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Un Manifiesto para el pueblo

Fecha: 

25/07/2012

Fuente: 

Diario Granma
El que dijera o pensara que la acción protagonizada por los revolucionarios que junto a Fidel integraron el movimiento patriótico que se hizo realidad el 26 de julio de 1953, podía ser solamente un acto audaz de rebeldía, caería en un error. Aquella acción, bien pensada, tenía un basamento ideológico de indudable proyección política y social, el cual sustentaba cambios estructurales básicos. Basta acercarnos al documento conocido como el Manifiesto del Moncada a la Nación para comprenderlo.

Raúl Gómez García, maestro y poeta, redactó el Manifiesto siguiendo las orientaciones de Fidel. También denunció con cuatro palabras “Caí preso, tu hijo”, el crimen del cual fuera víctima tras su detención.

El Fiscal de la Causa 37 hizo una pregunta clave al doctor Fidel Castro en la etapa de examen al principal encartado confeso del asalto a la segunda fortaleza militar de Santiago de Cuba. Ocurrió en la sesión del 21 de septiembre en la Sala Primera de la Audiencia de Oriente.

En ese momento, Fidel hablaba de la continuación histórica de la lucha del pueblo cubano por su independencia y hacía el merecido retrato heroico del General Antonio Maceo en las dos guerras del siglo XIX. El Fiscal lo interrumpió:

—Este Ministerio Público no disiente de los atributos del General Antonio... Y dígame, acusado, ¿el programa del gobierno revolucionario, cuál era?
Fidel empezaba a esbozarlo, pero fue entonces cuando el presidente del Tribunal lo interrumpió de nuevo porque la palabra del líder era demasiado incómoda, por acusatoria, para un juicio público, como exigía el Tribunal de Urgencia al cual correspondía ventilar la Causa:

—Para informar al Ministerio Público que el programa o manifiesto aludido está adjunto al sumario de la Causa y en la oportunidad que lo desee puede revisarlo; el acusado se limitará a responder las preguntas concretas (... ).

El mencionado Manifiesto había sido llevado a Santiago de Cuba por los jóvenes del Centenario para ser leído por la radio tan pronto el cuartel Moncada cayera, de haber triunfado el propósito de tomarlo por sorpresa y cuya primera etapa era el ingreso de varios de los autos con los combatientes por la posta tres con la orden inusitada para los guardias de la garita en la voz de Renato Guitart: "Abran paso al General". Los demás pormenores se conocen.

El documento ideológico lo llevaba el grupo comandado por Abel Santamaría, a cargo de la retaguardia del Hospital Civil. El encargado de propalarlo por las emisoras sería Raúl Gómez García, el mismo que lo había redactado siguiendo las orientaciones de Fidel, que estaba dando los pasos finales de carácter organizativo para la acción.

Bastarían unos cuantos puntos en apretada síntesis para comprender su alcance:

"(... ) Ante la arrogancia desafiante de la dictadura y el conciliábulo y la componenda ridícula de políticos destacados, se levanta la vergüenza inquebrantable del pueblo cubano en la decisión unánime de reconquistar su Constitución, sus libertades esenciales y sus derechos inalienables, pisoteados, sin tregua, por la usurpación traicionera".

Más adelante califica de "rebeldía inmortal rompiendo el pacto insano con la concepción del pasado y con el presente de duelo y decepción".

Denuncia con argumentos irrebatibles el daño que el golpe de Estado del 10 de marzo —un año antes— hizo a la nación cubana, refiriéndose, entre otros elementos a "la paralización en seco del ansia popular por el abuso de la fuerza (que) trajo como consecuencia la más grave situación engendrada por un suceso político cubano en todas las épocas". Denuncia la muerte de la Constitución del 40, la más adelantada del continente americano en aquella época.

De modo expreso consigna el Manifiesto: "La revolución declara que no persigue odio ni sangre inútil sino salvar la vergüenza de Cuba en su sueño crucial. Urgiendo de las capas más genuinas del valor criollo, nace la revolución del pueblo cubano con la vanguardia de una Cuba nueva".

Uno de los puntos cuyos sueños se desvanecieron o traicionaron en la república manca que cumplía medio siglo, está expresado del siguiente modo en el documento histórico:

"La revolución se declara libre de trabas con naciones extranjeras y libre también de apetitos de políticos y personajes propios (... ) los hombres que la han organizado y que la representan pactan con la sagrada voluntad del pueblo para conquistar el porvenir que merece. La revolución es la decisiva lucha de un pueblo para conquistar el porvenir que se merece. La revolución es la decisiva lucha de un pueblo contra todos los que lo han engañado".

Documentos y postulados reconocidos como simientes de una Patria diferente son mencionados en el Manifiesto, escrito para esa época y circunstancias, pero del cual lo esencial no cambia un ápice en el futuro de los ideales enarbolados en 1953. Dice:

"La revolución declara que reconoce y se orienta en los ideales de Martí, contenidos en sus discursos, en las Bases del Partido Revolucionario Cubano, en el Manifiesto de Montecristi; y hace suyos los programas revolucionarios de la Joven Cuba, el ABC Radical y el Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo).

La concepción de pueblo que Fidel explicaría exhaustivamente al mes próximo en la continuación del juicio —separado de este escenario amplio de la Sala Primera de la Audiencia— durante su alegato que se conocería como La Historia me Absolverá, tiene sus raíces en este Manifiesto cuando se expresa: "La revolución declara su respeto por los obreros y los estudiantes como masa acreditada en la defensa de los derechos inalienables y legítimos del pueblo cubano a través de toda su historia, y les augura a ellos y a todo el pueblo, la plasmación de una total y definitiva justicia social, basada en el adelanto económico e industrial, bajo un plan sincronizado y perfecto, fruto de razonado y meticuloso estudio (... ) declara su amor y confianza en la virtud, el honor y el decoro del hombre y confiesa su intención de utilizar los que valen de verdad, en función de esas fuerzas del espíritu, en la tarea regia de la reconstrucción cubana".

El Manifiesto del Moncada a la Nación se quedó sobre un banco de espera del Hospital Civil cuando fue apresado el grupo de Abel. Junto al documento esencial había discos de música, himnos y el último discurso de Chibás, que hubieran propalado por la radio para llamar al pueblo a la lucha. Raúl Gómez García fue asesinado. Pero en el propio hospital tuvo tiempo de denunciar su captura por conducto de un humilde auxiliar del servicio de la Liga contra el Cáncer que le dijo llamarse Bienvenido y a quien entregó un papelito escrito y le ofreció la dirección de su casa. Decía a la madre: "Caí preso, tu hijo". Bienvenido, un hombre de familia muy humilde, poniendo en riesgo su vida, hizo llegar a La Habana la nota de Gómez García a su destinataria.

Como bien expresara el Manifiesto: "La revolución declara su amor y confianza en la virtud, el honor y el decoro del hombre".