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La casa donde todo comenzó

Fecha: 

30/07/2009

Fuente: 

IPS
La casa original ya no está, fue destruida  accidentalmente por un incendio en 1954, pero una réplica bastante cercana  construida 20 años después cuenta la vida de una familia que, con el  aporte de dos de sus hijos, contribuyó a uno de los virajes más  trascendentales de la historia de Cuba.

 Allí, en esa mezcla de batey, asentamiento o comunidad en que se convirtió  la propiedad de Ángel Castro conocida como Birán, se conserva aún la cama  donde Lina Ruz parió a cada uno de sus siete hijos y la cuna donde  durmieron sus primeros meses de vida Ángela, Ramón, Fidel, Juana, Emma,  Agustina y Raúl.

Más de 38.600 personas llegaron el pasado año hasta este intrincado  sitio, ubicado en la oriental provincia de Holguín y a unos 800 kilómetros  de La Habana, donde nacieron y forjaron su carácter, el líder de la  Revolución Cubana, Fidel Castro, y su hermano Raúl, actual presidente del  país.

"Fidel puso mucha resistencia a la apertura de la casa como museo, pero  Raúl lo convenció", dijo a IPS Lázaro Castro, historiador y especialista  principal del Conjunto Histórico Birán, abierto al público en noviembre de  2002 y declarado este año Monumento Nacional.

Al parecer, reconoce el historiador, Fidel Castro intentaba evitar  cualquier gesto que pudiera hacer pensar en un posible culto a la  personalidad, en este caso la suya. En tanto, Raúl habría priorizado la  importancia que podía tener para el patrimonio de la nación la  conservación del sitio y su apertura oficial como museo.

Un año después, el 23 de septiembre de 2003, Fidel haría su última  visita a la casa natal en el centenario del nacimiento de Lina Ruz.  Pasados tres años, el 26 de julio de 2006, pronunciaba su último discurso  en Holguín, horas antes de que una crisis intestinal deteriorara  severamente su salud y debiera ceder la dirección del país a su hermano.

"La familia sabía en qué andaba Fidel y nunca se lo reprochó. Lo que sí  le reprochó fue haber arrastrado a Raúl con él", comenta Lázaro Castro  durante el recorrido. Al final, la vida tomó otro rumbo y fue la misma  Lina la que recortó la foto de un traidor, que estaba junto a Fidel, para  colocar la del más pequeño de sus hijos.

Pero más allá de atesorar objetos, fotos y testimonios de la familia  Castro Ruz y de los dos hermanos, amados y odiados con igual pasión por  tantas personas dentro y fuera de Cuba, el complejo muestra un conjunto de  excepcionales valores históricos, sociales, arquitectónicos y  paisajísticos.

Once instalaciones, de las 27 originales, se conservan aún en un área  de 26 hectáreas, representativas de la arquitectura vernácula en madera.  La colección de Birán incluye, además, 1.175 objetos catalogados por el  Consejo Nacional de Patrimonio del Ministerio de Cultura como de  "categoría extraordinaria".

Fundada en 1915 por Don Ángel, Birán fue creciendo hasta llegar unos  años después a 10.000 hectáreas.Alrededor de la casa principal, en un  área de unos 300 metros cuadrados se creó una infraestructura económica  cerrada que agrupaba a una población de más de 100 personas, entre ellas  inmigrantes haitianos.

La economía local incluía correo y telégrafo, escuela pública,  farmacia, enfermería, nave y taller de carretas, tienda mixta, panadería,  valla de gallos, fonda y hotelito para los viajeros que atravesaban la  propiedad por el Camino Real que iba desde la occidental Pinar del Río  hasta la oriental Santiago de Cuba.

Productora principalmente de caña de azúcar, madera, naranjas y frutos  menores, Birán era "un verdadero feudo", según el historiador y editor  Pedro Álvarez Tabío, director desde 1994 y hasta su muerte en junio pasado  de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.

Gallego de nacimiento, Ángel Castro había participado como soldado en  el ejército español durante la guerra de independencia en Cuba, a finales  del siglo XIX. Repatriado a su tierra natal al finalizar la guerra, llegó  de vuelta a la isla el 4 de diciembre de 1899. Siete años después el  inmigrante abría su primer negocio: la fonda-bodega El Progreso.

Casado en primeras nupcias con la cubana María Luisa Argota Reyes, el  25 de marzo de 1911, tuvo con ella sus primeros cinco hijos, pero aquella  esposa "para toda la vida" no quiso renunciar a las costumbres de la vida  citadina. En la medida en que Don Ángel pasaba cada vez más tiempo en  Birán, la pareja se fue alejando sin remedio.

En esa soledad y con 45 años, cuando ya era el dueño de toda una  propiedad atravesada por el llamado Camino Real a Cuba y enclavada entre  varias compañías estadounidenses, conoció a Lina Ruz, la hija de una  familia que había llegado buscando trabajo desde el otro extremo de la  isla. Ella tenía entonces apenas 19 años.

"Si Don Ángel representaba la autoridad severa y la humanidad  personificadas, Lina era el vendaval, el genio y la energía", cuenta la  periodista y escritora cubana Katiuska Blanco en su libro "Todo el tiempo  de los cedros". Paisaje familiar de Fidel Castro Ruz, publicado en la casa  editorial cubana Abril, en 2003.

Excelente jinete, amante de la caza y las armas de fuego, Lina era  también una mujer muy religiosa. Reproducciones de santos y vírgenes  pueden verse en la habitación que ocupara hasta su muerte, el 6 de agosto  de 1963, la única que en cumplimiento de la voluntad de sus hijos no puede  fotografiarse.

La habitación se encuentra en la casa conocida como La Paloma, mandada  a construir por Don Ángel en 1947 para recibir a su hijo Fidel una vez  graduado de abogado. Aunque la visitó en varias ocasiones, el ex  presidente cubano nunca llegó a vivir allí, pero sí lo hicieron sus padres  tras el incendio de la gran casona en 1954.

En los bajos, puede verse la mesa de billar original y también el que  alguna vez fuera El bar de Raúl. "Era un muchacho todavía cuando Don Ángel  le encargó la administración del local. Después, cuando ya andaba haciendo  la Revolución con Fidel, se rebautizó como La Paloma para evitar  problemas", cuenta Lázaro Castro.

En esta casa, mucho más modesta que la primera, está el teléfono usado  por Fidel para dar todas las órdenes necesarias para el ataque a la ciudad  de Palma Soriano, en Santiago de Cuba, el 24 de diciembre de 1958. Allí  pasó la Noche Buena previa al triunfo de la Revolución, el 1 de enero de  1959.

Entre otras cosas, le esperaba un pavo que su madre había guardado  congelado durante 25 largos meses y la necesidad de abrazarla tras unos  cuatro años de separación, matizados por la muerte del padre el 21 de  octubre de 1956, cuando se preparaba en México para regresar a la isla a  bordo del yate Granma.

"La primera propiedad que va a pasar al Estado será esta", comentó  durante la visita a su hermano Ramón, según el libro de Katiuska Blanco.

Unos meses después, tras la promulgación de la Ley de Reforma Agraria  el 17 de mayo de 1959, Fidel, Raúl y todos sus hermanos "transfirieron al  Instituto Nacional de Reforma Agraria la parte que les correspondía de la  antigua propiedad de sus padres, Don Ángel y Lina, en el paisaje ondulante  y fértil de Birán", asegura Blanco.

"Aquí no había una clase terrateniente. Había un solo terrateniente,  Don Ángel, que había trabajado mucho para llegar a serlo. La familia vivía  rodeada de campesinos y haitianos pobres y de inmigrantes gallegos y  asturianos muy humildes", afirma Lázaro Castro al explicar el rumbo que  tomó la historia.