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Haydée y Melba, flores sin miedo

Al salir de la cárcel de Guanajay, Melba y Haydée, no dejaron de luchar por sus ideales.

Fecha: 

27/07/2016

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

 

El escritor y periodista Raúl Valdés Vivó solía llamarlas “flores sin miedo”, evocando aquellas largas noches que las dos heroínas padecieron en los sótanos del cuartel Moncada, mientras escuchaban los alaridos de los torturados, las ráfagas de los asesinatos a sangre fría, y nada más veían y sentían la muerte por todas partes.
 
“Cuando pasen muchísimos años se les habrá de comparar con las flores. Dos flores que brotan entre la sangre y la incertidumbre, esa otra sangre del espíritu humano”, escribió Valdés Vivó sobre Melba y Haydée. Se las imaginaba en las horas posteriores a la acción del Moncada, precisamente cuando las mazmorras devinieron infierno dantesco. Allí, decía, empezó el milagro sin milagro de darles fe a los incrédulos, a quienes dudaban que aún era posible hacer de la Isla una nave feliz y a los niños, hombres: y a los hombres, niños.
 
La incertidumbre se transformó en esperanza y una vez en libertad, a pesar de que casi todos sus compañeros habían muerto o estaban en prisión o en el exilio, ellas se lanzaron a la calle, sin temor a represiones, para aunar voluntades;  y tras la excarcelación de Fidel y los moncadistas, la esperanza se hizo realidad.
 
De su padre, combatiente contra la tiranía machadista, Melba Hernández Rodríguez del Rey (Cruces, 28 de julio de 1921) heredó su rebeldía y el afán de luchar contra la injusticia. Sobre el nacimiento de Haydée Santamaría Cuadrado hay controversias. Algunas instituciones cubanas lo sitúan el 30 de diciembre de 1923, lo cual difiere de la inscripción que tiene fecha  21 de enero de ese año. De acuerdo con un testimonio de su madre, Joaquina Cua­drado nació el 30 de diciembre de 1922, a las 9:00 a.m.
 
Melba conoció a Abel en un acto político organizado por la Juventud Ortodoxa en mayo de 1952, ya instaurada la tiranía batistiana. Él la invitó a ir a su casa, como ha testimoniado la heroína, “para que conociera las ideas de Fidel. Fui esa noche. Fidel no pudo concurrir. Conocí a Haydée Santamaría […]
 
Ya desde entonces fui visita diaria de la casa de Abel y de Haydée. Y fue creciendo, además de la absoluta identificación revolucionaria, un sentimiento de profunda amistad, fraternal hacia Yeyé”.
 
Tras los sucesos del 26 de Julio, la tiranía confinó a las dos heroínas en la cárcel de mujeres de Guanajay. Lo terrible allí, como resumiera una de ellas años después, era la quietud, “no poder hacer nada”. Liberadas el 20 de febrero de 1954, al cumplir la sanción judicial, familiares y compañeros de lucha se reunieron ante la puerta de la prisión. “¿Y ahora, qué?”, les preguntó una reportera. “Empezar de nuevo, tenemos una deuda con nuestros hermanos muertos”, respondieron.
 
Centavo a centavo, peso a peso, junto con un valiosísimo grupo de patriotas lograron im­primir más de 10 000 ejemplares de La Historia me absolverá, los cuales fueron repartidos por toda Cuba en un auto alquilado. Años después relataría Haydée: Y siguieron luchando hasta que salieron Fidel y sus compañeros de Isla de Pinos.
 
Ambas estuvieron entre los fundadores del Movimiento 26 de Julio, Haydée participó en el alzamiento del 30 de noviembre de 1956 y como miembro de la Dirección Nacional del Movimiento, coordinó el viaje hasta la Sierra de periodistas como Herbert Matthews, cuyas entrevistas a Fidel desmintieron la propaganda de la tiranía. Por orientaciones de Fidel partió al exilio, como delegada del Movimiento 26 de Julio en el exterior para aglutinar a la emigración revolucionaria. Melba, a su vez, participó en los preparativos de la expedición del Gran­ma y luego se incorporó a las fuerzas del Tercer Frente Mario Muñoz, bajo las órdenes de Juan Almeida.
 
Tras el triunfo, Yeyé asumió la dirección de la Casa de las Américas, un centro que acogió y aunó a los intelectuales, artistas y trovadores más importantes del continente, incluyendo a los cantautores de la Nueva Trova Cubana. Melba por su parte, desempeñó responsabilidades en el Comité Cubano de Solidaridad con Vietnam, Cambodia y Laos; en la Organización de Solidaridad con los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAAL); fue embajadora de Cuba en Vietnam y Kampuchea, y directora del Centro de Estudios sobre Asia y Oceanía.
 
Haydée dejó de existir el 28 de julio de 1980. Durante años Melba eludió preguntas directas sobre su amiga, prefería hablar de ellas dos en el Moncada, en la lucha revolucionaria. Ya en los 90, cuando una joven militante de la UJC le preguntó al respecto en un encuentro en la Escuela de Cuadros de esa organización, rompió a hablar: “Yeyé… Yeyé es como un ciclón”, Y refirió miles de anécdotas, siempre usando el tiempo presente.
 
Melba falleció el 9 de marzo del 2014. Una vez alguien me preguntó cómo me gustaría recordarlas. Respondí que a la salida de la cárcel de Guanajay, un momento que no pude presenciar por motivos obvios, pero que me han recreado testigos presenciales y fotos. Como le respondieron a un periodista, solo les animaba la decisión de seguir luchando hasta que salieran de prisión Fidel y sus compañeros. Y cuando salió Fidel, fue para ellas vivir otra vez, lu­char otra vez, la acción otra vez, fue ya otra vez la vida.