Artículos

Lo que nadie imaginaría, él lo hizo posible

Fecha: 

14/08/2020

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Fidel enseñó a nuestros investigadores a vencer los mayores obstáculos y a no renunciar jamás a convertir en realidad el más utópico de los sueños.

Apenas un año después del triunfo de la Revolución, el Comandante en Jefe Fidel Castro hizo un pronunciamiento público que adquirió notable relevancia por tratarse de una audaz proyección estratégica sobre el papel que desempeñarían la ciencia y la técnica en el desarrollo del país.
 
En el acto por el XX aniversario de la Sociedad Espeleológica, celebrado el 15 de enero de 1960, el máximo líder del proceso revolucionario dijo con énfasis: «El futuro de nuestra Patria tiene que ser necesariamente un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento, porque precisamente es lo que más estamos sembrando, lo que más estamos sembrando son oportunidades a la inteligencia».
 
La profética frase fue enunciada cuando en el país había más de un 20 % de analfabetos, existían pocos centros de investigación, comenzaba el éxodo de profesionales hacia el exterior, y el número de profesores y maestros distaba mucho de poder respaldar aquel propósito que no pocos consideraban inalcanzable. De manera simultánea arreciaba la política hostil del Gobierno de Estados Unidos en todas las esferas.
 
Solo un hombre con la visión de Fidel, empeñado en mirar el mañana como algo inmediato, dotado de una ilimitada confianza en las posibilidades del ser humano, y plenamente convencido de que sin el dominio de la ciencia era imposible aspirar al progreso económico y social, podía colocar al sector entre las prioridades del gobierno revolucionario, en medio de tan desfavorable contexto.
 
Para avanzar en esa dirección primero gestó la campaña de alfabetización masiva de la población e impulsó la transformación del sistema educacional cubano, como premisa indispensable de poder lograr tan loable empeño.
 
Concibió la fundación del Centro Nacional de Investigaciones Científicas (cnic) el 1ro. de julio de 1965, con la finalidad de promover la formación de especialistas de alto nivel, en particular en las ciencias naturales, biomédicas, tecnológicas y agropecuarias.
 
Bajo su guía, la entidad también sentó las bases para organizar el sistema de grados científicos en Cuba, junto con ser el escenario de la defensa de los primeros doctorados en Ciencias vinculados a temáticas de particular interés para la nación.
 
También condujo la creación de nuevos centros investigativos con énfasis en el estudio de los recursos naturales, el mejoramiento de cultivos agrícolas de interés y para desarrollar a gran escala la introducción y gestación de nuevas razas productoras de leche y carne porcina y bovina (era un ferviente lector de libros de ganadería).
 
La multiplicación de instituciones y la formación masiva de especialistas en las más disímiles ramas del conocimiento, marcaron el comienzo de la colosal obra que hoy es la ciencia cubana, parte indispensable de nuestro patrimonio cultural.
 
Casi ninguna disciplina quedó ajena a los desvelos del Comandante en Jefe. Poco se conoce, por ejemplo, de que fue el promotor de las aplicaciones de la meteorología en la agricultura y de crear una red pluviométrica capaz de cubrir todo el archipiélago para conocer con mayor precisión la distribución espacial y estacional de las precipitaciones, poniendo esos datos en función de los nuevos planes agrícolas en marcha. Igualmente, prestó particular interés a la instalación de los primeros radares meteorológicos en Cuba.
 
A partir de las amargas experiencias dejadas por el azote del huracán Flora al oriente cubano, en octubre de 1963, priorizó la construcción de obras hidráulicas con la finalidad de evitar la repetición de inundaciones de gran magnitud como las ocurridas durante aquella contingencia, y asegurar el agua destinada al consumo humano y al desarrollo de la ganadería, la industria y la agricultura, en periodos de marcada sequía.
 
Puso la crisis ambiental del planeta en la agenda pública
 
La preocupación por los problemas ambientales del planeta fue tema recurrente en muchos de sus discursos y escritos. Baste mencionar su célebre pronunciamiento en la Cumbre de Río el 12 de junio de 1992, al advertir que una importante especie biológica estaba en riesgo de desaparecer por la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones  naturales de vida: el hombre.
 
En aquel momento, la amenaza del cambio climático estaba bien lejos de ser reconocida a nivel internacional como un proceso inequívoco, acelerado por la actividad del hombre, y apenas se tomaba en cuenta fuera de los círculos académicos.
 
Su enérgico llamado a que se pagara la deuda ecológica y no la deuda externa, y que desapareciera el hambre y no el hombre, estremeció conciencias y puso la crisis ambiental del planeta en la agenda pública de muchos políticos, partidos, organizaciones no gubernamentales y movimientos sociales de todo el orbe.
 
Convencido abanderado de armonizar el progreso económico con el estricto cuidado y protección de la naturaleza, Fidel es el artífice de la política ambiental cubana impulsada por la Revolución a lo largo de casi seis décadas.
 
La simiente de BioCubaFarma
 
Otro de sus aportes significativos al desarrollo científico del país tuvo su genuina expresión cuando a comienzos de la década de los años 80 del pasado siglo apostó por la industria médico-farmacéutica y biotecnológica, en momentos en que esta última disciplina apenas comenzaba a surgir en los países más industrializados.
 
La simiente que marcó el inicio de aquel audaz proceso tuvo lugar en enero de 1982, al inaugurarse por el Comandante en Jefe un pequeño laboratorio dedicado a la producción de Interferón, medicamento que abría nuevas perspectivas en el tratamiento de diversas enfermedades, incluido algunos tipos de cáncer.
 
En pocos años surgieron nuevas instituciones dedicadas al naciente sector, entre ellas el Centro de Ingeniería Genética y Biotecnología (CIGB) y el Centro de Inmunoensayo (cie), a las cuales se unirían después el Centro de Inmunología Molecular (CIM) y el Centro Nacional de Biopreparados (BioCen), por mencionar algunas.
 
Junto con la creación de la necesaria infraestructura, impulsó la aplicación de una novedosa forma de organización del trabajo en el sector a ciclo completo, que se conoció como el polo científico del oeste de la capital, antecedente del actual Grupo Empresarial de las Industrias Biotecnológica y Farmacéutica (BioCubaFarma).
 
En los años más duros del periodo especial resaltó más de una vez su medular concepto de que la supervivencia de la Revolución y el socialismo, la preservación de la independencia, dependían fundamentalmente de la ciencia y la técnica.
 
Así, en 1993 afirmó con absoluta convicción que «la ciencia y las producciones de la ciencia, deben ocupar algún día el primer lugar de la economía nacional, que partiendo de los escasos recursos, sobre todo de los recursos energéticos que tenemos en nuestro país, tenemos que desarrollar las producciones de la inteligencia, y ese es nuestro lugar en el mundo, no habrá otro (…)».
 
Pese a su apretada agenda de trabajo, se mantenía al tanto de los avances de la ciencia en el mundo y cada vez que tenía la oportunidad sostenía animados intercambios con nuestros investigadores en disímiles escenarios. Incluso, les sugería ideas, indagaba en el más mínimo detalle de cualquier estudio o resultado, y los exhortaba para que asumieran notables retos.
 
Narra el doctor Agustín Lage que al visitar el Jefe de la Revolución en septiembre de 1989 el pequeño laboratorio radicado en el Instituto Nacional de Oncología y Radiobiología, donde un reducido grupo de investigadores había obtenido los primeros anticuerpos monoclonales producidos en el país, les preguntó cuál era la empresa líder mundial en ese renglón y cuánto hacían.
 
Tras recibir la respuesta correspondiente, su segunda pregunta fue: ¿y ustedes no piensan competir con esa gente?
 
Igualmente, cuando inauguró el cigb el 1ro. de julio de 1986, dijo que esperaba más de las combinaciones de los interferones alfa y gamma, que del empleo individual de ese producto, predicción que se hizo realidad el 4 de agosto de 2016 al lograrse el registro en nuestro país del HeberFERON, actualmente incluido en el protocolo de tratamiento de la covid-19.
 
Su afán de buscar en la ciencia soluciones que contribuyeran a resolver acuciantes problemas de la vida nacional lo llevaron, ya estando con la salud quebrantada, a conducir personalmente varios estudios enfocados en lograr nuevas fuentes sostenibles para la alimentación del ganado, basadas en el empleo de plantas proteicas.
 
Con su prédica y proverbial optimismo, Fidel enseñó a nuestros investigadores a vencer los mayores obstáculos y a no renunciar jamás a convertir en realidad el más utópico de los sueños.