Discursos e Intervenciones

DISCURSO PRONUNCIADO EN EL ACTO DE FIN DE CURSO DE LA ESCUELA PARA CAMPESINAS “ANA BETANCOURT” y LA GRADUACION CONJUNTA DEL INSTITUTO PEDAGOGICO “MAKARENKO”, EL INSTITUTO PEDAGOGICO “ENRIQUE JOSE VARONA” y LA ESCUELA SUPERIOR DE EDUCACION FISICA COMANDANTE “MANUEL FAJARDO”, EN EL TEATRO CHAPLIN, EL 9 DE DICIEMBRE DE 1967

Fecha: 

09/12/1967

Compañeros profesores;

Compañeros graduados;

Compañeros estudiantes:


Este año la familia de los graduados ha crecido.  En años anteriores nos reuníamos regularmente para celebrar el fin de curso de la primera escuela; pero como todo crece y se hace cada vez más desarrollado en la Revolución, en esta ocasión se reúnen ya no solo las compañeras de la escuela “Ana Betancourt”, sino también se reúnen las compañeras y compañeros del Instituto Pedagógico “Makarenko”, los graduados del Instituto Pedagógico “Enrique José Varona”, y los graduados del Instituto de Educación Física “Manuel Fajardo”.  Y se reúnen también ya los de una escuela muy reciente, que es la escuela Primero de Mayo, que comenzó hace apenas un año y que ya tiene no solo 9 000 alumnos —como decía la compañera que me precedió—, sino también un coro magnífico y artistas brillantes (APLAUSOS).

Pensamos que, evidentemente, en el futuro estas graduaciones se convertirán, de hecho, en una representación de los que se gradúen cada año en nuestro país.  A nosotros nos invitan en incontables ocasiones para asistir a las graduaciones, pero realmente si fuésemos a cumplimentar todas las invitaciones necesitaríamos los 365 días del año, y el 366 también del año bisiesto, para todas esas graduaciones, ¡porque son tantas y tantas escuelas y tantas y tantas graduaciones, y además es tan justificado el deseo de celebrar la graduación como la culminación de un esfuerzo de muchos años!

De manera que no será ya en el futuro una graduación en el Turquino un día, otra en el Segundo Frente, y otra en cualquier sitio, sino que tendrá que ser una representación de todos los que se gradúen.

Hoy, por ejemplo, se gradúan, comenzando por las compañeras de la escuela para campesinas “Ana Betancourt”, de 6to grado, 1 496 compañeras (APLAUSOS); de secundaria básica —y es la primera graduación, como ya se dijo aquí—, 105 compañeras (APLAUSOS).  Se gradúan, del Instituto Pedagógico “Makarenko”, 1 046 alumnos (APLAUSOS); del Instituto Pedagógico “Enrique José Varona”, 946 alumnos (APLAUSOS), y de la Escuela Superior de Educación Física Comandante “Manuel Fajardo”, 272 (APLAUSOS).

Pero si analizamos algunos datos, comprenderán mejor por qué les decía que las graduaciones cada año serán más y más, así como los graduados.  Actualmente, por ejemplo, las cifras de estudiantes desde la primaria hasta la universidad son:  de la escuela primaria matriculados,     1 382 000 niños; en las secundarias básicas, 147 000; en los preuniversitarios, 34 000; en las escuelas e institutos tecnológicos estudiantiles, 25 000; y en los institutos tecnológicos obreros, 50 000.  A esta cifra hay que añadir estudiantes para maestros en los distintos niveles, aproximadamente 20 000; estudiantes para profesores de secundaria básica, 2 626; para profesores de preuniversitario, 2 004; y en el “Fajardo”, 2 462, que hacen un total de 283 000 estudiantes en las escuelas medias, a lo cual hay que añadir unos 40 000 estudiantes universitarios y 12 000 estudiantes en la facultad obrera.

Haciendo por aquí una suma, a la cual suma hay que añadirle la educación obrera y campesina, donde aun estudian 410 000 personas, esto hace un total de 2 127 000 estudiantes (APLAUSOS).

De estos estudiantes hay en total, en los distintos tipos de escuelas, 254 000 becarios, 128 000 seminternos, y además los de los círculos infantiles, 23 000, que hacen un total entre seminternos y círculos infantiles de 151 800.

En total ya en nuestro país, entre becarios y seminternos, estudiantes que reciben las becas, se les satisface prácticamente una gran parte de todas las necesidades, y a todos ellos ya la alimentación en la escuela, hay un total de 406 000.  ¡Y estas cifras año por año crecen!  Y crecen, lógicamente, por el número de graduados en los distintos niveles.

Así tenemos la distribución de los alumnos por niveles.  En el 1er grado tenemos 341 000 —esto en el curso 1966-1967—, en el 1er grado 341 000, en el 2do grado 254 000, tercer grado 217 000, 4to grado 205 000, 5to grado 155 000 y 6to grado 99 000, de los cuales de 6to grado se graduaron 66 000.

En secundaria había, en el primer año, 60 500; en el segundo año, 50 200; en tercer año, 36 000, de los cuales se graduaron 15 700.  Y en preuniversitario, primer año, 16 500; en segundo año, 9 000; en tercer año, 8 000, de los cuales se graduaron, con pruebas de nivel, 4 400.

El número de estudiantes que cruza de un año a otro crece por años.  Ya el número de los graduados de 6to grado es realmente alto, al extremo de ser una cifra que supera muchas veces la cifra de los que jamás se graduaron de 6to grado en Cuba; pero que con el transcurso de los años ya no serán 66 000, serán 80 000, 100 000.  Y cuando todos estos que están en el 1er grado, 341 000, se gradúen de 6to grado —lógicamente no todos se gradúan, aunque es nuestra obligación adoptar todas las medidas habidas y por haber para lograr que todos estudien, y lograr no solo que estudien la primaria, sino también la secundaria y el preuniversitario— lógicamente el número de graduados de 6to grado será posiblemente de 150 000, 200 000 en años venideros.

Y son escuelas distribuidas por todo el país y muchos de ellos aspiran a realizar estudios en otras escuelas, y es por eso que crecerá imprescindiblemente el número de estudiantes becarios en todo el país.

Esto va acompañado de necesidades de toda índole.  Y para tener una idea de esas necesidades, baste analizar el problema de los libros.

En nuestro país en el pasado jamás llegó a imprimirse un millón de ejemplares de libros, y ya desde la creación del Instituto del Libro tenemos, por ejemplo, que en el año 1967, es decir, este año, y calculando la producción hasta el 31 de diciembre, se habrán producido textos para todos los niveles de educación, 281 títulos con 5 216 000 ejemplares, y de otros títulos 220 con una cifra de 2 983 000 ejemplares.  De manera que la producción total de este año en libros rebasará la cifra de 8 millones de libros.

Y las necesidades planteadas para el próximo año —las necesidades, no las posibilidades— son de 16 millones de libros.

Gracias al esfuerzo enorme que realizan los compañeros del Instituto del Libro, posiblemente lleguen a alcanzar la cifra de 10 millones que, desde luego, no puede satisfacer desgraciadamente todas las necesidades.  Y se calcula que para el año 1969 esas necesidades se eleven a 20 millones de libros; y para el año 1972, a unos 30 millones de libros.  Para 1er grado solamente se imprimieron 400 000 libros este año.

Se dice y se habla de la educación y, sin embargo, ese enorme esfuerzo de la educación requiere grandes gastos también.  Nuestra Revolución ha hecho en la educación prácticamente su mayor y más importante inversión.

Cuando decimos que hay unos 250 000 becarios y 150 000 seminternos, hay que calcular lo que eso ha supuesto en instalaciones, construcciones de toda índole; cuando decimos que hay dos millones ciento y tantos mil personas estudiando, hay que ver el esfuerzo que eso ha significado en formación de maestros, en adaptación de instalaciones, y lo que significa en libros.  Y los libros se hacen de papel y se hacen en imprentas; y naturalmente, como crecen todas las necesidades, en todos los órdenes, así también nuestra economía se enfrenta a la inmensa tarea de cómo satisfacer esas necesidades.

Por eso, cuando se habla de trabajo, trabajo quiere decir precisamente la posibilidad de llevar a cabo todo esto.

En el propio sector de la enseñanza el número total de personas en nuestro país dedicadas a la enseñanza asciende a 52 834 personas; es decir, maestros de primaria 43 000; de secundaria 8 332; de preuniversitario, 1 502.  Esto es personas dedicadas directamente a la enseñanza.

Al lado de esto hay una alta cifra de personas dedicadas a todo lo relacionado con la educación, desde la producción de libros hasta la construcción de instalaciones para la educación; a la producción de los materiales necesarios para la enseñanza y a la atención de los estudiantes becarios y de todas las necesidades de la educación.

Actualmente el número de los que estudian para maestros primarios es o se aspira a que llegue en las Minas del Frío a 8 000 —no existe la seguridad de que se alcance esa cifra de nuevos ingresos—; en Topes de Collante habrá 4 872, es decir, correspondiente al primer año en Topes de Collante y 3 100 en el segundo año, y en el instituto pedagógico en el primer año del instituto, o sea, el cuarto de todos sus estudios, 2 695 y en el último año 1 753, que hacen un total de 19 420.

También tenemos —puesto que van a ser también profesores— los alumnos del instituto de educación física, que hacen un total de 2 452, y los del instituto pedagógico “Enrique José Varona”, con un total de 4 752.  Es decir, cerca de 30 000 jóvenes estudiando para ser maestros o para ser profesores.

Esto implica una inmensa fuerza, una gigantesca fuerza educacional, lo cual deberá marchar parejo con las otras fuerzas gigantescas que emergen de nuestra juventud en todos los campos de la cultura y de la ciencia.

El hecho de que tengamos ya unos 40 000 estudiantes universitarios significa mucho.  Y baste decir que, por ejemplo, solo en la facultad de medicina y en la de estomatología de las universidades de La Habana y Santiago solicitaron ingreso 1 700 estudiantes.

El número de médicos en nuestro país ya es de 7 000, y 7 000 realmente incomparablemente mejor distribuidos que en el pasado; 6 000 mal distribuidos había antes de la Revolución y ya tenemos 7 000.  Eso a pesar de la tenaz campaña que realizó el enemigo para privar a nuestro país de médicos, ofreciéndoles villas y castillas, que ocasionó un éxodo de médicos.  ¡Cosas del imperialismo!  ¡Tratar de privar a un país de médicos y de técnicos!

Resultado:  tenemos ya 7 000.  Una composición mucho mejor, una composición mucho más revolucionaria y de una mucho mayor capacitación.  Y, además, 1 700 ingresos.

Así vamos ya en todos los campos.  Así, de acuerdo con los cálculos para 1970, se graduarán 2 809 ingenieros.  Eso es más que todos los que se graduaron en 50 años anteriores.  Son las fuerzas nuevas surgidas del seno de la Revolución y producto del esfuerzo de estos años; fuerzas gigantescas, entusiastas, nuevas, mejor capacitadas técnicamente, incomparablemente mejor capacitadas políticamente, revolucionariamente.

Lógicamente que ese avance tendrá que superarse sobre la marcha, puesto que año por año debemos ganar, no solo en extensión sino en profundidad; año por año debemos ganar en calidad en la educación.

Hemos visto hoy, por ejemplo, cosas realmente interesantes, como es la aplicación de técnicas modernas a la educación.  Y si nosotros usamos todo el personal calificado de que disponemos y empleamos esas técnicas, como el cine, la televisión, la radio, podemos lograr masivamente resultados sorprendentes.  Y aquí, por ejemplo, se pudo ver el empleo de la técnica de la grabadora en la organización del coro de los niños de la Primero de Mayo.

También me explicaba la compañera Elena y me mostraba algunas de las pruebas que revelan los resultados de los experimentos que se están haciendo con la enseñanza de elementos de álgebra y de matemáticas, desde el 1er grado, es decir desde la enseñanza primaria   —no sé si es el 1er grado por donde han comenzado, pero es en definitiva una prueba con niños de la primaria— y cómo era elevadísimo el porcentaje de niños que dieron respuestas sin una sola equivocación.  Prácticamente el 86% —si mal no recuerdo— habían respondido sin errores.  Y eso es una cosa realmente novedosa, puesto que ya la enseñanza va perdiendo todo aquel carácter memorista, de manera que quizás dentro de algunos años todas las formas mediante las cuales nos enseñaron en la escuela las consideremos como métodos arcaicos y prehistóricos de la enseñanza.

Cuántas veces nos hicieron aprender cosas de memoria.  De ahí que a muchos estudiantes les gustaba la historia, por ejemplo, puesto que con la imaginación pues llenaban aquellas lagunas.  Pero cuántos conceptos, cuántas ideas nos impusieron de memoria.  Y cuánto más y más fácilmente habríamos podido estudiar con la ayuda de los medios modernos.

En el Ministerio de Educación han organizado una formidable industria de medios audiovisuales para la enseñanza, donde por cierto trabaja un gran número de personas que antes estaban en las oficinas del Ministerio, y que realmente pasaron de un trabajo burocrático e improductivo a la producción de medios indispensables y esenciales y utilísimos para la educación, de lo cual ellos mismos se sienten extraordinariamente satisfechos.  Esa lucha tremenda llevada también en los últimos tiempos por erradicar todo vestigio de burocratismo, es decir parasitismo, en el seno de la Revolución.  Y que cada cual en este país se dedique de una forma o de otra a realizar tareas o funciones útiles a toda la sociedad.

Y en el Ministerio tienen el doble mérito de haber transformado burocracia en productores de medios técnicos para la enseñanza.  Y esos medios son extraordinariamente útiles, que facilitan la comprensión, y no una comprensión memorista, sino una comprensión meditada, realista, objetiva, de los distintos fenómenos.

Aún nosotros estamos muy lejos de estar empleando esos medios, pero no debe estar distante el tiempo y debemos hacer lo más posible para que no esté, para acortar la distancia entre hoy y el día en que nosotros pongamos al servicio de la educación de nuestro pueblo los más modernos medios de enseñanza en masa, tanto en la cantidad como en la calidad.

Y uno de los problemas más serios de un país que se libera, es el problema de la educación.  Porque cuando se habla de países desarrollados y países subdesarrollados económicamente, tal vez no se recalque suficientemente la tragedia de un país subdesarrollado —subdesarrollo que es consecuencia de la secular explotación colonialista e imperialista, que mantenía a los pueblos sumidos en el atraso y en la ignorancia— si no se resalta suficientemente la tragedia que implica la falta de personal calificado, la falta de técnicos calificados, la falta de conocimientos en el pueblo.  Porque previo al desarrollo económico e industrial de cualquier país, o por lo menos simultáneo a ese desarrollo, tiene que ir la educación de las masas.

Ya en algo más de ocho años de Revolución se puede apreciar lo que significa para nuestro país esto de formar hombres y mujeres capacitados, porque ya en muchos sitios del país, en todas partes, se encuentran los primeros técnicos formados en la Revolución, y que no constituyen sino una pequeñísima vanguardia de este inmenso ejército que viene detrás.

La Revolución ha invertido enormes esfuerzos en la preparación de ese ejército; invierte enormes esfuerzos y deberá invertir más aun para equipar a ese ejército de los medios de producción adecuados, medios de producción cada vez más eficaces, que multipliquen cada vez más el trabajo del hombre.

Y así también hemos visto cómo, por ejemplo, en lo que a la agricultura se refiere una organización dotada de poderosas máquinas realiza un gigantesco trabajo revolucionario en nuestros campos, liberando a nuestro país de malezas, manigua, y demás estorbos que limitan nuestro actual desarrollo agrícola.  Pero nuestro país tiene que hacer un gran esfuerzo.  Y yo les leía precisamente esos datos, yo hablaba de una sola de nuestras necesidades, las necesidades de libros suscitadas por el desarrollo cultural y educacional del pueblo.

Muchos se preguntarán:  ¿Por qué había tantos analfabetos?  Pero es que cuando el analfabetismo se liquida y cuando todo un pueblo se pone a estudiar, entonces surgen las restantes necesidades.  Por eso es tan necesario en estos tiempos no solo todo el pueblo estudiando, sino todo el pueblo trabajando.  Y afortunadamente, lo que por todas partes vemos es cómo ese espíritu de trabajo se apodera cada vez más y más de la conciencia de nuestro pueblo y cómo ese espíritu de trabajo cada vez más y más surge en nuestro pueblo.

Y no es el trabajo por capricho, no es la manía del trabajo, es la tremenda e imperiosa necesidad de trabajo, si es que queremos marchar, si es que queremos sacudir el yugo de la miseria, de la pobreza, del atraso, del subdesarrollo.

Nuestro pueblo afortunadamente comprende eso, y lo comprende cada vez mejor, y esa comprensión se manifiesta en muchos órdenes.

Los que aquí se gradúan hoy comenzarán una nueva vida en nuestro país, comenzarán a trabajar ya como graduados, a la vez que seguirán estudiando como buenos trabajadores y buenos técnicos.  Se enfrentarán a nuevos problemas y a nuevas tareas, se enfrentarán a dificultades; marcharán muchos de ustedes a lugares apartados del país a enseñar.  Y si bien es cierto que hemos tomado todas las medidas para que los que ingresan en la carrera profesoral, en las escuelas de maestros, conozcan la dureza de la vida en el campo, iniciando los primeros estudios precisamente en las montañas, es cierto que siempre se producen bajas entre los graduados.  Y naturalmente, todos los que durante estos años han trabajado para formar a tales cuadros para la educación, para la enseñanza, sufren cuando saben de aquellos que no fueron suficientemente fuertes para resistir la prueba.

Son cada vez menos, es cierto, los que desertan de las filas del trabajo para el cual se les preparó.  Pero, de todas maneras, siempre contamos con que inevitablemente algunas deserciones se producen.  Pero esperamos que cada vez sean menos, que cada vez sean, en cambio, más los capaces de permanecer tenazmente y firmemente en el cumplimiento de sus deberes.

No dudamos de que cada nueva oleada será mejor que la anterior, como no duda nadie de que las nuevas oleadas de los que hoy ingresan en la escuela Primero de Mayo y de los que ingresan en nuestra escuela primaria serán cada vez mejores.  Y es nuestro deber, y lo conseguiremos en la misma medida en que tengamos cada vez mejores maestros, en la misma medida en que tengamos cada vez más recursos y más medios, porque todo este esfuerzo deberá ir acompañado de una base material para la educación.  Y no tenemos dudas de que llegarán ya a la secundaria, al preuniversitario, más preparados, mejor formados, con menos vestigios de individualismo, de egoísmo y menos vestigios de taras del pasado.

Nuestro pueblo ha emprendido un camino largo, nuestro pueblo ha dado un salto en la historia.  Y en la noche de hoy pudieron ustedes ver aquí escenificado algo así como el hilo de la historia de la humanidad y, dentro de la historia de la humanidad, la historia de nuestro pueblo.

Nos recordaban los compañeros aquí esta noche las luchas de nuestro pueblo por su independencia durante 100 años, sus luchas heroicas contra el poder colonial, sus luchas heroicas contra el poder imperialista; y nos recordaban estos años que van quedando atrás, las agresiones, los asesinatos de estudiantes que fueron a alfabetizar, los criminales bombardeos efectuados a raíz de Playa Girón, precisamente en medio de la campaña de alfabetización y todos los esfuerzos que el enemigo hizo inútilmente por impedir esta marcha.

Y nuestro pueblo se propone llegar lejos en esta marcha, y llegará tan lejos cuanto mejor estén preparadas en todos los órdenes las generaciones venideras.  En esa larga marcha, un trecho muy importante tendrán que recorrer ustedes, un trecho muy importante tendrán que recorrer esos niños que quedan bajo la responsabilidad de ustedes (APLAUSOS).  Es el camino hacia una forma de sociedad nueva, jamás conocida en la historia, en que los seres humanos lleguen a ser verdaderamente hermanos.

Eso es lo que se llama comunismo y que es algo que está más allá del socialismo.  Y que no es solo un problema del desarrollo de las riquezas materiales, sino también —y muy esencialmente— un problema de desarrollo de la conciencia humana (APLAUSOS).

Con el trabajo crearemos riquezas materiales, con el trabajo de ustedes crearemos conciencias humanas.  Formaremos un ser desprovisto de egoísmos, desprovisto de las viejas taras del pasado, con un sentido colectivo de su esfuerzo, con un sentido colectivo de su fuerza.  Porque realmente el hombre aislado no es más que un ser infeliz:  el hombre unido suma su fuerza a la de sus semejantes y constituye la gran fuerza que es hoy, por ejemplo, la fuerza de nuestro pueblo.

Nadie discute el poderío de los imperialistas, sus artes y sus mañas y sus recursos para oprimir, para aplastar, para derrotar a los pueblos, para subvertir las revoluciones; nadie desconoce su fuerza para hacer daño.  Y sin embargo, esa fuerza del poderoso imperialismo yanki se ha estrellado contra la voluntad de un pueblo pequeño, contra la conciencia de un pueblo pequeño.

Y es que la fuerza unida, la fuerza militante, la fuerza consciente, la fuerza revolucionaria de un pueblo es indestructible.

Y la compañera que habló en nombre de los graduados lo expresó bien y apeló a ese sentido de la unión entre todos, a ese sentido de la responsabilidad, a ese sentido del fin común que tienen todos ustedes; porque Makarenkos, graduados del “Fajardo”, profesores del “Enrique José Varona”, se encontrarán muchas veces en las mismas aulas, se encontrarán muchas veces en las mismas escuelas.  Y se encontrarán dondequiera que estén con los que se gradúan de otras facultades, o de otros institutos tecnológicos, o de otros centros de enseñanza.  Y tendremos no solamente un pueblo cada vez más preparado técnicamente, sino un pueblo más preparado revolucionariamente y, por lo tanto, un pueblo más fuerte, un pueblo más sólido, un pueblo más invencible.

Se gradúan hoy ustedes con júbilo por el trabajo realizado, pero aun sería más justo todavía mirar con júbilo la gran tarea que se tiene por delante, porque no hay privilegio semejante al privilegio de ser jóvenes y tener por delante una gran tarea.  Y así ustedes, jóvenes que se gradúan hoy, tienen por delante esa gran tarea, tienen por delante ese gran privilegio.

Y por eso nosotros celebramos no solo el esfuerzo realizado, sino celebramos sobre todo el día en que se inicia el esfuerzo mayor de todos ustedes.

¡Patria o Muerte!

¡Venceremos!

(OVACION)

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