Ni el tributo que multiplican por estos días colectivos y comunidades, ni el sentir de cada cubano, como tampoco estas páginas dedicadas a homenajearlo a dos años de su partida a la eternidad, pueden mencionarte en pasado ni en lejano recuerdo.
 
El ardiente profeta de la aurora, al decir de Che, vive, no muere, sigue en el andar de sus de compatriotas hacia una Cuba mejor y un mundo nuevo, late con la dignidad de los médicos que regresan con la frente en alto de Brasil y se preparan para otras misiones sin importar adonde y cuando.
 
Te multiplicas en la sonrisa de los jóvenes que amasan el porvenir, compulsas  a enfrentar sin miedo los retos por delante.
 
Tú, Fidel, le quitaste el nombre personal a esas cinco letras, para hacerlas orgullo de un país, un pueblo, la Humanidad.
 
Como nadie descubriste las potencialidades de la ínsula e irrigaste su futuro con industrias, caminos, nuevos poblados e infinita confianza y tu modestia engrandece más esa riqueza entrañable, imposible de expresar en palabras simples.
 
Por eso preferimos decirlo con los versos que pone nombre a una herencia infinita: “…estar,/ entre nosotros, / por un mundo mejor./ –como escribió la poeta Nancy Morejón– Qué fortuna mayor./ Fidel,/ sin odio y sin hiel,/ abre muros/ y ventanas./ Fidel/ Fidel tiene fortuna,/ una sola fortuna,/ la fortuna de ser/ Fidel”.
 
Seguimos con  él a conquistar el futuro.