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Los caminos del cambio

Fecha: 

31/01/1999

Fuente: 

Juventud Rebelde
Este martes podría marcar el inicio de un capítulo nuevo en la más reciente historia venezolana. Pero aún no es tiempo de predecir si llegará a ser esa "verdadera y pacífica revolución" de que hablaba el comentarista del semanario local Quinto Día, en alusión a la transformación radical "con respeto a los principios democráticos" que, asegura, esperan los venezolanos.

Los que dieron su apoyo a Hugo Chávez en los comicios del 6 de diciembre votaron, efectivamente, por el cambio. Un slogan que parece frase hecha en el panorama electoral latinoamericano pero que, en esta ocasión, suena más auténtica.

Ya no se autodenomina el "revolucionario angustiado" que en 1992, aún teniente coronel, anunció sus deseos de transformar a Venezuela tomando el poder por las armas. Pero sus propósitos parecen los mismos. Con 44 años, este hombre nacido en la humilde Barinas y calificado como "de pueblo", todavía es joven; y será probablemente el mandatario más joven que haya gobernado a su país en los últimos años.

Su principal promesa desde que se dio a conocer al mundo como líder del Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, ha sido la instalación de una Asamblea Constituyente que reforme la carta magna para cambiar institucionalmente a la nación, y desde abajo. Hoy, casi en la presidencia con el respaldo del nuevo Movimiento V República, ese continúa siendo el primer propósito del que en dos días jurará como jefe de Gobierno.

Un propósito plagado de contradicciones con los partidos a los que Hugo Chávez avasalló durante su rápida y aplastante carrera en pos del triunfo electoral. El 15 de febrero es el tiempo límite dado por el mandatario electo para llegar a un acuerdo sobre quién -él, o el Congreso- convocará al referendo donde el pueblo dirá si quiere o no Constituyente.

De no haber consenso en el legislativo, el propio Chávez llamará a la consulta amparado en el fallo de la Corte Suprema de Justicia y por esa Constitución de 1961 que ahora se propone reformar. Hugo Chávez ha prometido remover el sistema judicial, político y ejecutivo de Venezuela. También se cuentan entre las que ha anunciado como sus primeras medidas, discutidos aumentos salariales que, según expertos, podrían incrementar la ya abultadísima inflación del país -entre 35 y 40 por ciento al cierre del 98 la convierten en la mayor de Latinoamérica-; mejoras en los sistemas de educación y salud pública, políticas de atención a los llamados niños de la calle...

El hombre que en 48 horas asume la presidencia venezolana, parece dispuesto a dar la batalla por enrumbar al país bajo esa óptica bolivariana, patriótica y nacionalista que caracteriza su discurso.

Pero para materializarlo deberá transitar por los caminos que le imponen la realidad local e internacional. Sin giros bruscos ni pisadas en falso que ahuyenten a inversores extranjeros o le cierren puertas al petróleo, el principal rubro de la economía venezolana. Y cuidándose también de no defraudar a las masas que lo llevaron a la presidencia.

Para caminar sobre firme, Hugo Chávez invirtió las semanas previas a su asunción en una gira por América y Europa durante la cual conversó con jefes de Estado y de Gobierno, ministros, y responsables de las principales entidades financieras y económicas internacionales. No se trataba sólo de desmitificar la vendida imagen de militar con ínfulas golpistas que, en lo nacional, probablemente le ganó más simpatías que antipatías entre una ciudadanía ansiosa de mano dura frente a la desprestigiada politiquería tradicional. Había también que presentar cartas credenciales.

Washington, que hace unos años le había denegado la visa, recibió a Hugo Chávez el último miércoles y, allí, el presidente Clinton, el Secretario norteamericano del Tesoro, y el titular del Fondo Monetario Internacional, fueron sus interlocutores. "Obviamente, queremos pagar las deudas del país, pero con más comprensión y sentido más humanitario", había aseverado antes a JR la que será primera dama de Venezuela, Marisabel Rodríguez, al comentar los objetivos de estos viajes de su esposo. "Primero está la deuda social".
Y para saldar ese compromiso social, hace falta también una nación que avance en lo económico. El pago de los servicios de la deuda externa venezolana, ascendente a 23 000 millones de dólares, se tragó el último año el 40 por ciento del ingreso nacional.

Los pobres alcanzan ya el 80 por ciento de la población y buena parte de la otrora clase media ya no merece llamarse tal por la degradación de su nivel de vida. Aunque para el ciudadano medio el salidero principal por el cual se fue la bonanza venezolana ha sido la corrupción, la economía nacional ya iba en declive cuando el saliente Rafael Caldera implementó, en la segunda mitad de su mandato, las medidas neoliberales de su Agenda Venezuela que hoy, aseguran muchos, el país está pagando.

A ello se suman los últimos descensos en los precios mundiales del crudo, cuyas ventas representan el 50 por ciento de los ingresos nacionales y el 75 por ciento de lo que la nación recibe en divisas. Ese es el "país en marcha" que, dijo Caldera con la emoción propia de las despedidas, entrega este martes a Hugo Chávez. El tiempo demostrará cuánto el nuevo Presidente quiere... y cuánto puede cambiarlo.