Discursos e Intervenciones

Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz en el acto central conmemorativo del XV Aniversario del Ministerio del Interior, celebrado en el Teatro "Karl Marx", La Habana, el 6 de junio de 1976

Fecha: 

06/06/1976

Queridos compañeros dirigentes del Partido y del Gobierno;

Queridos compañeros del Ministerio del Interior:

Hoy se cumplen 15 años de la fundación de esta institución, aunque ya antes de la organización del ministerio se trabajó y se luchó para cumplir las tareas que más tarde tendría este organismo.

Son varias las instituciones revolucionarias que cumplen ya 15 años. Pero, en este caso, la fundación de este ministerio merece una conmemoración especial.

No voy a tratar de hacer una historia de las tareas desempeñadas por el Ministerio del Interior en nuestra Revolución, porque tal vez sería demasiado larga. Cuando el Congreso del Partido, en el Informe Central explicamos, aunque fuera sintéticamente, el esfuerzo, los logros y las victorias de nuestros combatientes del Ministerio del Interior.

Quiero señalar en esta ocasión que, en primer lugar, la batalla de esta institución de la Revolución se libró frente a la contrarrevolución, se libró frente al imperialismo, y no a cualquier imperialismo, sino esencialmente frente al imperialismo yanki. Cuando hablamos del imperialismo yanki no nos referimos a cualquier cosa. El imperialismo yanki ha sido la fuerza reaccionaria más poderosa, con más recursos económicos y técnicos, de cuantas ha conocido la historia del mundo. Y nuestra Revolución, a 90 millas de Estados Unidos, tuvo que luchar precisamente contra ese imperialismo.

Ese imperialismo era todopoderoso y estaba invicto en la historia de este continente.

Podemos decir, desde luego, que la primera derrota de ese imperialismo fue precisamente la Revolución Cubana. Se ha dicho que Girón fue la primera derrota del imperialismo yanki en América Latina, pero Girón fue parte de esa lucha, parte de nuestra Revolución; en realidad, pudiéramos decir que la primera gran derrota del imperialismo yanki en América Latina fue la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Al principio menospreciaron nuestra Revolución. Posiblemente creyeron que sería fácil liquidarla, como en otros tiempos liquidaron otras revoluciones; como habían liquidado, por ejemplo, la revolución en Guatemala. Para ellos era inconcebible que tuviera lugar una revolución social en Cuba, contra los intereses de ese imperialismo. Pensaron con toda seguridad que sería fácil destruirla, por múltiples vías: por la vía de las agresiones económicas, por la vía del sabotaje y de la subversión, por la vía de las invasiones mercenarias o, en última instancia, por la vía de la invasión directa.

Tal vez ellos no soñaron nunca que al cabo de 17 años la Revolución se mantendría en el poder. Y con toda seguridad no soñaron nunca que un día conmemoraríamos el XV Aniversario de la creación de nuestro Ministerio del Interior (APLAUSOS).

Para ellos tal vez liquidar esta Revolución no constituiría un gran problema. Se trataba de la revolución en un país pequeño y, además, en un país latinoamericano. Para los imperialistas decir latinoamericano es hablar de algo inferior, porque los imperialistas son racistas. En Estados Unidos a los latinoamericanos los tratan mal; a los puertorriqueños los tratan mal, a los chicanos —que son antiguos descendientes de los mexicanos— los tratan mal. Ellos consideran al latinoamericano un ser inferior. Y si ahora comienzan a mirar con más respeto a los latinoamericanos, es sencillamente porque existe la Revolución Cubana (APLAUSOS).

Lo que imaginaron que sería fácil no resultó así. Y este aniversario lo demuestra. Todas las armas fueron empleadas: no solo las armas económicas, que fueron las primeras; no solo las armas militares, que siguieron después, sino que trataron por todos los medios de lo que hoy se llamaría desestabilizar a la Revolución Cubana: la subversión, el sabotaje, las bandas contrarrevolucionarias, las campañas ideológicas, la liquidación de los dirigentes de la Revolución.

Algún día la historia hablará de estas barbaridades que el imperialismo preparó contra nuestro país. Algún día la historia hablará de los procedimientos, de los planes, de los tenebrosos mecanismos que la CIA organizó para liquidar a los dirigentes de la Revolución, y algunos tal vez lo comparen con la Edad Media, en la época en que se utilizaba el puñal y el veneno entre los Estados, entre los gobiernos, para liquidar a los enemigos, con la diferencia de que en la Edad Media no existían los instrumentos que existen hoy para el crimen, el atentado y el asesinato. En la Edad Media no existían las bazookas, en la Edad Media no existían los fusiles con mirilla telescópica; en la Edad Media no existían estos materiales explosivos de tipo plástico de una gran potencia; en la Edad Media no existían estos equipos electrónicos para el espionaje y la subversión; en la Edad Media la química no estaba tan adelantada; en la Edad Media no existían estos venenos que existen hoy; en la Edad Media la biología apenas existía, no se conocían los gérmenes que se conocen hoy; en la Edad Media no existía la guerra bacteriológica.

Y todos esos medios modernos fueron empleados por el imperialismo para liquidar la Revolución Cubana: desde determinados productos para que se les cayera la barba a los dirigentes de la Revolución, hasta otros productos para que la caña se quedara sin cogollo pasando por toda una gama de mortíferos medios.

Y no se podría hablar de este XV Aniversario si no recordáramos estos hechos. Porque si a pesar de todos esos recursos y todos esos medios la Revolución Cubana no pudo ser liquidada, entre otras razones se debe a la existencia de este ministerio, cuyo XV Aniversario conmemoramos hoy (APLAUSOS).

Naturalmente que en esta lucha participaron otras muchas instituciones de la Revolución. En esta lucha participó todo el pueblo, en esta lucha participaron, por supuesto, nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS). Pero en esta lucha frente a la subversión, el sabotaje y la contrarrevolución, jugó un papel esencial el Ministerio del Interior.

Todos recordamos aquella época en que las bandas contrarrevolucionarias pululaban por todo el país. Prácticamente no había día o no había noche en que por nuestras costas no desembarcaran armas, en que sobre las montañas del país no se lanzaran equipos militares en paracaídas, en que no se produjeran infiltraciones. Todos recordamos aquellos días en que había bandas contrarrevolucionarias organizadas por el imperialismo prácticamente en todas las provincias de Cuba, incluso en la provincia de La Habana.

Se viajaba por las carreteras. Y en aquella época en que no existían las quemas de caña programadas para hacer la zafra con más alta productividad, sin embargo se veían los cañaverales ardiendo a lo largo de nuestras carreteras.

Fue una lucha dura, una lucha heroica, en que nuestro pueblo venció por la energía con que combatió esas acciones, y por la estrecha cooperación entre las Fuerzas Armadas Revolucionarias y el Ministerio del Interior. Una a una fueron siendo liquidadas todas las bandas. Los combatientes del Ministerio del Interior penetraban las bandas, las ubicaban y las localizaban, y las unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias las exterminaban.

En esta tarea murieron numerosos combatientes del Ministerio del Interior y numerosos combatientes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias.

En aquella época no podía hablarse de estas técnicas, pero hoy nuestro pueblo recibe mucha información de aquellos actos heroicos, y nuestro pueblo conoce muchos héroes de aquellos días difíciles. Hoy podemos decir más: nuestro pueblo conoce algunas de las tácticas que se utilizaron para liquidar las bandas.

Baste decir que las últimas de ellas y los últimos de ellos fueron capturados en las costas, cuando creían que se dirigían hacia Estados Unidos, porque estaban ya en la fase de repliegue final. Y efectivamente, existió un repliegue final, pero ese repliegue final cayó en manos revolucionarias. Eran recibidos con chiclets, Chesterfields, whiskies y otros productos norteamericanos; pero cuanto llegaban a las bodegas de los barcos, eran recibidos por manos revolucionarias (APLAUSOS). Y así, hasta que se capturó el último integrante de esas bandas.

Antes de la Revolución costó trabajo demostrar que un ejército mercenario podía ser destruido por el pueblo.

A nadie se le ocurría alzarse en ninguna parte. La Revolución se hizo mediante la lucha armada, mediante la guerra irregular frente al régimen opresor y tiránico, frente al régimen explotador; pero después de eso, muchos creían que con los mismos mecanismos y con las mismas armas podía combatirse a una Revolución. Por eso costó también mucho trabajo demostrar que una Revolución era indestructible (APLAUSOS).

En los primeros años después del triunfo era posible hacer creer a algunos incautos, ingenuos o estúpidos, que la Revolución podría ser destruida mediante la lucha irregular, mediante la lucha guerrillera, con una diferencia: que mientras los revolucionarios teníamos que obtener las armas arrebatándoselas al enemigo y que nadie nos mandaba armas, los contrarrevolucionarios recibían de Estados Unidos constantemente las armas más sofisticadas. Y constituyó una lucha dura demostrar que contra el pueblo ninguna contrarrevolución tendría éxito.

Hoy día, a nadie se le ocurre alzarse en una montaña contra la Revolución, a no ser que esté loco (RISAS). Pero si está loco, con toda seguridad llega primero al hospital Psiquiátrico.

Es decir, fue necesario destruir un mito primero; de que el régimen capitalista era indestructible, de que las Fuerzas Armadas del régimen capitalista eran invencibles. Y ese mito fue destruido. Y después se hizo necesario destruir otro mito; el mito de que podía haber una contrarrevolución victoriosa frente al pueblo.

En los primeros años, el país se consagró esencialmente a esta lucha, y esta lucha está indisolublemente unida a la historia del Ministerio del Interior (APLAUSOS).

Hoy, la contrarrevolución ha disminuido extraordinariamente; hoy, a la lucha frente al enemigo contrarrevolucionario se dedica una porción infinitamente más pequeña de la energía de nuestro pueblo y de nuestra Revolución. Quedan contrarrevolucionarios, pero cada vez menos. Realizan algunas actividades en el interior de nuestro país, pero cada vez menos.

Hoy, la contrarrevolución se manifiesta en el exterior, de toda aquella gusanera que un día soñó con destruir a la Revolución quedan todavía algunos rezagos. Porque si decimos la verdad, la mayor parte de aquellos que un día cometieron el crimen y la traición de abandonar su patria, hoy ya no tienen esperanzas de aplastar a la Revolución; pero quedan los profesionales del crimen, los profesionales de la subversión, los alumnos más aventajados de la CIA, que todavía realizan actividades contrarrevolucionarias, principalmente en el exterior del país. Esos son los que cometen atentados dinamiteros contra nuestras embajadas, los que pretenden asesinar a nuestros funcionarios diplomáticos.

Esa lucha, desde luego, será larga, porque esos elementos viven de eso. Si un día no se dedicaran a eso, morirían de hambre.

Incluso la propia CIA, que los amaestró y los instruyó es muchas veces incapaz de controlarlos. Esto no quiere decir que la CIA no tenga responsabilidad con estos hechos. La CIA es la CIA, y a veces simula no tener responsabilidades; y a veces, efectivamente, esos elementos actúan por su cuenta, pero nadie sabe cuándo la CIA los está utilizando. La CIA les enseñó a manejar los explosivos, la CIA les enseñó a manejar instrumentos de muerte, y hoy hasta la propia CIA y los organismos policíacos de Estados Unidos son a veces incapaces de controlarlos. Basta el hecho, para demostrarlo, de que en los propios Estados Unidos se ha escenificado una lucha interna entre los elementos contrarrevolucionarios; y se dice, que en los últimos tiempos se han realizado casi 15 atentados y se han colocado alrededor de 200 bombas en Estados Unidos, en la lucha interna que escenifican los elementos contrarrevolucionarios. Y esta es la hora en que el famoso FBI y la famosa CIA no han podido descubrir a uno solo de los autores de estos atentados y de estas 200 bombas. Ellos criaron cuervos y los cuervos les están sacando los ojos.

Es cierto que la contrarrevolución realiza fechorías en el exterior contra nuestras representaciones diplomáticas, pero los actos delictivos que cometen en los propios Estados Unidos son más que los que actualmente están cometiendo fuera de los Estados Unidos. Estos actos pueden molestar un poco, pero no intimidan a nadie. Indignan, ¡sí!, cuando sabemos que en un país como Portugal una explosión causó la muerte de funcionarios nuestros y causó la muerte de compañeras, y que hubo huérfanos en esa cobarde y miserable acción. Desde luego que el gobierno de Portugal no es totalmente ajeno a esos hechos; no en el sentido de que participe en tales hechos, pero sus contradicciones y sus debilidades tienen que ver con hechos de esta naturaleza.

En el día de hoy, y tal vez para conmemorar el XV Aniversario de nuestro ministerio, la oficina de nuestra misión en las Naciones Unicas, o uno de los departamentos de nuestra oficina, fue volado por un atentado contrarrevolucionario. Afortunadamente no hubo víctimas. Pero realmente eso va en detrimento del prestigio de Estados Unidos, va en detrimento de los propios imperialistas. ¿Qué puede decir un país que resulte incapaz de impedir que los representantes diplomáticos ante las Naciones Unidas sean víctimas de estos atentados?

Eso es en gran parte resultado del caos y de la anarquía de la sociedad capitalista.

Desde luego que nuestros representantes diplomáticos no se irán de las Naciones Unidas; desde luego que nuestros representantes diplomáticos estarán allí en el mismo corazón del imperio, mientras las Naciones Unidas estén en el corazón del imperio (APLAUSOS PROLONGADOS). ¡Nadie se acobardará! ¡Nadie renunciará a sus deberes! ¡Nadie se retirará de sus funciones!

Desde luego que nosotros no hemos replicado al terrorismo con terrorismo. Si el Estado cubano se dedicara a hacer terrorismo y a responder con terrorismo a los terroristas, creemos que realmente seríamos eficaces terroristas (APLAUSOS). Que nadie se imagine otra cosa. Si nos dedicamos al terrorismo, con toda seguridad que seríamos eficientes. Pero es el hecho que la Revolución cubana nunca ha aplicado el terrorismo. No quiere decir que renunciemos a ello, ¡lo advertimos! (APLAUSOS) Simplemente decimos que no lo hemos aplicado y que no nos proponemos aplicarlo en un futuro inmediato. Decimos que no lo hemos aplicado, y esperamos no tener necesidad de aplicarlo (APLAUSOS) y que los gobiernos donde estos bandidos realizan estos hechos tomen las medidas pertinentes para evitarlos.

Claro que estos son los frutos ubérrimos de lo que el imperialismo ha sembrado en el mundo. Recordamos, por ejemplo, cuando los imperialistas inventaron el secuestro de aviones contra Cuba. Los primeros aviones secuestrados en el mundo fueron aviones cubanos. Con aplausos y grandes elogios, los secuestradores eran señalados en la prensa yanki como héroes. Y al cabo de un tiempo, aquel vivero de delincuencia que es la sociedad imperialista, comenzó a producir sus propios secuestradores de aviones, hasta que llegó un día en que a veces aterrizaban en el aeropuerto de La Habana dos y hasta tres aviones yankis secuestrados en unas horas.

Ellos sembraron la semilla, y del seno de la propia sociedad yanki salieron los secuestradores. Porque de una sociedad de gente enajenada, de una sociedad desquiciada, ¿qué otra cosa podía esperarse?

Y si el problema de los secuestros de aviones se resolvió en el mundo, no fue por el imperialismo yanki: fue por la propia Revolución Cubana, que adoptó las medidas pertinentes para poner fin a un problema que estaba ya afectando a toda la humanidad. Pero este compromiso nuestro no es eterno. Si los yankis creen que Cuba debe poner de su parte, pero que mientras, por otra, la gusanera contrarrevolucionaria, directa o indirectamente dirigida por la CIA, puede realizar actos de terrorismo y puede atacar nuestros barcos pesqueros, como ya lo hicieron una vez, nuestro compromiso de lucha contra el secuestro de aviones no se mantendrá. Y ese compromiso estará en dependencia de lo que el propio Gobierno de Estados Unidos haga para impedir que se cometan impunemente tales actos delictivos, tales crímenes contra nuestros pescadores, o tales crímenes contra nuestros representantes diplomáticos.

La Revolución en definitiva es invulnerable, y todas las armas que los imperialistas empleen frente a Cuba, más tarde o más temprano, se volverán contra ellos.

En medio del conjunto de revelaciones sobre las fechorías de la CIA, ellos tratan de encontrar algunas explicaciones a sus propios problemas. Por ejemplo, hay quienes tratan de asociar los planes de la CIA para asesinar a los dirigentes de la Revolución, con hechos que han ocurrido en los propios Estados Unidos, como fue el asesinato de Kennedy, insinuando que la muerte de Kennedy puede haber sido represalia de la Revolución Cubana por los planes que en la época de Kennedy se organizaron contra los dirigentes de la Revolución Cubana.

En realidad, reiteramos que nunca la Revolución Cubana ha practicado el terrorismo, nunca la Revolución Cubana ha llevado a cabo este tipo de represalia en su política internacional.

La muerte de Kennedy todavía está envuelta en cierto misterio; porque por alguna razón ellos no quisieron publicar los datos que reunió la comisión que investigó los hechos, y dijeron que dentro de 100 años se publicarían. El papel que jugó la CIA y que jugó el FBI en esos acontecimientos no ha sido dilucidado, y a quien se supone autor de esos hechos no se sabe qué vínculos tenía con la CIA y con el FBI. Pero lo que puede afirmar categóricamente la Revolución Cubana es que jamás tuvo la menor participación en la muerte del presidente de los Estados Unidos, John Kennedy.

Nuestra Revolución —como decíamos anteriormente— nunca ha practicado esa política. Y algunos de los voceros del imperialismo han tratado de sacar conclusiones del hecho de que una vez nosotros señalábamos que los planes de asesinatos de dirigentes extranjeros crean precedentes funestos, que pueden llegar un día a afectar a todo el mundo. Y esto, como una cuestión de elemental lógica. De la misma forma que la piratería aérea, inventada y organizada contra Cuba, un día llegó a afectar a toda la comunidad internacional, sin que Cuba tuviera la menor responsabilidad en ello, porque Cuba jamás tuvo ninguna participación en ninguno de los secuestros de aviones que se realizaron en el mundo.

Esta ha sido una lucha larga, y de muchos años; lucha para defender la Revolución, lucha para garantizar la seguridad y los intereses del Estado cubano, en la cual los combatientes del Ministerio del Interior han tenido su papel más destacado y heroico.

Pero las funciones del Ministerio del Interior no se concretaron solo a la tarea de defender a la Revolución frente a sus enemigos, ni fue solo heroico en ese terreno el papel del Ministerio del Interior, sino que sus funciones fueron mucho más amplias, y desarrollaron tareas de extraordinario interés para nuestra sociedad revolucionaria en muchos otros campos.

En la defensa del orden interior, el ministerio ha realizado un trabajo también extraordinario. Por ejemplo, la lucha contra el delito, la lucha contra la delincuencia. En la medida en que cada vez existan menos actividades contrarrevolucionarias, la lucha contra el delito común adquiere una importancia cada vez mayor. Y si al principio de la Revolución estas actividades se diferenciaban —el delito común y la actividad contrarrevolucionaria—, la tendencia en la actualidad es que estas actividades se confundan cada vez más, hasta el extremo en que llega un momento en que apenas es posible distinguir entre el delincuente contrarrevolucionario y el delincuente común, porque muchos de los individuos que en alguna ocasión realizan alguna actividad contrarrevolucionaria han realizado antes fechorías de carácter común.

Cada vez más esta lucha contra el delito común tendrá una gran importancia en nuestro país. La delincuencia común, cuyas causas se originaban fundamentalmente en la sociedad capitalista, ha disminuido extraordinariamente en nuestra sociedad; pero, desde luego, no ha sido erradicada. Y será una lucha my larga, durante mucho tiempo, de toda la sociedad la cuestión de la erradicación del delito común.

Claro está que nuestra sociedad no exalta el crimen. Todos recordarán —o si no todos una parte de nuestra población recordará— cómo en los tiempos pasados el delito común, y sobre todo los delitos de sangre, eran virtualmente exaltados. ¿Quién no recuerda aquella crónica roja de nuestros periódicos donde aparecía hasta la proeza de un descuartizador? Con sensacionalismo se daba gran despliegue de publicidad a los hechos de sangre. Y esos hechos se repetían. En todos los periódicos la crónica roja reflejaba los delitos de sangre cometidos diariamente. Había incluso famosas horas radiales en que todos los días aparecían virtualmente exaltados y convertidos en héroes, con una gran publicidad, los autores de hechos sangrientos.

Y naturalmente que la realidad de la sociedad capitalista, más esta exaltación del crimen, promovía y multiplicaba los hechos de sangre. Los hechos de sangre, en cambio, han disminuido extraordinariamente en nuestra Revolución. No es que hayan desaparecido. Desgraciadamente, en alguna que otra ocasión, se producen hechos de sangre y los llamados crímenes pasionales. Pero nuestra sociedad no exalta el crimen, nuestra sociedad no convierte en héroes a los criminales, nuestra sociedad no crea ninguna caja de resonancia, ninguna publicidad para los autores de hechos de sangre. Los investiga, los juzga y los castiga ejemplarmente, pero los autores de hechos sangrientos no reciben ninguna publicidad en nuestra sociedad.

Las nuevas condiciones sociales de nuestro país, y el enfrentamiento correcto de estos hechos, se han traducido en una extraordinaria disminución de los delitos sangrientos.

Nuestra sociedad tiene que luchar todavía contra los residuos del pasado, como son los delitos contra la propiedad. A pesar de que no existen en el régimen socialista las condiciones que incentivan el delito contra la propiedad, aún existen delitos contra la propiedad en nuestro país. Y ello constituirá una de las tareas fundamentales de nuestro Ministerio del Interior en los años futuros.

Se crea una mayor organización, se crea un mayor control, se crean los mecanismos eficaces para descubrir cualquier violación contra la propiedad social o la propiedad personal, y ello nos ayudará a abordar de la manera más correcta y más eficiente estos problemas.

Pero el Ministerio del Interior no solo se consagra a la noble tarea de proteger la vida y los intereses de la sociedad en su conjunto y de las personas en particular; el Ministerio del Interior consagra una importante cantidad de energía, no solo a prevenir el delito y sancionar el delito, sino incluso a las tareas de la reeducación de los delincuentes. Y tanto en la reeducación de delincuentes contrarrevolucionarios como delincuentes comunes, nuestra Revolución ha tenido en realidad grandes éxitos; éxitos que no han estado exentos de errores y de fallas, pero éxitos incuestionables. Son numerosos los elementos contrarrevolucionarios y los elementos responsables de delitos comunes que han sido realmente reeducados por nuestro Ministerio del Interior.

Muy pocos países en el mundo cuentan con planes semejantes a los nuestros, planes más humanos y planes más fructíferos que los nuestros. Estos planes han abarcado a todo tipo de delincuentes, fundamentalmente mediante el trabajo. Es decir, que el gran maestro de la reeducación, igual que el de la educación, es el trabajo.

Y mediante estos planes de reeducación el Ministerio del Interior ha hecho también un importante aporte al desarrollo del país. Mediante estos planes de reeducación se organizaron actividades productivas en las prisiones, con aquellos que por su peligrosidad no debían estar en lo que ellos llaman el "ciclo abierto"; y mediante estos planes, con aquellos de menor peligrosidad, han contribuido al desarrollo social y al desarrollo agropecuario del país.

Decenas de escuelas, ciento de obras agropecuarias y otras muchas construcciones y producciones han sido desarrolladas mediante estos planes por el Ministerio del Interior, con la especial circunstancia de que en nuestro país los presos que realizan estas actividades productivas reciben la correspondiente remuneración y participan, incluso, en actividades emulativas. El ministerio ha aportado al desarrollo económico del país, mediante estos planes de reeducación, cientos de millones de pesos, a nuestra economía.

En otros aspectos, por ejemplo, la prevención y la disminución de los accidentes del tránsito, el ministerio ha realizado también una extraordinaria tarea. La importancia de esta función podemos medirla y podemos verla con toda claridad, si analizamos que, por ejemplo, solo en el año 1975 ocurrieron 901 muertes por accidentes de tránsito y casi 15 000 personas resultaron lesionadas. No hablamos ya de los costos económicos, que son grandiosos; pero el hecho de que 901 personas hubiesen muerto y casi 15 000 resultaran lesionadas, demuestra el extraordinario valor que tienen las tareas del ministerio en la lucha contra los accidentes de transito. Y a pesar de que estas cifras parecen altas, estamos absolutamente convencidos de que nuestro país es uno de los más bajos del mundo en cuanto a muertes y personas lesionadas por accidentes de tránsito. ¿Pero quién puede discutir la importancia de esa función, que preserva vidas de mujeres, de niños, de obreros, de ciudadanos en general?

Y nuestra lucha contra los accidentes del tránsito, tanto en el orden preventivo como en el castigo correspondiente, se hace cada vez más rigurosa y cada vez más eficiente. Es que hay un tipo de criminal en nuestra sociedad al que no juzgamos como al otro criminal que llega con un puñal o un arma a asesinar a alguien. Hay asesinos por las calles, que ni siquiera ellos mismos saben que son asesinos. Son esos a los que se les dice que no corran a 120 kilómetros, y corren a 120 kilómetros; son esos que no respetan las señales, son esos que no respetan las luces del tránsito, son esos que no respetan las regulaciones. Ellos no quieren matar a nadie, desde luego, pero son una especie de asesinos inconscientes que no se sabe a qué hora del día o de la noche, por irresponsabilidad asesinan a alguien. Técnicamente no se llama asesinato, pero, de hecho, moralmente es un asesinato.

Y esa lucha de nuestro ministerio para prevenir y disminuir los accidentes del tránsito es una función de extraordinario valor en nuestra sociedad.

Igualmente lucha el ministerio del Interior por la prevención y el combate de los incendios. Esa es otra actividad que quizás no se resalte tanto como otras actividades del ministerio, pero tiene una importancia extraordinaria. Hay que haber estado en un incendio, en uno de esos llamados siniestros. Hay que ver a los compañeros que tienen la responsabilidad de combatir los incendios. Nosotros, personalmente, hemos tenido ocasión de verlos en algunos casos, como cuando una gran cantidad de bidones de combustible de la refinería más importante que tiene el país estalló en un gran incendio. Hay que ver en qué consiste el trabajo de los que luchan contra el incendio, los riesgos que ello implica; los casos de accidentes, de vidas que se pierden heroicamente, por parte tanto de los combatientes permanentes de esa función, como de los trabajadores que colaboran con esas actividades.

Ellos preservan los recursos del país, ellos impiden que el país pierda decenas y decenas de millones de pesos en riquezas.

Y no solo libran una lucha en el combate contra los incendios, sino en la prevención de los incendios. Cuando se analizan la mayor parte de los incendios, casi el ciento por ciento no obedece a un hombre malintencionado, a un sabotaje, a un crimen deliberado; obedece a un descuido, obedece a una gran irresponsabilidad, obedece tanto a la irresponsabilidad de trabajadores que no cumplen con las regulaciones pertinentes, como a irresponsabilidad de organismos del Estado que no se preocupan adecuadamente por esas cuestiones. La inmensa mayoría, casi el ciento por ciento de ese tipo de accidentes, obedecen a descuidos y cuestan al país pérdidas de vidas humanas y cuestan al país grandes pérdidas económicas.

Al referirnos a estas actividades del Ministerio del Interior, y aunque más bien relacionados con la defensa de la Revolución, no debemos olvidar a los guardafronteras; a esos abnegados combatientes que, en los más apartados rincones del país y venciendo toda clase de incomodidades y dificultades, vigilan nuestras fronteras y protegen nuestras costas. Para ellos no hay frío ni calor, ni sequía ni humedad, ni mosquitos o cualquier otra clase de insectos. Alrededor de toda nuestra isla, que tiene miles de kilómetros de costas, ellos protegen a nuestro país frente a las potenciales incursiones de nuestros enemigos.

He señalado en este día algunas de las importantísimas funciones que desempeña el Ministerio del Interior, y que justifican el reconocimiento y el agradecimiento de nuestro pueblo. Pero estas tareas no las podría realizar ningún organismo, sino en estrecha vinculación con las masas.

¿Qué es lo que hace eficiente nuestro Ministerio del Interior? ¿Qué es lo que lo hace capaz de grandes éxitos? La vinculación con las masas. Pero, ¿qué es lo que hace posible estas tareas de la seguridad del Estado y del orden interior, si no es la Revolución, si no es nuestra Revolución Socialista?

En un sistema capitalista el Ministerio del Interior realiza funciones que están en contradicción con los intereses de las masas, con los intereses de los trabajadores, con los intereses de los explotados. En un país capitalista el Ministerio del Interior defiende los intereses de los explotadores. Y por eso, en general, si no es pagado y tarifado y de una forma inmoral, ningún Ministerio del Interior en la sociedad capitalista recibe la colaboración de nadie. Sin embargo, en nuestro sistema revolucionario, en nuestro sistema socialista, el Ministerio del Interior defiende los intereses de las masas, defiende los intereses del pueblo, defiende los intereses de los trabajadores (APLAUSOS). Y de ahí la estrecha vinculación de nuestro ministerio con las masas; de ahí el cariño y el respeto de nuestro pueblo hacia los combatientes del Ministerio del Interior.

Recordemos el pasado. ¿Qué era un agente de orden interior? ¿Qué era un policía? Era un enemigo del pueblo, era un agente de las clases explotadoras, era —como le llamaban— un esbirro. Utilizaba su arma y sus prerrogativas para abusar del pueblo, para oprimir al pueblo. Y en general, ya sabemos los privilegios: se explotaba la prostitución, se explotaba el juego, se explotaba el contrabando de drogas; se explotaba, en fin, el delito. Hoy, desde luego, no se puede explotar la prostitución, porque no hay prostitución; ni se puede explotar el juego, porque no hay juego. Y si hay juego, o existiera una que otra prostituta por la libre, no son actividades protegidas por la fuerza pública, no son actividades amparadas en la complicidad del Estado. Como si hay drogas. La droga es hoy uno de los grandes dolores de cabeza, uno de los grandes problemas de la sociedad capitalista. ¿Pero cómo puede hacer drogas en Cuba? ¿Quién la importa, si el Estado, que tiene el monopolio de las importaciones, no importa drogas; si el Estado, que dirige las actividades agrícolas, no promueve el cultivo de la marihuana? No es que no pueda haber alguno que otro cultivador independiente de marihuana; una semillita o un gajito de marihuana, tal vez prospere en cualquier jardín. Les confieso que sabemos mucho más de caña, de arroz, de pastos, de viandas, vegetales, cítricos y otros cultivos que del cultivo de la marihuana.

Recordamos, incluso, nuestros años de la Sierra Maestra. Aquel era un cultivo prácticamente comercial de los campesinos. En medio del capitalismo, pues, si no les compraban el café y les compraban la marihuana, algunos campesinos cultivaban marihuana. ¡Cuántas veces pasamos nosotros, los combatientes de la Sierra Maestra, al lado de un campo de marihuana, y no sabíamos lo que era un campo de marihuana!

Pero después de la Revolución, ¿quién recibe créditos para cultivar marihuana, o quién es estimulado a cultivar esas cosas? ¿Nuestros campesinos de las montañas? ¡Jamás! ¡Nuestros campesinos de las montañas son revolucionarios! La conciencia de nuestros campesinos, en general, es una conciencia revolucionaria. Es decir, que resulta muy difícil que alguien se sienta estimulado a esos cultivos. Y en general, es mínimo. Y se persigue y se combate. Se combate el juego, se combaten las drogas enérgicamente, se combate la prostitución que —como ustedes saben— era una necesidad de la sociedad capitalista. La prostitución es consustancial de la sociedad capitalista.

Nuestra Revolución ha erradicado esa lacra, ha dignificado a la mujer antaño discriminada y obligada muchas veces a ese infame medio de vida. Algunas de estas actividades solo por excepción se pueden dar en nuestra sociedad, y nunca con el apañamiento y la complicidad de nuestras autoridades.

No se puede concebir un hombre más modesto, ni más honesto que un combatiente de nuestro Ministerio del Interior. Ese jamás se dejará sobornar por ningún dinero para poner o no poner una multa; ese jamás irá a ninguna parte a exaccionar a nadie; ese no explotará jamás a nadie; ese no promoverá jamás la prostitución, ni el juego, ni la droga. ¡Digamos bien alto y con toda justicia que la característica esencial de nuestros combatientes del Ministerio del Interior es, por encima de todo, la honradez más acrisolada! (APLAUSOS)

Y eso lo sabe muy bien nuestro pueblo y lo comprende muy bien nuestro pueblo. Y por eso quiere y respeta a nuestros combatientes del Ministerio del Interior, y por eso nuestro pueblo coopera con las tareas de los combatientes del Ministerio del Interior.

Otra característica esencial de esos combatientes es el respeto al ciudadano, la decencia de nuestros combatientes del Ministerio del Interior.

Recuerdo todavía que cuando el X Aniversario decíamos nosotros que algunos pretendían abusar del combatiente, pretendían abusar de su respeto y de su consideración al ciudadano; y decíamos que eso realmente no podía aceptarse, que eso realmente no podía admitirse por ningún concepto.

Por eso, otra de las características de nuestros combatientes no es solo su modestia o su honradez, sino también su decencia. Y por eso nuestro pueblo quiere y respeta a los combatientes del Ministerio del Interior. También su espíritu humano —como señalábamos nosotros en el Informe al Congreso—, muy característico de nuestros combatientes, su respeto a la dignidad humana, y cómo ellos han seguido la tradición desde la Sierra Maestra de que jamás se usó la violencia contra ningún detenido. Ni aun en la guerra, que muchas veces pretende justificar cualquier cosa, ni aun en la guerra nosotros usamos la violencia contra ningún prisionero. La justicia la aplicábamos, sí, no importa cuán severa fuera, pero mediante ley. Jamás ningún combatiente revolucionario mancilló su dignidad usando la violencia física, es decir, torturando a un prisionero.

Y a pesar de lo que nuestros miserables enemigos puedan decir y proclamar y hablar de violencias físicas en Cuba, ustedes saben, y nosotros sabemos, y nuestro pueblo sabe, que es un principio esencial de nuestra Revolución no utilizar jamás la violencia física contra un detenido, contra un prisionero, sea quien sea. Y ese principio se ha cumplido rigurosamente (APLAUSOS).

Hay algo que poseemos, a lo cual sí que no renunciamos, y es nuestra moral. Lo que un combatiente revolucionario tiene frente al enemigo, por encima de todo, es la moral; y frente a esa moral se estrella toda resistencia. Lo que un combatiente tiene son sus principios, es su ideología. Y la experiencia de más de 15 años de lucha revolucionaria nos enseña que un gusano, que un contrarrevolucionario, siempre se desmoraliza frente a la conducta y frente a la moral de un combatiente revolucionario (APLAUSOS). Y por eso, sin ponerle un solo dedo encima, sin golpear jamás a nadie, sin torturar a nadie, todas las batallas las han ganado siempre los combatientes revolucionarios, porque el combatiente revolucionario tiene algo que no conoce el contrarrevolucionario y son los principios, es la verdad, es la moral.

Y eso lo ha demostrado nuestra historia. ¿Qué contrarrevolucionario no ha hablado? ¿Qué contrarrevolucionario no ha contado todo lo que sabe, cuando se le demuestra con palabras, con argumentos, con hechos, el papel ridículo, inmoral, criminal, desvergonzado, insostenible, que han estado haciendo? Porque hay que decir, además, que aparte de la moral y de esos principios, ha estado la eficiencia de nuestros organismos de seguridad, que siempre han sabido lo que han estado planeando los enemigos, que siempre han conocido todas las interioridades de sus organizaciones, y que siempre han prevenido los hechos lo más posible con la ayuda del pueblo. ¡Porque aquí lo que podemos decir es que cada ciudadano del país es un combatiente del Ministerio del Interior! (APLAUSOS PROLONGADOS)

Al conmemorar este XV Aniversario, nos falta señalar una de las características, una de las virtudes, una de las cualidades de nuestros combatientes del Ministerio del Interior, que es su espíritu internacionalista y las brillantes páginas que en estos años han escrito junto a nuestros gloriosos combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias.

Son numerosos, muy numerosos, los actos de heroísmo protagonizados no solo frente al enemigo imperialista, en extraordinarios hechos que ya constituyen leyendas, sino también en sus servicios a la causa revolucionaria de otros pueblos. No hay prácticamente ninguna página gloriosa de esta historia internacionalista en que no estén presentes los combatientes del Ministerio del Interior; pero en la última y quizás más gloriosa página escrita por nuestro pueblo en el campo de la solidaridad internacional, el apoyo al pueblo de Angola (APLAUSOS PROLONGADOS), los combatientes del Ministerio del Interior escribieron su página más brillante.

Recordamos los días más difíciles: cuando las tropas sudafricanas avanzaban a 70 kilómetros por día desde Namibia, y fue necesario enviar la primera unidad regular, la dirección de nuestro Partido, de nuestro Gobierno y de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias, escogieron el Batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior (APLAUSOS PROLONGADOS).

Recordamos esos días. Eran sumamente difíciles. Había que parar a los sudafricanos, y estábamos a más de 12 000 kilómetros. Se escogió ese batallón que, apoyado por pelotones de armas antitanques del Ministerio de las Fuerzas Armadas, se trasladó por aire a Angola en el mes de noviembre. Se le señaló que su misión era organizar la primera línea de defensa junto a los angolanos para parar a los sudafricanos, y que detrás irían otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias. ¡Y los combatientes del Batallón de Tropas Especiales cumplieron cabalmente su misión! A las pocas horas de arribar a Luanda, marchaban hacia el frente: y el avance, hasta entonces relámpago de los sudafricanos, fue detenido.

El Batallón de Tropas Especiales del Ministerio del Interior, junto a otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias que llegaron después (APLAUSOS), es decir, un regimiento de artillería, un batallón de tropas motomecanizadas y el personal de la artillería a reacción, junto a los combatientes del MPLA, no solo detuvieron a las tropas sudafricanas, sino que las derrotaron y crearon las condiciones para su ulterior expulsión del territorio de Angola (APLAUSOS).

Aquí se encuentran presentes más de 100 combatientes de ese Batallón de Tropas Especiales (APLAUSOS PROLONGADOS) que participaron en los combates de Ebo, de Cariango, los Cerros de Medunda y otros, donde la Blitzkrieg sudafricana fue destrozada.

Y no solo contribuyó el Ministerio del Interior con este Batallón de Tropas Especiales, sino que un segundo batallón de personal escogido entre combatientes y cuadros del Ministerio del Interior marchó después, y participaron también junto a los combatientes del MPLA en la ofensiva victoriosa del frente sur.

Y al hablar de este tema, debemos señalar que efectivamente, ya los combatientes del Batallón de Tropas Especiales están regresando a nuestro país, al igual que los combatientes de otras unidades de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias. Pero el enemigo no debe sacar ninguna conclusión equivocada.

Es absurdo pensar que cuando nuestros combatientes marcharon a Angola, fueran con la idea de permanecer indefinidamente en el país: fueron con la idea de permanecer en el país, a solicitud del Gobierno de la República Popular de Angola, mientras existiera un invasor en el territorio del hermano pueblo de Angola. Una vez concluida su tarea, en virtud de los acuerdos entre el Gobierno de la República Popular de Angola y el Gobierno de Cuba, nuestro personal militar en Angola está siendo gradualmente retirado. Entiéndase bien: ¡gradualmente retirado! (APLAUSOS) ¿Cuál será el período de tiempo para la retirada de nuestras fuerzas? Lo describimos así, y así lo hemos acordado con el Gobierno de la República Popular de Angola: ¡el tiempo estrictamente indispensable para apoyar la defensa del pueblo de Angola contra cualquier agresión exterior, mientras se organiza, entrena y equipa el Ejército Popular de Angola! (APLAUSOS)

El pueblo de Angola requirió nuestra ayuda cuando se vió invadido por mercenarios en todas direcciones, y esencialmente por las tropas sudafricanas, pero el pueblo de Angola está organizando su ejército. Y nosotros, junto a la Unión Soviética, estamos ayudando a organizar el ejército de Angola (APLAUSOS). No escatimamos los recursos ni los cuadros necesarios para organizar ese ejército. Y estamos seguros de que Angola tendrá un magnífico ejército, un formidable ejército, que en un momento dado no requerirá de unidades regulares de Cuba para defender su país de la agresión exterior.

En la actualidad nuestro pueblo está aumentando la ayuda civil a Angola. Nuestro pueblo está ayudando a tratar de que inicien su zafra varios centrales azucareros, está ayudando en los programas médicos y está ayudando en numerosas actividades económicas. Disminuiremos la presencia del personal militar, y aumentaremos la presencia del personal civil, aunque, naturalmente, el personal civil será mucho menos que el número total de combatientes que en determinado momento estuvieron en Angola.

Pero que no se engañen los enemigos. La retirada durará todo el tiempo necesario para cumplir estos requisitos. Y es gradual, es gradual. Y advertimos que en Angola quedan y quedarán todo el tiempo necesario —repito— los hombres y las armas indispensables para garantizar, junto al pueblo de Angola, la seguridad exterior de ese país (APLAUSOS).

Qué tiempo, se preguntan los imperialistas, que no tienen ningún derecho a preguntar; y nosotros respondemos a nuestro pueblo: ¡El tiempo estrictamente indispensable mientras se organiza, entrena y equipa el Ejército Popular de Angola! ¡Ni un día más, ni un día menos! (APLAUSOS)

Pero advertimos a los imperialistas: ¡No se equivoquen! ¡No se equivoquen y pretendan hacer alguna agresión contra el pueblo de Angola! ¡Lo que va quedando allí mientras nos vamos retirando y mientras se va organizando el ejército de Angola, es suficiente para darle cualquier paliza a cualquier agresor! (APLAUSOS)

Y por eso nuestro pueblo se complace en recibir gradualmente a los combatientes victoriosos del Ministerio del Interior y de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias (APLAUSOS).

Ellos estuvieron allí muchos meses y realizaron un trabajo extraordinario. Merecen el más profundo reconocimiento y la admiración de nuestro pueblo. Fueron allí como representantes dignos de la Revolución Cubana y cumplieron cabalmente su papel. ¡Y solo un pueblo que es capaz de luchar por los demás, es también capaz de luchar por sí mismo! (APLAUSOS) y los imperialistas saben hoy muy bien cuál es el valor de nuestros combatientes, porque no lo saben solo en Cuba, sino que lo saben también fuera de Cuba (APLAUSOS).

Debemos añadir que nuestras relaciones con el Gobierno de la República Popular de Angola son magníficas. Y que todas las cosas que hemos hecho, cuando nos solicitaron la ayuda y cuando participamos en la lucha y todo el programa ulterior, tanto de ayuda militar como de ayuda civil, ha sido absolutamente de acuerdo. De Angola no nos llevaremos absolutamente nada, porque no somos imperialistas, ¡somos revolucionarios, somos internacionalistas! (APLAUSOS)

Nuestra ayuda fue cumpliendo un mandato de nuestros principios. Y lo que interesa a nuestro pueblo, el único interés de nuestro pueblo, es el avance de la revolución en Angola, el éxito de Angola, el avance de la revolución en Africa, la liberación total en Africa. Y hemos cumplido cabalmente con estos principios.

Nuestra Revolución no solo triunfó, nuestra Revolución no solo fue capaz de consolidarse, sino que fue también capaz de ayudar al triunfo y la consolidación de la revolución en otros pueblos. A esta noble y hermosa tarea revolucionaria se ha consagrado una generación de cubanos.

Hoy aquí sabemos que casi un 20% de los miembros del Ministerio del Interior llevan 15 años en el cumplimiento de sus tareas. Sabemos que un porcentaje muy alto llevan más de 10 años y ostentan con orgullo su certificado de más de 10 años de servicio en el Ministerio del Interior (APLAUSOS). Sabemos también que un 70% de los combatientes del Ministerio del Interior son miembros del Partido o de nuestra Juventud (APLAUSOS), y ello habla muy alto de su calidad revolucionaria y política.

¡Solo nos resta decir que nuestro Partido y nuestro pueblo se sienten orgullosos de sus combatientes del Ministerio del Interior!

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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