Aun cuando Fidel Castro no cobraría los honorarios, don Ángel premió a su hijo por la rapidez con la que actuó, emitió un cheque por un valor aproximado de 3 000 pesos (XI) lo que amortiguó por un tiempo su situación económica.
 
Litigio contra deudores de un contrato de arrendamiento

 
La estancia en Birán en el verano de 1951 fue aprovechada para resolver también otras problemáticas legales de los negocios de la familia. Según testimonió el propio Fidel, revisando los papeles de su padre, descubrió que al firmar un contrato de arrendamiento para la explotación maderera, los propietarios de las tierras –10 caballerías– habían exigido como garantía de pago 2 000 pesos a devolver una vez cerrado el acuerdo. Evidentemente, la posición económica de don Ángel le facilitaba pasar por alto algunos detalles como acreedor, ya que nunca exigió la devolución del dinero, aun cuando el arreglo se había cerrado.
 
Una vez aprobada la propuesta de su hijo de iniciar el pleito, don Ángel le indicó quedarse con el dinero. Recuperó aproximadamente la mitad. En el testimonio de Fidel se deduce que no se apertura un proceso judicial al no existir litigio, ya que la parte afectada entregó el dinero acordado.  (XII)
 
Litigio contra la Warner Sugar Corporation

 
Otro de los conflictos legales que resolvió Fidel Castro en el verano de 1951 fue contra la compañía norteamericana Warner Sugar Corporation (XIII), dueña del central Miranda ubicado a 27 kilómetros de Birán.
 
En los frecuentes viajes de Fidel para llevar a cabo las gestiones legales de su padre, le llamó la atención que los sembrados de cañas pertenecientes al central Miranda y los terrenos de la familia Hevia tenían límites intermitentes. Preguntó a varios trabajadores y no encontró una respuesta lógica.
 
Evidentemente algo estaba mal. Al llegar a la casa consultó los mapas de su padre –quien desde 1924 había establecido un contrato de servidumbre de paso, molienda de caña y refacción agrícola por 20 años con Warner Sugar Corporation– (XIV) y se percató que la compañía norteamericana había sembrado en las tierras de la familia Hevia durante varios años.
 
Después de recolectar todos los datos y verificar bien los límites entre ambas propiedades, Fidel calculó la caña sembrada en los terrenos de los Hevia en los últimos 15 años. Además de la evidente violación de la propiedad privada, existía un conflicto más delicado aún, el reconocimiento legal de los terrenos, que ninguna de las partes tenía claro. De no presentarse las pruebas suficientes, los dueños del central Miranda podían adjudicarse parte de estas tierras.
 
Una vez en La Habana, Fidel les presentó las pruebas a los propietarios de los terrenos, quienes estuvieron de acuerdo con comenzar la querella. Según la cantidad y el tiempo en el que se emplearon las tierras y al costo promedio del azúcar en esos años, se calculó que el precio a pagar por la compañía azucarera ascendía como mínimo a 17 000 pesos.
 
Se presentó la demanda a la entidad, esta reconoció la actividad que realizaba desde hacía varios años y decidió pagar la totalidad del dinero sin que se le interpusiera pleito en los tribunales. Fidel obtuvo 2 000 pesos como compensación. (XV)
 
En el primer semestre de 1951, el joven abogado Fidel Castro mantuvo en paralelo su trabajo como jurista y su activismo político (XVI). Aun cuando la mayoría de los casos analizados no tuvieron vinculación política, a excepción de la demanda interpuesta a la Cuban Telephone Company, se apreciaba ya un interés por emplear su profesión de abogado como un instrumento para combatir los males que aquejaban a la sociedad.
 
Si su etapa de estudiante universitario fue decisiva en la formación de su conciencia revolucionaria, su posterior desempeño como abogado contribuyó a su consolidación. Defender a los más humildes le permitió intercambiar con ellos, palpar sus necesidades y aspiraciones de justicia social, además de conocer lo torcido de la justicia cubana. No podemos olvidar que se trata de un joven con apenas 24 años, ni creer que egresó formado políticamente por completo de las aulas de la universidad.
 
En el siguiente artículo se analizarán las causas judiciales en las que estuvo involucrado en el segundo semestre de 1951, donde se aprecia con más claridad la vinculación entre la abogacía y su militancia política.
 
NOTAS
 
I- Rotary es un sistema de conmutación electromecánico y rotativo diseñado en 1915 por Western Electric. Ese sistema emplea ejes de rotación continua: produce el desplazamiento de elementos que buscan el número de usuario que llama y seleccionan el número de usuario con el que se debe hablar. Este prototipo fue abandonado posteriormente.
 
II- Cuban Telephone Company (s.f) Recuperado el 18 de diciembre de 2019 en: http://www.ecured.cu/Compañia_Cubana_de_Teléfonos
 
III- Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, entrevistas, expediente 57, caja 6, letra A.
 
IV- Omar Pérez Salomón: Recordando la intervención de la Cuban Telephone Company. La pupila insomne, 3 de marzo de 2017.  Recuperado el 16 de diciembre de 2019 en: http://lapupilainsomne.wordpress.com/2017/03/03/recordando-la-intervenci...
 
V- Años después se supo que el teléfono solo tenía un baño de oro, timando también la Cuban Telephone Company al propio dictador.
 
VI- Katiuska Blanco Castiñeira: Todo el tiempo de los cedros, Casa Editora Abril, La Habana, 2009, p. 532.
 
VII- Ibídem, pp. 794-795.
 
VIII- Ibídem, p. 750.
 
IX- Ibídem, p.119.
 
X- Ibídem, p. 757.
 
XI- Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro Ruz. Guerrillero del Tiempo. Tomo 1, Casa Editora Abril, La Habana, 2011, p. 544.
 
XII- Ibídem, pp. 544-545.
 
XIII- La Warner Sugar Corporation es una compañía con sede en Nueva Jersey en los Estados Unidos, propiedad de Arthur L. D. Warner. Se asentó en Cuba en las primeras décadas del siglo XX adquiriendo propiedades dedicadas principalmente al cultivo de la caña de azúcar.
 
XIV- Katiuska Blanco Castiñeira: Todo el tiempo de los cedros, Casa Editora Abril, La Habana, 2009, p. 86.
 
XV- Katiuska Blanco Castiñeira: Fidel Castro Ruz. Guerrillero del Tiempo. Tomo 1, Casa Editora Abril, La Habana, 2011, p. 544.
 
XVI- En el periodo que analizamos la labor de Fidel Castro como abogado también mantuvo activa su militancia política. Aun cuando había egresado de la Universidad de La Habana continuaba su participación en las luchas estudiantiles. En 1951 se había postulado como candidato a Representante por el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo).