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Un antes y un después de la visita de Fidel a la Cantera de Guáimaro

El Comandante en Jefe visitó el 14 de julio de 1971 las canteras de Palo Seco en el municipio de Guáimaro, donde chequeó los suministros de piedras para el mantenimiento y reparación de las vías del sistema ferroviario cubano.

Fecha: 

13/07/2016

Fuente: 

Cubadebate

Autor: 

 

Amanecía en Guáimaro, Camagüey. La posibilidad de que Fidel visitara la cantera de Palo Seco, en Guáimaro, era inminente. El día anterior, el 13 de julio de 1971, recorrió los talleres ferroviarios de Camagüey y dejó en ese lugar sembrada la idea de que en otro momento se encontraría con el colectivo encargado de producir piedra para la construcción, mantenimiento y reparación de las vías férreas.
 
La noticia llegó a mis oídos a través de mi padre, quien, sin esperarlo, se apareció de madrugada en Guáimaro, donde yo vivía. Él trabajaba en el área de mecánica de ese gran nudo ferroviario, encargado de reparación de locomotoras y de otros servicios; tuvo la suerte de hablar con Fidel.

Nuevos camiones reforzaron la transportación de la materia prima
del interior del frente de cantera al molino.

 
No esperé mucho. Le puso la mano en el hombro y me despedí. No podía perder la oportunidad, confirmada minutos después, de paso por frente a la finca “La Luisa”, casa de visita ubicada en el kilómetro tres de la carretera de Guáimaro-Palo Seco.
 
Los Alfa Romeo color vino se veían a lo lejos estacionados y con las antenas desplegadas. El camión en el que nos trasladamos hasta el viejo Palo Seco quedó atrás e iniciamos el recorrido de tres kilómetros a pie que faltaban para llegar a la cantera.
 
La espera se prolongó hasta aproximadamente la 1:20 de la tarde en que se divisaron los yipi en forma de caravana, aunque no perdimos el tiempo, aprovechamos para conocer cuál sería la respuesta de esos trabajadores al llamado de Fidel, efectuado semanas antes, durante la plenaria nacional del Sindicato de Transporte de hacer zafras de piedra.
 
Ni por asomo las instalaciones industriales, montadas en 1946 y movidas por vapor y las actuales modernizadas, se parecen a las recorridas por Fidel hace 45 años. Para bien el enclave fue sometido, posteriormente, a un proceso profundo de mejoras que humanizó el trabajo y dinamizó el flujo productivo, incluido el frente de cantera de donde salen las piedras hacia el molino triturador, transformada en macadán y hormigón, materia prima para mejorar el estado de las vías, tan necesarias y económicas para la transportación ferroviaria de cargas y pasajeros. Como subproducto base pétrea para rellenos.
 
Hoy por los años de explotación de los equipos y la falta de regularidad de los mantenimientos por limitaciones de piezas, la industria se ha visto afectada, sin que se renuncie, en lo más mínimo, a batallar hasta el último momento, como lo hicieron en 13 días de junio en que procesaron 7 578 metros cúbicos.
 

Braulio Romero Alamar después de dejar la
paleadora pasó un curso de barrenador y
finalmente venció un curso de mecánico A
en los talleres ferroviarios de Camagüey.

Braulio Romero Alamar es uno de los viejos obreros de la cantera que se hallaba allí cuando Fidel los visitó. No se ha despegado del lugar, incluso, reside en una de las viviendas del cercano pueblito concebido por el Líder Histórico para la estabilidad de la fuerza de trabajo.
 
De la época viven aun en este sitio Iván García, trabajador por entonces del molino; Mara, la negra cocinera; Nelson Villalobos, y en Palo Seco, Fidel Rivero, maquinista de la paleadora Marium; y Gerardo Labrada que reside cerca de la terminal de Guáimaro.
 
Braulio fue operador de la caldera de la paleadora Marium, que databa de 1902. De aquel momento recuerda: “Como Fidel es un hombre alto, se trepó y con la barra larga de la máquina se dio en la cabeza, se quitó la gorra, se pasó la mano; se dio duro, pero siguió y conversó con nosotros.
 
“Imagínate eso para nosotros fue una cosa grande ver al líder de la Patria junto con uno, ni lo esperábamos. Fue una sorpresa muy grande y una satisfacción bastante grande”.
 
–¿Llegaste a conversar con él?
 
“Me hizo algunas preguntas, hubo una, incluso, que no pude contestarla, que me da ganas de reír, sobre la caldera, el funcionamiento de ella, pero me dijo: ¿Cuántos litros de agua consume por hora. Me liquidó, me dejó en blanco. Me argumentó: un operador tiene que saber eso”.
 
“Sí le contesté sobre el consumo de combustible, todavía me recuerdo, entre 800 y 900 litros en las 8 horas, de las libras de presión con que trabajaba la máquina…preguntas que te hacía para cogerte en algunas”.
 
La impresión más grande para Braulio fue darle la mano a Fidel para subir al equipo y después se dijo: “¡Coño! No es fácil, es un orgullo para uno darle la mano a una persona como él, que es, como si fuera, el padre de nosotros. No todo el mundo ha tenido esa oportunidad. Es un regalo que me dio la vida”.
 
En el recorrido por la cantera, el primer lugar donde estuvo fue en el área de extracción de piedras, conoció que uno de los principales problemas afrontados estaban relacionados con la fuerza de trabajo para la implantación del doble turno para abastecer el molino y elogió el cuidado observado con la máquina paleadora Marium, de vapor, construida en 1901, la cual funcionaba en óptimas condiciones.
 

“Por el alto riesgo de afecciones respiratorias a
los trabajadores –son en total 61—se
les realiza periódicamente chequeos médicos”.
Ángel Lorenzo Abreu Espínola, director de la cantera.

En su periplo estuvo en el área del molino triturador de piedra y antes de marcharse recorrió el lugar donde se construían las viviendas para los trabajadores de la cantera, un sueño realizado. La estancia en zonas de Guáimaro comprendió valorar la marcha de varias obras, como el puente Ciego Molina, construido en tiempo récord y el lugar, donde años después se levantó el nuevo pueblo de Palo Seco.
 
Mientras caminábamos hacia el nuevo molino, esa gran mole de hierro, que rompe con la monotonía del entorno, Braulio no dejó de pensar en las precarias condiciones que tuvieron que laborar los iniciadores de la cantera, sobre el riesgo que entrañaba para Agustín García y Rosendo Guerra, escombreros en desbrozar, desde el borde de la loma, las grandes piedras para evitar que les cayera a otros obreros, en fin, los trabajos eran muy rústicos, artesanales, mientras las piedras eran recogidas a mano.
 
Si le pudiera hacer llegar un mensaje a él que le dijera: “Que el hombre que le dio la mano para subir a la paleadora, todavía se mantiene trabajando, con 68 años y que lo único que quiero es que dure muchos años más, que la vida le de salud y fortaleza”.
 
El cambio en la cantera es visible, no tiene comparación, entre el antes y el después de visitarla Fidel. Ese es el sentir de todos los que hoy laboran en esta industria y recuerdan a hombres como Jeremías Avallo, técnico en caldera y a Francisco Nebot, quien administraba la industria y a muchos más. Todos, viejos y jóvenes, están empeñados todavía en que nunca decaigan las zafras de piedras.

De un viejo molino a este va un buen trecho.
Los Alfa Romeo color vino se veían a lo lejos estacionados y con las antenas desplegadas.
El camión en el que nos trasladamos hasta el viejo Palo Seco quedó
atrás e iniciamos el recorrido de tres kilómetros a pie que faltaban para llegar a la cantera.
Amanecía. La posibilidad de que Fidel visitara la cantera de Palo Seco, en Guáimaro, era inminente.
El día anterior, el 13 de julio de 1971, recorrió los talleres ferroviarios de Camagüey
y dejó en ese lugar sembrada la idea de que en otro momento se encontraría
con el colectivo encargado de producir piedra para la construcción, mantenimiento y reparación de las vías férreas.
La espera se prolongó hasta aproximadamente la 1:20 de la tarde en que se divisaron los yipi en forma de caravana, aunque no perdimos el tiempo, aprovechamos para conocer cuál sería la respuesta de esos trabajadores al llamado de Fidel, efectuado semanas antes, durante la plenaria nacional del Sindicato de Transporte de hacer zafras de piedra.
Como subproducto base pétrea para rellenos.
Hoy por los años de explotación de los equipos y la falta de regularidad
de los mantenimientos por limitaciones de piezas, la industria se ha visto afectada,
sin que se renuncie, en lo más mínimo, a batallar hasta el último momento,
como lo hicieron en 13 días de junio en que procesaron 7 578 metros cúbicos.
Ni por asomo las instalaciones industriales, montadas en 1946 y movidas por vapor
y las actuales modernizadas, se parecen a las recorridas por Fidel hace 45 años.