Vigil, Aymara

Flores para quien cambió el mundo

Cuando a las tres de la tarde del domingo fueron a despedirlo, había algo en común en los cientos de personas que se encontraban allí: las flores.
 
Las manos, los bolsos, los pechos e incluso las cabezas, iban con una, o con un ramillete entero de flores; y todos querían tener la posibilidad de regalárselas al Comandante.