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Las cosas de Carilda

Fecha: 

06/07/2012

Fuente: 

Diario Granma

Autor: 

La poetisa Carilda Oliver Labra cumple 90 años de edad. Nada han podido, al parecer, las tribulaciones de la vida y las decepciones reales e imaginarias. Esta mujer, Premio Nacional de Literatura, es también una demostración de que vale la pena vivir.

No hay asomo de cansancio en esta excelsa figura de la cultura cubana y las letras hispanoamericanas. Muy educada, con una gentileza de antaño, habla en voz baja y con sencillez. A ratos deja ver una sonrisa leve, pícara, como divertida de su insondable imaginación.

Solo lamenta que no existan ya en el mercado cintas para máquinas de escribir porque "no soporto las computadoras, prefiero hacer manuscritos, bien tarde en las noches, soy una mujer nocturna".

Expresa nostalgia por sus hermanos que abandonaron el país, sus padres que fueron detrás de los nietos, aunque ella prefiere viajar "de Cuba para Cuba", dijo cuando su padre preguntó si le preparaba el pasaporte. Después de un breve silencio intenta resumir la idea con otra imagen: "Ninguna palma se puede ir de Cuba".

Sobre su increíble vitalidad, comentó: "Es una semilla que no me han podido arrancar ni siquiera los problemas, porque he tenido una vida muy dura, aunque no lo parezca "Todas las mañanas me despierto y doy gracias al sol".

Autora de títulos muy conocidos y de mucha trascendencia, a Carilda se le ilumina el rostro cuando habla de volúmenes como Se me ha perdido un hombre, o los poemas Canto a Fidel y Canto a Matanzas. De cualquier manera confiesa que su libro preferido es Al sur de mi garganta.

Habla con admiración sobre ilustres personalidades de las letras con quienes trató, como Ernest Hemingway, Rafael Alberti, Pablo Neruda, Gabriela Mistral, Dulce María Loynaz, Gabriel García Márquez y Mario Benedetti, entre otros. Cree, sin embargo, que ninguna otra personalidad de este mundo establece mejor la dimensión humana y social del hombre de su tiempo que Fidel.

Y precisamente de su Canto a Fidel, poema que en este 2012 cumplió 55 años, relata:

"La visión que tengo, después de tantos años, es que aparte de ser un líder político, Fidel es líder humanista, científico, porque, ¿a quién se le ha ocurrido dedicarse en un país a mejorar la medicina para mandar médicos a otros países?

"El Canto lo escribí en el momento, por eso es tan juvenil, es el canto de una mujer, de una muchacha, tocando una diana de guerra.

"Fidel está en el Canto, era el Fidel de entonces, que es el mismo que yo conocía de la universidad y lo relacionaba con el anterior, además, tenía una aureola extraordinaria... Ahora Fidel no cabe en un Canto...".

Al despedirnos, ya en la puerta de su casa, hace gala de esa fina sensualidad que la circunda desde hace muchos años quizás sin ella proponérselo del todo. Confesó risueña que se debatía en la disyuntiva de vestirse de verde o azul en la noche del 5 de julio, víspera de su cumpleaños, y que quizás el vestido de tirantes (regalo de un amigo) no era apropiado para su edad.

Para rematar, dijo, en tono picaresco y con algo del rubor que daba brillo a sus ojos azules en su juventud: "El día está bueno para irse a algún lugar donde a una no la conozcan".