Llamos Camejo, José

Desde Martí hasta Fidel: un partido para unir

La dispersión, el regionalismo, el doble filo contaminado de inconsecuencias e intrigas hirieron hondo el pecho de Cuba. Había que curarla a tiempo, y evitar otras desgarraduras. Había que salvarla.
 

Un Baraguá en nuestra resistencia

Baraguá, marzo 15, 1878. Cara a cara se vieron la sombra y la luz bajo aquellos mangos «baratos» –soñados así por un forastero con grado de general– que llegó al sitio para cogerlos «bajitos», como lo hizo antes en México, Marruecos, y en su propia España, frente a la llamada «resistencia carlista» de Cataluña y Navarra; contiendas todas de las que, con ayuda de sobornos, intrigas, fusilería y discursos edulcorados, su sable colonizador emergió victorioso; smart power (poder inteligente) le llaman hoy a esa doctrina.

La Revolución en pie, el castigo peor para los terroristas

¿Qué pensamientos, qué imágenes, qué sensaciones poblarían sus memorias, minutos antes de la explosión?: ¿La patria añorada? ¿La Habana ante los ojos que la admirarían desde las ventanillas del avión, cuando descienda a la pista…?
 

La marcha limpia

El primer sol de mayo iluminó la mañana de Cuba, cuando una avalancha de humanidad se aproximó al hogar, que es uno y millones, una plaza y una pupila en desvelo, en Venezuela o en el IPK, en Sudáfrica o en Lombardía.  
 

A Fidel, llévele este abrazo

Obedeciendo más al apremio del reloj que al sentido común, y sin darle mucha importancia a las bravatas de la madre natura, salimos al encuentro del héroe: o lo entrevistábamos ahora o perderíamos el testimonio. Con la agenda llena, y casi nada de tiempo, solo quedaba una opción: desafiar la amenaza.
 

La secuencia del crimen, la eterna respuesta de un país

Ancha, oscura, aterradora, la columna de calor y tizne buscaba el cielo; en lo alto remataba su corona siniestra con un sombrero de humo, hongo mortal que, a las tres y diez de aquella tarde de viernes, 4 de marzo de 1960, dejó a La Habana sin sol durante unos minutos, y a Cuba herida de una cuchillada que aún duele.
 

Fidel cambió Los Naranjos

Los naranjos, Yateras, Guantánamo.–Que mucho antes de esta cruzada, otra había escalado hasta aquí hace 65 años, decidida a barrer inequidades de siglos, se lo confirmó Mario Rojas a Granma, tras aplaudir a Nicolás Guillén en trilogía de obras presentadas con la gracia que sabe ponerle el actor y titiritero Ury Rodríguez, seguido por el compositor y cantante Claudio Casal, otro que calentó el escenario y puso a todos a batir palmas.
 

Fidel y Chávez en Carabobo; así, desafiantes, inagotables

El manso aleteo de una mariposa entre él y su amigo motivó la expresión: «buen augurio; eres tú, que andas por ahí». En el visitante sonrió, mientras retomaba su esbozo: el genio de Bolívar, la osadía de Sucre, la intrepidez de Páez...   
 
— No es un profesor de historia venezolano –interrumpe de nuevo su par– «es el Presidente de Cuba; nos está dando una clase de historia venezolana».
 

Fidel es una actitud

Nadie habría sabido explicárselo. Pero él, moribundo de 11 años, «niño pobre, de origen judío, al que había que salvar», lo entendió después: «la posibilidad de seguir viviendo me la dio esta hija de Fidel: La Revolución; llevo la marca del padre».
 

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