Artículos

La histórica carta de Fidel a Celia

Fidel Castro en la Sierra Maestra Foto: Archivo Granma
Fidel Castro en la Sierra Maestra Foto: Archivo Granma

Fecha: 

05/06/2018

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

La primera vez que los rebeldes contactaron con Mario Sariol en Minas de Frio, lo hicieron portando algunos cascos y ropas del ejercito batistiano. Tenían que dar la impresión de que eran militares, por eso venían acompañados de un coronel, que era Fidel.
 
Les habían dicho que Mario era partidario de Batista. Aquel día Almeida fue el primero que llegó a su humilde bohío donde vivía con su esposa y sus hijos, y dijo: «Aquí es Comandante», entonces Fidel, que venía detrás, se presentó como coronel del ejército batistiano.
 
En su conversación con Mario le preguntó si podía preparar comida para  no más de 20 personas. Aumentó la cifra para que el campesino creyera que era una numerosa tropa, aunque no la viera.
 
Mario le comenta a Fidel del mal comportamiento de los soldados así como de las acciones negativas que cometían en esa zona. Durante la conversación el Comandante en Jefe se dio cuenta de la sinceridad y nobleza de Mario y le revela quiénes eran en realidad y por qué luchaban.
 
Entonces ocurre algo inesperado. Le dicen a Fidel que se acercan unos soldados por tal dirección, y luego que por otra y se armó una tremenda confusión, por lo que él decide abandonar el lugar e internarse en el monte.
 
En realidad los supuestos soldados batistianos que merodeaban por allí eran los propios rebeldes disfrazados. De todas formas no regresaron a la casa de Mario ni pudieron comer el arroz con pollo que él les había cocinado. Por su parte el campesino con la cazuela en las manos, no pudo localizarlos, por muchas vueltas que dio.
 
Pocos días después Mario comenzó a cumplir delicadas y riesgosas misiones como colaborador de la guerrilla, orientadas por Fidel.
 
Cuando el ejército batistiano inició su ofensiva en la Sierra Maestra, con frecuencia la aviación ametrallaba la escuelade reclutas en Minas de Frío.
 

Facsímil de la histórica carta que Fidel le envió a Celia el
5 de junio de 1958. Foto: Archivo Granma


Durante una visita al Centro Vocacional para Maestros Sierra Maestra en Minas de Frio, el 17 de junio de 1962, Fidel recordaba:
 
(…) «Por aquellos días, naturalmente, esta escuela era visita diaria de los aviones, era visita diaria.  A esa casa de Sariol no se sabe la cantidad de balas y de bombas que le tiraron.  Suerte que esto había sido una mina, y por ahí había un túnel —que ustedes lo deben haber visto»
 
(…) «Y Sariol ni siquiera a la familia se llevó; se quedó aquí con su familia, durante todo aquello, aquí»-
 
El 4 de junio de 1958 un bombardeo sorprende a Mario en el secadero de café de su casa. Afortunadamente le da tiempo a refugiarse en unos muros de piedra que había  junto al secadero».
 
Las explosiones de las bombas y de los cohetes eran ensordecedoras. Pasan los segundos como si fuesen horas. Siente una explosión muy cerca, en dirección a su bohío. Cuando terminó el bombardeo nada quedaba de su casa. Solo humeantes escombros, de donde recogió los fragmentos de un cohete para mostrárselos a Fidel. Sus familiares estaban a salvo, se habían refugiado en el viejo túnel de la mina.
 
En el libro Por todos los caminos de la Sierra. La Victoria Estratégica, Fidel relata:
 
(…) El 3 de junio fui hasta las Minas para revisar la situación allí, y estuve hasta la mañana siguiente, cuando emprendí el regreso a Mompié.
 
«Poco después de salir de aquel lugar, la aviación enemiga desató uno de los bombardeos y ametrallamientos más feroces padecido por Minas de Frío en toda la guerra. En particular, la casa de Mario Sariol, nuestro viejo y eficaz colaborador campesino residente en ese lugar, fue blanco de una lluvia de metralla, y hasta se dispararon contra ella varios cohetes de fabricación norteamericana.
 
La indignación que me produjo el brutal bombardeo, cuando conocí mayores detalles del hecho, y la confirmación del empleo por la aviación batistiana de cohetes recibidos de los Estados Unidos por la tiranía, a pesar del anunciado embargo del suministro de armamentos, fue lo que me motivó al día siguiente a escribirle a Celia, al final de un largo mensaje, el párrafo que luego ha sido tan citado:
 
«Al ver los cohetes que tiraron en casa de Mario, me he jurado que los [norte]americanos van a pagar bien caro lo que están haciendo. Cuando esta guerra se acabe, empezará para mí una guerra mucho más larga y grande: la guerra que voy a echar contra ellos. Me doy cuenta [de] que ése va a ser mi destino verdadero».
 
«El doblez de la política norteamericana hacia el régimen de Batista y hacia la Revolución quedaba en evidencia. En marzo, el gobierno de los Estados Unidos había anunciado la suspensión de todos los envíos de armas a la dictadura, en lo que se trataba de un primer paso en la maniobra destinada a distanciarse oficialmente de la tiranía, cuya permanencia en el poder ya comenzaba a resultar incómoda para algunos sectores en aquel país; al tiempo que se impulsaba la promoción de una salida alternativa a la crisis cubana que, de hecho, impidiese la toma del poder por la Revolución.
 
Sin embargo, las entregas de armas prosiguieron por otros canales, incluso a través de la base naval norteamericana en Guantánamo, sobre lo cual habíamos recibido informaciones de los compañeros del Movimiento en los Estados Unidos.
 
«El empleo de cohetes norteamericanos en el ataque a Minas de Frío no hacía más que confirmar mi criterio, basado, en definitiva, en la propia historia de Cuba y de las aspiraciones seculares de los Estados Unidos de ejercer su dominio sobre nuestro país, de que una revolución verdadera en Cuba era incompatible con los intereses norteamericanos.
 
La nota a Celia no era, por tanto, la expresión de una voluntad preconcebida de enfrentamiento, de la futura revolución en el poder a los Estados Unidos, sino la muy explicable reacción ante una política tan hipócrita y taimada, y la manifestación de una clara conciencia acerca de la inevitabilidad de ese enfrentamiento a partir del hecho evidente de que para nuestro vecino del Norte sería inaceptable la presencia en Cuba de un poder revolucionario con un programa de cabal liberación nacional».
 
Mario Sariol fue jefe del almacén central de los suministros para el Ejército Rebelde y de los campesinos de la zona. También cumplió misiones como mensajero de la Columna No.1. Falleció en la ciudad de Manzanillo donde residía, el 15 de septiembre del 2002.
 
Fragmentos de tomados de:
 
Discurso pronunciado en el Centro Vocacional para Maestros Sierra Maestra en Minas de Frio, el 17 de junio de 1962.
 
Por todos los caminos de la Sierra. La victoria estratégica.
 
Fidel Castro, pag. 77, 78,79
 
El hombre de los suministros, por Katiuska Blanco, Granma, 7 de junio de 1996.