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Fidel en Ecuador

Fecha: 

29/11/2002

Fuente: 

Granma

El Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, Comandante en Jefe Fidel Castro, arribó en horas de la tarde de este jueves a Quito, la capital ecuatoriana, donde participará hoy viernes como Invitado de Honor en el acto de inauguración de La Capilla del Hombre, la extraordinaria obra del pintor Oswaldo Guayasamín, quien en vida fuera un gran admirador de la Revolución cubana y de su líder.  

Fidel llegó a la Base Aérea Mariscal Sucre de la capital ecuatoriana a las 3:35 de la tarde, acompañado por los miembros de su delegación, el canciller Felipe Pérez Roque; José M. Miyar Barrueco, secretario del Consejo de Estado; Carlos Valenciaga, miembro del Consejo de Estado, y los titulares de Salud Pública, Damodar Peña, y de Educación, Luis Ignacio Gómez.  Un nutrido grupo de 31 artistas plásticos cubanos, que forman parte de la delegación de la Isla, comenzaron a pintar esta misma noche en la propia Capilla del Hombre, obras que integrarán su patrimonio.  La embajadora, Ileana Díaz Argüelles también forma parte de la delegación cubana.    

El Presidente cubano cumplimenta una invitación del Presidente ecuatoriano Gustavo Noboa Bejarano, y de la familia Guayasamín, a nombre de la Fundación que lleva el nombre del artista.  Esta misma noche de jueves, Fidel sostuvo un encuentro privado con la familia Guayasamín en el Hotel Swissotel, donde se aloja la delegación cubana, y algo más tarde asistió a una cena en su honor que le ofreciera el Presidente ecuatoriano Gustavo Noboa, en el Palacio de Gobierno.  

El Comandante en Jefe había visitado la nación andina por primera vez en diciembre de 1971, y luego en 1988.  Por su parte, el mandatario ecuatoriano, Gustavo Noboa, viajó a Cuba entre el 12 y el 14 de noviembre de este año y participó en la firma de varios acuerdos de colaboración entre Cuba y Ecuador.  En 1993, en el Centro Histórico de La Habana, quedó inaugurada la Casa Guayasamín, durante un acto en el que estuvo presente Fidel, donde el artista hizo en 20 minutos el primero de los cuatro retratos pintados a su entrañable amigo.    

LA CAPILLA DEL HOMBRE    

Mirada desde las alturas de Quito, situada en el Cerro Bellavista o Loma de Guanquiltagua, La Capilla es una instalación que ocupa un área de unos 4 000 metros, parece ser un guardián firme de una obra que encontró en el hombre americano, en la vida y la ternura, y en las guerras y las crueldades que contra él se han cometido, el aliciente para su constante denuncia llevada al óleo en miles de lienzos de la mano prodigiosa de Oswaldo Guayasamín.  No pudo el artista, debido a su muerte el 10 de marzo de 1999, ver concluida su Capilla del Hombre, aunque sus cuadros, que ahora aparecen en grandes murales o colgados en extensas galerías, constituyen la expresión más acabada de lo que se proponía en ese proyecto al que dedicó una buena parte de su vida.  

Tal y como se concibiera en un compromiso que probablemente nunca se escribió, la familia del pintor, la misma que ha continuado esa obra cultural que es la Fundación Guayasamín, se dio a la tarea de dar seguimiento a la concepción y ejecución de La Capilla..., hasta llevarla a su feliz término en esta primera etapa.

LA FUNDACIÓN GUAYASAMÍN

La crea con sus hijos en 1976, y la componen tres museos: el Arqueológico Prehispánico, con más de 2 400 piezas; el Colonial, con más de 300 piezas, y el Contemporáneo, con más de 200 obras de su autoría, 1 000 dibujos y otras 1 000 obras de otros artistas.      

La colección inicial de Guayasamín, Huacayñan (en su lengua quechua significa El camino del llanto), es un reflejo, recogido en unos 180 cuadros, del drama social de los indios y demás explotados de América.  Posteriormente pintó su colección La edad de la ira, en la que aparecen hechos conmovedores que hicieron reflexionar al artista, como las bombas atómicas lanzadas por Estados Unidos contra Hiroshima y Nagasaki, o la crueldad nazi contra la aldea checa de Lídice, o la invasión mercenaria por Playa Girón en Cuba.  

La madre, ese ser que tanto significó siempre para el artista, fue el motivo principal de su tercera gran serie de cuadros que denominó La edad de la ternura o Mientras viva siempre te recuerdo.