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Jóvenes de Patria o Muerte

Fecha: 

01/07/2005

Fuente: 

Juventud Rebelde

La mañana no pudo ser más estimulante para la representación de cooperantes cubanos que, este jueves, recibieron la sorpresa de dos gratas visitas.

El sol no marcaba aún el mediodía cuando, en la sede de la misión Barrio Adentro del oriental Anzoátegui, irrumpió el Comandante en Jefe.

Cordial y afectuoso, Fidel departió durante algunos minutos con médicos, profesores y entrenadores de deporte, la mayoría jóvenes, por cuyo trabajo se interesó al tiempo que les contaba, entusiasmado, sobre los equipos que harán más eficientes los diagnósticos de la Operación Milagro y el propósito de extender al Caribe -más allá de América Latina-, una colaboración que devuelve la luz a quienes, sin esta, habrían quedado en las tinieblas para siempre.

"Esos programas se van perfeccionando", acotó Fidel mientras conversaba acerca de la necesidad siempre latente de superación que tienen los médicos -sobre todo cuando se trata de atender las enfermedades en otro país. Y no ocultó su deseo de haber dispuesto de más tiempo para preguntar a nuestros galenos, y conocer cada detalle "que ustedes saben que a mí me gustan... Hasta el número de puntos que se dan en una operación de esas...".

Cargados del mismo sentimiento de solidaridad que prima en el proyecto PETROCARIBE -a cuya constitución había asistido la víspera-, fluyeron sus comentarios sobre la manera en que crecen las necesidades y la demanda de médicos en los países pobres; y cómo, para solventarlas, se van resolviendo los problemas. "Cuba forma los médicos que necesita el Tercer Mundo. ¡Si no hacemos lo que estamos haciendo...!".

También actualizó a nuestros colaboradores sobre los acontecimientos en la Patria, cuando les contó sobre los planes de distribución de ollas arroceras, y el propósito de ahorrar energía mediante la colocación de nuevas juntas y termostatos a los refrigeradores, el uso de bombillos de bajo consumo, y la sustitución de ventiladores y otros equipos caseros de gran consumo.

En medio de diálogo tan animado, solo los aplausos que se superpusieron sobre las risas rompieron momentáneamente la empatía, e indicaron que había llegado Chávez.

Cariñoso como siempre, el Presidente bolivariano saludó con "Un abrazo a todos", "Buenos días", y el muy venezolano "¡Qué tal muchachos!", "¡Hola!", al tiempo que le presentaban a los congregados.

"A Fidel le dije que tenía que venir aquí a quedarse un mes, para que vea y recorra...", invitó, en alusión a la labor que desarrollan nuestros colaboradores.

"Gracias por todo el apoyo que ustedes nos dan", les dijo luego de recordar la deplorable situación que se vivía en Anzoátegui antes de que asumiera su gobernatura el bolivariano Tarek William Saab. "Este estado estaba abandonado".

"Yo siempre digo que no tengo palabras para agradecer tantas cosas", comentó Chávez.

LOS GRINGOS LO TENÍAN TODO

A pesar de las tareas y responsabilidades que esperaban, todavía ambos líderes departieron un poco más y volvieron sobre temas ampliamente explicados en la reunión caribeña celebrada aquí el miércoles.

Recordó Chávez cómo los países poderosos, detrás del petróleo, penetraron a las naciones pobres. "Todo este campo era gringo. Veinte años atrás esto era puro gringo", dijo en alusión a este territorio petrolero.

"Y de aquí se llevaron, como vampiros, la sangre del petróleo, la savia del pueblo venezolano. Así financió EE.UU. su empuje y su desarrollo".

Fidel, por su parte, acotó que de esa manera los países ricos agotan el petróleo. Y cuando lo hagan no habrá combustible nuclear -que se agenciarán los ricos- en manos de ningún país del Tercer Mundo, donde está hoy más del 80 por ciento de las reservas.

"No se ven estas cosas de repente. Es luchando, analizando y viendo los problemas", advirtió antes de remarcar que ya ha empezado el declive de la producción del crudo.

El tiempo apremiaba para el líder venezolano que, esa misma tarde, debía regresar a Caracas.

Fotos y nuevos saludos anunciaron la despedida.

-¡Muchas felicidades a todos! -dijo Fidel.

-¡Patria o Muerte, Comandante!, respondieron los presentes.