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Harlem vistió de verde olivo

Fecha: 

24/10/1995

Fuente: 

Granma

Autor: 

Emocionante y solidario recibimiento en el corazón del barrio negro neoyorquino. Visitó el hotel Teresa, donde se alojó en 1960. El Comandante en Jefe Fidel Castro retomó su legendario uniforme de campaña verde olivo para visitar el populoso barrio negro de Harlem, donde anoche recibió un entusiasta y caluroso saludo de bienvenida y solidaridad con Cuba por parte de una bulliciosa representación de organizaciones religiosas, comunitarias y de amistad con nuestro país. No pasó inadvertido que esta masiva demostración tenía lugar en el mismo momento en que, en la Biblioteca Municipal de Nueva York, se celebraba la comida de honor ofrecida por el presidente norteamericano William Clinton a los Jefes de Estado participantes en la sesión especial conmemorativa del Cincuentenario de las Naciones Unidas, de la cual el Presidente cubano resultó expresamente excluído al no cursársele la invitación. Si alguna buena respuesta necesitaba ese gesto descortés e inusual por parte de un país fundador a otro país fundador de las Naciones Unidas, esa respuesta -aunque no fuera su propósito-, estuvo allí en la Iglesia Bautista Abisinia, de la calle 138 y avenida Lenox (hoy Malcolm X), en pleno corazón de Harlem. Tras realizar una breve visita al antiguo hotel Teresa, actualmente edificio de viviendas, donde se alojara en su visita a la ONU en 1960, Fidel llegó a la sede del templo bautista poco después de las siete y media de la noche, siendo recibido por los atronadores vítores y consignas de las casi dos mil personas que prácticamente rebosaban la capacidad del local. Allí se encontraban el reverendo Calvin Butts, pastor de esta iglesia, los congresistas Charles Rangel, Nydia Velázquez y José Serrano, la activista por los derechos civiles Angela Davis, el reverendo Lucius Walker y personalidades representativas de la coalición organizadora del acto, celebrado bajo el título "El presidente Fidel Castro habla a Harlem". Hubo música, poesía y discursos, hasta las ocho y media de la noche en que Fidel comenzó a hacer uso de la palabra, una intervención que fue interrumpida en numerosas ocasiones por los más clamorosos aplausos. Fueron varios los momentos de intensa emoción a lo largo de su discurso, cuando relató el cumplimiento por parte de Cuba de sus deberes solidarios internacionales, cuando enfatizó en que "nosotros no hemos cambiado" o cuando advirtió acerca de los peligros que corren hoy en Estados Unidos las conquistas sociales alcanzadas por los negros y las minorías, obtenidas tras muchos años de lucha. La inolvidable jornada vivida en la Iglesia Bautista Abisinia -que fue recogida por radio y televisión- mostró que la solidaridad con Cuba y con Fidel, a pesar de las campañas de mentiras y calumnias, no ha podido ser desarraigada tampoco en este pedazo de suelo norteamericano, en este barrio de hombres, mujeres y niños acostumbrados a luchar duramente por sus derechos y por su vida.