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Fidel en Roma emocionado con el Papa

Fecha: 

09/04/2005

Fuente: 

Cubadebate

En las primeras horas de la madrugada del 16 de noviembre de 1996  el IL 62 de Cubana de Aviación se posa en el aeropuerto romano de Femuci­no. El viaje desde la Habana ha demorado unas once horas. Traslada un ilustre visitante. Es la primera vez que el presidente cubano Fidel Castro pisa suelo italiano.

Desde hace días todos los medios de comunicación del país hablan de su posible visita para intervenir en la Cumbre Mundial de la Alimentación organizada por la FAO.

Fidel hace su entrada en salón de conferencias  poco antes de las  diez de la mañana. El director General de la Organización para la Agricultura y Alimentación (FAO)  Jacques Diouf le dio la bienvenida.

Las dudas que habían surgido sobre su llegada Roma, pero sobre todo la temprana hora que le fue asignada para hablar ante, fue el quinto orador del día, hizo que algunos se perdieran su esperada intervención

Un  helicóptero, suspendido en el aire justo  sobre la sala de conferencia, un ir y venir de gentes que tomaban posiciones para escucharlo, y una breve  imagen televisiva en que se le veía vestido de civil, anunciaron su llegada al edificio de la FAO.

Cuando se anuncia su turno los que no se encuentran dentro del salón plenario se sientan frente  a los televisores colocados en las diferentes salas. Su discurso es escuchado en absoluto silencio. Muy serio levantó su dedo acusador contra la comunidad internacional a la que denunció por haberse propuesto reducir sólo a la mitad los actuales 841 millones de hambrientos del Tercer Mundo en los próximos 20 años.

Su voz ronca y su tradicional hablar parsimonioso fueron subiendo de tono durante su intervención.

Fidel  planteó que para que el mundo  realmente cambie  es necesario que reine la verdad y no la hipocresía y la mentira. “Hagamos conciencia de que en este mundo deben cesar el hegemonismo, la arrogancia y el egoísmo“, afirmó.

Antes de concluir, una  advertencia para los representantes del mundo: “las campañas que doblan hoy por los que mueren de hambre, doblaran mañana por la humanidad entera si ésta no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse así misma“.

Al finalizar el plenario se pone de pie y se lleva el aplauso más prolongado de todos los escuchados en esta cumbre. Dos minutos, según la televisión italiana.  La mayoría provenían de los países del Tercer Mundo.

No lejos del salón de conferencias, en la sala de prensa, se desata una actividad delirante. Las agencias inician sus envíos, la radio hace sus crónicas incluyendo la voz de Fidel, los periodistas de televisión, radio y prensa escrita buscan entrevistarlo.

Algunos delegados hablan con la prensa. Califican el discurso de “desafío al occidente rico”. El corresponsal de la agencia mexicana Notimex, Jorge Gutiérrez resalta: “El carisma personal del líder cubano y la fuerza de su discurso parecen revivir las esperanzas de un tercer mundo casi ignorado en esta Cumbre”. Otro plantea: “Es un extraterrestre que defiende al planeta hambre”.

Las palabras de Fidel son reflejadas ampliamente por todos los

medios de comunicación, que también destacan que el presidente español José María Aznar y la delegación norteamericana no estuvieron presentes durante su intervención.

Valentino Parlato, director del periódico IL Manifesto, resaltó: “Lo criti­co, pero estoy con él”, y agregó: “Cuando Romano Prodi anunció el nombre de Fidel, como vicepresidente de la Cumbre de la FAO en representación de América Latina, en la sala hubo una ovación”.

A su vez Pino Rauti, Secretario del Movimiento Nacional-Llama Tricolor (extrema derecha) en una entrevista que lleva el siguiente titular: “Honor al enemigo”, puntualizó: “Es una gran ocasión la visita de Fidel en Italia. El líder cubano es un personaje enorme, un gigante de historia, que guarda intacto todo su encanto. Continua siendo punto de referencia importante para muchos. Se debe reflexionar sobre su gran personalidad y desde el punto de vista humano merece todo el homenaje”.

“Fidel Castro se introdujo a la Cumbre de la Alimentación en el bolsillo, ya que no sólo cosechó cinco rondas de aplausos -un récord- sino también la simpatía y el apoyo de decenas de representantes tanto de los países en desarrollo como de las naciones ricas. Castro habló de los logros en su país en los últimos 30 años, a pesar del embargo estadounidense,” escribió  el periodista italiano Gorgio Oldrini.

APRETADA AGENDA

En horas del mediodía el presidente cubano se reunió con el direc­tor general de la FAO, Jacques Diouf. Trataron  temas relacionados con la situación alimentaria en el mundo. Posteriormente Fidel les comentó a  los periodistas la alta opinión  que tenía de Diouf.

El sábado amaneció lloviendo torrencialmente en la capital italiana. En horas de la mañana  el mandatario cubano es recibido  por el Primer Ministro, Romano Prodi en el Palacio de Chigi, frente a uno de los más bellos monumentos en la Roma Antigua, la columna Antonina que narra en bajo relieves las aventuras y desventuras del Emperador Marco Aurelio.

Posteriormente Fidel se trasladó al antiguo Palacio Papal del Quirinale, hoy sede de la presidencia de la República  donde debió pasar entre gigantescos “corazieri” vestidos con sus trajes de galas y sus cascos plateados de largo penacho  hasta el salón donde lo esperaba el mandatario italiano Oscar Luigi Scalfaro.

Se pudo contemplar a ambos estadistas muy sonrientes y se supo que recordaron el  encuentro sostenido en 1995 en París cuando asistieron a los funerales de Francois Mitterand. Fidel, circunspecto al principio cuando entró al Quirinale, después pareció sentirse bastante más cómodo y hasta bromeó con los fotógrafos por las docenas de “flashazos” que le disparaban a los ojos.

Dentro de sus actividades Fidel asistió a una cena privada que le ofreció Gianno Agnelli, uno de los hombres de negocios más importantes de Italia, en su residencia a pocos metros del Palacio del Quirinale en el propio corazón de Roma. También está presente Susana Agnelli, herma­na del anfitrión y que hasta hace poco tiempo había sido ministra de Relacio­nes Exteriores.

Agnelli comentó posteriormente a la prensa que  para él no había sido “nada embarazoso encontrarme con Fidel Castro en mi casa.  Es un hombre que representanta un pedazo de historia importante”.

VATICANO

La noticia más esperada por los periodistas y por el mundo en general es dada a conocer por la sala de prensa del Vaticano: el Papa Juan Pablo II y Fidel Castro se reunirán  el martes 19, a las 11 de la mañana.

Algunos medios de  prensa revelan algo verdaderamente  insólito: Fernando Villalonga, Secretario de Estado para la Cooperación y para Iberoamérica de España ha solicitado a nombre de su gobierno que el Papa no reciba al presidente cubano. La petición ha sido rechazada por la Santa Sede.    A la hora señalada Fidel hace su entrada a la ciudad del Vaticano por el Arco de las Campanas, situado a la izquierda de la Basílica de San Pedro.

La Ciudad del Vaticano se extiende a poca distancia de la ribera derecha del Tiber, en Roma. El territorio del Estado - el más pequeño del mundo -, ocupa una superficie de casi 44 hectáreas y nació con el Tratado Lateranen­se, estipulado entre la Santa Sede y el Reino de Italia el 11 de febrero de 1929.

La población del Estado de la Ciudad de Vaticano, formada por personas de diversa nacionalidad, en su mayoría italiana, pasan los 700 habitantes. Unos 400 poseen la ciudadanía vaticana y el resto está autorizado a residir conservando la ciudadanía de origen.

La forma de gobierno del Estado es la de una monarquía electiva vitalicia. El Jefe del Estado es el Sumo Pontífice, a quien corres­ponde la plenitud del poder legislativo, ejecutivo y judicial.  En el periodo de sede vacante, estos poderes son asumidos por el Sacro Colegio Cardenalicio.

La representación del Estado y sus relaciones con los gobiernos están reservadas al Papa, quien la ejerce por medio de su Secretaria de Estado.

El Estado de la Ciudad del Vaticano tiene moneda y sellos de correos propios. Las monedas vaticanas tienen curso legal tanto en Italia como en la República de San Marino.

GRACIAS POR SU VISITA

Diez minutos antes de la hora señalada para la audiencia la caravana de autos en que viaja  Fidel  cruza la histórica Plaza de San Pedro, atraviesa el patio de San Dámaso, en el corazón del minúsculo Estado Vaticano  y es conducido a la biblioteca privada del Santo Padre. Es una mañana húmeda y fría.

Una hora antes la oficina de prensa de la Santa Sede informa que por decisión de la cancillería vaticana ningún representante de los medios de comunicación podrá presencial la llegada del Presidente Cubano. Solamente  los fotógrafos y camarógrafos oficiales  dejaran constancia del histórico encuentro.

A su arribo Fidel es recibido por un contingente  de la Guardia Suiza vaticana, en uniforme de gala, que le rinde plenos honores  como Jefe de Estado  y por el arzobispo Dino Monduzzi, prefecto de la casa pontificia quien  lo conduce hasta el Papa que lo aguarda  en su biblioteca personal ubicada en el segundo piso del Palacio Apostólico, un edificio del siglo XVI lleno de frescos y pisos de mármol.

“Bienvenido, gracias por su visita”, le dice Juan Pablo II a Fidel y el Presidente Cubano  le responde  inclinándose levemente: “Su Santidad, para mí es un gran honor estrechar su mano“.

Seguidamente  Fidel le presenta a Juan Pablo II los integrantes de su comitiva, y siguiendo las tradicionales normas del protocolo, se intercambian regalos. El Papa le obsequia el tríptico de medallas de su pontificado, en bronce, plata y oro. A su vez, el mandatario cubano le entrega una concha marina, con una escultura labrada en plata.

Vistiendo sotana blanca y el pectoral colgando sobre el pecho el Papa se sentó detrás de su escritorio de trabajo y frente a él en un traje azul oscuro, camisa blanca y corbata roja el presidente cubano.

El hecho de que nadie estuviera presente en el histórico encuentro celebrado en la biblioteca privada del Papa impide que se pueda percibir lo que sentían esos dos hombres, perte­necientes a mundos tan distintos, cuando estuvieron frente a frente.

La conversación dura treinta y cinco minutos. No hay testigos. El interprete no es necesario. El dialogo es en español.    Al despedirse Fidel le trasmite: “Santidad, espero verlo pronto en Cuba” a lo que el Papa le responde: “Gracias. Mi bendición para todo el pueblo cubano”.

JUAN PABLO II

El 16 de octubre de 1978 con la elección de Karol Wojtyla como Papa se rompió una tradición que había durado 455 años: Primer Sumo Pontífice que no era italiano.

En sus 19 años al frente de los destinos de la Iglesia Juan Pablo II ha viajado a más de 150 países y recorrido alrededor de 930 000 kilómetros. Una distancia que dobla la que separa la tierra de la luna.  Estados Unidos y Polonia han sido las naciones más visitadas. Caminar el mundo seria una constante de su Pontificado.

La salud de Juan Pablo II se encuentra bastante quebrantada. Ha sufrido varias operaciones: extirpación de un tumor precanceroso del colon, del tamaño de una naranja. Dislocación del hombro derecho que le produjo una leva fractura en la cavidad del mismo.

Al resbalar en el cuarto de baño de su habitación sufrió una fractura transcervical completa debajo de la cabeza del fémur derecho y fue necesario colocarle una prótesis.

Sin olvidar un intento de asesinato el 13 de mayo de 1981 en la plaza de San Pedro y de sus 78 años de edad, el Papa Juan Pablo II es un trabajador incansable.    Según fuentes del Vaticano el Papa comienza sus actividades a las 5:30 de la mañana. Una hora y media más tarde, después de sus prime­ras oraciones y meditación, celebra la misa en su capilla privada.

La misa de las siete de la mañana la dice en presencia de 50 invitados provenientes de todo el mundo. Para estar presente se requiere una invitación del secretario privado del Papa monseñor  Estanislaw Dziwisz  más conocido como “don Stanislao”.

Dziwsz es el hombre más cercano al Papa, su hombre de confianza. Ha estado a su lado treinta años. Primero en Cracovia y ahora en el Vaticano. Al ser elegido Papa fue la única persona que se llevó para Roma. Es su mano derecha, consejero y confidente.

También se encuentran muy cerca del Papa cinco polacas, herma­nas de la Congregación de Jesús. Viven recluidas en el servicio del Papa. Incluso en el Vaticano es imposible verlas por los pasillos o jardines.

Sor Fernanda se encarga de las compras. Sor Matilde es la responsable de  la ropa. Sor Eufrosyna se encarga de la correspondencia  privada del Papa  y Sor Germana es la cocinera.

El Papa no acostumbra a desayunar solo. Lo hace frugalmente. En la comida, le gusta el queso, la ensalada y los postres polacos para cenar.   Después del desayuno se va a su estudio donde tiene reuniones con sus colaboradores más cercanos para discutir la agenda del día. Posteriormente se cierran las puertas y queda totalmente solo. A nadie le esta permitido entrar. Es el momento de reflexión, pensa­miento creativo y producción escrita.

A las once de la mañana comienza sus audiencias. Se encuentran divididas en tres categorías: oficiales, privadas y generales o públicas.

Las oficiales son las que concede a jefe de Estados, presidentes, reyes, primeros ministros y embajadores. Estas audiencias son progra­madas por el cardenal Ángel Sodano, numero dos en la Santa Sede y casi siempre se celebran en la biblioteca privada de Juan Pablo II.

Las privadas están dirigidas a personalidades de la vida cultu­ral, intelectual, económica y social. Muchos de estos encuentros son solicitados con un año de anticipación y pasan por el filtro del monseñor Dziwisz.

Durante el año el numero de audiencias privadas del Papa fluctúan entre las 450 y 500.

Los miércoles el Papa tiene una audiencia general, abierta al publico y los asistentes deben tener el visto bueno del cardenal Dino Monduzzi, prefecto de la Casa Pontifica,

La audiencia se celebra en la moderna sala Pablo VI. Si el publico es numeroso se efectúa en la Plaza y en la Basílica de San Pedro. Al finalizar la ceremonia los asistentes que han sido ubicados en la primera fila son conducidos a saludar a Juan Pablo II.

Esta audiencia de los miércoles se celebra incluso durante sus vacaciones de verano en Castelgandolfo, excepto cuando se encuentra fuera del país. Se estima que en los casi veinte años que lleva en el solio pontificio, aproximadamente unos quince millones de personas han pasado por las audiencias generales del Papa.

El Papa también da mucha importancia a las visitas Ad limina Apostolorum de los obispos provenientes de todo el mundo. Estos encuentros son realizados obispos cada cinco años.

Siempre almuerza acompañado. Invita a sus huéspedes a comida de trabajo. Casi todos los miércoles la comparte con el cardenal Camillo Ruini,  su vicario general en la diócesis de Roma.

Otro asiduo a la mesa del Papa es el vocero del Vaticano el español Joaquín Navarro[2][2] a quien se le considera una de las personas de mayor intimidad de Juan Pablo II.

Después de la comida descansa treinta minutos. Posteriormente realiza una hora de ejercicios físicos. Últimamente realiza paseos meditativos con el breviario y el rosario en la mano en la soleada terraza del Palacio Apostólico.

En la tarde trabaja en su estudio  y a las 6:30 sostiene reuniones administrativas con los oficiales de la Curia. El cardenal secretario de Estado Ángelo Sodano, el arzobispo Giovanni Battista Re, secreta­rio para los “asuntos generales de la Iglesia”, mantienen reuniones dos veces por semana con el Papa.

El prefecto de la Congregación de los obispos, el cardenal Bernardin Gantin, el prefecto de la Congregación para la doctrina de la fe, el cardenal Joseph Ratzinger y monseñor Jean-Louis Taurant  , Secretario para las Relaciones con los Estados, se encuentran sema­nalmente con el Pontífice para discutir sus respectivos  problemas.

En la cena siempre tiene huéspedes y al finalizar regresa su estudio para revisar informes los que casi siempre devuelve con correcciones. Le gusta leer todos los documentos aunque no lleven su firma. Todos sus escritos y discursos lo redacta en polaco y posterior­mente son traducidos al idioma correspondiente.

Antes de ir a la cama, dedica treinta minutos a la lectura y posteriormente reza las oraciones de la noche en su capilla privada. Alrededor de las once se apagan las luces del apartamento papal.

ENCUENTRO  FRATERNAL

Al terminar la reunión con Juan Pablo II el dirigente cubano se dirige a  la oficina del secretario de Estado del Vaticano, cardenal Ángel Sodano con quien conversa durante  45 minutos. Está presente monseñor Jean Louis Tauran, jefe de la diplomacia vaticana.

Antes de abandonar  El  Vaticano  Fidel visita la Basílica de San Pedro, incluida la cripta de los Papas.

En horas del mediodía Fidel ofrece un almuerzo a altos dignatarios eclesiásticos que han visitado Cuba o que tienen que ver con asuntos cubanos. Asisten los cardenales Roger Etchegaray, Presidente del Pontificio Consejo de Justicia y Paz, Ber­nardin Gantin quien encabeza el Colegio de Cardenales, encargado de elegir los Papas.

Ocupan asientos los cardenales Agostino Casaroli, Pironi, Fiorenzo Angelini, Carlos Furno  junto con el arzobispo Tauran y el obispo español Cipriano Calderón, secretario de la Comisión Pontificia para América Latina.

Fidel aprovecha la ocasión para hablarles  de la profunda y positiva impresión que tiene de Juan Pablo II y pronuncia sentidos elogios hacia la figura del Papa. El cardenal Gartin, en nombre de los asistentes, manifiesta que se siente  muy emocionado por lo que acaba de escu­char.

Abordado por los periodistas el obispo Calderón, califica el almuerzo de “encuentro fraternal”.

En horas de la tarde Fidel vuelve al Vaticano. Quiere  hacer realidad  un viejo sueño: visitar la Capilla Sixtina, cuyos frescos, pintados por Miguel Ángel ese gran artista  formado en Florencia, fueron recientemente restaurados.

El mandatario observa detenidamente todos los detalles. Queda maravillado al contemplar los 160 metros cuadrados del “Juicio Final”, un impresionante torbellino de 336 figuras que muestran la terrible visión de Miguel Ángel de los últimos momentos de la humani­dad.

Su vista se fija detenidamente en lo que es probablemente la escena más famosa en la historia del arte: el brazo de un Dios con barbas acercándose para darle vida a Adán en el acto de la creación.

“Una maravilla”, susurra en voz baja Fidel, como si hablara consi­go mismo. Miguel Ángel, terminó de pintar sus frescos en 1541.

En un hecho que especialistas en asuntos del Vaticano califican sin precedentes, las autoridades permiten que se le tiren fotos a Fidel durante su estancia en la Capilla Sixtina.

HOMENAJE A UN AMIGO

Durante su estancia en Italia Fidel mandó a colocar una corona de flores en la  tumba de monseñor Cesare Zacchi, quien durante catorce años, 1961-1975, estuvo al frente de la Nunciatura Apostólica en Cuba.

- Recuerdo mucho, mucho, mucho a Zachi. Fue el gran luchador,  el gran cruzado, el gran campeón de las relaciones entre el Estado y la Iglesia en los difíciles primeros tiempos de la Revolución. Lo recuerdo con mucho cariño. Siento una gran admiración por él - expresó Fidel cuando le preguntaron de cómo recordaba a este representante del Vaticano  en la Isla.

Zachi quedó tan impregnado de Cuba que puso en su escudo episcopal la estrella en el triángulo y los colores de la bandera cubana. Falleció en Roma el 24 de agosto de 1991.

IMPACTO MUY FUERTE

El encuentro de Fidel con el Papa y  la aceptación de éste para visitar la Isla  se convirtió en la principal noticia de todos los medios de comunicación en el mundo.

En conversación con los periodistas  al ser preguntado cuál fue su impacto personal al conocer al Papa, Fidel dijo:

- Un impacto muy  fuerte. Pude observar un rostro bondadoso y noble realmente. He observado a un hombre noble, bueno, amable, en buena salud.  Realmente me sentí emocionado al saludar una personalidad tan destacada y que ha jugado un papel tan importante en el mundo entero.

Un corresponsal español  le recordó que durante muchos años había estudiado en colegios católicos. ¿Qué pensamientos le trajo al encontrarse  a solas con el Santo Padre?

- ¿Qué pensamiento me trajo? Sí, doce años estudié en escuelas católicas. Cuatro y medio años con los Hnos. dela Salle y el resto hasta doce años con sacerdotes Jesuitas. Mis primeros libros fueron libros religiosos. Leía la Biblia, en aquella época le llaman  la Historia Sagrada, y me agradaban aquellas cosas de tal manera que las recuerdo mucho y en ocasiones, hago citas bíblicas precisamente por esa tradición. Creo que esas tradiciones influyeron en mi vida en el respeto que siento por las creencias religiosas. Mi madre muy  religiosa, mi abuela también. Como tuve una vida azarosa, de luchas, rezaban, hacían promesas y todas esas cosas conmueven e influyen. Y aún cuando yo tenía diferente pensamiento cuando terminé de las escuelas religiosas y adquirí otras concepciones de la vida, del mundo, de sus orígenes siempre  fui muy respetuoso  con todas esas creencias.

- Y cuando yo era niño, - y de eso no hace tanto tiempo porque el tiempo pasa demasiado rápido- no hubiera imaginado que en un día como hoy me  reuniera en un almuerzo con un grupo de Cardenales que han visitado a Cuba, con todos los cuáles he hablado y que siempre dejaron en nuestro país una buena impresión. Mucho menos la idea de reunirme con el Papa y eso naturalmente me impresionaba. Me reunía con un Papa de una gran personalidad, de características excepcionales, que ha jugado un papel importante en el mundo de hoy y entonces allí, naturalmente que tenía que ser para mí una reunión de especial carácter. Fue una reunión buena, realmente me sentí sereno pero honrado y emocionado en esa entrevista que no concebía cuando andaba correteando por aquellos colegios religiosos, donde me dediqué mucho al deporte, era relativamente buen estudiante y no tengo realmente ninguna crítica que hacer sino guardo gratos recuerdos de aquellos años.

Un representante de la televisión italiana quiso saber si había hablado con el Papa sobre el embargo y si Cuba había aceptado las condiciones de  la Santa Sede en relación con la visita del Santo Padre a la Isla.

- Debes comprender que yo no podía aparecerme ante el Papa mostrando un ansioso interés sobre estos temas. Me limité a darle las gracias al Vaticano por las declaraciones que hizo el Cardenal Echegaray en nombre del Vaticano, contra el embargo, no embargo, el bloqueo que llamamos nosotros y la ley Helms-Burton. Invité  o ratifiqué la invitación al Papa pero bajo ningún concepto, por un sentido de la caballerosidad, del honor y del respeto, le podía poner condiciones al Papa. Tampoco el Papa me puso a mí absolutamente ninguna condición. El Papa es libre y lo trataremos con el respeto a que es acreedor.

Una periodista turca  quiso que le explicara a que se debe la simpatía que él evoca por donde quiera que va a pesar de tantos años en el poder.

- No me he considerado un hombre con muchos años en el poder. No tengo ese concepto del poder. Me considero un revolucionario, me considero un esclavo del deber. Un deber que he tratado de cumplir con dignidad y honor. No soy artista. No tengo ningún carisma, de esas cosas que se llaman carisma. Creo  que si acaso me pudiera atrever aceptar una virtud es el hecho de haber sido honesto, de haber sido sincero y de haber tratado de decir la verdad en este mundo. Por alguna razón me he sentido libre de poder hablar y lo que hago en estas reuniones es hablar y decir lo que creo que es la verdad. No tengo más talento que los demás, no soy poseedor de todos los conocimientos. He tenido una vocación política y no la concibo sin ser francos y sin decir lo que pienso y evidentemente ese hecho me h dado cierta popularidad, cierto respeto, cierto apoyo, pero no me considero más que un humilde luchador. Todo lo demás viene de la nobleza y de la generosidad de aquellos  han sido receptivos a mis opiniones y a mis ideas.

“¿Se considera satisfecho de sus logros?”, indagó nuevamente la turca.

- ¿Si me considero satisfecho? Son tan pocos que no me puedo considerar demasiado satisfecho. Pero si estoy satisfecho del máximo esfuerzo que he hecho a favor de causas que considero justas”

Meses antes que se produjera la reunión entre el Papa y  Fidel un alto dignatario católico cubano me comentó que había estado conversando con Juan Pablo II. El Sumo Pontífice se interesó en conocer cómo era  Fidel personalmente.

El prelado le dijo que tan pronto él y  el máximo dirigente cubano se sentaran a conversar se llevarían de lo mejor y que ese sería un encuentro histórico. Juan Pablo II estuvo de acuerdo. Fidel Castro piensa lo mismo. La profecía se cumplió.

  Con motivo del fallecimiento de su Santidad Juan  Pablo II he acudido algunas notas que tome del histórico encuentro que sostuvo con nuestro presidente Fidel Castro el 19 de noviembre de 1996 y  los comentarios que hiciera posteriormente a la prensa internacional el Comandante en Jefe de su entrevista con el Papa.