Murió impune el asesino Luis Posada Carriles, quien enlutó a Cuba
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Ha muerto el asesino Luis Posada Carriles. Los sucesos del accidente aéreo del viernes nos han revivido el dolor infinito que acompañó a Cuba en 1976, con la diferencia de que aquel hecho, que cortó la vida a 73 personas inocentes, respondió a la sórdida actuación de este terrorista financiado por la CIA. Él ha muerto impune, abrigado por Estados Unidos. Mientras Cuba, liderada por hombres de bien, ha sabido defender su proyecto de justicia social y solidario, a pesar de estar amenazada por tan terribles espíritus.
La historia del terrorismo contra Cuba no es parte de un pasado, sino continuidad que se extiende en múltiples formas hasta nuestros días. Los principales ejecutores de esta barbarie se pasearon libremente por el país que aupó sus acciones y perdonó sus crímenes. Luis Posada Carriles es símbolo de esta política oscura. El Comandante en Jefe Fidel Castro lo catalogó junto a Orlando Bosch como los «más sanguinarios exponentes del terrorismo imperialista contra nuestro pueblo…».
Granma les propone a sus lectores un acercamiento al expediente criminal de este asalariado de los servicios norteamericanos.
En imágenes, crimen de Barbados
¿QUIÉN ERA LUIS POSADA CARRILES?
Según datos de la CIA, en julio de 1964 Posada aparece como jefe de un campamento paramilitar del grupo terrorista Junta Revolucionaria en el Exilio (JURE) en Florida central. Otros documentos de fecha 31 de marzo de 1965 revelan su condición de instructor en explosivos con el código secreto «wave kuroar». La palabra «wave» identificaba a la mencionada estación ultra secreta en Miami. La palabra «kuroar» le da nombre a la operación en la que trabajaba, las letras «ku» significan Cuba y la palabra «roar» algo así como «rugiente o bramido». Solo dos semanas después se le asignó por la agencia el código secreto Amcleve-15. Las letras «am» identificaban su categoría de agente encubierto, la palabra «cleve» como diestro, hábil o mañoso, según su traducción en inglés y el número 15 como parte de un grupo integrado por otros agentes.
La propia agencia registra en su ficha biográfica la activa participación de Posada en el contrabando de armas y explosivos y otros actos subversivos en la región del Caribe. El 13 de enero de 1965, se ubica como miembro de la tripulación del buque Venus en la República Dominicana, perteneciente a la flota marítima de la CIA, utilizada en operaciones de infiltración y terrorismo contra Cuba. Esta flota superaba las 30 embarcaciones de gran y mediano porte, incluidos «buques madres» tipo «REX» y otras lanchas provistas de modernos armamentos. El propio Richard Helms reconoció que «en determinado momento, la flota marítima secreta de la CIA, llegó a ser la tercera más grande en el área». Algunas de estas naves estaban inscritas con nombres como Atlas, Baltimore, Rex-Explorer, Hacha, Evangelina Zoila, Neptuno, Reep Tide y Tiburón. En ellas navegaban por aguas del Caribe tripulaciones conocedoras de las costas cubanas, reclutadas entre marinos y pescadores que habían residido en poblados costeros cubanos. Las infiltraciones de estos comandos sumaron cientos a lo largo de esos años. Estudios históricos cubanos ubican con exactitud un total de 77 puntos costeros a lo largo del país, utilizados para infiltrar agentes clandestinos y armamento de guerra. Un buque madre tipo «REX» tenía en su proa un cañón sin retroceso de 75 mm y en su popa otro de 57 mm y varios cañones de 20 mm. En sus bandas de babor y estribor, seis ametralladoras calibre 50 y 30. La tripulación estaba compuesta por unos 40 mercenarios equipados con fusiles automáticos. Estas operaciones eran dirigidas por un «oficial de caso» de la CIA.
Desde sus barcos artillados, la CIA bombardeaba instalaciones civiles y objetivos económicos costeros, mientras brindaba su apoyo a otros comandos terroristas que operaban contra Cuba desde países como Nicaragua o Costa Rica. Un apretado resumen brinda un cuadro dantesco de agresiones violentas contra objetivos civiles. Entre 1961 y 1970 se produjeron decenas de ataques piratas contra objetivos en nuestras costas. En estas operaciones sorpresivas y alevosas resultaron muertas ocho personas y heridas 26, de ellas tres niñas de ocho, 13 y 15 años de edad. Muchos ciudadanos cubanos rememoran los ataques a la refinería Hermanos Díaz situada a la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, la planta de sulfometales en Santa Lucía y los centrales azucareros Luis Carracedo, en el municipio de Pilón y Nazábal, en Encrucijada, Villa Clara; los disparos contra el edificio Sierra Maestra y otras residencias del barrio capitalino de Miramar y el albergue de niños becarios en Tarará, al este de La Habana; los embarcaderos de Isabela de Sagua, Caibarién y Casilda; y los faros marítimos de Cayo Cruz en Niquero, Bahía de Cádiz en Villa Clara y Cayo Paredón Grande, en Ciego de Ávila. A estos ataques se sumaban los bombardeos aéreos con explosivos organizados por Orlando Bosch sobre plantaciones cañeras y áreas pobladas, por avionetas que salían y regresaban a la Florida. Este programa acrecentó los secuestros y ataques piratas contra embarcaciones en aguas del Golfo de México y el Caribe, incluidos los ametrallamientos a los buques cargueros extranjeros New Lane, L´ Vov, Bakú y Sierra de Aránzazu. En este periodo se registraron 20 hechos de esta naturaleza, con muertos o desaparecidos y heridos. El gobierno norteamericano negó sorprendentemente en 1963 su responsabilidad en estos sucesos, alegando que se trataba de «acciones autónomas» cometidas por grupos de emigrados desde terceros países. El terrorista Luis Posada Carriles formaba parte de aquel engendro de horror.
Posada Carriles fue asignado en 1967 a Caracas, Venezuela, como mercenario de la CIA, ocupando un importante cargo hasta 1974 en la Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Sus principales misiones: eliminar focos de «insurgentes» y apoyar el trabajo subversivo de la CIA en el medio diplomático hostil a Estados Unidos y en las altas esferas de la política local. Aquella designación constituía un gesto de confianza hacia Posada. Según Manuel Contreras, exjefe de la DINA de Augusto Pinochet, el entonces jefe de la CIA en 1976 George Bush le había expresado que el envío de mercenarios de origen cubano a Venezuela tenía como objetivo reforzar el trabajo de contrainsurgencia en la región.
Posada multiplicó su accionar terrorista a partir del manto oficial que le ofrecía su alto cargo en la DISIP a partir del 4 de octubre de 1971. Pero sus desavenencias con un nuevo gobierno lo llevaron a renunciar. Sorpresivamente, aparecieron en 1974 grandes recursos económicos para una supuesta «agencia» privada de detectives en Caracas nombrada Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía Anónima (ICICA), dirigida por Posada Carriles. La CIA financió y brindó medios secretos de espionaje y subversión a este nuevo centro de operaciones, que dada su «cobertura» permitió recrudecer los actos terroristas en la región del Caribe y Sudamérica y continuar el apoyo a la CIA entre 1974 y 1976. Desde el ICICA partieron comandos armados para realizar actos terroristas y se elaboraron estudios operativos sobre instalaciones cubanas en Trinidad y Tobago, Barbados, Colombia y Panamá y los mapas de ruta de los vuelos aéreos de Cubana de Aviación en la región.
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Posada Carriles, símbolo de una política oscura
¿QUÉ PASÓ EN BARBADOS?
En junio de 1976, Posada y Bosch participaron en la creación del grupo terrorista Coordinación de Organizaciones Revolucionarias Unidas (CORU) en República Dominicana, a instancias de la CIA. El 6 de octubre se produjo el monstruoso crimen en Barbados, con la participación de ambos terroristas. El gobierno de EE.UU. fue autor intelectual de aquel horrendo suceso. Los documentos desclasificados demuestran que sus servicios de inteligencia no eran ajenos a los intentos del CORU de hacer explotar un avión civil cubano en el aire. No eran ajenos tampoco a la labor secreta de la ICICA en la región, de donde partieron los autores materiales del hecho y los explosivos utilizados en el sabotaje. Posteriormente, facilitaron la fuga de Posada Carriles de su prisión en Venezuela, ofreciéndole una importante misión en la guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron al terrorista Bosch el asilo definitivo en territorio norteamericano.
Posada Carriles participó destacadamente en la Operación Irán-Contras en Centroamérica, en la que dirigió una tarea muy compleja, que corroboraba la confianza brindada por el gobierno estadounidense: el avituallamiento aéreo a la Contra nicaragüense, la organización logística de los suministros y la atención a todo el personal involucrado en la operación. Antes de producirse el escándalo internacional, Posada Carriles alertó a sus superiores en Estados Unidos de que una nave aérea no había regresado a su base al ser derribada cuando abastecía recursos a la Contra nicaragüense. Posada mantuvo un total silencio y encubrió la activa participación del vicepresidente George H. W. Bush y algunos de sus principales colaboradores, cuando fue entrevistado en 1992 por el FBI en la embajada de Estados Unidos en Honduras. Posada se retiró de allí sin ser molestado. George H. W. Bush fue totalmente exonerado de responsabilidad, según el reporte publicado el 18 de noviembre de 1987 por el Comité Congresional estadounidense que investigó el escándalo.
Varios documentos secretos desclasificados por el Departamento de Estado de Estados Unidos elaborados en 1976, consideran al terrorista internacional de origen cubano Luis Posada Carriles, protegido en el territorio norteamericano, como el autor más probable del acto terrorista contra el avión civil de Cubana de Aviación, en el que murieron las 73 personas que viajaban a bordo, el 6 de octubre de ese año.
El memorando enviado al entonces secretario de Estado Henry Kissinger por dos altos funcionarios de la Agencia Central de Inteligencia, analiza las denuncias del líder de la Revolución cubana Fidel Castro Ruz sobre el involucramiento de agencias estadounidenses en el derribo de la aeronave.
¿QUÉ DIJO CUBA ANTE ESE DOLOROSO SUCESO?
El Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, Primer Secretario del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y Primer Ministro del Gobierno Revolucionario, en el acto de despedida de duelo de las víctimas del avión de cubana destruido en pleno vuelo, el 6 de octubre, describió con profundo dolor lo sucedido y denunció la injusticia del crimen:
«Conmovidos, luctuosos, indignados, nos reunimos hoy en esta histórica Plaza para despedir, aunque solo sea casi simbólicamente, los restos de nuestros hermanos asesinados en el brutal acto de terrorismo perpetrado contra un avión civil en pleno vuelo con 73 personas a bordo, de ellas 57 cubanos. La mayor parte de los restos yacen en las profundidades abismales del océano, sin que la tragedia haya dejado a los familiares allegados ni aun el consuelo de sus cadáveres. Solo los restos mortales de ocho cubanos han podido ser recuperados. Ellos se convierten así en símbolo de todos los caídos, el único resto material al que daremos sepultura en nuestra tierra de quienes fueron 57 saludables, vigorosos, entusiastas, abnegados y jóvenes compatriotas nuestros. Su edad promedio apenas rebasaba los 30 años aunque sus vidas eran ya, sin embargo, inmensamente ricas en su aporte al trabajo, al estudio, al deporte, al afecto de sus familiares allegados y a la Revolución.
«Cuando leemos las biografías de cada uno de ellos vemos qué espléndida hoja de servicios al país constituyen sus vidas. El capitán de la nave habla sido elegido, este mismo año, Héroe Nacional del Trabajo. Muchos habían recibido la Medalla XX Aniversario. Numerosos entre los tripulantes habían prestado distintos servicios internacionalistas y los atletas acababan de escribir una brillante e insuperable página deportiva, ganando la totalidad de las medallas de oro en las competencias regionales de esgrima que acababan de efectuarse en Caracas. Muchos eran militantes de la Juventud o del Partido, todos se destacaban en sus actividades, cada uno de ellos había sido un claro ejemplo de cómo la dedicación al estudio, a la superación, al trabajo y al cumplimiento del deber es hoy la característica esencial de nuestros conciudadanos.
«No eran millonarios en viaje de placer, no eran turistas que disponían de tiempo y de recursos para visitar otros países; eran humildes trabajadores o estudiantes y deportistas que cumplían con modestia y dedicación las tareas asignadas por la patria.
«Entre los viajeros del avión había 11 jóvenes guyaneses, seis de ellos seleccionados para realizar estudios de medicina en Cuba, vidas que se pierden de hombres cuyo destino era salvar vidas en su país subdesarrollado y pobre. También murieron cinco abnegados ciudadanos de la República Popular Democrática de Corea, un pueblo tanto tiempo asediado por Estados Unidos, que visitaban países de América Latina en viaje de amistad.
«En pleno vuelo el avión fue destruido por una carga explosiva a los pocos minutos de haber despegado del aeropuerto de Barbados. Con heroísmo indescriptible los bravos y expertos pilotos de la nave hicieron un supremo esfuerzo para hacerla regresar a tierra, pero el equipo, ardiendo y casi destruido, solo pudo permanecer en el aire unos minutos más. Contaron, sin embargo, con el tiempo y la entereza suficiente para explicar que había ocurrido una explosión a bordo, que la nave ardía e intentaban regresar a tierra. Es inimaginable el drama que tiene que haber significado para los pasajeros y los tripulantes la explosión y el incendio encerrados en una nave aérea a una altura aproximada de 6 000 metros.
«Alguna agencia imperialista de inmediato habló sobre un posible fallo mecánico, pero en cinta grabada quedaron registradas todas las palabras del piloto trasmitidas al aeropuerto de Barbados. A esa evidencia se sumaron inmediatamente otras. Dos individuos con documentos que los acreditaban como venezolanos habían tomado el avión en Trinidad para descender del mismo en Barbados antes del accidente; casi inmediatamente después que la nave estallara en el aire tomaron otro avión de regreso a Trinidad, donde se alojaron sin equipaje alguno en el más lujoso hotel. A petición de las autoridades de Barbados, a quienes se les habían hecho sospechosos, fueron arrestados.
«Las investigaciones iniciadas por la policía de ambos países arrojaron de inmediato indicios que hacían recaer sobre ellos la fuerte presunción de ser los autores materiales del sabotaje.
«Por el carácter de la documentación, las autoridades de Venezuela tuvieron también rápido conocimiento de los hechos y acceso a la investigación. Al día siguiente, 7 de octubre, el presidente de Venezuela, Carlos Andrés Pérez, en cable de condolencia a Cuba, calificaba el hecho de abominable crimen. En términos públicos semejantes se expresó después, en la sede de Naciones Unidas, el propio Primer Ministro de Barbados. El hecho de que esos gobiernos —cuyos funcionarios tenían acceso a las fuentes más inmediatas e importantes de información, que eran los propios arrestados, las circunstancias que rodeaban su conducta y sus documentos— calificaran el acto como terrorismo, era ya de por sí muy significativo».
¿QUIÉNES MURIERON EN EL SABOTAJE DE BARBADOS?