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No interrumpir la obra creadora de la Revolución, ni aún bajo las balas

Fidel dándole instrucciones al radista en el aeropuerto de Trinidad en plena conspiracion Trujillista. Foto: Archivo
Fidel dándole instrucciones al radista en el aeropuerto de Trinidad en plena conspiracion Trujillista. Foto: Archivo

Fecha: 

17/08/2019

Fuente: 

Periódico Granma

Autor: 

Un principio que ha presidido la obra revolucionaria desde sus inicios y hasta nuestros días.

De la casa donde se había abortado la conspiración trujillista la noche del 7 de agosto,  Fidel se había trasladado hacia Regla y llegó al espigón de la CU-MEX, a eso de las cuatro menos cuarto de la madrugada. Allí había llegado un barco cargado de armas, que formaba parte de la conjura. Fidel fue el primero en subir y en la bodega encontraron una preciosa carga: 40 ametralladoras calibre 50; 10 calibre 30, varias decenas de fusiles, abundante proyectil y 78 000 pesos.
 
Fidel regresó a Marianao y a las seis y cuarto salió de Ciudad Libertad en el avión Sierra Maestra. Le siguen dos helicópteros. Durante más de una hora volaron a ras de mar por los cayos de San Felipe y Los Indios, al noroeste de Isla de Pinos, tratando de apresar algunas embarcaciones con pertrechos de guerra para los complotados.  
 
Aterrizan en la pista de Siguanea. Fidel y sus acompañantes abordaron los helicópteros para continuar la búsqueda de embarcaciones, pero resultó infructuosa.
 
Eran las ocho de la noche cuando arribó al aeropuerto militar de Ciudad Libertad. Nuevas conferencias con jefes militares e interminables llamadas telefónicas. De ahí se dirigió a las oficinas de Camilo Cienfuegos en el Estado Mayor del Ejército, donde se reúne con Raúl Castro, Belarmino Castilla, Ramiro Valdés y otros compañeros.
 
El domingo nueve, se efectúa la reunión del Consejo de Ministros. En esta ocasión acordó la asistencia de Cuba a la Conferencia de Cancilleres, que se celebrará el día 12 de junio en Santiago de Chile. La delegación será presidida por el doctor Raúl Roa García, ministro de Estado. Además, se concertó que Fidel posiblemente asistiría a la Conferencia en el transcurso de ella.
 
El lunes 10, la prensa informa que Fidel hablará oportunamente al pueblo, para orientarlo e informarlo de la manera más cabal y amplia. Pidiéndole al pueblo que no debe impacientarse, puesto que ni la Revolución ni el país corren peligro, y será movilizado solo cuando fuera estrictamente indispensable y no en situaciones en las que basta la acción de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, sin necesidad de que ningún ciudadano abandone sus actividades normales.
 
Además, se recordó las palabras de Fidel de no permitirse interrumpir la obra creadora de la Revolución, ni aún bajo las balas.
 
Durante el día 11 al Palacio de la Presidencia llegaron cientos y cientos de telegramas procedentes de todos los lugares del país, demandando el inmediato castigo para los contrarrevolucionarios, que pretendían instaurar un gobierno en Cuba.
 
También se alzaron las voces de los pueblos latinoamericanos, apoyando la Revolución Cubana. Este día el Ministro de Estado cubano declara que la no asistencia de Fidel a la Conferencia de Cancilleres, no significa que exista en Cuba una situación anormal.
 
La noche del miércoles 12 de agosto, el pueblo espera con interés la anunciada comparecencia de Fidel en el programa Ante la Prensa. Sin embargo, pocas horas antes de iniciarse el programa, el comandante Raúl Castro informa al pueblo que Fidel no podrá comparecer ante las cámaras de tele- visión para informar al país de la conspiración traidora-militarista-trujillista, por la abrumadora cantidad de trabajo que pesa sobre sus hombros.
 
Las operaciones para  impedir la conjura se dirigieron a Trinidad. El Jefe de la Revolución en una jugada magistral de desinformación hizo creer a Trujillo que Trinidad estaba tomada por fuerzas de la contrarrevolución y que se combatía en todo ese territorio. Fidel recibió allí noticias de lo que estaba pasando y fue informado que se esperaba un avión con armas enviado por Trujillo. Ordenó dirigirse a una casa cerca de la pista de aterrizaje a esperar la llegada del avión.