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Un destacado cronista deportivo

Fecha: 

08/04/2009

Fuente: 

Periódico Hoy (Versión Digital)

Autor: 

Ya es tiempo de superar el luto provocado por la debacle latinoamericana y estadounidense en el Clásico Mundial de Béisbol. Ahora hay que estudiar profundamente qué pasó en el Clásico y modificar lo que haya que cambiar. Los sabios de siempre están obligados a ir a la escuelita a actualizarse porque coreanos y japoneses están revolucionando “la pelota”.

Esta corta serie enseñó que si se busca modificar una situación, no se puede seguir actuando como hasta entonces.

Para empezar, recomendaría a los dirigentes deportivos que se leyeran las Reflexiones que escribió el Comandante Fidel Castro durante la celebración de aquellos magníficos encuentros. Luego de leer sus enfoques me convencí de que Fidel miente cuando dice que no es cronista deportivo. Ningún principiante es capaz de enfocar los problemas de “la pelota” como él lo hace. A lo mejor tiene años en eso y se ha escudado en un seudónimo para opinar sobre deportes.

En una de sus Reflexiones escribió: “El Clásico fue organizado por los que administran la explotación del deporte en Estados Unidos, gente además astuta, inteligente e incluso todo lo diplomática que sea necesario. A los tres mejores equipos del Clásico y las Olimpiadas: Japón, Corea y Cuba, los pusieron en el mismo grupo para que se eliminaran entre sí.”

¿Puede alguien negar esta opinión? Aquella distribución de países en zonas estuvo hecha para beneficiar a Estados Unidos y a República Dominicana, entre otros. Sólo que equipos como Holanda y Canadá hicieron sufrir a los que, en el papel, lucían como seguros ganadores. Y cuando el cerco se fue estrechando con la eliminación de algunos equipos, los organizadores del evento se dieron cuenta que una cosa piensa el burro y otra el que lo apareja.

Decía el Comandante otra cosa interesante: “Cuando los conceptos del capitalismo desarrollado lograron penetrar en los Juegos Olímpicos, la actividad deportiva dejó de ser un tema de salud y educación, que fueron sus objetivos a lo largo de la historia. Los atletas se compran y se venden como una mercancía más. Muchos de ellos son personas serias que aman al país donde nacieron, pero no pueden decidir por sí mismos. Lo que distingue a los atletas cubanos es la fuerte motivación por los valores que representan.”

Nadie duda de ese nacionalismo cubano, el cual comparten otros pocos países que juegan béisbol. Aunque duela decirlo, los dominicanos no podemos esperar semejante motivación de nuestros muchachos. ¿Cómo pueden valorar algo llamado patria esos jóvenes dominicanos muy pobres que tienen el deporte como único mecanismo de ascenso social? ¿Es patria una sociedad como la nuestra que les ha negado educación, salud, alimento, vivienda y confianza en el futuro? Muchos de esos muchachos buscan las Grandes Ligas de Estados Unidos sin saber leer ni escribir y con dolencias físicas escondidas que salen a relucir cuando los rigurosos entrenamientos exigen a sus cuerpos más de lo que pueden dar. Y por eso fracasan miles para que uno solo triunfe. Para ellos, lo que más toca la fibra íntima de su ser son los elevados salarios que reciben por venderse al deporte profesional. Eso a pesar de que los dominicanos tuvieron como manager a un digno deportista: Felipe Rojas Alou. El único que en 1965, mientras jugaba en las Grandes Ligas, se negó a rendir pleitesía al Star Spangled Banner cuando su patria estuvo invadida por los militares estadounidenses.

Tal como decía el cronista deportivo Fidel Castro: “Hay un principio que no puede violarse: no se puede seguir ninguno de los caminos trillados habituales.” Para jugar el Clásico de nuevo, si República Dominicana quiere hacer un papel decoroso, tiene que prepararse para tal fin y no rendirle culto a la improvisación. Y no pongamos en duda que los estilos de juego y métodos de entrenamiento demostrados por Corea y Japón en el Clásico obligarán a todos los demás países practicantes del béisbol a seguir sus pasos. Porque, evidentemente, están revolucionando ese deporte.

Muy duro será el camino para que República Dominicana, Cuba, Venezuela, Puerto Rico y México restablezcan alguna primacía cuando tengan que enfrentarse de nuevo a los colosos asiáticos. Porque, o cambiamos o nos cambian. Porque al que no da, le dan.