de la Peña Rubio, Nicolás

Luz de aurora

Apenas se produjo el desembarco del Granma el gobierno de Batista puso gran empeño en hacer creer a la opinión pública, que ni Fidel ni Raúl habían venido al frente de los expedicionarios, y cuando ya no pudo ocultar por más tiempo la presencia del jefe rebelde en el teatro de operaciones, echó a rodar la bola de su muerte en combate, y aseguraba que su cadáver sería trasladado a La Habana para exhibirlo públicamente. Se trataba de una artimaña fraguada para desalentar a sus seguidores y simpatizantes.