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Guerra de todo el pueblo

Foto: Archivo de la Casa Editorial Verde Olivo

Fecha: 

06/2016

Fuente: 

Revista Verde Olivo

Autor: 

En el pensamiento político-militar del Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, la participación popular en la defensa armada ha constituido un principio permanente. Él proclamó que la Revolución Cubana “[…] ha de ser por encima de todo una revolución de pueblo, con sangre de pueblo y sudor de pueblo”.1 Bajo ese principio fundó el Movimiento 26 de Julio, seleccionó a los integrantes del Ejército Rebelde y las Milicias Nacionales Revolucionarias. Además, así se ha desarrollado el proceso de completamiento con personal y cuadros en los institutos armados.

Tal posición no obedece a fenómenos circunstanciales; es el resultado de un ideario profundamente arraigado en la tradición militar cubana, asimilado y enriquecido en las condiciones histórico-concretas de la salvaguarda y continuidad de una Revolución socialista surgida en un escenario de enfrentamiento permanente al imperialismo, donde la menor vacilación en su defensa ocasionaría consecuencias irreversibles. De igual forma, se sustenta en las condiciones objetivas propias de una Isla subdesarrollada. Asimismo, en el estudio del probable carácter de las acciones del enemigo, del potencial político ideológico, económico y técnico militar propio y del adversario, y en un amplio abanico de factores objetivos y subjetivos que, en armónica conjugación, determinan el logro de la victoria en el campo de batalla en un momento dado.

El pensamiento de Fidel en relación con la participación del pueblo en la defensa de la Patria se puede apreciar en dos momentos históricos concretos, estrechamente vinculados: la proclamación de la Guerra de Todo el Pueblo, como la doctrina militar cubana y posterior a ella. Entre uno y otro no hay ruptura sino continuidad, salto a una cualidad superior.

De su arsenal de ideas al respecto, tomamos algunas que nos permiten enunciar los rasgos esenciales de su concepción sobre el tema anunciado.

Solo ocho días después del triunfo de enero de 1959, definió el lugar que le correspondía al pueblo en la defensa de su Revolución: “Cuando yo oigo hablar de columnas, […] de frentes de combate, […] de tropas más o menos numerosas, yo siempre pienso: he aquí nuestra más firme columna, nuestra mejor tropa, la única tropa que es capaz de ganar sola la guerra: ¡Esa tropa es el pueblo!”.2

No puede tampoco olvidarse que el 12 de enero de 1959, a solo cuatros días de su entrada a la capital, y en medio de una situación socio-económica y política muy compleja, Fidel empieza a organizar el proceso de preparación político-militar del pueblo. Entonces, por indicaciones suyas, se crea la Escuela de

Cadetes de Managua.

En tal sentido, expresaría meses después: “Sin eso no habría milicia, sin eso no habría defensa, sin eso no habría poderío militar revolucionario, porque a la gran masa de milicianos hay que organizarla, hay que constituirla en unidades de combate con máxima disciplina y con máxima eficacia. A la gran masa del pueblo hay que entrenarla, hay que organizarla, hay que prepararla, y esa es la tarea que a ustedes, los responsables de milicias, les corresponde”.3

Frente a la agresividad del imperialismo norteamericano en julio de 1959, en su afán por destruir el naciente poder revolucionario, señala: “¡Tenemos pueblo para pelear, que es lo que decide una gran guerra!”.4

Durante la clausura del X Congreso de la CTC, cuatro meses después, en noviembre de 1959, esbozaba uno de los rasgos esenciales de la naciente doctrina militar cubana, su carácter popular: “Frente al enemigo que se agrupa, […] que se organiza, […] solo cabe una táctica correcta: ¡Agruparnos los obreros, agruparnos los campesinos; agruparse el pueblo para defender a la Revolución, organizarse el pueblo! […] Y cuando cada fábrica sea una fortaleza, […] cuando cada esquina, cada calle, cada barrio, cada loma, cada camino, cada árbol tenga un hombre que lo defienda; […] y los obreros tengan disciplina y los obreros estén unidos y los obreros tengan entrenamiento y los obreros sepan combatir; y cuando al lado de esa fuerza tremenda e invencible esté la fuerza de los campesinos en cada cooperativa, en cada pedazo de tierra […], en cada montaña, en cada río, en cada valle, en cada piedra, ¿quién podrá vencer esta Revolución?” Más adelante sintetizaba la idea: “[…] la defensa esencial de la Revolución, la defensa medular, estará en los obreros y en los campesinos”.5 Nada más cercano a lo que años después sería la concepción de la Guerra de Todo el Pueblo.

Otra de sus ideas está relacionada con los tipos de acciones, métodos de lucha y dirección de la guerra. En mayo de 1964 advertía: “Mientras los imperialistas nos amenacen, nosotros debemos estar preparados no solo para librar combates frontales, sino para la lucha clandestina y combates irregulares. Imagínense que los imperialistas nos invadieran, que por la fuerza del número y a un precio muy alto lograran ocupar el territorio, ¿terminaba ahí la lucha? ¡No!, concluía una fase de la lucha y empezaba otra, en las ciudades, en los campos y en todas partes.

“[…] Nuestro pueblo tiene que estar preparado para esa contingencia en todas sus formas.

“¿Cuándo terminaría esa lucha? ¡Nunca! ¿Quién la dirigiría? ¡El Partido, el Partido! Ya entonces la dirección del Partido sería la única forma insustituible, porque los hombres caen, los hombres mueren en la lucha, y nunca ningún pueblo combatiente debe depender de hombres, sino de instituciones, de organizaciones”.6

Fidel no confió la defensa de la Patria a potencia extranjera alguna; consideró como responsabilidad histórica de Cuba la de resguardar las conquistas logradas; lo cual alcanzó mayor magnitud a partir de diciembre de 1982 cuando Yuri V. Andropov, entonces secretario general del Partido Comunista de la Unión Soviética, expresó: “Nosotros combatir en Cuba no podemos. Sencillamente porque ustedes están a doce mil kilómetros de nosotros. ¿Vamos a ir allá a que nos partan la cara?”. 7

Ante la decisión soviética de no participar militarmente en Cuba, en caso de una agresión militar por parte de los Estados Unidos, se pasó de la concepción de una defensa contra desembarco a cargo de grandes unidades regulares a la Guerra de Todo el Pueblo.

Por indicaciones expresas del Comandante en Jefe se intensificó la preparación de la población, la economía, las organizaciones sociales y de masas y las instituciones civiles y militares.

Además, se perfeccionaron las estructuras de las unidades, del mando y la dirección de las tropas y se realizó el Ejercicio Estratégico Bastión 80, en el que por primera vez, junto a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, participó el Ministerio del Interior y los organismos de la Administración Central del Estado, así como los órganos provinciales del Poder Popular.

Surgieron las Milicias de Tropas Territoriales, que como precisó Fidel: “Con la constitución de esta fuerza se cumple el principio de que la defensa de la Patria es un derecho y un deber de todos los cubanos, hombres y mujeres, principio que ahora logramos concretar de un modo orgánico”.8

“Fue precisamente ante una situación de amenazas y de creciente peligro cuando nos pusimos a pensar, meditar, profundizar [...] llegamos a ideas verdaderamente nuevas y revolucionarias en la concepción de la defensa; fue así como se pasó de la antigua concepción a la idea de que la defensa militar del país, en el terreno del combate y todo lo que asegura y apoya el combate en cualquier variante de agresión: bloqueo, guerra de desgaste, invasión, ocupación parcial o total del territorio, era, junto a las fuerzas armadas, tarea de todo el pueblo y, por tanto, todo el pueblo debía estar organizado y preparado para esa lucha [...]”. 9

Resulta indudable lo que simbolizó para Cuba y otros pueblos en materia de defensa la doctrina militar proclamada por Fidel, cuyo alcance resume al expresar: “La Guerra de Todo el Pueblo significa que para conquistar nuestro territorio y ocupar nuestro suelo, las fuerzas imperiales tendrían que luchar contra millones de personas y tendrían que pagar con cientos de miles, e incluso millones de vidas, el intento de conquistar nuestra tierra, de aplastar nuestra libertad, nuestra independencia y nuestra Revolución, sin alcanzar a conseguirlo jamás”.10

La defensa del país como una solución de masas y, la apreciación del combatiente, como su eslabón principal por esencia y alcance universal, constituyen algunos de los principales aportes de Fidel al desarrollo del Arte Militar Cubano; una fuerza disuasiva para los planes agresivos del imperio y garantía de la continuidad histórica de la obra de la Revolución.

 

Referencias:

1 Fidel Castro Ruz: Manifiesto No. 1, 8 de agosto de 1955, en: 7 RR. La Historia de Radio Rebelde, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1978, p. 419.

2 Fidel Castro Ruz: Discurso a su llegada a La Habana, en Ciudad Libertad, el 8 de enero de 1959, en: Diario de la Marina, año CXXVII, sección 2-B, 9 de enero de 1959, p.10-B.

3 Fidel Castro Ruz: Palabras pronunciadas en el acto de graduación de los cadetes del Ejército Rebelde, en el campamento militar de Managua, el 29 de octubre de 1960, Hoy, 30 de octubre de 1960, p. 2.

4 Fidel Castro Ruz: Comparecencia en el programa televisivo Ante la Prensa, La Habana, 2 de julio de 1959, en: Fidel Castro Ruz. Sobre temas militares, tomo I, imprenta central de las FAR, 1990, p. 691.

5 Fidel Castro Ruz: Discurso en la apertura del X Congreso de la CTC, el 18 de noviembre de 1959, Hoy, 20 de noviembre de 1959, p. 3.

6 Fidel Castro Ruz: Discurso en conmemoración al Día Internacional de los Trabajadores, celebrado en la Plaza de la Revolución José Martí, el 1.o de mayo de 1964, Revolución, 2 de mayo de 1964, p. 3.

7 Transcripción de la conversación del General de Ejército Raúl Castro Ruz con los compañeros Yuri. V. Andropov, D. P. Ustinov y K. V. Kusakov, Moscú, 29 de diciembre de 1982, en: Archivo del Instituto de Historia de Cuba, p. 9.

8 Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de constitución de unidades de las Milicias de Tropas Territoriales de la provincia Granma, efectuado en Guisa, el 20 de enero de 1981, Granma, 22 de enero de 1998, p. 2.

9 Fidel Castro Ruz: Conclusiones del séptimo período ordinario de sesiones de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Palacio de Convenciones. Ciudad de La Habana, 28 de diciembre de 1984. La Guerra Económica de Todo el Pueblo, Editora Política, Ciudad de La Habana, 1985, pp.41 y 42.

10 Fidel Castro Ruz: Discurso en el acto de conmemoración del aniversario XXXII del desembarco de los expedicionarios del yate Granma y de la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, y la proclamación de Ciudad de La Habana Lista para la Defensa en la primera etapa, en la Plaza de la Revolución, el 5 de diciembre de 1988, Granma, 7 de diciembre de 1988, p. 3.